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Nymphomaniac (Vol. 1) Lars von Trier

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Nymphomaniac (Vol. 1)Lars von Trier






Ni porno ni drama ni todo lo contrario. La primera parte de la aventura ninfomaníaca de Lars von Trier falla (y ni siquiera folla) en todo lo que se propone: en ser explícita, en ser profunda, en ser dramática, en ser negra, en ser políticamente incorrecta, en ser definitiva, en ser analítica, en ser reivindicativa, en ser. 

Ni tan etérea ni anodina como Ken Park, ni tan explícita y dramática como La vida de Adèle, ni tan frívola y terrorista como Spring Breakers, ni tan sexualmente hedonista como 9 Songs, ni tan poética y romántica como El amante, ni tan conceptual y psicológicamente dramática como Shame, esta primera entrega de Nymphomaniacacaba descomprimiendo anécdotas sexuales como un todo común, o el biopic de juventud de una mujer avergonzada y hastiada, que colisiona el placer carnal al que lleva sometiendo su día a día a un supuesto tormento sin fin ni medida, presumiblemente violento y en una desangelada confesión autoflageladora que realiza de madurez. Esa mujer es Joe (Charlotte Gainsbourg), una ninfómana prácticamente desde la cuna que va narrando sus tropelías sexuales de juventud (a través de Stacy Martin, una versión actualizada de la Pilar López de Ayala de Báilame el agua, pero cambiando jaco por polla y depresión española por la imagen de una lolita de Nabo-kov), a priori con el objetivo de llevarnos sin concesiones (aunque veremos) al exasperante y turbado drama del segundo volumen de esta supuesta de tesis de arte y ensayo.


En principio, Nymphomaniac se antojaba como una suerte de ejercicio de concreción de la malograda Anticristopero por la vía de la tesis cinematográfica. Pero, concebido como un gran ensayo de cinco horas ininterrumpidas, nos vemos obligados a comernos el último alegato conceptual de Lars von Trier sobre uno de los temas que ha ido retratando con perversión degradadora, el erotismo y los límites de la sexualidad en los seres humanos (y, sobre todo, en la mujer) ya no sólo en dos “volúmenes” con distancia de un mes, sino también con (sic) tijera en cada uno de los ejercicios, autorizada por el propio von Trier. Una amenaza introductoria que complica y complicará bastante la valoración final de un trabajo que, por muy pesado y muy tarkovskiano bela-tarriano que hubiera podido parecer, habría sido mejor consumir de golpe, todo en uno, a lo loco.

Von Trier propone drama y nos da comedia negra. Promete ensayo y nos da retazos de cine conceptual, de pornografía mainstream, de cine erótico-explícito, de cerco a los límites de la sexualidad. Retazos, hemos dicho. Ni define ni parece pretenderlo. Intenta darle ritmo narrativo y coherencia conceptual acercando las claves del erotismo, el cuerpo, los placeres carnales a la numerología de Fibonacci, la armonía según las óperas de Bach o el ritual de la pesca y acaba resultando, a priori y mientras esperamos la resolución del tinglado, un ejercicio de cine caprichoso, en donde el mayor riesgo reside en simular (o no) la corrida en la boca de una supuesta adolescente, parodiar el feminismo situacionista (“mea máxima vulva”), caer en el cliché (el de la secretaria, el machote de taller mecánico, el sexo adolescente en espacios públicos, el del límite entre sexo adulto y pederastia, el del intento por follar en ascensor), dejar frases lamentables incluso para las peores buddy movies (“¿sabes que si se juntan las pollas circuncidadas de todos los hombres del mundo llegarían a Marte ida y vuelta?”) o filmar con actores de cine tanto dramático como pornográfico escenas en donde la lascivia y el drama, mucho más cerca de la comedia ¿negra? que del drama conceptual. Y si me quiero reír con porno, me meto en eFukt.



Aquí, la única moraleja que existe es que el que no folla, se deja. No os dejéis.

03.01.14
http://www.notodo.com/cine/comedia/5492_nymphomaniac_vol_1_lars_von_trier.html

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