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Contornos de la abyección Fernando Broncano

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Copio aquí con permiso los párrafos iniciales de uno de los trabajos que me ha entregado Octavio Escalante para Narrativas de la identidad al que agradezco tanto la información como la luz que me regala sobre la cuestión de la abyección (como lo contrario del reconocimiento con el que ando a vueltas últimamente en este blog):
                       
"A  finales  de  los  ochenta  aparece  un  personaje  entre  las  catacumbas  del  mundo  cultural  de California. Su nombre de nacimiento es Johnny Baima y su seudónimo es the  Goddess  Bunny. Algunos  de  sus  estigmas  son  la  homosexualidad,  el  travestismo, la  prostitución, la  polio, la violación, el sida, la drogadicción, el ser una cabaretera de poco más de un metro de altura y el llevar atravesada en la columna vertebral una barra de hierro, debido a una negligencia médica.
                                

Resulta cierta riqueza de lo freak al unir todas estas cualidades en un solo sujeto. Es con mucho un queer en la expresión más ofensiva de la palabra, y como consecuencia de esa rareza ha  tenido su  éxito dentro  del  ámbito underground en Los Angeles y  posteriormente entre  los consumidores  de  fenómenos  desconcertantes  en  internet. Su  historia  de  vida,  que  apenas alcanzaré a pintarrajear en estas páginas, legitima su figura como representante de lo extraño e incluso de lo inhumano o al menos de lo indeseable. Escasos momentos históricos llenan las biografías repetidas o ligeramente modificadas de sus seguidores o calumniadores: Tuvo polio; mantuvo (aquí no serían arriesgadas las nociones de violación) relaciones sexuales con su padre durante la niñez; los médicos le insertaron a lo largo de toda su columna vertebral una barra de hierro para que pudiera mantenerse de pie, lo que le provocó que no pudiera crecer más; se convirtió en drag queen al terminar su infancia; fue prostituta; dio positivo en el examen de sida; comenzó su exitosa carrera artística, principalmente por un video documental independiente de un director “llamado” Aes-Nihil. Fue ampliamente conocido en internet por un fragmento de ese video documental donde aparece bailando tap, vestido de niña, mientras una voz le dice:“Baila para mí, maldito infeliz” (quienes quieran más información, pueden mirar este vídeo)

Si lo abyecto y lo obsceno son lo que se echa a la cuneta, se saca de escena y se oculta a la mirada, en la sociedad del espectáculo se invierten las visibilidades. Drag queens, y sujetos múltiplemente dañados  como Goodess Bunny se manifiestan en la pantalla exhibiendo la rareza (lo queer) que les exilia de las categorías de la normalidad.  La hipervisibilidad se transmuta en una suerte de venganza por la falta de reconocimiento. Grupos que han quedado en el trastero de la historia se apropian de su relato mediante la exhibición de su estigma. 

Judith Butler fue la primera que puso de manifiesto este fenómeno y explicó que se trataba de resignificaciones y de ejercicios de parodia que producían una ruptura de las líneas divisorias entre lo normal y lo abyecto. Resaltar mediante lo escénico la ob-scenidad de la existencia cotidiana por parte de quienes han sido privados del reconocimiento es una suerte de transformación en las mismas tramas sobre las que se sostiene el reconocimiento. Si el abyecto no es reconocido como igual, la hipervisibilidad le hará ser reconocido como diferente.

Ahora bien, vayamos con cuidado:  la exhibición de la diferencia que realizan héroes epistémicos como Goodess Bunny es algo muy distinto de las cortes de los milagros barrocas donde  los seres dañados mostraban en público sus miserias para mover la compasión. Algo ha cambiado cuando los freaks y monstruos salen de los oscuros armarios de la normalización. No se mueve a la compasión sino que la escenificación de la anormalidad interpela a los que se sienten seguros en su estatus y afirmados en su lugar social. Un acto valiente que devuelve la pregunta por la ob-scenidad a la mirada desde arriba:  "y tú, ¿qué?".

Esta interpelación no debería interpretarse como una especie de ventilador, "todos somos monstruos", "todos somos excluidos",  "tú también"... No. La exclusión es un fenómeno que secciona la sociedad en grupos asimétricos. No todos son ni están excluidos. La exclusión implica una actitud proactiva por parte de quien excluye. Owen Jones ha explicado en Chavs: la demonización de la clase obrerala convergencia de las políticas que inició Margaret Thatcher de ruptura de las organizaciones, redes y lazos sociales del proletariado inglés con un proceso cultural de exclusión social. El laborismo se convierte en una ideología de escapar de la clase obrera y su cultura en una burla continua de los gestos, modos de vestir y hablar de sus miembros. Observamos así un complejo proyecto histórico de exclusión que produce la abyección de una parte de la sociedad convirtiéndola en ob-scena y maldita. Son procesos históricos reales que constan de múltiples niveles. Recuerdo aún cuando tantas adolescentes y preadolescentes de primaria y secundaria se encolerizaban con sus madres porque las prendas de vestir que les habían comprado les hacían parecer una choni, (uno de los equivalentes en español del término inglés "chavs", que viene por cierto, como "chaval" "chavala" del romaní, otro de los grupos abyectos).  Fenómenos históricos como el punk fueron producto de estas resignificaciones de lo abyecto. Los chavs se convirtieron en freaks que interpelaban las miradas de quienes querían escapar al destino de clase (el iluminador estudio de Dick Hebdige, Subcultura. El significado del estiloes un lugar para analizar las transformaciones de la visibilidad que llamamos tribus urbanas como redistribución política de las sensibilidades). 

La abyección como acción y como resultado tiene, pues, componentes políticos, sociales, culturales y psicológicos (Julia  Kristeva ofreció en Pouvoirs de l'horror. Essai sur l'abjection una interpretación psicoanalítica de estos procesos. Es un libro que aún merece una lectura).  Es una suerte de reconocimiento inverso, de política activa de exclusión que nace de los deseos de "no ser como ellos", de escapar a un cierto lugar de la sociedad. Pierre Bourdieu, el gran sociólogo del campo social, nos hizo ver los micromecanismos de la exclusión en las políticas de distinción que se producen en el seno de los círculos con diferentes cantidades de capital: económico, social, cultural, simbólico. Dibujó el mapa de la sociedad como un conjunto de fronteras y puertas de acceso. La abyección es la principal fuerza de autoprotección de estos círculos de poder. Las fuerzas de reconocimiento que rigen entre los miembros del círculo se transmutan en fuerzas de abyección para los de abajo. 

Se le olvidó decir que los círculos de arriba se protegen pero no pueden evitar los espectáculos de la abyección. Si la sociedad se ha convertido en una ilimitada secuencia de puertas de acceso, también es cierto que son puertas de cristal, vallas de alambre, que no impiden la visión de los bailes de los que han quedado fuera. Que, a veces, cuando cambian los vientos de la historia, hacen que estas danzas se conviertan en conjuros contra la opresión, la discriminación, la desigualdad. 
http://laberintodelaidentidad.blogspot.com/2015_02_01_archive.html

ERNST HAFFNER: HERMANOS DE SANGRE. UNA NOVELA BERLINESA

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Los milagros son infrecuentes, pero a veces se producen de la forma más inesperada. Peter Graf, editor alemán, rescató del olvido en 2013 una novela extraordinaria que narraba la peripecia de una pandilla de jóvenes atrapados por la miseria en el Berlín de los años 30. Se conocen muy pocos datos sobre el autor, salvo que era periodista y asistente social. Entre 1925 y 1933, vivió en la ciudad que contemplaría el ascenso y la caída de Hitler. Publicada en 1932 con el título Juventud en la carretera a Berlín, los nazis prohibieron la obra apenas subieron al poder y ordenaron que se arrojara al fuego, con otros libros supuestamente indeseables. Cuando Graf publicó la novela, el periódico Bild hizo un llamamiento público para localizar al autor o a sus familiares. Nadie contestó. ¿Cómo murió Haffner o acaso aún vive, con un siglo a sus espaldas y la memoria afectada por el Alzheimer? ¿Tal vez perdió la vida en un campo de concentración o bajo las bombas aliadas? ¿Era judío? Solo cabe especular y esperar. Quizás más adelante aparezcan documentos que permitan recrear su historia, parcial o totalmente. De momento, hemos de celebrar la recuperación del texto, con una escalofriante actualidad en una Europa hundida en una inacabable crisis política, económica y social, donde comunismo y fascismo han regresado, con su agresiva retórica y sus promesas demagógicas.
“Hermanos de sangre” es el nombre de un grupo de niños y adolescentes que se enfrentan a una sociedad estragada por el paro y las desigualdades. La mayoría ha huido de hogares desestructurados, orfanatos o correccionales. No conocen otra familia que la camaradería surgida al calor de la pobreza. No son grandes criminales, sino rateros de poca monta, que cometen pequeños hurtos o se prostituyen. Duermen en inmundas pensiones o deambulan por las calles, esperando que los bares y las bibliotecas públicas abran sus puertas. Sus armas son la violencia y la astucia. Las leyes no se preocupan de su bienestar, sino de mantenerlos bajo control y castigar sus infracciones, con una desproporcionada severidad. Gracias a la amistad, algunos hallarán las fuerzas necesarias para desempeñar un trabajo miserable y sobrevivir con escasos recursos. Es el caso de Willi y Ludwig, pero se trata de raros e infrecuentes ejemplos, pues la mayoría se deslizará por la pendiente de la marginalidad, perpetrando fechorías cada vez más graves. En esas circunstancias, no hay espacio para la compasión. Cuando los “Hermanos de sangre” capturan a un delator, lo azotan sin piedad. Es inevitable pensar en los campos de concentración, donde se azotaba con brutalidad a los que infringían las normas. Igualmente, los correccionales descritos por Haffner (“cualquier asomo de individualidad es cruelmente aniquilado”), prefiguran los barracones de Auschwitz, con sus temibles kapos. Kertész ya denunció que incluso los colegios de la época, con su estricto sentido de la disciplina, ya albergaban la semilla del totalitarismo y su furor exterminador.
heramanos de sangre 3Hermanos de sangre nos recuerda que “el huevo de la serpiente” se incuba en sociedades clamorosamente injustas, donde se somete y humilla a los ciudadanos, hasta transformarlos en “hombre[s] sin espina dorsal, con naturaleza de siervo[s]”. Esa forma de actuar sólo despierta odio y resentimiento. Por eso, los bajos fondos de la Alexanderplatz son la mejor escuela para los nuevos bárbaros. Muchos pandilleros se alistarán a las SA o a las Juventudes Hitlerianas, donde podrán liberar su rabia. De hecho, Hitler vivió en Berlín como un vagabundo. Hermanos de sangre es una lección formal y moral. Prosa limpia y eficaz, personajes creíbles, un gran sentido narrativo. La traducción de Fernando Aramburu nos hace olvidar desde la primera línea que  leemos una admirable versión en castellano y no el original. Ernst Haffner nos deja una advertencia: no puede haber democracia sin equidad; no es suficiente la caridad, hace falta justicia. La Europa de nuestros días podría despeñarse otra vez por el abismo totalitario. La pobreza y la marginación se convierten en ira, cuando no existe la expectativa de un cambio real. En este paisaje desolador, ¿dónde está la ternura? Según Haffner, en el corazón de las almas sencillas, como la buena mujer que ayuda a Willi y Ludwig en su lucha por no volver a las calles. La historia y la literatura nos enseñan una y otra vez que el bien siempre brota de lo pequeño y humilde.
RAFAEL NARBONA
Traducción de Fernando Aramburu. Barcelona, Seix-Barral, 2015.
Publicado en El Cultural (20-02-2015). Si quieres leer el original, pincha aquí.
http://rafaelnarbona.es/?paged=5

RUTH KLÜGER: POESÍA DESDE AUSCHWITZ

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Ruth Klüger nació en Viena en 1931. Cuando se produjo el Anschluss sólo era una niña de seis años. Su padre ejercía la ginecología, pero perdió su licencia por su condición de judío. Acusado de practicar un aborto ilegal, huyó a Italia y, más tarde, a Francia, donde los nazis finalmente lo capturaron y lo deportaron a un campo de exterminio. Murió en una cámara de gas. La Shoah no cesa de producir asombro. Parece demasiado atroz para ser una obra humana. Podría descargarse toda la responsabilidad sobre Hitler y sus ministros, pero sin una amplia base social, que apoyó las medidas antisemitas y aceptó tácita o explícitamente el genocidio de judíos, gitanos, eslavos, homosexuales, discapacitados y otras minorías, la máquina de triturar seres humanos no habría trabajado con tanta eficacia. Ruth y su madre soportaron la brutalidad gradual del invasor alemán contra la población judía: expulsión de sus hogares, confinamiento en guetos, privación de los derechos de ciudadanía, prohibiciones vejatorias, hambre, malos tratos. En 1942, serían deportadas a Theresienstadt y, un año más tarde, a Auschwitz. Ambas sobrevivieron y en 1947 emigraron a Estados Unidos, pero el recuerdo de las penalidades sufridas les acompañaría de por vida. Profesora de literatura alemana en varias universidades norteamericanas, Ruth Klüger se especializó en Gotthold Ephraim Lessing y Heinrich von Kleist. En 1992 publicó Seguir viviendo (weiter leben). Desde entonces, ha manifestado en muchas ocasiones que la memoria del Holocausto no debería convertirse en una pornografía del horror, pues la prioridad es llevar a cabo una reflexión crítica. Auschwitz no es algo diabólico, sino una obra humana que revela las pasiones más turbias de la cultura europea. El antisemitismo nace de un prejuicio cristiano, pero prospera gracias al racismo y el darwinismo social, dos fuerzas que no han cesado de causar estragos desde el siglo XIX. Me permito añadir: Eichmann no encarna la banalidad del mal, sino la depuración de un legado cultural, que justifica las diferentes formas de colonialismo y exclusión del otro, del diferente, del que presuntamente no puede integrarse en un determinado concepto de civilización. La Ilustración no es causa eficiente de Auschwitz, pero sí causa indirecta de una interpretación ascendente, donde el ideal de progreso se deforma hasta convertirse en una utopía regresiva.
Los testimonios masculinos sobre la Shoah son más abundantes que los femeninos. Esa circunstancia le aporta al libro un valor añadido, «una dimensión existencial específica», de acuerdo con el prólogo que escribió Jorge Semprún. Ruth Klüger encabeza su obra con unos versos de Simone Weil: «Soportar el desacuerdo entre la / imaginación y el hecho. / “Sufro”. Eso es mejor que / “este paisaje es feo”». Esta cita expresa claramente su voluntad de no hacer literatura, sino de ir al fondo, sin miedo a abrir las viejas heridas. De acuerdo con este programa, la primera frase de Seguir viviendo formula un enunciado demoledor: «La muerte, no el sexo, era el secreto del que hablaban a media voz las personas mayores, el secreto del que a una le hubiese gustado oír más». La muerte es un secreto, sí, pero la tortura es la expresión más radical del mal. Al escuchar a un primo de su madre relatando cómo lo habían torturado en Auschwitz, apunta que no es necesario prestar atención a los detalles truculentos: «el tono de voz deja adivinar lo diferente, lo ajeno, lo maligno. Pues la tortura no abandona al torturado nunca, a lo largo de toda su vida». Klüger no sufrió la tortura, pero entiende el irreparable daño psíquico que causa en sus víctimas. El que ha sido torturado nunca volverá a percibir el mundo como un hogar. Jean Améry jamás olvidó las torturas de la Gestapo, que le rompió los dos brazos en Front Breendonk (Bélgica). Su suicidio es el eco de ese horror físico y metafísico, pues el desamparo del torturado impugna cualquier forma de optimismo moral o histórico. André Malraux no conoció la tortura, pero sí la expectativa de ser torturado en un interrogatorio y comprendió que no podía concebirse mayor ignominia. En un sentido ético y antropológico. La tortura es una vivencia límite que abre una sima entre víctimas y verdugos, rompiendo el anhelo de una humanidad ligada por lazos de respeto y fraternidad. El torturador se deshumaniza y deshumaniza a la víctima, creando una espiral de perversidad y degradación.
Es injusto establecer escalas en el infortunio, pues nadie puede sondear la desgracia ajena. Ruth se libró de la tortura y los experimentos médicos, pero sus primeros atisbos de conciencia coinciden con la promulgación de leyes antisemitas en Austria: «Lo que todos los niños mayores que yo, hijos de parientes y amigos, aprendieron e hicieron cuando tenían mi edad, yo no pude aprenderlo ni hacerlo». Ruth no pudo patinar sobre hielo, bañarse en la piscina municipal o acudir al cine. La conciencia de una injusta discriminación provocó en ella una prematura rebeldía: «Con los letreros antijudíos hice las primeras prácticas de lectura y desarrollé los primeros sentimientos de superioridad». Para los judíos, Viena era una prisión y la única alternativa era emigrar, pero muchos especulaban que era preferible esperar: las cosas cambiarían, los alemanes acabarían marchándose, el nazismo era un fenómeno pasajero. Sin embargo, «cuando se espera lo bastante, llega la muerte. Hay que aprender a huir». Ruth reivindica el derecho a recitar elKaddish por el padre muerto, incluso desde una posición de escepticismo religioso. Sus recuerdos son escasos, pero cualquier anécdota –por pequeña que sea– resulta esencial para contrarrestar el horrible final en una cámara de gas. Su padre tenía una máquina de escribir y no permitía que Ruth jugara con ella, pues procedía de un hogar humilde y apreciaba mucho los bienes materiales adquiridos con su esfuerzo. Parece imposible encajar este detalle, casi una bagatela, con una agonía particularmente abyecta: «El hecho de que acabara desnudo en una cámara de gas, buscando convulsivamente una salida, convierte en fútiles todos estos recuerdos, los desvirtúa. Sigue sin resolver el problema de que yo no pueda sustituirlos por otros ni tampoco borrarlos. No consigo hacerlos encajar con lo otro, hay una hendidura en medio. […] Yo consigo tener los sentimientos adecuados para con el padre vivo o para el padre agonizante, pero lo que no puedo es reunir ambos sentimientos y aplicarlos a una sola persona, única e indisoluble».
AUSCHWITZ 5La pequeña Ruth se refugia en la poesía desde el primer instante. En Viena, se acostumbra a recitar poemas para combatir los sentimientos de angustia e impotencia. De adulta, se rebelará contra la idea de que la poesía sea un despilfarro inútil después de Auschwitz. Por el contrario, sólo la poesía puede absolver al ser humano de haber creado Auschwitz. La belleza no es algo gratuito, sino un signo de excelencia moral. Antes de ser segregada, Ruth asistía a la escuela con niñas cristianas que componían cruces gamadas con papeles de colores. Los maestros alababan su trabajo y estimulaban la exaltación de la simbología nazi. Ruth empezó entonces a avergonzarse de su patria natal y se hizo «judía por una reacción defensiva». Su fe tendrá poco recorrido. Con el tiempo, sentirá que se había aferrado a «una tabla de salvación podrida» y no a una alternativa razonable. La fragilidad del ser humano se manifiesta en su búsqueda de un padre omnipotente. Pocos buscarían a Dios si les dijeran que su poder es limitado o inexistente. El dolor no espiritualiza. Sólo acentúa el egoísmo y la insolidaridad. Pensar lo contrario «es necio sentimentalismo». El sufrimiento no es un camino de perfección: «En su fuero interno cada uno sabe, por propia experiencia, cómo es la realidad: cuando hay que soportar más, la paciencia, siempre precaria, con el prójimo, se vuelve más endeble, y los lazos familiares se desgarran. Durante un terremoto se rompe, como la experiencia enseña, más porcelana de la normal». La conducta de su propia madre es un fiel reflejo de este hecho: «A veces, de puro nerviosismo, me abofeteaba o me besaba, por el mero hecho de estar yo allí». Antes de ser deportada, Ruth ya ha desarrollado un carácter depresivo, incubado por la neurosis de su madre: «La vida me resultaba una carga absolutamente insoportable. Me había convertido en un ser raro, excéntrico, asocial. Nada me hacía ilusión».
Ruth Klüger considera que la Shoah no debe convertirse en una próspera industria, que produce incansablemente libros, películas, ensayos, sino que es ineludible evocar a las víctimas: «El nudo desecho que deja tras de sí un tabú violado como son los asesinatos en masa, las matanzas de niños, se transforma en fantasma no redimido, al que tenemos que dar una especie de hogar en que moverse». Eso no significa que Auschwitz constituya una anomalía, algo insólito en la historia del devenir humano. «En el fondo lo sabemos todos, judíos y cristianos: parte de lo que sucedió en los campos se repite en muchos sitios, hoy y ayer, y los campos fueron también imitaciones (por supuesto que imitaciones de carácter único) de lo de anteayer». Auschwitz no es lugar para rezar, pues allí no habita Dios Padre, sino los fantasmas, los «no redimidos». Los muertos sólo son un pálido vestigio. No hay un mañana para ellos porque Dios, sencillamente, no existe.
Klüger no está de acuerdo con Primo Levi. No es cierto que sobrevivieran los peores. La supervivencia dependió del azar, del curso de la guerra, de contingencias imprevisibles: «Cada uno lo vivió de forma irrepetible». Eso sí, «Auschwitz no fue un centro de enseñanza de nada y mucho menos de humanidad y tolerancia». Durante la primera noche, su madre le propone que se suiciden juntas, lanzándose contra la valla electrificada. Ruth se niega, pues la adversidad le ha inculcado incomprensiblemente el deseo de vivir: «Si amar la vida y aferrarse a la vida son una misma cosa, entonces yo nunca he tenido tanto amor a la vida como en el verano de 1944, en Birkenau, en el campo B 2 B». El deseo de vivir se manifiesta en la composición de los primeros poemas. Es posible hacer poesíadesde Auschwitz y esos versos son el alegato más contundente contra la barbarie. Escribir es un ejercicio de resistencia y una forma de preservar la humanidad. El alemán es el idioma que hablan los nazis, pero Ruth siente que no les pertenece. La lengua es un legado común, universal. La disciplina del verso es un ejercicio de depuración que ofrece una salvación real, un firme y sólido asidero. Tal vez por eso los nazis utilizan nombres poéticos para sus campos de exterminio. Buchenwald significa «bosque de hayas»,Birkenau «campo de abedules». Los alemanes pisotean su propia herencia cultural, asociando la belleza al asesinato de masas. Su sentido estético está pervertido de raíz.
Para Klüger, Auschwitz es el grado cero de la libertad. Cuando se pisotea a un niño en una cámara de gas para buscar compulsivamente un poco de oxígeno, el ser humano ya sólo es un automatismo biológico. Tal vez por esa razón, la madre de Ruth se humanizó, adoptando a Ditha, una joven que no habría sobrevivido sin sus cuidados. Cuando al fin se produce la liberación, Klüger tiene una cosa muy clara: «en esa guerra no se había luchado por nosotros». De hecho, unos adolescentes judíos son condenados por las autoridades norteamericanas por robar fruta en un huerto particular. Su estancia en un campo de concentración no actúa como atenuante, sino como agravante, pues el tribunal interpreta sus años de encierro como antecedentes penales. Durante su estancia en Baviera, comprueba que el odio hacia los judíos sigue vivo en los alemanes: «Nos aborrecían, éramos parásitos de un gobierno militar infestado de judíos». Los procesos de Núremberg se interpretan como una humillación, no como un juicio contra los responsables del genocidio.
Madre e hija deciden emigrar a Estados Unidos. Seguir viviendo no pierde interés al llegar a este punto, pero la amistad, las relaciones conyugales y la carrera profesional desplazan a la reflexión sobre la Shoah. Klüger no oculta su hastío. Su mente no acepta dar vueltas alrededor de un solo objeto y, menos aún, participar en un circo que disfruta, exhibiendo los aspectos más atroces de la matanza. Es significativo que finalice el texto, subrayando que ha compuesto «un libro alemán». Hitler no es Alemania. Alemania es Goethe, Beethoven, Thomas Mann. Alemania es Ruth Klüger, componiendo versos con doce años en mitad del espanto de Auschwitz.
KlugerBW
RAFAEL NARBONA
Publicado en Revista de Libros. Del blog Viaje a Siracusa (13-02-2015). Si quieres leer el enlace original, pincha aquí.


