
Joven y bonita
François Ozon
Héctor Llanos
En la casa fue sin duda una de las mejores películas del 2012, un virtuoso juego cinematográfico y metanarrativo con el que el francés François Ozon cambiaba de registro para recordarnos de lo que es capaz de hacer en pantalla. Y es que a veces somos injustos con ese tipo de cineastas que vienen con una acentuada marca de fábrica. Esos recursos tan propios que definen su obra y que en un principio nos fascinaron terminan por convertirse ante nuestros exigentes ojos en lugares comunes. Le ha pasado a Quentin Tarantino, a Pedro Almodóvar y también a este Ozon que durante años se ha especializado en explotar ante su cámara las infinitas formas de sensualidad de una nutrida pero a su vez selecta colección de divas. Ejemplos de ello son la Charlotte Rampling de Bajo la arena, una Ludivine Sagnier como voraz mujer fatal en Swimming Pool o el variopinto catálogo desplegado en 8 mujeres. En torno a la feminidad ha construido el cineasta galo historias perturbadoras y con mucha intención. EnJoven y bonita, al igual que con En la casa, el realizador francés vuelve a reivindicar. Esta vez lo hace en favor de su propia filmografía y de sus propios clichés, lo que no significa que no haya arriesgado.

Isabelle es una chica aun menor de edad, criada en una familia con posibles económicos. Está en pleno florecimiento sexual y este despertar se traduce en su caso en una doble vida, que hace de ella prostituta de lujo cuando sale del instituto. Una decisión que en apariencia parece propia, sin ningún tipo de coacción de por medio, de una adolescente con todas las facilidades del mundo para salir adelante en la vida. ¿Qué se propone el director con esta actualización de Belle de Jour? ¿La visión sobre el rol de la mujer actual que expone en su película cae del lado del pensamiento caduco o es por el contrario de lo más revolucionario? Son algunas de las preguntas que han surgido en el encendido debate que ha generado esta película desde que se proyectó en el pasado Festival de Cannes. Sabiendo que la estética es casi un modo de vida para el Ozon cineasta, lo osado de su propuesta reside en lo conceptual más que en lo visual. La modelo Marine Vacth, la joven y bonita prostituta voluntaria del título, se descubre como una torrencial presencia cinematográfica que va mucho más allá de saber posar para una cámara o de aguantar un primer plano. Las normas de la lógica le auguran un buen futuro en el cine.

En la historia, ella provoca con su comportamiento, al igual que lo hace en la sombra el creador de este relato separado en cuatro estaciones del año y en cuatro canciones. Tanto el personaje como el director se asegurar de resultar los suficientemente atractivos y opacos como para que no exista una única lectura de lo que ocurre en el universo de Isabelle. El juego de poder del adolescente ante el mundo adulto -otro de los temas recurrentes deFrançois Ozon- sirve de punto de partida para este inquietante viaje por las interioridades llenas de carnalidad de esta fille fatale.
06.03.14