http://rafaelnarbona.es/?paged=7

Amor trágico entre la barbarie estalinista

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San Petersburgo, 1955, ciudad donde transcurre buena parte de la acción de 'La quinta columna'.

Se reedita ‘La quinta esquina’, la gran novela de Izraíl Métter que se ocultó dos décadas

 Madrid 17 ENE 2015 - 

  • A casi 20 años de la primera edición de La quinta esquina por la editorial Lumen en 1995, Libros del Asteroide ha recuperado este título prodigioso y al que se le puede poner el adjetivo de subyugante. Se trata de la obra cumbre de Izraíl Métter (Járkov, 1909-San Petersburgo, 1996), un desgarrador testigo literario de la barbarie estalinista. Lumen también editó en 2001 Genealogías, unos relatos autobiográficos que en muchos sentidos entroncan con este libro sin género preciso. Si se quiere, llamémoslo novela.
    El traductor y prologuista de Genealogías, Ricardo San Vicente, recogía una entrevista esclarecedora con el escritor. Métter dice: “Mi patria, Rusia, es un campo de pruebas donde la historia realiza sus experimentos sociales, y donde además no tiene en cuenta el destino de cada uno de los hombres aislados. El individuo se enreda entre las patas de la historia y ésta pasa por encima de él y lo convierte en polvo, y por muchas veces que el hecho se produzca, sólo llegamos a comprenderlo, preparados ya para una nueva espiral de errores". Todas estas palabras caben en un resumen argumental de La quinta esquina.
    Judío, marcado por unos discretos orígenes burgueses, sin acceso a la universidad, forjándose una profesión guarnecido por sus propias y piadosas mentiras, Méttel dibuja al Boria de la novela con sus mismas heridas y vivencias, con su amor desaforado, trágico y caótico por Katia.
    El libro se publicó en 1989, tras la desintegración de la URSS
    Ese Boria se dice a sí mismo: “¿Por qué no hemos dejado ninguna huella en la tierra?”. En la entrevista citada, recapitula: “Desde niño me he acostumbrado a percibir el aliento pestilente del antisemitismo a mis espaldas. Tal vez suene terrible, pero ¿se puede uno acostumbrar a la inmundicia?”. Pero ¿qué es la quinta esquina a que se refiere el título? Un tenebroso sistema, una tortura que inventaron en aquellos tiempos y que luego enseñaron generación tras generación: al torturado, entre golpes, se le impelía a encontrar la quinta esquina de una habitación cuadrada.
    No hay un orden cronológico en las escenas porque acaso no lo hay tampoco en la mente del escritor; el respaldo de cualquier ordenación más lógica está sustituido por un borrascoso torrente de angustia, a veces con un anárquico, tozudo sentido del papel de los recuerdos.
    Narrador de potente estilo propio, tan poético como seco, Méttel escondió celosamente el libro más de 20 años después de darlo por terminado. Es verdad que en 1964 apareció Katia, breve librito con algunas escenas entresacadas del original de La quinta esquina y del que expurgó todas las escenas políticas o citaciones comprometidas; lo que quedó era bonito, pero sabía a poco. Como asegura la crítica literaria Mercedes Monmany, su mayor atractivo es su estilo, y este se despliega a plenitud con el total de las páginas escondidas. Era un manuscrito que quemaba, unas páginas que ardían solas, como ese fuego mítico por espontáneo de que hablan las leyendas. Nunca hubo copias de La quinta esquina. La esposa de Izraíl la tecleó pacientemente con un dedo, aporreando —con mucho miedo— la vieja y sonora máquina de escribir. Una vez hecho, el manuscrito pasó por diversos escondites domésticos, imaginando cada vez un escondrijo inaccesible a la imaginación y olfato de los sabuesos del KGB. Tuvo que surgir la perestroika y la glásnost, tuvo que caer el muro de Berlín y desaparecer la Unión Soviética, tuvieron que rodar las estatuas de Lenin y Stalin (no todas) para que finalmente en 1989 viera la luz de la impresión este libro, un texto que hace pensar que todos los totalitarismos se merecen tener, por lo menos, un Izraíl Métter que sustituye olvido por memoria.
    Pero este libro es también y sobre todo una poderosa obra acerca de la soledad, una soledad substancial y sobrehumana, esa que en la literatura rusa se informa en profundidad desde antes en Gogol y Chéjov y que ya habita y domina el discurso, su lírica interior, desde los tiempos del Oblómov de Iván Goncharov (paradigma del personaje superfluo) a los personajes de Turguéniev. Mucho después, en el también ucraniano Mijail Bulgakov, se volverá a encontrar a estos observadores desgraciados del mundo, un arquetipo del que muy autobiográfico Boria de La quinta esquina es parte y hace coro, amén de los ruidosos fantasmas de tantos sacrificados en vano, de Isaac Babel a Meyerhold.
    Al final de la obra aparece un personaje con visos de fantasma corporeizado, deambulador y grotesco, rechazado por el grupo. Se trata de otro jubilado como nuestro triste héroe que todos los veranos, mochila al hombro, peregrina más que ir de excursión a los lugares donde cayó todo su batallón. Allí escarba y señala de vez en cuando una tumba. “Pero eso se ha convertido en la idea central de su vida”, escribe Métter: “El caminante continúa yendo de un lado a otro por la región, aburriendo con sus preguntas y sus peticiones”. Métter concluye que padecen “la misma locura”: “Los dos erramos entre tumbas imposibles de encontrar”.

    http://cultura.elpais.com/cultura/2015/01/17/actualidad/1421518574_698974.html

    IZRAÍL METTER:

     LA QUINTA ESQUINA


    La quinta esquina es una aberración geométrica en una habitación convencional, con sus cuatro ángulos de noventa grados, pero en los totalitarismos lo irracional y lo monstruoso adquieren el rango de norma. En la Unión Soviética de Stalin, Boria es un profesor de matemáticas que carece de título para ejercer la docencia. No es un estafador, sino un autodidacta que sufre las consecuencias del socialismo real. El régimen comunista divide a los trabajadores en cinco categorías: obreros, campesinos, intelectuales, funcionarios, artesanos y otros. De origen judío, Boria es clasificado como ciudadano de quinta categoría, pues su padre es comerciante. Eso significa que sus posibilidades de realizar estudios superiores son remotísimas. Los baremos no responden a criterios de excelencia, sino a planteamientos ideológicos. Ser hijo de obreros o campesinos insinúa una fidelidad instintiva, casi genética, a la revolución del proletariado. Por el contrario, ser hijo de un comerciante implica una indeseable connivencia con el espíritu capitalista. Si es cierto que “el ser determina la conciencia”, Boria nunca será un socialista ejemplar.
    Es evidente que Boria es la versión literaria del propio Izraíl Métter. Ambos nacen en Járkov (Ucrania) y sufren el sitio de Leningrado, sorteando el hambre, el miedo y la represión del estalinismo. Es fácil solidarizarse con las víctimas del totalitarismo, pero no es tan sencillo entender su dolor cotidiano, la rutina de una existencia dominada por la inseguridad, la arbitrariedad y la intimidación. Métter nos ayuda a comprender ese sufrimiento.  No es una hipérbole afirmar que escribe con la intensidad de los grandes clásicos rusos. En algunos momentos, recuerda a Dostoievski, con sus complejos dilemas éticos, pero su fluidez narrativa y la cuidadosa arquitectura de la trama le acercan a Tolstoi. Por otro lado, el tono intimista y desesperanzado le aproxima a Chejov, pero nada sería más injusto que reducir sus méritos a la mera resonancia de otros autores. La quinta esquina no es un simple testimonio de las penurias del ser humano en las sociedades totalitarias, sino un estudio de las edades del hombre, con sus pasiones, esperanzas y fracasos. “En la memoria de un viejo –escribe Métter- hay cierta mística: a mí no me parece que mi niñez haya terminado para siempre; existió y ha de volver”. Boria solo pide que su “futura infancia” no le sorprenda con la inevitable inexperiencia de los que empiezan a vivir, descubriendo poco a poco la asimetría entre la realidad y el deseo. Una segunda infancia es una forma de desafiar al tiempo y a la lógica, pero esa vivencia imaginaria no resuelve el problema de las ilusiones perdidas. Sasha era el mejor amigo de Boria. Katia es la única mujer a la que amó de verdad. Sin embargo, perderá a los dos por culpa de su carácter áspero, huraño y melancólico. En cambio, sobrevivirá al cruel sitio de Leningrado. A veces, se pregunta si su capacidad para sobrevivir a la adversidad  procede de su condición de judío. A fin de cuentas, la infelicidad es el estado natural de un pueblo acosado, maltratado y menospreciado.metter
    En realidad, la hosquedad de Boria es una máscara que esconde una increíble ternura. Se conmueve al contemplar la desnudez de su padre agonizante, ama el carácter compasivo e irrepetible de su madre, los locos le inspiran piedad y simpatía, responde a las privaciones con humor, examina cuidadosamente lo que no entiende para superar su perplejidad, admite que se equivoca a menudo, pero no titubea al acusar a Stalin de usurpar el nombre del pueblo para cometer las mayores iniquidades. Su autoestima es baja, pero juzga con lástima a los esbirros del régimen, “amaestrados para odiar”. El destino de los verdugos es renunciar a los afectos, pues incluso los hijos pueden ser potenciales delatores. Boria no se considera especialmente afortunado. Sabe que la santa despreocupación de la adolescencia es irrecuperable y que la vejez consiste en pasear por calles “aburridas como chimeneas”. Solo queda el consuelo de hablar con uno mismo, ironizando sobre los sueños incumplidos. Nunca es un desperdicio evocar la juventud perdida, “pues un hombre sin pasado es como el insecto que solo vive un día”. Boria entiende que el pasado es tan importante como el carácter irrepetible de cada ser humano. En un régimen que exalta el nosotros, el yo se desdibuja y muere, pero algo tan trivial como hacerse un traje a medida puede restituir la identidad diluida. Cuando un sastre anota sus medidas, Boria siente que le tratan como una persona, es decir, como a un individuo que no se parece a ningún otro. Es un verdadero milagro, pues Stalin ha propagado el desprecio a la persona, un concepto burgués,  “superfluo e incluso embarazoso”.
    Al igual que otras víctimas del totalitarismo, Boria se refugia en la poesía. No compone poemas, pero la pasión por la belleza de las palabras que se someten a la disciplina del verso, le ayuda a tolerar la crueldad de un régimen que detiene arbitrariamente, tortura con impunidad y asesina a sus enemigos reales o imaginarios: “Me enamoraba de poemas que no llegaba a comprender del todo. Un susurro poético me inquietaba como un sortilegio, como la magia”. Mientras tanto, anestesiada o manipulada, gran parte de la sociedad considera que el fin justifica los medios, pues “cuando se tala el bosque, vuelan las astillas”. Boria también encuentra consuelo en las matemáticas, pues poseen el equilibrio y la armonía que no halla en el mundo: “…pueblos enteros se sumen en la barbarie, las diferentes épocas se traicionan a sí mismas, pero las líneas paralelas cortan solo en el infinito”. En las dictaduras, siempre anida un sentimiento de culpa colectiva. Por eso, “la sed de confesarse es insaciable”. “¿Quiénes somos los de mi generación? –se pregunta Boria-. Los soñadores de los años veinte, diezmados y torturados en los treinta, segados en los cuarenta, agotados por la fe ciega y sin haber reunido fuerzas al recobrar la vista, erramos en soledad. Somos elementos difíciles de combinar. Cuando nos miramos los unos a los otros, como en un espejo, nos asombramos de nuestra propia fealdad. Nosotros, que queríamos lo mejor”. Stalin despertó la misma devoción histérica en las masas que Hitler: “Yo fui testigo de eso. Y no puedo entenderlo”.
    El insomnio persigue a Boria desde joven. Durante sus noches en blanco, busca esa inexistente quinta esquina en una habitación cuadrada, pero esa quinta esquina no es un lugar de encuentro, sino un punto de fuga. Al final de sus días, Boria ya no tiene alumnos. La ausencia de un título académico que certifique sus conocimientos le ha creado algunos problemas, pero su afán didáctico no se ha extinguido. Simplemente, en la vejez su pasión por enseñar se ha “dirigido a su interior”. ¿Qué es el hombre?, inquiere con cierto humor, pero no comete la temeridad de proporcionar una respuesta. Tal vez porque el hombre solo es una pregunta que se aplaza interminablemente. La quinta esquina es un libro esencial para comprender el siglo XX, un ejercicio magistral de sabiduría narrativa y una invitación a seguir luchando por nuestras libertades, pues los totalitarismos, lejos de ser episodios marginales, fluyen como grandes ríos envenenados por el subsuelo de la historia, esperando la ocasión propicia para salir a la luz y liberar las tendencias más destructivas del ser humano.
    RAFAEL NARBONA
    Traducción de Selma Ancira. Barcelona, Libros del Asteroide, 2014.
    Versión extendida de la reseña publicada en El Cultural (23-01-2015). Si quieres leer el enlace original, pincha aquí.

    LA SEDUCCIÓN TOTALITARIA (MEMORIA DEL GULAG)

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    No puedo imaginar lo que representa vivir confinado, afrontando cada día la posibilidad de morir por cualquier nimiedad. No logro concebir el temor, la inseguridad, la indefensión del que ha sido deportado a un campo de concentración por atreverse a desafiar a un Estado totalitario, pertenecer a una minoría racial o haber deslizado una frase imprudente en un lugar público. La delación es uno de los pilares de los regímenes que utilizan el terror para intimidar y silenciar a los ciudadanos. En mi jardín, hay una valla metálica que permite contemplar la estepa castellana, con sus planicies interminables y sus austeros pedregales. Cuando llueve, los campos de trigo y cebada se transforman en barrizales, que convierten cualquier paseo en algo penoso e ingrato. En Si esto es un hombre (1946), Primo Levi relata que en Auschwitz les entregaban como único calzado unos incómodos zuecos. Era una forma de tortura y humillación, pues enseguida se formaban llagas y cada paso representaba una pirueta grotesca, que despertaba las burlas de los kapos y los SS. Puedo representar esa vivencia, pero no apropiármela, pues se halla fuera del campo de mis experiencias personales.
    La Shoah ya no es un simple acontecimiento histórico, sino una nueva categoría cultural que no cesa de inspirar libros, películas, cuadros y cómics. A veces, el tema produce hastío, pero el compromiso moral con las víctimas nos exige que no rehuyamos su dolor. La memoria es nuestro deber con los muertos, particularmente cuando han perdido la vida de una forma injusta y cruenta. Por desgracia, las víctimas del Gulag han sido relegadas a un trágico segundo plano. De hecho, algunos se ofenden cuando se establecen analogías con el Lager nazi. Son muchos los que ignoran que el pacto de no agresión entre Hitler y Stalin incluyó la entrega de los comunistas alemanes refugiados en la Unión Soviética. Para la mayoría, significó pasar de un campo de concentración a otro, pues ya cumplían condenas por «trotskistas» o «actos contrarrevolucionarios». Es el caso de Margarete Buber-Neumann, que pasó dos años en Siberia por ser la «esposa de un enemigo del pueblo» y cinco en Ravensbrück, el mayor campo de concentración de mujeres en suelo alemán. Su marido era el comunista alemán Heinz Neumann, fusilado en 1937 por las autoridades soviéticas. Nunca le comunicaron la noticia, ni le informaron sobre el paradero de sus restos.
    La crisis económica que empezó en 2008 ha propiciado el regreso del estalinismo. Es un fenómeno marginal, pero inquietante. Los que alaban su legado se apoyan en las tesis revisionistas del historiador belga Ludo Martens, que intentó rehabilitar al dictador georgiano en Otra mirada sobre Stalin (1994). Martens se define como «prosoviético», «prochino», «procubano» y «proalbanés», intentando unificar las cuatro grandes tendencias del marxismo-leninismo, y acusa a Aleksandr Solzhenitsyn de ser el portavoz de burgueses, zaristas, pronazis, explotadores, kulaks y mafiosos, una insignificante minoría que «sufrió la legítima represión de un Estado socialista». En Tierras de sangre(2011), el historiador Timothy Snyder ofrece una versión mucho más creíble, después de exhumar archivos y leer cuidadosamente documentos desclasificados. Entre 1932 y 1933, murieron en Ucrania unos 3,3 millones de personas por inanición o por enfermedades relacionadas con el hambre. El censo soviético de 1937 reflejaba un descenso de ocho millones en las poblaciones de Ucrania, Kazajistán y Rusia. Stalin ordenó que se destruyeran los datos y se fusilara a los demógrafos implicados en la investigación. La colectivización forzosa, responsable de este genocidio, incluyó la requisa de las semillas de siembra, base de la agricultura y elemento básico de la supervivencia. Arthur Koestler viajó a la Unión Soviética con el firme propósito de contribuir a la construcción del socialismo, pero en la estación de Járkov presenció los efectos de la colectivización y la lucha contra los kulaks: niños con la apariencia de «embriones extraídos de frascos de alcohol», madres campesinas acercando «a las ventanas del vagón a horribles criaturas de enormes cabezas bamboleantes, miembros como palillos y vientres hinchados». Abundaron los casos de canibalismo: «Madre dice que, si se muere, nos la comamos». Muchos niños ucranios escucharon este terrible consejo. Después de la gran hambruna (también conocida como Holodomor), las calamidades prosiguieron con el Gran Terror. Entre 1937 y 1938, cerca de setecientos mil ciudadanos soviéticos fueron ejecutados sumariamente. El 7 de noviembre de 1937, vigésimo aniversario de la revolución bolchevique, Stalin hizo un brindis anunciando claramente sus intenciones: «Destruiremos sin piedad a todo aquel que, por sus hechos o por sus pensamientos –sí, ¡sus pensamientos!– amenace la unidad del Estado socialista. ¡Por la completa destrucción de todos los enemigos, de ellos y de su estirpe!» En los meses siguientes, se ejecutó a la mitad de los generales del Ejército Rojo y a noventa y ocho de los ciento treinta y cuatro miembros del Comité Central que habían participado en el congreso del Partido de 1934. Stalin autorizó personalmente el uso de la tortura el 21 de julio de 1937. Las troikas –tribunales compuestos por tres comisarios políticos– celebraban farsas judiciales a un ritmo de setenta causas a la hora. En Omsk se llegó a sentenciar a 1.301 personas en una noche. Los verdugos eran siempre agentes del NKVD, que trabajaban en grupos de tres. Dos sujetaban al reo y el tercero le pegaba un tiro en la base del cráneo y otro en la sien. En algo menos de un año, un equipo de quince hombres del NKVD asesinó a 20.761 personas en Butovo, a las afueras de Moscú. Durante el Gran Terror, se liquidó a doscientas cincuenta mil personas por razones étnicas. Ochenta y cinco mil eran polacos. Stalin felicitó a Nikolái Yezhov, Comisario del Pueblo de Asuntos Interiores, por su eficacia letal. En 1940, el número de víctimas polacas se incrementaría con la masacre de Katyn, donde un NKVD dirigido por Lavrenti Beria exterminó a casi veintidós mil personas que ocupaban puestos de responsabilidad en el ejército, la policía, la universidad, la administración, la actividad empresarial o la Iglesia católica. Hacia el final de su existencia, Stalin encontró un nuevo enemigo. El 1 de diciembre de 1952 declaró ante el Politburó: «Todo sionista es agente del espionaje estadounidense». Docenas de médicos judíos fueron arrestados, incluido Mirón Vovsi, médico personal del dictador, pero la muerte del padrecito Stalin el 1 de marzo de 1953 atenuó y, finalmente, paralizó lo que podría haber sido una nueva purga, esta vez de tintes antisemitas.
    No descubro nada nuevo, pero sí considero importante subrayar dos cuestiones. En primer lugar, la lucha contra el totalitarismo incluye al comunismo, una ideología que ejerce la violencia revolucionaria antes y después de conquistar el poder. El revisionismo de Ludo Martens es tan abominable como el de Paul Raissinier, quien en 1950 inició el negacionismo de la Shoah con el panfleto titulado La mentira de Ulises. La izquierda debería renovar su discurso, rompiendo definitivamente con el comunismo. No hacerlo es tan insensato y aberrante como reivindicar el fascismo desde el punto de vista de una derecha revisionista. En segundo lugar, las víctimas del comunismo merecen una visibilidad más notable. Andrzej Wajda estrenó Katyn en 2007, una película que cosechó críticas desiguales, pero que conmueve profundamente en sus intensos veinte minutos finales. Sería deseable que las víctimas del totalitarismo comunista inspiraran algo parecido a Shoah (1985), el brillante documental de Claude Lanzmann, que consiguió fundir testimonio, horror moral y desoladora poesía en un metraje monumental, sin minutos innecesarios o redundantes. Todos los que han sucumbido a la retórica comunista –por desgracia, yo fui uno de ellos–, deberían leer y releer «Polvos de aquellos lodos» (1974), el clarividente artículo de Octavio Paz, cuyo final es un demoledor examen de conciencia: «Nuestras opiniones en esta materia no han sido meros errores o fallas en nuestra facultad de juzgar. Han sido un pecado, en el antiguo sentido religioso de la palabra: algo que afecta al ser entero. Muy pocos entre nosotros podrían ver frente a frente a un Solzhenitsyn o a una Nadeja Mandelstam. Ese pecado nos ha manchado y, faltamente, ha manchado también nuestros escritos. Digo esto con tristeza y humildad». La autocrítica de Octavio Paz no debería caer en el olvido, pues es una admirable lección de humanidad, que siempre servirá para alertar contra los riesgos de la seducción totalitaria.
    RAFAEL NARBONA
    Publicado en Revista de Libros (18-12-2014). Si quieres leer el enlace original, pinchaaquí.
    Fotografía: Pacto Ribbentrop-Mólotov, con Iósif Stalin en el papel de anfitrión.

    GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ ENTREVISTA A AKIRA KUROSAWA

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    GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ ENTREVISTA A AKIRA KUROSAWA (Por Gabriel García Márquez)



    "Esto no es una entrevista. Es parte de dos conversaciones que sostuve en Tokio con el director de cine japonés Akira Kurosawa en octubre de 1990. Se habló de muy diversos temas en algo más de seis horas, y la conversación fue grabada por un amigo de ambos, por pura curiosidad, pues ninguno de nosotros pensó que fuera publicable. Uno de los temas fue la película que Kurosawa filmaba en ese momento, Rapsodia en agosto, presentada en el Festival de Cannes, con un gran éxito de público y de crítica, y con el disgusto de algunos periodistas de Estados Unidos que la consideraron agresiva contra su país. El fragmento que se publica aquí es el que corresponde a esa parte de la conversación."
    Gabriel García Márquez.-

    -     
          Gabriel García Márquez: Usted está rodando su película número 28. ¿En qué punto se encuentra?
        
        Akira KurosawaSólo nos falta filmar un tifón que está anunciado desde ayer y todavía no llega. La semana pasada anunciaron otro, lo esperamos durante tres días, pero no llegó.

    -    Ese puede ser un buen título: "Esperando el tifón"

    No; el título será Rapsodia en agosto. En todo caso, si este tifón tampoco llega, tendremos que filmar una tormenta simulada con grandes ventiladores y otros dispositivos truculentos.

    -    Tal vez así será más real. Cuando vi Rashomon por primera vez, hace unos cuarenta años, me impresionó tanto la lluvia de la primera escena, que me dije: "Con este aguacero la película tiene que ser muy buena". ¿Era una lluvia real?

    No. Era artificial

    -    Me lo imaginé hace pocos días, cuando vi su última película, Sueños, porque allí hay otro aguacero que también me impresionó, pero esta vez por el sonido. Cuando vi Rashomon no me di cuenta de que estaba dejándome seducir por la banda sonora.

    El sonido de la lluvia es un elemento dramático importante.

    -    No quiero que esta conversación de amigos parezca una entrevista de prensa, pero es que tengo una gran curiosidad de saber muchas cosas más de usted y su obra.

    No se preocupe. Tengo suficiente tiempo mientras llega el tifón.

    -     Me interesa saber ante todo cómo escribe sus guiones. Primero, porque yo mismo soy guionista. Y segundo, porque usted ha hecho estupendas adaptaciones de grandes obras literarias, y tengo muchas dudas sobre las adaptaciones que se han hecho o pueden hacerse de las mías.

    Cuando me surge alguna idea original que deseo convertir en guión, me encierro en un hotel con papel y lápiz. Entonces tengo en la mente el argumento general, y sé más o menos cómo va a concluir. Cuando no sé con qué escena empezar, sigo el curso de las ideas que me surgen de manera natural.

    -    ¿Lo primero que le viene a la mente es una idea o es una imagen?

    No puedo explicarme bien, pero creo que todo empieza por varias imágenes dispersas. En cambio, sé que los guionistas aquí en Japón crean primero una visión global del guión, ordenándolo por escenas y luego de sistematizar el argumento empiezan a escribirlo. Pero yo creo que esa no es la forma correcta de hacerlo, pues no somos Dios.

    -    ¿El método ha sido tan intuitivo también cuando ha adaptado a Shakespeare o a Gorki o a Dostoievsky?

    Los directores que hacen las películas a medias tal vez no se dan cuenta de que es muy difícil transmitir al público imágenes literarias a través de imágenes de cine. Por ejemplo, adaptando una novela policiaca en la cual se encontraba un cadáver junto a la vía férrea, un director joven aseguró que cierto lugar coincidía plenamente con el del libro. "Estás equivocado", le dije. "Lo que pasa en que tú ya leíste la novela y sabes que junto a los rieles se encontró un cadáver. Pero para las personas que no la han leído es un lugar sin nada especial". Ese director joven estaba cautivado por el poder mágico de la literatura, sin darse cuenta de que las imágenes del cine hay que expresarlas de otro modo.

    -    ¿Recuerda usted alguna imagen de la realidad que le parezca imposible de expresar en cine?

    Sí. La de un pueblo minero que se llama Ilidachi, donde yo fui asistente de dirección cuando era muy joven. El director aseguró al primer golpe de vista que el ambiente era magnífico y extraño, y por eso lo filmamos. Pero las imágenes sólo mostraron un pueblo común y corriente, pues les faltaba algo que nosotros sabíamos: que las condiciones del trabajo en Ilidachi son muy peligrosas, y que las mujeres y los hijos de los mineros viven en el terror eterno de que les suceda algo. Cuando uno ve el paisaje del pueblo lo confunde con ese sentimiento, y le parece más extraño de lo que es. Pero la cámara no lo ve con los mismos ojos.

    -   La verdad es que conozco muy pocos novelistas que hayan quedado satisfechos con la adaptación de sus libros al cine. ¿Qué experiencia ha tenido usted con sus adaptados?

    Permítame antes una pregunta: ¿Vio usted mi película Barba Roja?

    -     La he visto seis veces en veinte años, y le hablé de ella a mis hijos casi todos los días 
         hasta que pudieron verla. Así que no sólo es la película suya que más nos gusta a mí y a la familia, sino una de mis favoritas en toda la historia del cine.

    Barba Roja constituye un punto de referencia en mi evolución. Todas mis películas anteriores a ella son distintas de las posteriores. Fue el fin de una etapa y el principio de una nueva.

    -   Eso se nota. Más aún: dentro de la misma película hay dos escenas extremas en relación con la totalidad de su obra, y ambas son inolvidables: una es el hermoso episodio de la Mantis Religiosa y la otra es el pleito a golpes de karate en el patio del hospital.

    Sí. Pero lo que quería contarle es que el autor de la novela, Shuguro Yamamoto, se opuso siempre a que sus novelas se hicieran en cine. Hizo una excepción con Barba Roja porque yo me empeñé con una terquedad encarnizada hasta que lo logré. Sin embargo, cuando acabó de ver la película se volvió a mirarme, y me dijo: "Pues es más interesante que mi novela".

    -     ¿Por qué le gustaría tanto?

    Porque tenía una conciencia clara de las características propias del cine. Lo único que me solicitó fue tener mucho cuidado con la protagonista, una mujer totalmente fracasada, según él. Pero lo curioso es que la idea de mujer fracasada no estaba explícita en su novela.

    -     Tal vez él creía que sí lo estaba. Es algo que nos suele ocurrir a los novelistas.

    Así es. Inclusive, viendo las películas basadas en su libros, algunos escritores dicen: "Está bien reflejada esta parte de mi novela". Pero en realidad se refieren a algo que el director agregó. Yo entiendo que lo dicen porque tal vez ven bien expresado en la pantalla, por pura intuición del director, algo que ellos quisieron escribir y no supieron cómo.

    -    Ya se sabe: "Los poetas son mezcladores de venenos". Pero volviendo a su película actual: ¿lo más difícil de filmar será el tifón?

    No. Lo más difícil ya fue trabajar con los animales. Serpientes nadadoras, hormigas que comían rosas. Las víboras domesticadas están muy acostumbradas a la gente, no huyen por instinto, y se comportan como anguilas. La solución fue capturar una gran víbora silvestre, que trataba de huir con todas sus fuerzas y de veras causaba pavor. De modo que hizo muy bien su papel. En cuanto a las hormigas, se trataba de que subieran en fila india por un rosal hasta alcanzar una rosa. Se resistieron largo rato, hasta que pusimos una senda de miel en la rama, y las hormigas subieron. En realidad tuvimos muchas dificultades, pero valió la pena, porque aprendí mucho sobre ellas.
    -          
         Sí; ya me di cuenta. ¿Pero qué clase de película es ésta que lo mismo tiene problemas de hormigas que de tifones? ¿Cuál es el argumento?

    Es muy difícil resumirlo en unas cuantas palabras.

    -    ¿Alguien mata a alguien?

    No. Se trata simplemente de una anciana de Nagasaki, que sobrevivió a la bomba atómica, y cuyos nietos fueron a visitarla en el verano pasado. No he filmado escenas tremendistas que resultarían insoportables y que, sin embargo, no explicarían por sí mismas el horror del drama. Lo que quisiera transmitir es el tipo de heridas que dejó la bomba atómica en el corazón de nuestra gente, y cómo se fueron cicatrizando. Yo recuerdo bien el día de la explosión, y todavía hoy no puedo creer que aquello haya ocurrido en la realidad de este mundo. Pero lo más terrible es que los japoneses ya lo echaron al olvido.

    -   Para el futuro del Japón, para la identidad de los japoneses, ¿qué significa esa amnesia histórica?

    Los japoneses no lo hablan en forma explícita. En especial nuestros políticos callan por temor a los Estados Unidos. Tal vez se conformen con la explicación de Truman de que apeló a la bomba atómica sólo por apresurar el fin de la guerra mundial. Sin embargo, para nosotros la guerra continúa. Oficialmente se publicó que el número total de muertos en Hiroshima y Nagasaki fue de 230,000. Pero en realidad hubo más de medio millón. Y todavía en este momento hay 2,700 personas en el Hospital de la Bomba Atómica, esperando morir por las secuelas de la radiación después de cuarenta y cinco años de agonía. Es decir: la bomba atómica sigue matando japoneses.

    -    La explicación que parece más racional es que los Estados Unidos apresuraron el final con la bomba por el temor de que los soviéticos se tomaran al Japón primero que ellos.

    Sí. Pero ¿por qué lo hicieron en una ciudad donde sólo había civiles que no tenían nada que ver con la guerra? Había concentraciones militares que realmente la estaban haciendo.

    -     Tampoco la tiraron en el Palacio Imperial, que debía ser un espacio muy vulnerable en el corazón de Tokio. Y me parece que todo eso se explica porque querían dejar intactos al poder político y al poder militar para hacer una negociación rápida sin tener que repartir el botín con sus aliados. Es una experiencia que ningún otro país tuvo en toda la historia de la humanidad. Ahora bien: si Japón se hubiera rendido sin la bomba atómica, ¿sería hoy el mismo Japón que es?

    Es difícil saberlo. Las personas que sobrevivieron en Nagasaki no quieren recordar su experiencia porque la mayoría de ellas, para sobrevivir, tuvieron que abandonar a sus padres, a sus hijos, a sus hermanos. Todavía no pueden dejar de sentirse culpables. Luego, las fuerzas estadounidenses que ocuparon el país durante seis años influyeron por muchos medios para acelerar el olvido, y el gobierno japonés colaboró con ellos. Yo estaría dispuesto, inclusive, a entender todo eso como parte de la inevitable tragedia generada por la guerra. Pero creo que, por lo menos, el país que tiró la bomba debe presentar disculpas al pueblo japonés. Mientras eso no suceda, este drama no habrá terminado.

    -   ¿Hasta ese punto? ¿No se podría compensar la desgracia con una larga era de felicidad?

    La bomba atómica constituyó el punto de partida de la guerra fría y de la carrera armamentista, y marcó el principio del proceso de creación y utilización de la energía nuclear. La felicidad no será nunca posible con ese origen.

    -   Ya veo: la energía nuclear nació como una fuerza maldita, y una fuerza que nace maldita es un tema perfecto para Kurosawa. Pero a mí lo que me preocupa es que usted no está condenando a la energía nuclear por sí misma, sino por el mal uso que se le dio desde el principio. La electricidad sigue siendo buena a pesar de la silla eléctrica.

    No es lo mismo. Yo pienso que la energía nuclear está fuera de las posibilidades de control que puede establecer el ser humano. En el caso de que se cometiera un error en el manejo de la energía nuclear, el desastre inmediato sería inmenso, y la radiactividad permanecería por cientos de generaciones. En cambio, cuando está hirviendo el agua, basta con dejarla enfriar y ya no será peligrosa. Dejemos de usar elementos que siguen hirviendo por centenares de miles de años.

    -    La fe que le tengo al ser humano se la debo en gran parte a las películas de Kurosawa. Pero también comprendo su posición por la terrible injusticia de que hayan usado la bomba atómica solamente contra los civiles, y porque norteamericanos y japoneses se hayan confabulado para que el Japón la olvide. Pero me parece igualmente injusto que la energía nuclear se considere maldita para siempre sin pensar que puede prestar un gran servicio civil a la humanidad. Hay en eso una confusión de sentimientos que se debe a la irritación que usted tiene porque sabe que el Japón ha olvidado, y porque los culpables, que son los Estados Unidos, no han terminado por reconocer su culpa y por darle al pueblo japonés las excusas debidas.

    El ser humano será más humano cuando tenga conciencia de que hay aspectos de la realidad que no puede manejar. Creo que no tenemos derecho de generar niños sin ano ni caballos con ocho patas, como está ocurriendo en Chernobil. Pero ahora me parece que esta conversación se ha vuelto demasiado seria, y no era ésa mi intención.

    -    Hemos hecho bien. Cuando los temas son tan serios como éste no hay más remedio que tratarlos en serio. ¿La película que está terminando arroja luces sobre su pensamiento en este asunto?

    No en forma directa. Yo era un joven periodista cuando tiraron la bomba, y quería escribir artículos sobre lo que ocurrió, pero estuvo totalmente prohibido hasta que terminó la ocupación. Ahora, para hacer esta película, me puse a investigar y estudiar el tema, y sé mucho más que entonces. Pero si hubiera expresado mi pensamiento directamente en la película, no habría podido exhibirse en el Japón actual, ni en ninguna parte.

    -     ¿Usted cree que sería posible publicar la transcripción de este diálogo?

    No tengo inconveniente. Al contrario. Es un tema sobre el que muchas personas en el mundo deben opinar sin restricciones de ninguna clase.

    -     Muchas gracias. A fin de cuentas, creo que si yo fuera japonés sería tan intransigente como usted en este tema. Y de todos modos lo comprendo. Ninguna guerra es buena para nadie.

    Así es. Pero lo malo es que cuando empiezan los tiros, hasta Cristo y los ángeles se convierten en jefes del Estado Mayor.




    http://wwwunmundoperfecto.blogspot.com/

    EL AMOR FOU DE PAMUK por José Miguel Oviedo

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    EL AMOR FOU DE PAMUK por José Miguel Oviedo (www.letraslibres.com)

     
     
    
     

     
    Cuando en 2006 la Academia Sueca otorgó el Premio Nobel de Literatura al escritor turco Orhan Pamuk tuvo un doble acierto: llamar la atención sobre una lengua literaria que no había tenido en tiempos recientes mayor difusión entre los lectores de Europa y América y, al mismo tiempo, distinguir a un escritor que en ese momento solo tenía 54 años, es decir, no a un autor que se encontraba cerca del final de su vida creadora, como suele ocurrir en una gran mayoría de los casos. Además, numerosas traducciones de sus libros habían tenido una favorable recepción entre la crítica y el público de diferentes partes del mundo.
     
    A pesar de que uno de los rasgos distintivos de su obra es la constante variedad de sus temas y el polimorfismo de su estilo, que cubren lo político, lo filosófico, lo histórico, y a veces el clima de misterio, con la misma habilidad literaria, el gran asunto que subyace a toda su obra es el que caracteriza a la misma cultura turca: la de ser la más paradigmática encrucijada entre Oriente y Occidente. Pamuk mismo es un claro ejemplo de eso, pues siendo un escritor profundamente comprometido con todos los aspectos de la realidad turca es, a la vez, un intelectual cosmopolita (lo que le ha valido críticas y censuras de ciertos sectores sociales y políticos de su país), que ha absorbido los más variados influjos del mundo occidental. Esa orientación tuvo un temprano impulso gracias a su educación secundaria en el Robert College, pues pertenecía a una acomodada familia turca. Eso mismo explica que el autor, aunque fuese parte de la comunidad musulmana, no lo fuese en el sentido de ser fiel observador de sus rituales religiosos. En 2004 fue enjuiciado por las autoridades turcas por “insultar y debilitar la identidad turca”. Amenazado de muerte, tuvo que escapar del país.
     
    En realidad, lo que las autoridades no le perdonaban era que Pamuk se refiriese al genocidio de las poblaciones armenias y kurdas cometidos por los turcos en 1915, algo que ningún gobierno de su país ha aceptado y probablemente nunca aceptará: “la dignidad nacional” está de por medio. Tras abandonar su patria, Pamuk fue profesor visitante en la Universidad de Iowa y luego en Columbia, donde actualmente tiene una cátedra de humanidades.
     
    Uno de los primeros fuera de Turquía en reconocer la calidad y originalidad de su ficción fue John Updike, a propósito de El castillo blanco (1985; Debolsillo, 2008). Creo que lo primero que leí de Pamuk no fueron sus novelas, sino los brillantes artículos y ensayos que publicaba en The New York Review of Books, cuya inteligencia y originalidad llamaron mi atención; considero probable que su lúcida posición respecto a la cultura musulmana frente a Occidente en nuestro tiempo contribuyó a que la Academia Sueca decidiese premiarlo para ofrecer así su apoyo moral a un intelectual acosado por el sector más recalcitrante de su país. Hace pocos años, ya con el Nobel en sus manos, fue invitado a la Feria del Libro de Guadalajara, México, donde hizo una presentación que me impresionó por su lucidez, brillante argumentación y gracia personal. En todos los aspectos de su persona literaria, Pamuk es una cabal demostración de ser, a la vez, un hombre moderno que representa a una cultura muy antigua.
     
    Su obra narrativa comienza con Oscuridad y luz (1982), algunas obras que siguieron a esta como Me llamo Rojo (1998; Alfaguara, 2003; Debolsillo, 2009) y Nieve (2001; Alfaguara, 2005; Punto de lectura, 2007) establecieron su prestigio en el mundo occidental, igual que importantes premios internacionales como el Premio al Mejor Libro extranjero en Francia, el Premio Grinzane Cavour en Italia, el Premio de la Paz en Alemania y el Premio Médicis Étranger en Francia.
     
    Con cierto retraso he leído la versión castellana de la novela que publicó originalmente en 2008,El museo de la inocencia (Mondadori, 2009), que me ha producido una verdadera conmoción. La considero una auténtica obra maestra, uno de los relatos más notables que he leído jamás, casi impecablemente perfecta y la recomiendo sin vacilación a todo buen lector. Como es una fuente constante de placer, cuando terminé de leerla tuve una sensación de pérdida o nostalgia porque había quedado enamorado de sus personajes principales, su cautivante historia, sus ambientes, sus laberínticas peripecias, sus continuas sorpresas, sus seductoras trampas y pistas falsas. La impresión que produce es tan vívida que, al final, a uno le es difícil separar la ficción de la realidad exterior a ella, porque se adhiere a esta de una manera casi inextricable, es decir, el mundo ficticio y el objetivo quedan soldados en una alianza tan estrecha que no sabemos bien dónde comienza una y dónde termina la otra.
     
    Se trata de una gran novela de amor, que tiene rasgos de veracidad, encanto, poesía y tragedia, que se nos transmiten con la misma fuerza pese a que emanan de un mundo concreto bastante alejado de nuestra experiencia personal, histórica y cultural como el de Turquía.
     
    Kemal Bey, el protagonista y narrador de su propia historia, tiene treinta años y es uno de los herederos de una acomodada familia dedicada a un próspero negocio de textiles en Estambul (ubicado en el barrio de Nişantaşı, donde nació Pamuk). Un día decide comprarle a su novia Sibel –con la que está próximo a casarse– un regalo en una elegante boutique. Cuando se lo ofrece a Sibel, ella le hace notar amablemente que la marca de la cartera no es auténtica. Cuando él regresa a la tienda para hacer el reclamo, descubre que quien atiende ahora en el mostrador es Füsun, una prima suya, a quien no veía desde niña. Ahora ella es una atractiva muchacha de dieciocho años, cuya deslumbrante belleza lo fascina de inmediato y para siempre. Ella se ofrece a llevarle el dinero del reembolso en persona al departamento que la familia de Kemal usa como desván y él como estudio. Allí comienza una corta relación erótica entre los dos, cuya intensidad alcanza un altísimo grado. Pese a ello, y con bastante cinismo, Kemal no rompe su compromiso con Sibel y mantiene su secreto affaire con Füsun. Así llega el inevitable día de la petición formal de mano que ocurre en el capítulo 24. Este capítulo, que podría ser el mero relato de una ceremonia convencional, se convierte en uno de los ejes más importantes de la historia; es, además, el más extenso de toda la novela, lo que es raro en el arte narrativo de Pamuk que se caracteriza precisamente por lo contario, lo que asegura el ritmo rápido y cambiante en sus obras.
     
    En medio de la fiesta, Kemal busca desesperadamente a Füsun –con quien ha hecho el amor ese mismo día– sin importarle el alto riesgo que corre. Es evidente que Kemal quiere a Sibel, pero siente por Füsun una pasión incontrolable, un verdadero caso del amour fou que tanto exaltaron los surrealistas, que trata de calmar recurriendo a abundantes copas de rakı, hábito que se irá convirtiendo en una adicción más que social. Al acabar este crucial capítulo, el lector tiene la impresión de que las relaciones paralelas van a continuar. Una de las muchas sorpresas que animan este relato es que no ocurre así: por un lado, Kemal no vuelve a ver a Füsun por un largo periodo; por otro, se refugia en los brazos de Sibel, pasa varias semanas al margen de todos sus amigos refugiado con ella en la casa de verano de sus padres, aunque le es imposible amarla físicamente porque se lo impide el torturante recuerdo de Füsun.
     
    Mientras la ausencia de ella le produce un constante dolor moral, emotivo y físico que lo fuerza a realizar actos totalmente desesperados como volver periódicamente al lugar de sus encuentros secretos o buscarla en lugares o barrios donde cree que puede encontrarla caminando, Sibel le devuelve su anillo y da por terminada su relación con él ante el escándalo familiar y social. Poseído por su devoradora pasión amorosa que nada calma, Kemal se entrega a una forma sublimada de fetichismo: conserva, acaricia, huele y contempla hasta el más mínimo objeto que tocaron las manos de su amada, desde la cuchara con la que tomó té a la sábana sobre la que hicieron el amor. Este es el origen de lo que luego él llamará Museo de la Inocencia, es decir, la heterogénea colección que da testimonio de esta suprema historia de amor, cuya heroína me hizo revivir las de Madame Bovary y Ana Karenina.
     
    Cuando al fin los amantes se reencuentran, la situación es completamente distinta: ella está casada con un joven aspirante a director cinematográfico que quiere convertirla en la nueva estrella del cine turco, y Kemal no tiene otro modo de acercarse a ella que verla casi diariamente en la casa de los padres de Füsun donde la pareja vive y donde él –primero con discreción y luego con descaro– recoge, roba cucharillas, saleros, adornos y otros objetos de la casa para incrementar su museo. Increíblemente, el rito de la cena en esa casa durará ocho años, o, según su más preciso cómputo: “Fui a cenar a Çukurcuma para ver a Füsun exactamente durante siete años y diez meses, [es decir] pasaron dos mil ochocientos sesenta y cuatro días. Según mis notas, en esas cuatrocientas nueve semanas cuya historia me dispongo a relatar, fui mil quinientas noventa y tres veces a cenar a su casa.” No solo eso, también nos dice: “Durante los ocho años que fui a la casa de los Kerkin y me senté a su mesa logré ocultar y acumular 4213 colillas de cigarrillo de Füsun.” ¿No siente acaso el lector un eco de los delirantes cómputos que abundan en Cien años de soledad? Tampoco es difícil no pensar en la primera frase de Rayuelaen la que otro loco enamorado se pregunta: “¿Encontraría a la Maga?”
     
    El insufrible mal de amor que aqueja al protagonista no tiene otro consuelo que contemplar y adorar en silencio a su inalcanzable Füsun, en un juego de miradas, gestos, silencios y palabras a todos los cuales él les da una elaborada interpretación. Para ayudarla financieramente en sus aspiraciones de actriz, funda Limón Films (Limón es el nombre del canario de la familia de Füsun) y concurre con gran frecuencia al café llamado Papel Cebolla donde se reúne todo el mundillo vinculado al cine local con mayor o menor fortuna. Al final, tras enterarse por Füsun que su matrimonio nunca se consumó y que pronto se iniciarían los trámites de su divorcio, los hechos parecen anunciarle a Kemal que su persistencia está a punto de culminar con un gran triunfo y toda la felicidad del mundo. Pero no será así: cuando justamente están iniciando el muy postergado viaje a París ocurre algo totalmente inesperado y que, en beneficio del lector, no revelaré aquí.
     
    Para narrar lo que sigue a ese crítico momento, la historia –cuyo núcleo gira alrededor de los años setenta y se extiende hasta mediados de los ochenta– se proyecta ahora veinte años hacia adelante, y relata primordialmente los esfuerzos de Kemal para hacer realidad el museo, lo que lo obliga a visitar muchos museos y galerías de todo el mundo, para saber mejor cómo organizarlo. El lector se da cuenta de que los centros artísticos, culturales y documentales que registra en los capítulos 81 y 82 no son en absoluto ficticios, sino muy reales. Lo asombroso es que la novela da otro gran vuelco: el proyecto de Kemal genera el auténtico Museo de la Inocencia, inaugurado en Estambul el 28 de abril de 2012 y que los interesados pueden ahora visitar. En el capítulo 83 y final, titulado irónicamente “Felicidad”, Kemal nos dice que la mejor manera de dar sentido a los objetos del museo era escribir un relato: “Así pues, un escritor podía redactar el catálogo de mi museo como si escribiera una novela.” Ese novelista es nadie menos que Orhan Pamuk, personaje real convertido en ficticio, con lo cual la novela da un giro del todo inesperado. Cuando el héroe y el escritor que lo creó se encuentran por última vez, Kemal –un hombre que ronda ya los sesenta años– le dice una frase que sintetiza toda su pasión amorosa por Füsun: “Que todo el mundo sepa que he tenido una vida muy feliz.”
     
    Algo particularmente curioso es que en el ya citado capítulo 24 hay una fugaz aparición del mismísimo Orhan Pamuk, con quien Füsun también baila; en esa instancia el narrador nos hace una sorprendente invitación (que decidí no aceptar para mantener el suspenso): “Quienes deseen saber con sus propias palabras lo que sintió Orhan Bey [Pamuk] al bailar con Füsun, por favor que vayan al último capítulo [...]” (pp. 158-159). Esto tiene cierto aire de semejanza con lo que Cortázar llamó “capítulos prescindibles” en Rayuela. En otro insólito juego de vasos comunicantes entre el plano imaginario y el real, Pamuk publicó en 2012 un hermoso libro titulado The innocence of objects, que es en verdad el catálogo de la colección de objetos y toda la memorabilia que se refiere a Füsun, su familia y la de Kemal, los ambientes del viejo Estambul y otros detalles de la historia que hemos leído y que nos hacen ver –aunque parezca extraño– que la novela y el museo fueron concebidos como un esfuerzo conjunto y simultáneo a lo largo de varias décadas.
     
    El arte de su composición novelística, el absoluto control sobre sus cambiantes tonos, las continuas sorpresas y pistas falsas que estimulan la imaginación del lector, el toque siempre delicado pero intenso de sus introspecciones en el alma enamorada, las convincentes descripciones del mundo estambulí con sus paseos por las riberas del Bósforo, las alusiones a los cambios que sufre por entonces la sociedad turca en sus hábitos sexuales (con mujeres que llevan la cabeza cubierta mientras otras llevan minifalda), las referencias al autoritarismo del poder político, etc., hacen de esta novela una auténtica experiencia del alto placer que solo una gran obra literaria puede producir. ~
     
     
    José Miguel Oviedo (Lima, 1934) es narrador y ensayista. En su labor como hispanista y crítico literario ha revisado la obra de escritores como Ricardo Palma, José Martí y Mario Vargas Llosa, entre otros.

     

    LA NOCHE MÁS OSCURA - DOSSIER (Varios)

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    Una dura en Hollywood

    La película La noche más oscura está centrada en los diez años de investigación y búsqueda que llevaron a la caza, captura y muerte de Osama ben Laden. Hablar con su directora, Kathryn Bigelow, también llevó su tiempo. Es la realizadora más buscada y quizá por ello también la más huidiza. Dos ciudades, Nueva York y Los Ángeles, dos estudios y dos relaciones públicas (para una mujer que dice no tener más representante que su agente y que se mueve fuera del Hollywood con mayúsculas) fueron necesarias para conseguir una entrevista en la que Bigelow, de 61 años, no se siente cómoda. "Estoy acostumbrada a estar detrás de las cámaras, no a tenerlas delante, a sentirme secuestrada", confiesa a pesar de su evidente seguridad.
    Dio todo tipo de excusas. Últimos toques de posproducción; que si estaba muy ocupada con la campaña publicitaria de esta controvertida cinta, donde siempre compareció arropada por su guionista, Mark Boal. Incluso hubo quien citó una enfermedad futura, como si esta amazona escultural cuya planta poco dice de su edad pudiera caer enferma a voluntad. Lo último fue una afección de garganta de la que no queda rastro cuando finalmente se sienta a hablar. "Supongo que uno se acostumbra a todo porque ayer perdí la voz por completo", se ríe de sus excusas esta mujer, dura de pelar. Quizá la más dura de Hollywood. Una mujer que hizo historia. La primera realizadora que consiguió un Oscar en esta categoría, arrebatándoselo a James Cameron, con quien dos decenios antes estuvo casada.

    Ese triunfo data de 2010. Con Vivir al límite, además del Oscar a la mejor dirección, obtuvo otras cinco estatuillas, mejor película incluida. Su film sobre el asesinato de Bin Laden escuchará el veredicto de la Academia el 24 de febrero.

    Parece evidente que esta realizadora, que también trabajó como modelo y actriz, no se dio tiempo a descansar. Tras el éxito alcanzado, se sumergió en la mayor operación de caza y captura que hubo nunca centrada en el hombre más buscado de la historia reciente: Osama ben Laden. Un proyecto en el que empezó a trabajar junto a Boal antes de ese 2 de mayo de 2011 que lo cambió todo, cuando un equipo de elite del Ejército estadounidense dio muerte al líder de Al-Qaeda en Abbottabad, en la frontera de Paquistán.

    "Estábamos trabajando en un proyecto sobre la captura que nunca llegó a ser, cuando estuvieron a punto de darle caza en las montañas de Tora Bora en 2001." Iba a ser la historia de un fracaso. Y luego, como le gusta repetir a Bigelow, "la historia se puso en nuestro camino". Se refiere al mensaje del presidente estadounidense, Barack Obama, a la nación confirmando la muerte de Ben Laden. Fue un duro punto de inflexión, donde tuvieron dos opciones: tirarlo todo y olvidarse del proyecto o comenzar de nuevo. Bigelow, siempre dada al camino más difícil, optó por lo segundo. "Y Kathryn siempre tiene razón", admite el guionista. "Sentimos la necesidad de contar la búsqueda y captura del hombre más peligroso del mundo desde la perspectiva de la gente de a pie, de aquellos en el centro de la operación, mujeres y hombres en el servicio secreto encargados de buscar una gran aguja, sí, pero en un gran pajar. La curiosidad de desvelar con fidelidad todos los misterios y preguntas abiertas en este extraordinario viaje en el que estuvimos embarcados la última década." De nuevo las palabras de Obama fueron críticas en su decisión. Como dijo el presidente estadounidense en su mensaje ese 2 de mayo al agradecer su labor al servicio secreto y otras agencias involucradas en la operación, "el público no ve su trabajo ni sabe sus nombres, pero hoy sienten la satisfacción de su trabajo y ven el resultado de su lucha por la justicia".


    Seria, aunque de sonrisa fácil
    Facciones duras, suavizadas por la media melena lisa que se recoge en una cola de caballo cuando se pone detrás de la cámara. Con una voz más juvenil y menos grave de la que se espera de una mujer atraída siempre por los temas más duros. Con aspecto de estricta gobernanta, Bigelow asegura que, pese a lo que se puede leer de sus últimos trabajos, no se considera una persona política. "Son las historias de actualidad las que me interesan, su inmediatez, su cercanía, el hecho de que se desarrollan en el mundo en el que vivimos. Éste es un momento histórico que nos ha tocado vivir y no me puedo imaginar otro igual", añade en referencia a la película, que se estrenará el 31 de este mes.

    Ésta es una historia también difícil, porque precisamente esa inmediatez, esa cercanía a los hechos que narra, la sitúan fácilmente en tierra hostil por todos los flancos. Quizás en el único donde se vio arropada fue en el campo de la financiación, avalada por el Oscar conseguido y un tema de actualidad entre manos. "Pero como soy muy específica en el material que me interesa, la disponibilidad de fondos tampoco cambió tanto", reconoce sobre esta producción independiente de 30 millones de dólares.

    Todo lo demás fue de locos, aunque eso no lo escucharán nunca de sus labios. "Ella sólo piensa en su siguiente plano, en mantenerse dentro del presupuesto. Nada más. Pocos directores en esta ciudad serían capaces de enfrentarse a este material con su bravura y arte", retoma el guionista, cuya camaradería con Bigelow, 20 años mayor que él, insinúa otro tipo de relación más allá de la profesional. El profesor y la capitana, los bautizaron, respectivamente, Jessica Chastain y Edgar Ramírez, los principales protagonistas de La noche más oscura. El film contó con 120 papeles con diálogo, rodado en tres continentes con 112 sets, incluida una réplica de la casa fortaleza de Abbottabad construida en Jordania, cerca del mar Muerto.

    Esta película fue como volver a la escuela por la cantidad de libros que leímos. Trabajé mano a mano con Mark, con quien revisaba los diálogos para ser lo más fieles y correctos posible. De ahí el mote", recuerda la actriz, reciente ganadora de un Globo de Oro y candidata al Oscar por el papel de Maya, la agente de la CIA en el centro de la investigación. Un personaje que en el reciente libro Un día difícil (ver aparte), escrito por uno de los miembros de las fuerzas especiales que formaron parte del asalto a Ben Laden, se llama Jen y está inspirado en una o varias personas que tomaron parte en la búsqueda. Porque, como insisten Boal y Bigelow, todo lo que figura en la película está basado en testimonios obtenidos de aquellos que tomaron parte o estuvieron relacionados con la búsqueda y captura.

    "Con el antecedente de Vivir al límite [sobre una brigada estadounidense antiexplosivos en Irak] hubo esa confianza de que tanto Mark como yo trataríamos la historia con respeto y fidelidad. Y Mark escribió un guión magnífico, que fue un regalo que me puso en las manos. Los realizadores, al igual que los periodistas, tenemos un deber cuando tratamos la historia que nos rodea, la que se está desarrollando mientras rodamos", insiste Bigelow. Un trato preferente que en ningún caso hace referencia a la polémica que rodea a este trabajo en EE.UU., donde desde su concepción fue acusado de contar con acceso a información clasificada. Algo que tanto Boal como la directora niegan categóricamente. "Nunca solicitamos material clasificado ni somos conscientes de que nos fuera proporcionado", se escudan.

    También aseguran que, pese a lo repetido entre la oposición a Obama en este año electoral, la película nunca tuvo "una agenda política", y que, dentro de la fidelidad a lo que ocurrió, no es un documental ni lo pretende ser. Protege los secretos y la identidad de aquellos que participaron. Pero ambos coinciden en que el personaje de Maya o Jen, o comoquiera que se llame la persona en la que está inspirada, existe y es una mujer. "Ésa fue mi mayor sorpresa. Saber que era una mujer la persona en el centro de esta operación, maravillarme de ello y sorprenderme de mi sorpresa porque era una mujer", afirma Bigelow. "Con esa idea de Jason Bourne / James Bond que tenemos en la cabeza cuando hablamos del servicio secreto, la importancia que tienen las mujeres en la CIA también fue una sorpresa para mí", corrobora Boal.

    La capitana sabe lo que quiere

    Lo de capitana se lo inventó el actor venezolano Edgar Ramírez y es fácil de ver cuando Bigelow da ejemplos de un rodaje que también utilizó la India como doble de Paquistán. "Era cine de guerrilla. Kathryn y yo tuvimos que huir literalmente de uno de los sets cuando se organizó una manifestación en contra de la película (por parte del grupo de ultraderecha hindú Vishwa Parishad), fruto de las tensiones entre Paquistán y la India. Nos largamos y seguimos filmando en otras calles, sin que cortaran el tráfico ni nada, con Kathryn y su camarógrafo en la furgonetita en la que yo iba con los actores", recuerda el actor. "Luego, en el rodaje, es una mujer muy sólida que sabe exactamente lo que quiere. Mantiene un balance perfecto entre mostrarse fuerte y directa con ser dulce y generosa. Y siempre segura. Ése es su secreto: sabe mantener la calma porque tiene muy claro lo que quiere."

    Los halagos son precisamente lo único para lo que Bigelow no está preparada. En lugar de aceptarlos con gracia o desmentirlos entre muestras de falsa modestia, la californiana prefiere no darse por aludida. "No sé cómo responder a algo así", es lo único que articula ante la crítica de la revista Time sobre La noche más oscura, que la describe como la realizadora "con más cojones" en EE .UU. Antes prefiere atribuir halagos a su reparto, especialmente a Chastain, de quien dice que es "una persona que no le teme a nada" y es a la vez capaz de "humanizar" esta caza con su amplio registro para los pequeños detalles.

    También tiene palabras de amor para el resto de sus actores una directora conocida por sacar lo mejor de cada uno. Es la mujer que descubrió a Keanu Reeves como un actor de acción con Punto límite, mostró las sutilezas de un Ralph Fiennes en Días extraños y dio una carrera a Jeremy Renner con Vivir al límite. "Siempre busco buenos actores, con una sólida carrera, pero especialmente en esta ocasión no quería que su nombre o interpretaciones pasadas interfirieran con lo que ves en la pantalla." Aun así, Chastain prefiere recordar la generosidad de esta capitana. "Hacer La noche más oscura fue muy duro por el lugar donde rodamos, por las escenas de tortura y sobre todo porque el personaje es completamente diferente a mí. Yo soy todo risas, y Maya sólo tiene una idea en la cabeza: capturar a Osama ben Laden. Pero Kathryn fue genial. Sabía de mi amor por los animales, lo mismo que ella, y no hacía más que mandarme videos de perros adoptados o cosas así. Es incapaz de perder su humanidad. Bajo ninguna circunstancia".
    ¿Kathryn Bigelow viendo videos de gatitos en YouTube? Una imagen difícil de asimilar. 

    Pero la realizadora ha demostrado ser una mujer de contrastes. Alguien que nunca pensó en dedicarse al cine y encontró en la pintura su salida artística, centrándose en el estudio y producción de piezas conceptuales bajo el ojo crítico de Susan Sontag o Richard Serra. "De ahí que mi conocimiento de cine sea limitado", dice, ahora sí que con falsa modestia. Porque Bigelow es una de esas mujeres que parecen haberlo visto todo, aunque no presuma como un Tarantino. Además de reconocer entre sus influencias a clásicos como Stanley Kubrick o Alfred Hitchcock, hablando con ella aflora su deseo por descubrir nuevos talentos en todo lo que comen sus ojos. "También me dejaron una profunda huella películas como Apocalypse now! o El francotirador. Lo interesante de esas películas, de los films de Vietnam, es que informaron así de un tema que nunca habría tenido la oportunidad de conocer de primera mano. Me iluminaron y me educaron. De ahí que veo clara la responsabilidad social y el compromiso del cine que quiero hacer, ese en el que muestre la realidad del mundo en que vivimos o de los momentos extraordinarios que nos ha tocado vivir."

    Su deseo, insiste, es ser honesta con lo que ocurrió y socialmente responsable. Por eso, su nueva película arranca con una pantalla en negro y el documento sonoro de lo que ocurrió en las Torres Gemelas el 11 de septiembre de 2001, que a continuación contrasta con el trato de abusos y tortura -o "técnicas mejoradas de interrogatorio", eufemismo con el que prefiere describir lo que ocurrió en Guantánamo- a los detenidos. Aquí Boal lleva la voz cantante al hablar de las diferentes reacciones o la controversia que generarán estas imágenes. Como dice, nunca fue su intención ni la de Bigelow mostrar la versión de la Casa Blanca. "Estas instancias son parte de nuestra historia. Y entre los múltiples métodos utilizados en la búsqueda de Osama ben Laden, éste fue uno de ellos". Bigelow ha sido censurada a menudo por su gusto hacia un mundo de violencia explícita. Reconoce que su contacto cercano en sus últimas películas con los diferentes operativos, ya sean militares o del servicio secreto, le han dado otra visión hacia ellos. "He sentido de cerca la psicología, dedicación e inteligencia que existe entre estos grupos de fuerzas especiales, con una capacidad de tomar decisiones de vida o muerte en una fracción de segundo. Me dejaron impresionada." Sin embargo, si algo sorprende de la operación en su nueva película es lo poco que se ve. Haciendo honor a su título, la ofensiva está filmada en la más completa oscuridad, utilizando en las cámaras las mismas gafas nocturnas que usaron las fuerzas especiales durante el asalto. "Mark escribió un verdadero testamento de lo que ocurrió en esa búsqueda, una narrativa que confío que el público disfrute, además de que conozca así la historia. Porque todos sabemos el final, pero no lo que pasó hasta llegar a ese momento."

    El final de la cacería es por todos conocido. Pero quizá no así el final abierto por el que directora y guionista optan para la película, con una inocente pregunta sin respuesta a la protagonista de esta búsqueda. Y ahora, ¿qué? ¿Adónde vamos? "Es una pregunta importante. Como país, como cultura, ¿adónde nos dirigimos ahora?", reflexiona una mujer que admite siempre estar dispuesta a mantener el diálogo vivo, a preguntar lo que haga falta. "También estoy fascinada por cómo funciona el mundo y sigo siempre a la búsqueda de respuestas. Y por supuesto que soy una optimista, además de alguien que vive siempre con esperanza", resume la cineasta, en lo más parecido que su cerrazón personal le permite presentar como una declaración de principios.

    Entre premios y proyectos
     
    • ÚNICA En 2010, con Vivir al límite, Bigelow le arrebató la estatuilla a mejor película a su ex marido James Cameron y su Avatar, además de llevarse el de mejor directora. En los 82 años de la Academia sólo tres mujeres habían sido nominadas, pero únicamente ella lo obtuvo. "No estaría acá si no fuera por Mark Boal", dijo entonces. La pareja nunca reconoció su relación.
    • AUSENTE Que no quedara nominada como directora en los Oscar 2013 por La noche más oscura fue una sorpresa. Esta noche, la actriz de ese film, Jessica Chastain, intentará imponerse en los Screen Actors Guild Awards (SAG, emite TNT). El 10 de febrero, Bigelow tendrá su revancha como realizadora en los Bafta. Y el 24, en los Oscar, será la hora de la verdad para su nueva película.
    • TRIPLE FRONTERA Tom Hanks y Johnny Depp estarían al frente de este proyecto que la realizadora tiene en carpeta y con el que espera meterse en el encalve ubicado entre la Argentina, Paraguay y Brasil.

    Por Rocío Ayuso
    Fuente y más información: www.lanacion.com

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    Slavoj Zizek también ataca el film de Kathryn Bigelow

    Desde las páginas del diario británico The Guardian, el autor de Violencia en acto respondió a una carta que la realizadora hizo llegar al periódico estadounidense Los Angeles Times argumentando sobre el derecho a "representar" algo —la tortura, en este caso— sin que eso implique "respaldarlo".

    "Para quienes trabajamos en las artes sabemos que representar no es respaldar. Si lo fuera, ningún artista podría pintar prácticas inhumanas, ningún autor podría escribir sobre ellas y ningún cineasta podría sumergirse en los asuntos más espinosos de nuestra época", escribió Bigelow.

    Zizek respondió que "la normalización de la tortura en `La noche…` es un síntoma del vacío moral al que nos acercamos gradualmente. Si hay alguna duda de esto, hay que tratar de imaginar alguna película importante de Hollywood en que se retrate la tortura de una forma similar en los últimos 20 años. Es impensable".

    El film será estrenado en la Argentina el próximo jueves y llega precedido por una serie de consideraciones morales y estéticas que no sólo aseguran un éxito de público casi seguro sino también la reactivación de una polémica que no es tan fácil de zanjar por mucha pericia o dinero que haya en juego.

    La ideología de un objeto artístico ¿se corresponde punto por punto con aquello que se pretende representar, si es que lo pretende; las opiniones políticas de un autor, con la circulación social de su obra?

    Las cosas se complican porque la película de Bigelow no es un equivalente de "La fiesta de todos" (la pieza de Sergio Renán que saludaba el triunfo de la selección argentina de fútbol en el Mundial 78), así como tampoco alcanza la perfección formal de "El triunfo de la voluntad", que convirtió a Leni Riefenstahl en la cineasta favorita de Joseph Goebbels, el ministro de propaganda del Reich.


    El aspecto común entre las tres películas probablemente sea la financiación; nadie dijo que el Pentágono o la CIA pusieron dinero para “La noche…” pero es indudable que buena parte de los pasos de la operación que se narra salieron de algún lugar cercano a ese edificio. Por lo demás, descartar lo del dinero sería arriesgado. Y en los otros casos, una irresponsabilidad.

    Y una irresponsabilidad también comparar la propaganda política de la patria futbolera con la seguridad y elegancia de Bigelow para filmar una posible reconstrucción histórica que puede pasar como una muestra de objetividad cinematográfica, pretensión que no tuvo Riefanstahl, quien jamás negó su credo y que con una cámara era capaz de retratar un congreso partidario donde las galas de la masa con el líder podrían estar ocurriendo en Múnich como en la Roma de las Lupercalias.

    La responsabilidad política es inevitable en los tres casos. "La noche más oscura" no tiene nada de objetiva, sus recursos fílmicos son impecables y la trama (incluyendo el elogio de la predestinación de raíz luterana que asalta a la protagonista) es tan llevadera como en cualquier película de género, sea de James Bond o "El loco de la motosierra"”—donde las cuotas de violencia son tan altas que no escandalizan a Zizek, tampoco a los indignados progresistas neoyorquinos ni a los locales.

    Bigelow sabe de la tortura; el truco de la objetividad le permite traficar la idea de que someter a alguien a picana eléctrica es por razón de Estado. La misma falacia atraviesa Stanley Kubrick en "Full Metal Jackett", Francis Ford Coppola en "Apocalypse Now" y Terrence Malick en "La delgada línea roja".


    Esa falacia no atraviesa a "Un condenado a muerte se escapa", de Robert Bresson; tampoco a "La Chinoise", de Jean-Luc Godard. ¿Será que Bigelow es un avatar de la libertad de expresión y Zizek un bolchevique irredento? La libertad de expresión es imprescindible para calcular, servir al amo que se desee y filmar.

    El apuro de Zizek redunda en propaganda para Bigelow. La tortura no desaparecerá con los comités de ética que suelen crear los mismos estados que la practican.

    Se trata de una película. Y nada más: mercancía para la sociedad del espectáculo. ¿Es cierto lo que se cuenta, no es cierto, importa que lo sea? Importaría que Bigelow (o sus actores) dijeran que la guerra en el Medio Oriente es un objetivo estratégico de la Casa Blanca, sea demócrata o republicana.

    De lo contrario es pensar que la filosofía de Martin Heidegger, rector de la Universidad de Friburgo en 1933, autorizaba la práctica política nazi; o que los opúsculos de Ezra Pound, la de Mussolini.

    Heidegger nunca se disculpó por ese año en los claustros fascistas, pero es lógico si se está convencido, como se sospecha lo estaba, que no hay una relación axiomática entre la vida de las personas y sus producciones literarias, científicas, cinematográficas o filosóficas.

    Fuente y más información: www.telam.com.ar

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    LA DONCELLA Y LA MUERTE
    Cuando los militares bolivianos cometieron la –para ellos– hazaña de matar a Ernesto Che Guevara, se sintieron orgullosos. Tanto, que lo mostraron al entero mundo en el piletón de Vallegrande. Ahí estaba el invencible Che, muerto. Ahí estaban ellos, vivos y vencedores. Que el Che, con su milagrosa sonrisa, con sus ojos, aun muerto, abiertos, les arruinara la fiesta, al punto de que el mundo vio al más bello muerto de la historia rodeado de sus asesinos y burlándose de ellos con su sonrisa, con sus ojos pícaros, tal como los tenía cuando andaba de un lado a otro por el planeta, es otra cuestión. Los militares reprodujeron el famoso cuadro de Rembrandt sobre la lección de anatomía: señalaban que los balazos habían entrado por aquí y por ahí y por allá. Ahora viene la pregunta que todos (menos los norteamericanos) se han hecho: ¿alguien vio muerto a Osama bin Laden? Nadie. Y si esperan verlo en la película de Bigelow, olvídense. Van a ver un poco de cierta barba blanca y los orificios de una nariz con algún toque de sangre. ¿Alguien vio cuando lo tiraron al mar? ¿Tomaron fotos de algo sus sacrificadores? Nada. Y cuando llegó la noticia del eterno ocultamiento en el mar todos –en la Argentina y en muchos países del mundo– dijeron: mentira, nos toman por idiotas. O no lo mataron o lo mataron hace tres o cinco años y recién ahora (vaya uno a saber por qué) la CIA nos lo hace saber.
    Tomarnos por idiotas es lo que se proponen, pero en concepciones conspirativas de la historia los argentinos somos maestros. ¿Por qué nos escamotearon a Osama? ¿Por qué lo tiraron al mar? ¿A quién tiraron al mar? ¿No tienen una foto para mostrarnos? ¿En la palabra de quién tenemos que creer que semejante archivillano ha sido abatido y el vencedor es parco en exhibir y probar exhaustivamente su triunfo y hasta su gloria? Además, ¿alguien cree todavía que el acontecimiento histórico universal de las Torres Gemelas no tuvo aliados internos? 1) Legitimó el triunfo electoral de Bush, que había sido todo menos transparente. A partir de ahí se transforma en el líder de la nueva cruzada: The President takes charge, dicen entusiastas varios magazines; 2) Se legaliza la guerra contra Saddam Hussein y la invasión a Irak. Guerra que todavía continúa y que ya ha tenido un costo de vidas altísimo. Y que ha recurrido a la tortura (tarea de inteligencia) y ha instalado innúmeros campos de concentración, no detectables por los satélites pues sólo los tienen EE.UU. o sus buenos aliados del Occidente capitalista y cristiano. La guerra de Irak está sostenida por el ataque a las Torres. Y la tortura sigue siendo (y seguirá siendo) la más efectiva de las tareas de inteligencia. Por si hiciera falta: la película de Bigelow lo demuestra. Ya lo había demostrado la casi intolerable Unthinkhable y el fanático agente Jack Bauer en 24 de la cadena Fox, propiedad del derechista Rupert Murdoch, zar de los medios. Ahí se entroncan los medios con los guerreros de la democracia, tortura mediante.

    LAS LAGRIMAS DE LA COMANDANTE

    Los norteamericanos no inventaron esto. Fue obra de los franceses. En Indochina y en Argelia impusieron la teoría de la Defensa Nacional. Su herramienta principal de inteligencia: la tortura. “La legalidad es incómoda, coronel”, heroicamente le dice un periodista francés (que, sin duda, había leído a Sartre) al coronel Mathieu. Su respuesta (notable) ya es bastante conocida: “La cuestión no es la tortura. La cuestión es si Francia se queda o no en Argelia. Si se queda, no me pregunten por los métodos que utilizo para lograrlo”. La valiente, obstinada agente de la CIA Maya (la actriz Jessica Chastain, que ganará su Oscar pese a su voz poco atrayente, aguda hasta un poco más allá del registro de una gran actriz) podría decir a quienes la denuesten: “La cuestión no es la tortura. Es si ustedes quieren o no que atrapemos a Osama. Si lo quieren, no me pregunten por los medios que utilizo para conseguirlo”. Porque en el film de Bigelow los medios por los que se atrapa de Osama son: 1) La terquedad de la agente Maya. Su obstinación casi enfermiza. “Los de Washington dicen que es una asesina”, le comenta un hombre del Departamento de Estado a otro. Así nomás, al pasar. Maya, la heroica y terca protagonista, es una asesina según las altas fuentes de Washington. Luego Maya presencia las torturas y aunque algún mohín de disgusto expresa su linda cara, de ningún modo intenta impedir ninguna atrocidad. Las atrocidades de las torturas mienten. La principal y casi única es la que aquí conocemos como “el submarino”. ¡Qué piadosos los de la CIA! ¿No averiguaron los métodos de inteligencia de los militares argentinos? El empalamiento, la picana, la tortura delante de los hijos, la violación de las mujeres, el robo de los bebés, el asado de los prisioneros, vivos o muertos, los vuelos de la muerte, etc. O sea, Bigelow muestra una tortura light.
    Sin embargo, su fiel torturador dice una frase decisiva ante el capo de la CIA (James Gandolfini): “Todo esto se basa en informes de los presos. Hay un 60 por ciento de posibilidades de encontrar a Osama”. Maya (que comparte la idea de que todo se basa en el testimonio de los presos) dice, contundente, “Hay un ciento por ciento. O, para no asustar sus cojones, caballeros, digamos un 95 por ciento. ¡Pero es un ciento por ciento!”. ¿Quién es Maya, personaje que se devora el film con su omnipresencia, de la que podría afirmarse sin dudar que atrapa a Bin Laden por su perseverancia casi inverosímil? Maya (y aquí va la bomba) es el alter ego de Bigelow. “Si yo hago la película, yo lo atrapo.” ¿Quién es Kathryn Bigelow? Filmó siempre películas de hombres. Estuvo casada con James Cameron, detalle que algo tendrá que ver en la totalidad de nuestro análisis. Su film anterior fue una glorificación de los desactivadores de bombas, todos héroes, todos sacrificados, todos tipos que arriesgan sus vidas por salvar las de los otros. Bigelow es uno de los grandes personajes de Hollywood, es (según creo) bellísima, y ya pasó los sesenta. Tiene cara de inteligente, de mujer brillante, corajuda. Es patriota. Y atención: uno de sus próximos proyectos es hacer un film sobre la Triple Frontera a la que llenará de narcotraficantes, fundamentalistas islámicos y drogones miserables, despojos de la vida que nada valen.
    Volvamos a Maya. Todos están en contra de su obstinación por ir tras Bin Laden. Un personaje comenta: “Es ella contra el mundo”. Sin embargo, aparte de su patriotismo agobiante, nada parece justificar (internamente) esa perseverancia. Maya es sensible. Maya es dura. Se enfrenta al mundo masculino y hasta llega a reventar a gritos a un tipo que se le opone (gran escena de Jessica Chastain que proyectarán si le dan el Oscar, recuérdenlo). La película se centra más en ella que en el misterio Osama, en el despliegue de inteligencia, o en la acción impresionante de las fuerzas de ataque. ¿Por qué llora Maya al final del film? ¿Por qué el film cierra con un plano medio de Maya derramando breves, pero dolorosas lágrimas? Tal vez, conjeturo, porque comprende que el sentido de su vida ha muerto con Osama. Tal vez porque sabe que mintió. ¿Alguien puede imaginar qué habría sucedido si Maya destapa la bolsa mortuoria de Osama, lo mira, mira a sus compañeros y niega con su cabeza en lugar de afirmar? ¿Era posible una actitud así en una mujer que había arrastrado al poder más grande de la Tierra hacia una zona inhallable donde no estaba lo que debía estar, lo que ella había dicho (con el ciento por ciento de su obstinación) que estaba? Llora por eso. Porque mintió. Porque será imposible exhibir algo de Osama al mundo y probar la hazaña. Porque habrá que sepultarlo en el mar, escamotearlo, esconderlo para la eternidad. Y si no que alguien diga por qué llora esa mujer tan dura, una “asesina”, una comandante de hombres, una convencida de los beneficios de la tortura.


    UNA BANDERA PARA LA GUERRA
    Decir que el film está bien hecho es un pleonasmo. Bigelow dirige bien y tiene –aquí– a toda la CIA y a todo el gobierno de los EE.UU. de su parte. Aunque se inicia con un contraste burdo, indigno de cualquier artista, pero perfecto para justificar la tortura. Pantalla en negro y de a poco empezamos a escuchar los gritos de los que habitan las Torres cuando se produce el atentado. Es el horror, por supuesto. Pero ese horror está puesto exactamente ahí para que la película pueda abrir con una escena brutal de tortura. ¿Ven? Aquí está la consecuencia inevitable del atentado. Fue porque nos agredieron que hacemos algo que no haríamos. Nos forzaron. Nos obligaron a hacer cosas que John Wayne jamás habría hecho, aunque las haría de estar en nuestro puesto, como vengadores de la injuria más grande que América ha recibido.

    Confieso –casi dando un salto en el desarrollo del film– que el ataque final a la morada del Villano no me impresionó como lo esperaba. Ocurre de noche. Las luces salen de los súper cascos de los súper soldados. Hay tiros a destajo, muertos, idas y venidas, hasta que parece que matan a alguien (al que casi no se ve) que es Osama. A partir de aquí, lo ponen en una bolsa, lo llevan a un helicóptero y luego a un avión en que aguarda Maya, quien dice –con apenas un leve movimiento de cabeza– que sí, que es él.

    La película ha generado furias de todo tipo. El progresismo norteamericano (que existe, y ya lo creo que existe; sobre todo, claro, en Nueva York) no le ha perdonado nada a Bigelow. Naomi Wolf le ha enviado una carta personal. La carta es dura y no se ahorra nada. Ni siquiera el símil Bigelow-Riefensthal que resulta evidente para muchos de los que ven la película. ¿Quién es Naomi Wolf? Tiene un peso, un, por decirlo así, predicamento entre los sectores progresistas norteamericanos que la autoriza a decirle a Bigelow lo que abundantemente le dice. Anda por los cincuenta años, nació en San Francisco y su último libro es un éxito de ventas. Se llama The End of America. Postula que su país está muriendo por incurrir en la negación de sus valores tradicionales, los de la democracia. Que se está deslizando hacia el fascismo utilizando como pretexto el acontecimiento del nine eleven que ha llevado a primer plano a todas las fuerzas conservadoras y les ha dado una bandera de lucha, una bandera para la guerra con el argumento falaz e infundado de defenderse de un segundo ataque. (Ver: Antes de que nos ataquen de nuevo, de Bruce Ackerman, y Terrorismo y Contraterrorismo, un libro apoyado por la marina argentina. 

    También The Real America, ese horrible manifiesto de Glenn Beck. Y para vacunarse contra esta catarata autoritaria siempre está el notable La otra historia de los Estados Unidos de Howard Zinn.) Pero The End of America es un libro apocalíptico. Al menos para eso que los norteamericanos piensan de sí mismos y de aquello que quieren seguir siendo. Ya no seguirán siendo eso, dice Wolf. Si presenciamos el fin de “America” es porque su corrimiento hacia las leyes del fascismo parecen ser inexorables, ya que Obama, en el aspecto de la guerra contra el terror, no se ha diferenciado esencialmente de los republicanos. Le exige a Bigelow que presente las pruebas que la llevaron a filmar su apodíctico film. “Querida amiga –le dice–, presenta tus fuentes. Muestra tus pruebas de que la tortura produjo información que salvó vidas o de cualquier otro tipo. Pero no puedes presentar pruebas de esta información. Porque no existen. Cinco décadas de investigación, citada en el documental de 2008 The End of America, confirma que la tortura no funciona. Robert Fisk suministra otro resumen de esa categórica conclusión. Y este informe de 2011 de Human Rights First refuta la principal premisa de Zero Dark Thirty.” Y éste es el punto axial de la discusión. Aun cuando se acepte dejar de lado el aspecto moral, ¿sirve la tortura para obtener información, como tarea de inteligencia? Recordemos: uno de los personajes más cercanos a Maya, el que hemos visto torturar con mayor convicción a los sospechosos, dice en la reunión con el jefe de la CIA: “Todo esto se basa en informes de los presos”. Y sin embargo, afirma que sólo hay un 60 por ciento de posibilidades de atrapar a Osama en base a esos datos, en tanto que Maya, terminante, vocifera: “¡Un ciento por ciento!”. Los halcones no quieren abandonar la tortura porque, a través de ella, dan cauce a su sadismo, a su odio racial. Y algo –aunque puedan conseguirlo por otros medios más civilizados, aunque ¿hasta qué punto la tortura no le es hoy inescindible a la civilización como antes lo fueron las grandes masacres de los pueblos colonizados?– conseguirán. Las palomas seguirán insistiendo en que la tortura no es eficaz, que quiebra no sólo al enemigo sino al torturador, que, además, hunde en la infamia al país, que acostumbra a su pueblo a la brutalidad, al fin de la democracia y a la entronización de la violencia como regla para sobrevivir en la sociedad del dolor.
    UNA SERVIDORA
    En cuanto al paralelo con Leni Riefensthal, es complejo. Pero me atrevería a decir que perjudica a Bigelow. Leni filma en los albores del nazismo. Filma a comienzos de la década del ’30. Heidegger, en la célebre correspondencia que sostuvo con Marcuse, le dice, justificándose: “Auschwitz no era visible desde 1933”, fecha en que asume el rectorado de la Universidad de Friburgo. Marcuse, desde luego, le dice que sí, que era visible. Leni podría haber dicho lo mismo. Y el tema es materia de discusión. Pero nadie puede discutir que Bigelow filma cuando la Guerra contra el Terror lleva diez años de vejaciones y horrores varios. Sabe bien la causa a cuyo servicio se pone. La carta de Wolf finaliza condenando sin retorno a Bigelow: “El desagradable trabajo que realizó Riefensthal, con el paso del tiempo, no se ha podido ocultar. Los estadounidenses también despertarán y verán a través de la apología de La noche más oscura las mentiras estandarizadas de un régimen que pretende que esta brutalidad es necesaria de alguna manera. Cuando eso suceda, la misma comunidad que hoy te aplaude dará un salto atrás. Como Riefensthal, eres una gran artista. Pero ahora te recordarán eternamente como una servidora de la tortura”.
    Como no podía ser de otro modo, el limitado y pretendido politólogo Vargas Llosa se ha metido en esta cuestión. Dice que vio el film de Bigelow en Nueva York y que, al terminar, el público se puso de pie y aplaudió a rabiar. Algunos, se conmueven, lloraban. Viene, en su texto, de comentar un libro de Niall Ferguson que atesora una visión ásperamente pesimista sobre la cultura occidental. Escribe: “Al terminar este film genial y atrozmente autocrítico, los centenares de neoyorquinos que repletaban la sala se pusieron de pie y aplaudieron a rabiar; a mi lado, había algunos espectadores que lloraban. Allí mismo pensé que Niall Ferguson se equivocaba, que la cultura occidental tiene todavía fuelle para mucho rato”. ¿Por qué no? ¿Cómo no habría de compartir Vargas Llosa el alivio de esos neoyorquinos paranoicos que aceptan cualquier cosa con tal de ser protegidos del feroz terrorismo, del fundamentalismo asesino que les derrumbó esas torres en el mismísimo corazón financiero de Manhattan? ¿Cómo no habría de creer que Occidente tiene larga vida en tanto “servidoras de la tortura” (Naomi Wolf dixit) como Bigelow hagan films financiados por la CIA y el Pentágono? Sólo un hombre con una visión tan limitada de Occidente y del humanismo no advierte que la tortura no salvará esta contradictoria civilización que, entre atrocidades, ha dado también maravillas al mundo. Si se salva será por entender de una vez por todas algunos de los principios centrales de la Declaración Universal de los Derechos Humanos declarada el 10 de diciembre de 1948. Que son: “Todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona”. Y también: Prohibición de la tortura y otros tratos o penas crueles, inhumanos y degradantes. Sin embargo, la esperanza se nos vela ante los acontecimientos. Desde 1948 hasta aquí se han acumulado incontables horrores. Cualquier guerrero del Pentágono o de la CIA o de muchos otros países se reiría de esos principios, dictados ante el cercano horror de la Segunda Guerra, con sus cincuenta millones de muertos. Walter Benjamin ya se horrorizaba al ver en la historia una cadena de ruinas. Proponía la concepción de la historia como catástrofe. Aunque, también él, dijo la más hermosa frase que aún puede dar vida a cierta forma de empecinada ilusión: Es por nuestro amor a los desesperados que aún conservamos la esperanza.
    Por José Pablo Feinmann

    ¿COMO MANEJAR EL DESEO INFINITO?, por Leonardo Boff

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    (leonardoboff.wordpress.com)

     


     
    El deseo no es un impulso cualquiera. Es un motor que pone en marcha toda la vida psíquica. Goza de la función de un principio, traducido por el filósofo Ernst Bloch como principio esperanza. Por su naturaleza no conoce límites, como ya observaron Aristóteles y Freud. La psique no desea solamente esto o aquello, desea la totalidad. No desea la plenitud del hombre, busca el superhombre, aquello que sobrepasa infinitamente lo humano, como afirmaba Nietzsche.

    El deseo vuelve dramática, y a veces trágica, la existencia. Pero también, cuando se realiza, produce una felicidad sin igual. Estamos siempre buscando el objeto adecuado a nuestro deseo infinito y no lo encontramos en el ámbito de la experiencia cotidiana. Aquí solamente encontramos finitos.

    Cuando el ser humano identifica una realidad finita como el objeto infinito buscado se produce una profunda desilusión. Puede ser la persona amada, una profesión muy deseada, un sueño. Llega el momento, y generalmente no tarda mucho, en que se percibe una insatisfacción de base y se siente el deseo de algo mayor.

    ¿Cómo salir de este impase provocado por el deseo infinito? ¿Mariposear de un objeto a otro sin encontrar nunca reposo? Tenemos que ponernos a buscar seriamente el verdadero objeto de nuestro deseo. Entrando in medias res, voy respondiendo: es el Ser y no el ente, es el Todo y no la parte, es el Infinito y no lo finito. Tras mucho peregrinar, el ser humano es llevado a hacer la experiencia del cor inquietum (corazón inquieto) de san Agustín: “Tarde te amé, oh Belleza tan antigua y tan nueva. Tarde te amé. Mi corazón inquieto no descansará mientras no repose en Ti”. Sólo el Ser Infinito se adecúa al deseo infinito del ser humano y le permite descansar.

    El deseo envuelve energías volcánicas poderosas. ¿Cómo manejarlas? Ante todo, se trata de acoger, sin moralizar, esta condición deseante. Las pasiones empujan al ser humano hacia todos los lados. Algunas lo impulsan a la generosidad, otras al egocentrismo. Integrar sin reprimir tales energías exige cuidado y no pocas renuncias.

    La psique está llamada a construir una síntesis personal que es la búsqueda del equilibrio de todas las energías interiores. Ni hacerse víctima de la obsesión por una determinada pulsión, como por ejemplo, la sexualidad, ni reprimirla como si fuese posible debilitarle su vigor. Lo que importa es integrarla como expresión de afecto, de amor y de estética, y mantenerla bajo vigilancia, pues estamos tratando con una energía vital no totalmente controlable por la razón, sino es por vías simbólicas de sublimación y para otros propósitos humanitarios. Cada persona debe aprender a renunciar en el sentido de realizar una ascesis que libera de dependencias y crea libertad interior, uno de los dones más apreciables.

    Otra forma de tratar con el deseo infinito es mediante la precaución, que nos previene de las celadas de la propia vulnerabilidad humana. No somos omnipotentes, ni dioses a los que el fracaso no puede tocar. Podemos mostrarnos débiles y, a veces, cobardes. Pero debemos precavernos contra situaciones que nos pueden hacer caer y perder el Centro. Y entonce tenemos que vivir la sabiuría prudencial.

    Tal vez una clave inspiradora nos la ofrece C.G.Jung con su propuesta de construir a lo largo de la vida un proceso de individuación. Éste tiene una dimensión holística: asume sin temor y con humildad todas las pulsiones, imágenes, arquetipos, luces y sombras. Oye el rugir de las fieras que lo habitan pero también el canto del tordo sabiá, que lo encanta. ¿Cómo crear una unidad interior cuyo efecto sea el equilibrio de los deseos, la vivencia de la libertad y la alegría de vivir?

    C. G. Jung sugiere que cada cual procure crear un Centro fuerte, un Self unificador que tenga la función que el sol tiene en el sistema solar. Él atrae a su alrededor a todos los planetas. Algo similar debe ocurrir con la psique: alimentar un Centro personal que integre todo, con  reflexión y con interiorización, y no en último lugar, con el cultivo de lo Sagrado y de lo Espiritual.  La religión, como institución, no es raro que cercene la vida espiritual por exceso de doctrinas y de normas morales demasiado rígidas. Pero la religión como espiritualidad desempeña una función fundamental en el proceso de individuación. A ella le corresponde ligar y re-ligar a la persona con su Centro, con todas las cosas, con el universo, con la Fuente originaria de todo ser, dándole un sentimiento de pertenencia.

    La falta de integración de la energía del deseo se manifiesta por el desgarro de las relaciones sociales, por la violencia asesina practicada en escuelas o en las matanzas de personas negras, pobres y homosexuales.

    Aprender a tratar con las fuerzas del deseo implica, pues, una preocupación por la salud social. Una educación humanística, ética y ciudadana no deberá dejar de lado la educación del deseo. El gran obstáculo reside en la lógica misma del sistema imperante, centrada en el deseo de tener, descuidando los valores civilizatorios de la gentileza, del buen trato y del respeto a la persona. Por el contrario, los medios de comunicación de masas exaltan el deseo individual y la violencia para resolver los conflictos humanos.

    La globalización como fenómeno humano nos obligará a moderar los deseos personales en beneficio de los colectivos y así volver más equilibrada y amigable la coexistencia humana.


    El autor
    Leonardo Boff (* 1938) se Doctoró en Teología por la Universidad de Munich. Fue Profesor de Teología Sistemática y Ecuménica con los franciscanos en Petrópolis; y luego Profesor de Ética, Filosofía de la Religión y la Filosofía de Ecología en la Universidad del Estado de Rio Janeiro.Se cuenta como uno de los iniciadores del movimiento Teología de la Liberación. Es asesor de los movimientos populares.Conocido profesor y conferencista en el país y el extranjero en las áreas de Teología, Filosofía, Ética, Espiritualidad y Ecología. En 1985 fue condenado a un año de silencio respetuoso por el ex Santo Oficio, por sus tesis contenidas en el libroIglesia: carisma y poder (Grabar).Desde los años 80 profundiza en el tema ecológico como una extensión de la Teología de la Liberación; toda vez que no sólo debe escucharse el grito de los oprimidos, sino también el grito de la Tierra debido a que ambos deben ser liberados. En razón a este compromiso, participa en la redacción de la llamada Carta de la Tierra conjuntamente con Mikhail Gorbachev, S. Rockefeller y otros. Ha escrito varios libros y ha sido galardonado con otros tantos premios.Algunos de sus títulos más importantes: Ecología: Ecología, Globalización, la Espiritualidad (Record), La civilización planetaria (Sextante), La voz del arco iris (Sextante), La atención de Saber (Voces), Ética y ecoespiritualidad (Vero), El hombre: ángel bueno o satanás (Record), El Evangelio del Cristo Cósmico (Record); Iceberg del Arca de Noé (Sextante), Tierra de opciones. La solución de la Tierra no proviene del cielo (Sextante), Proteger el cuidado de la tierra-vida.Como para evitar el fin del mundo (Record),Ecología: grito de la Tierra, grito de los pobres (Sextante) por la que recibió el premio Sérgio Buarque de Holanda como el mejor ensayo social de 1994 en el Brasil. Y en 1997 ese mismo título fue en los EE.UU. uno de los tres libros que fomentó más el diálogo entre ciencia y religión.Junto con Mark Hathaway, escribió en los Estados Unidos El Tao de la Liberación: Explorar la transformación de la Ecología con Prólogo de Fritjof Capra, ganando la medalla de oro de la institución Nautilus para la creatividad intelectual; y fue considerado el libro religioso número uno del año. 
    Ha recibido los títulos Doctor Honoris Causa en Política por la Universidad de Turín en 1991; Doctor Honoris Causa en Teología por la Universidad de Lund (Suecia) en 1992; Doctor Honoris Causa en Teología, Ecumenismo, Derechos Humanos, Ecología y Entendimiento entre los Pueblos por la Facultad Estatal de San Leopoldo en 2008 y Doctor Honoris Causa por la Cátedra del Agua de la Universidad de Rosario, Argentina, en 2010. En 2008 la Universidad de San Carlos de Guatemala y la Universidad de Cuenca, en Ecuador, le otorga el título de Profesor Honorario.  
    Asesor de la Presidencia de la Asamblea General de las Naciones Unidas durante la administración de Miguel d'Escoto Brockmann (2008-2009). Actualmente participa en el grupo de reforma de la ONU, con especificidad en la Declaración Universal del Bien Común de la Tierra y la Humanidad. 

    leonardoboff.wordpress.com/2011/10/07/como-manejar-el-deseo-infinito/

    Still Alice (Siempre Alice) - (2014) - (Director: Richard Glatzer, Wash Westmoreland)

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    Siempre Alice

    Título original: Still Alice

    Año: 2014

    Duración: 101 min.

    País: Estados Unidos.

    Director: Richard Glatzer, Wash Westmoreland.

    Guión: Richard Glatzer, Wash Westmoreland (Novela: Lisa Genova)

    Música: Ilan Eshkeri.

    Fotografía: Denis Lenoir.

    Reparto:

    Julianne Moore, Alec Baldwin, Kristen Stewart, Kate Bosworth, Hunter Parrish, Erin Darke, Shane McRae, Victoria Cartagena, Stephen Kunken, Eha Urbsalu, Cali T. Rossen, Kristin Macomber, Cat Lynch, José Báez, Jamie Lee Petronis.

    Género: Drama.

    Sinopsis:

    Alice Howland (Julianne Moore) está orgullosa de la vida que tanto esfuerzo le ha costado construir. A los cincuenta, es profesora de psicología cognitiva en Harvard y una experta lingüista de fama mundial, con un marido exitoso y tres hijos adultos. Cuando empieza a sentirse desorientada, un trágico diagnóstico cambia su vida, al tiempo que su relación con su familia y con el mundo, para siempre. Con elegancia y delicadeza, la autora nos acerca a los sentimientos de quienes padecen alzhéimer y sus familias.


    Premios:

    2014: Premios Oscar: Mejor actriz principal (Julianne Moore)

    2014: Globos de Oro: Mejor actriz principal - Drama (Julianne Moore)

    2014: Premios BAFTA: Mejor actriz (Julianne Moore)

    2014: National Board of Review: Mejor actriz (Moore). Top independientes del año

    2014: Premios Gotham: Mejor actriz (Julianne Moore)

    2014: Independent Spirit Awards: Mejor actriz (Julianne Moore)

    2014: Satellite Awards: Mejor actriz (Moore)

    2014: Sindicato de Actores (SAG): Mejor actriz (Julianne Moore)

    2014: Critics Choice Awards: Mejor actriz (Moore)

    2014: Críticos de Chicago: Mejor actriz (Moore)



    COMENTARIOS:

    Estamos ante un retrato sereno, pausado, escalofriante, desgarrador, sensible y atroz sobre el imparable deterioro mental de una mujer de carrera, brillante y exitosa, que con apenas 50 años recién cumplidos se encuentra con que padece la enfermedad de Alzheimer. El gran acierto es mostrar el inexorable declive de esta mujer singular que ha hecho de la brillantez intelectual su forma de vida, su esencia, su realidad, su sustento. Y por eso resulta especialmente cruel que su privilegiado cerebro se vea asediado por la desdicha del olvido, por la decadencia insondable del lento borrado de las palabras, por la desorientación y la pérdida de sus cualidades más preciadas y preciosas: la capacidad de articular, expresar, crear, investigar y ahondar en los misterios de la existencia.



    La enfermedad cae como un mazazo. Ella trata de buscar formas para no acabar de perder su dignidad como ser humano, su capacidad de decidir por ella misma lo que quiere y cuándo lo quiere y se va volviendo un pelele indefenso, paralizado por su incapacidad de reaccionar, asediada por una dolencia que disuelve la propia vida como un azucarillo y te pone a merced de las voluntades y antojos de los demás porque uno mismo ya no puede hacerse cargo de la supervivencia.

    Y por ello esta cinta también trata sobre el abordaje según las diferentes formas del amor y de cómo reaccionan y se posicionan ante el lento goteo hacia la nada. Porque si bien muestra que el amor sólo no basta (por ejemplo, el de un amantísimo marido, que no sabe encajar los destrozos inasumibles que presencia), también nos ofrece la otra cara de la moneda, el de una hija – en apariencia descarriada – que asume la tarea de acompañar , desde un amor altruista e inmaculado, a su madre. Sólo el amor paciente proporciona un asidero, por liviano y tenue que sea. Sin amor es cuando nos quedamos sin nada.



    Pese a la falta de sorpresas narrativas, a la situación única que apenas permite progresión dramática por su previsibilidad, y a ciertas arbitrariedades en las reacciones no siempre bien engarzadas ni justificadas de los familiares que rodean a la enferma, la película funciona, emociona y convence. Porque se centra en lo esencial (ese sufrimiento ayuno de palabras), transmite veracidad y nos hace resonar con el fatal destino reflejado. Y la máxima fortuna es contar con una excelsa Julianne Moore que borda su papel, acertando con cada gesto, con cada matiz, con cada vacilación o exabrupto. Sencillamente memorable.(Antonalva en filmaffinity)

    A la gran interpretación de Julianne Moore y los elementos narrativos ya citados, se suma un grupo de personajes cuya relación con la protagonista se encuentra perfectamente dibujada. Me gustaría mencionar en este apartado a la segunda de las hijas, Kristen Stewart, a la cual presentan como personaje rebelde y distanciado, y que sin embargo es quien soporta el mayor peso en la evolución psicológica de la protagonista, logrando las escenas de mayor franqueza en el personaje de Alice.



    Esta cinta se trata sin duda de un gran paso adelante en la carrera de Kristen Stewart quien, tras participar en trabajos comerciales de dudosa calidad como ‘Blancanieves y la Leyenda del Cazador’ o la saga ‘Crepúsculo’, afronta un personaje de mayor peso e importancia, y demuestra que el reto no le viene grande.







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    Sinopsis
    Alice Howland (Julianne Moore) está orgullosa de la vida que tanto esfuerzo le ha costado construir. A los cincuenta, es profesora de psicología cognitiva en Harvard y una experta lingüista de fama mundial, con un marido exitoso y tres hijos adultos. Cuando empieza a sentirse desorientada, un trágico diagnóstico cambia su vida, al tiempo que su relación con su familia y con el mundo, para siempre. Con elegancia y delicadeza, la autora nos acerca a los sentimientos de quienes padecen alzhéimer y sus familias. (FILMAFFINITY)

    Críticas

    DOSSIER SOBRE CHARLES BUKOWSKI

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    Sobre el oficio del escritor
    Dos cartas de Charles Bukowski
    A John William Corrington
    Enero 17, 1961

    Hola, Sr. Corrington:

    Bien, a veces ayuda recibir cartas como la tuya.Ya son dos. Un joven de San Francisco escribió diciendome que algún día habrá quien escriba libros acerca de mi, si esto podra aydar en algo. Bueno, no estoy en busca de ayuda, o praise tampoco,y no estoy tratando de ser pesado. Pero yo solía jugar un juego conmigo mismo un juego llamado isla desierta, y mientras estaba tirado en la carcel, en la clase de arte o caminando hacia la ventanilla de diez dolares en las carreras, me preguntaba, Bukowsky, si tú estuvieras en una isla desierta, tú solo, y nunca ser encontrado excepto por pájarros y gusanos,tomarías una vara y rascarías palabras sobre la arena? Yo tenía que decir no, y por un rato esto resolvía un montón de cosas, y me dejaba seguir adelante y hacer un montón de cosas que yo no quería hacer,y me alejaba de la máquina de escribir y me ponía en el pabellón de caridad del hospital municipal, la sangre corriendo fuera de mis oidos, de mi boca y de mi culo, y ellos ahí esperando a que yo muriese, pero nada pasaba. Y cuado salía me preguntaba otra vez, Bukowsky, ¿si estuviertas en una isla desierta? y etc; y sabes, pienso que era que la sangre había abandonado mi cerebro, o algo, y yo decía sí, sí, yo tomaría una vara y rascaría palabras sobre la arena. Bueno, esto solucionaba un montón de cosas porque me permitía seguir adelante y hacer las cosas, todas las cosas que no quería hacer,y me dejaba tener la máquina de escribir también; y desde que ellos me dijeron que un trago más me mataría, ahora le he bajado a dos galones de cerveza al día.

    Pero la escritura, por supuesto, cómo el matrimonio, la caída de la nieve o las llantas de los autos, no siempre perdura. Tú puedes ir a la cama el miercoles en la noche siendo un escritor y despertar el jueves por la mañana y ser otra cosa totalmente diferente. O puedes irte a la cama el miercoles por la noche siendo un plomero y despertar el jueves por la mañana siendo un escritor. Este es el mejor tipo de escritores... Muchos de ellos mueren. Claro. Por sus arduos intentos; o por otro lado, porque se vuelven famosos y todo lo que escriben es publicado y ya no tienen que buscar más. La muerte tiene muchas avenidas. Y si a pesar de todo tú dices que mi material te gusta, quiero que sepas que si se vuelve roto, no será porque trate demasiado duro o muy poco, será porque me quedado o sin cervezas o sin sanagre. Para lo que sirva, puedo permitirme esperar: Tengo mi vara y tengo mi arena.

    Charles Bukowski

    A Jon Webb
    4 de Septiembre de 1962
    Con respecto a la muerte de mi mujer el 22 de enero último, no hay mucho que decir, excepto que yo ya no seré el mismo. Quizá intente escribir sobre eso, pero está todavía demasiado cerca. Puede que siempre esté demasiado cerca. Pero aquella vez en el pabellón de caridad, años atrás, una chica mejicana que cambiaba las sábanas me dijo que se iba a acostar conmigo si yo mejoraba, e inmediatamente empecé a sentirme bien.

    Tenía una sola visita: la mujer borracha de cara redonda y roja, una amante del pasado que a veces se bamboleaba contra la cama, y se iba sin decir nada. Seis días despues yo estaba manejando un camión, levantando paquetes de 20 kilos y preguntándome si la sangre vendría otra vez. Un par de días más tarde tomé el primer trago, ése que dijeron me mataría. Una semana más tarde conseguí una máquina de escribir y, despues de una pausa de diez años y de haberle vendido mis cosas a la revista "Story" y a otras, mis dedos se pusieron a construir un poema. O mejor dicho, una charla de bar. Esa cosa que no es lírica, que no canta. Los rechazos llegaron bastante pronto. Pero no me afectaron, porque yo sentía que en cada línea estaba diciendo algo. No para ellos, sino para mí mismo. ahora puedo leer muy poca poesía o muy poco de cualquier otra cosa. Bueno, la dama borracha que se bamboleaba contra mi cama la enterré el último 22 de enero. Y nunca vi a mi chica mejicana. Vi a otras, pero ella hubiera estado bien. Hoy estoy solo, casi afuera de todas ellas: de los glúteos, los pechos, los vestidos limpios como trapos nuevos en la cocina. No me tomes a mal, todavía tengo 1,80 y 90 kilos de posibilidad, pero yo podía mejor con la que ya no está.

    Charles Bukowski

    Un borracho
    Por Enrique Symns
    Bukowski es como el Corto Maltés, o las actuaciones de Robert De Niro o Michael O'Rourke: todo lo que lees es lo mismo, huele al mismo sudor, te deja el sabor amargo de un antiguo chiste contado para distraer a la muerte, te envicia Bukowski porque las palabras tienen su aliento y puedes sentir la saliva que escupen, y sus historias de bares y pensiones son las mismas que tú vives en los mismos bares y las mismas pensiones.

    Todavía me dan ganas de cortarles la cara a ésos que consideran a Bukowski un escritor menor. "Es fácil escribir así", "No agrega nada". Mierda. Prueba, cornudo, prueba.

    Es casi imposible escribir tal cual, tal cual el mundo se chorrea sobre tu percepción.

    Sin inventos, sin hipérbaton, sin grandes espectáculos ni resplandores gramaticales.

    Nunca los hay en la vida.

    Esas tremendas cosas sin importancia, ésas son tu vida.

    Bukowski escribe para los que habitamos en el sótano oscuro de ese edificio abandonado que es este tiempo.

    Para nosotros, que no tenemos un pedo de ganas de que nos lo cuente Joyce, con sus 2600000 detalles, para nosotros, que se nos ha roto la silla donde estábamos sentados frente a las puertas de la eternidad, esperando jugarnos el tiempo y lo perdimos, ya no nos queda tiempo para apostar en entretenimientos literarios, no queremos que nos distraigan mientras miramos y estudiamos este siglo de aburrimiento que han empezado a proyectar en las pantallas de todo el mundo, no nos distraigan con chorradas y pajerías literarias.





    Abraza la oscuridad

    Los muertos no necesitan
    aspirina o
    tristeza
    supongo. pero quizás necesitan
    lluvia.
    zapatos no
    pero un lugar donde
    caminar.
    cigarrillos no,
    nos dicen,
    pero un lugar donde
    arder.
    O nos dicen:
    Espacio y un lugar para
    volar,
    da
    igual.
    los muertos no me
    necesitan.
    ni los
    vivos.
    pero quizás los muertos se necesitan
    unos a
    otros.
    En realidad, quizás necesitan
    todo lo que nosotros
    necesitamos
    y
    necesitamos tanto
    Si solo supiéramos
    que
    es.
    probablemente
    es
    todo
    y probablemente
    todos nosotros moriremos
    tratando de
    conseguirlo
    o moriremos
    porque no
    lo
    conseguimos.
    Espero que
    cuando yo este muerto
    comprendáis
    que conseguí
    tanto
    como
    pude.

    [De The Roominghouse Madrigals: Early Selected Poems 1946-1966]



    Deje de mirarme las tetas, señor

    Big Bart era el tío más salvaje del Oeste. Tenía la pistola más veloz del Oeste, y se había follado mayor variedad de mujeres que cualquier otro tío en el Oeste. No era aficionado a bañarse, ni a la mierda de toro, ni a discutir, ni a ser un segundón. También era guía de una caravana de emigrantes, y no había otro hombre de su edad que hubiese matado más indios, o follado más mujeres, o matado más hombres blancos.
    Big Bart era un tío grande y él lo sabía y todo el mundo lo sabía. Incluso sus pedos eran excepcionales, más sonoros que la campana de la cena; y estaba además muy bien dotado, un gran mango siempre tieso e infernal. Su deber consistía en llevar las carretas a través de la sabana sanas y salvas, fornicar con las mujeres, matar a unos cuantos hombres, y entonces volver al Este a por otra caravana. Tenía una barba negra, unos sucios orificios en la nariz, y unos radiantes dientes amarillentos.
    Acababa de metérsela a la joven esposa de Billy Joe, la estaba sacando los infiernos a martillazos de polla mientras obligaba a Billy Joe a observarlos.
    Obligaba a la chica a hablarle a su marido mientras lo hacían. Le obligaba a decir: -¡Ah, Billy Joe, todo este palo, este cuello de pavo me atraviesa desde el coño hasta la garganta, no puedo respirar, me ahoga! ¡Sálvame, Billy Joe! ¡No, Billy Joe, no me salves! ¡Aaah!
    Luego de que Big Bart se corriera, hizo que Billy Joe le lavara las partes y entonces salieron todos juntos a disfrutar de una espléndida cena a base de tocino, judías y galletas.
    Al día siguiente se encontraron con una carreta solitaria que atravesaba la pradera por sus propios medios. Un chico delgaducho, de unos dieciséis años, con un acné cosa mala, llevaba las riendas. Big Bart se acercó cabalgando.
    -¡Eh, chico! -dijo.
    El chico no contestó.
    -Te estoy hablando, chaval...
    -Chúpame el culo -dijo el chico.
    -Soy Big Bart.
    -Chúpame el culo.
    -¿Cómo te llamas, hijo?
    -Me llaman «El Niño».
    -Mira, Niño, no hay manera de que un hombre atraviese estas praderas con una sola carreta.
    -Yo pienso hacerlo.
    -Bueno, son tus pelotas, Niño -dijo Big Bart, y se dispuso a dar la vuelta a su caballo, cuando se abrieron las cortinas de la carreta y apareció esa mujercita, con unos pechos increíbles, un culo grande y bonito, y unos ojos como el cielo después de la lluvia. Dirigió su mirada hacia Big Bart, y el cuello de pavo se puso duro y chocó contra el torno de la silla de montar.
    -Por tu propio bien, Niño, vente con nosotros.
    -Que te den por el culo, viejo -dijo el chico-. No hago caso de avisos de viejos follamadres con los calzoncillos sucios.
    -He matado a hombres sólo porque me disgustaba su mirada.
    El Niño escupió al suelo. Entonces se incorporó y se rascó los cojones.
    -Mira, viejo, me aburres. Ahora desaparece de mi vista o te voy a convertir en una plasta de queso suizo.
    -Niño -dijo la chica asomándose por encima de él, saliéndosele una teta y poniendo cachondo al sol-. Niño, creo que este hombre tiene razón. No tenemos posibilidades contra esos cabronazos de indios si vamos solos. No seas gilipollas. Dile a este hombre que nos uniremos a ellos.
    -Nos uniremos -dijo el Niño.
    -¿Cómo se llama tu chica? -preguntó Big Bart.
    -Rocío de Miel -dijo el Niño.
    -Y deje de mirarme las tetas, señor -dijo Rocío de Miel-o le voy a sacar la mierda a hostias.
    Las cosas fueron bien por un tiempo. Hubo una escaramuza con los indios en Blueball Canyon. 37 indios muertos, uno prisionero. Sin bajas americanas. Big Bart le puso una argolla en la nariz...
    Era obvio que Big Bart se ponía cachondo con Rocío de Miel. No podía apartar sus ojos de ella. Ese culo, casi todo por culpa de ese culo. Una vez mirándola se cayó de su caballo y uno de los cocineros indios se puso a reír.
    Quedó un sólo cocinero indio.
    Un día Big Bart mandó al Niño con una partida de caza a matar algunos búfalos.
    Big Bart esperó hasta que desaparecieron de la vista y entonces se fue hacia la carreta del Niño. Subió por el sillín, apartó la cortina, y entró. Rocío de Miel estaba tumbada en el centro de la carreta masturbándose.
    -Cristo, nena -dijo Big Bart-. ¡No lo malgastes!
    -Lárgate de aquí -dijo Rocío de Miel sacando el dedo de su chocho y apuntando a Big Bart-. ¡Lárgate de aquí echando leches y déjame hacer mis cosas!
    -¡Tu hombre no te cuida lo suficiente, Rocío de Miel!
    -Claro que me cuida, gilipollas, sólo que no tengo bastante. Lo único que ocurre es que después del período me pongo cachonda.
    -Escucha, nena...
    -¡Que te den por el culo!
    -Escucha, nena, contempla...
    Entonces sacó el gran martillo. Era púrpura, descapullado, infernal, y basculaba de un lado a otro como el péndulo de un gran reloj. Gotas de semen lubricante cayeron al suelo.
    Rocío de Miel no pudo apartar sus ojos de tal instrumento. Después de un rato dijo: -¡No me vas a meter esa condenada cosa dentro!
    -Dilo como si de verdad lo sintieras, Rocío de Miel.
    -¡NO VAS A METERME ESA CONDENADA COSA DENTRO!
    -¿Pero por qué? ¿Por qué? ¡Mírala!
    -¡La estoy mirando!
    -¿Pero por qué no la deseas?
    -Porque estoy enamorada del Niño.
    -¿Amor? -dijo Big Bart riéndose-. ¿Amor? ¡Eso es un cuento para idiotas! ¡Mira esta condenada estaca! ¡Puede matar de amor a cualquier hora!
    -Yo amo al Niño, Big Bart.
    -Y también está mi lengua -dijo Big Bart-. ¡La mejor lengua del Oeste!
    La sacó e hizo ejercicios gimnásticos con ella.
    -Yo amo al Niño -dijo Rocío de Miel.
    -Bueno, pues jódete -dijo Big Bart y de un salto se echó encima de ella. Era un trabajo de perros meter toda esa cosa, y cuando lo consiguió, Rocío de Miel gritó. Había dado unos siete caderazos entre los muslos de la chica, cuando se vio arrastrado rudamente hacia atrás.
    ERA EL NIÑO, DE VUELTA DE LA PARTIDA DE CAZA.
    -Te trajimos tus búfalos, hijoputa. Ahora, si te subes los pantalones y sales afuera, arreglaremos el resto...
    -Soy la pistola más rápida del Oeste -dijo Big Bart.
    -Te haré un agujero tan grande, que el ojo de tu culo parecerá sólo un poro de la piel -dijo el Niño-. Vamos, acabemos de una vez. Estoy hambriento y quiero cenar. Cazar búfalos abre el apetito...
    Los hombres se sentaron alrededor del campo de tiro, observando. Había una tensa vibración en el aire. Las mujeres se quedaron en las carretas, rezando, masturbándose y bebiendo ginebra. Big Bart tenía 34 muescas en su pistola, y una fama infernal. El Niño no tenía ninguna muesca en su arma, pero tenía una confianza en sí mismo que Big Bart no había visto nunca en sus otros oponentes. Big Bart parecía el más nervioso de los dos. Se tomó un trago de whisky, bebiéndose la mitad de la botella, y entonces caminó hacia el Niño.
    -Mira, Niño...
    -¿Sí, hijoputa...?
    -Mira, quiero decir, ¿por qué te cabreas?
    -¡Te voy a volar las pelotas, viejo!
    -¿Pero por qué?
    -¡Estabas jodiendo con mi mujer, viejo!
    -Escucha, Niño, ¿es que no lo ves? Las mujeres juegan con un hombre detrás de otro. Sólo somos víctimas del mismo juego.
    -No quiero escuchar tu mierda, papá. ¡Ahora aléjate y prepárate a desenfundar!
    -Niño...
    -¡Aléjate y listo para disparar!
    Los hombres en el campo de fuego se levantaron. Una ligera brisa vino del Oeste oliendo a mierda de caballo. Alguien tosió. Las mujeres se agazaparon en las carretas, bebiendo ginebra, rezando y masturbándose. El crepúsculo caía.
    Big Bart y el Niño estaban separados 30 pasos.
    -Desenfunda tú, mierda seca -dijo el Niño-, desenfunda, viejo de mierda, sucio rijoso.
    Despacio, a través de las cortinas de una carreta, apareció una mujer con un rifle. Era Rocío de Miel. Se puso el rifle al hombro y lo apoyó en un barril.
    -Vamos, violador cornudo -dijo el Niño-. ¡DESENFUNDA!
    La mano de Big Bart bajó hacia su revolver. Sonó un disparo cortando el crepúsculo. Rocío de Miel bajó su rifle humeante y volvió a meterse en la carreta. El Niño estaba muerto en el suelo, con un agujero en la nuca. Big Bart enfundó su pistola sin usar y caminó hacia la carreta. La luna estaba ya alta.



    [Reclamo y pataleo a los editores: ¿Para cuándo una traducción al español del Río de la Plata de Bukowski? ¿Por qué el garrón de tener que acordarnos que la polla no es la mujer del pollo sino la elemental pija argentina, o que el ridículo y espantoso follar no suena para nosotros tan contundente como coger o garchar?]

    Maldito Charles Bukowski
     

    "soy la orilla de un vaso que corta, soy sangre…"

    Don't Try

    ------------------------------
    "Querido lector,
    ¿tú entiendes algo?
    los que siguen haciendo la misma pregunta
    en realidad no quieren oír la respuesta"

                                                                                                 en "En paro" del libro "El padecimiento continuo"

    --------------------------------------------
     
     “Como cualquiera podrá deciros, no soy un hombre muy agradable. No conozco esa palabra. Yo siempre he admirado al villano, al fuera de la ley, al hijo de perra. No aguanto al típico chico bien afeitado, con su corbata y un buen trabajo. Me gustan los hombres desesperados, hombres con los dientes rotos y mentes rotas y destinos rotos. Me interesan. Están llenos de sorpresas y explosiones. También me gustan las mujeres viles, las perras borrachas, con las medias caídas y arrugadas y las caras pringosas de maquillaje barato. Me interesan más los pervertidos que los santos. Me encuentro bien entre marginados porque soy un marginado. No me gustan las leyes, ni morales, religiones o reglas. No me gusta ser modelado por la sociedad.”

                                                                                                                                    En “Cojones” del libro "Se Busca Una Mujer"

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    “Bukowski lloró cuando Judy Garland cantó en la Filarmónica de Nueva York, Bukowski lloró cuando Shirley Temple cantó «I got animal crackers in my soup»; Bukowski lloró en pensionzuchas baratas, Bukowski no sabe vestir, Bukowski no sabe hablar, a Bukowski le asustan las mujeres, Bukowski no aguanta nada bebiendo, Bukowski está lleno de miedo, y odia diccionarios, monjas, monedas, autobuses, iglesias, los bancos del parque, las arañas, las moscas, las pulgas, los freaks; Bukowski no fue a la guerra. Bukowski es viejo, Bukowski lleva cuarenta y cinco años sin soltar una cometa; si Bukowski fuese un mono, le expulsarían de la tribu...”
    En “Yo Maté A Un Hombre En Reno” Del libro “La Máquina De Follar”
    ------------------------------
    «muéstrame un hombre que viva solo y tenga una cocina perpetuamente sucia, y cinco veces de cada nueve se tratará de un hombre excepcional»
    Charles Bukowski, 27-6-67', hacia
    la 19.a botella de cerveza.
    «muéstrame un hombre que viva solo y tenga una cocina perpetuamente limpia, y ocho veces de cada nueve se tratará de un hombre de cualidades espirituales detestables».
    Charles Bukowski, 27-6-67 hacia
    la 20.a botella de cerveza.
    En “Demasiado Sensible” de “Erections, Ejaculations, Exhibitions And General Tales Of Ordinary Madness”

    ------------------------------

    "Tomar una porción de Hemingway, añadir una dosis de humor (del que Hemingway extrañamente carece, mientras que Bukowski es un virtuoso), mezclar con un puñado de hojas de afeitar y varios litros de vino barato, luego una o dos gotas de ironía, agitar bien y leer al final de la noche: así tendrá un autentico Bukowwski"

    ------------------------------

     "Mientras sigan existiendo lectores inteligentes e intrépidos ni la obra ni la vida de Bukowski, íntimamente entrelazadas, podrán caer en el olvido"
     
     
    Textos: 
        
    [Abraza la oscuridad]
        [Acto creativo]
        [Ah, si]
        [Aire, luz, tiempo y espacio]
        [Alma de animales muertos]
        [Alubias con ajo]
        [A la puta que se llevó mis poemas]
        [Amor]
        [Amor y coraje]
        [Apostándole a la musa]
        [Arte]
        [Atte., Anica]
        [Atrapado]
        [Ayudando a los viejos]
        [Azul no]
        [¿Bebe?]
        [Beethoven dirigió su última sinfonía completamente sordo]
        [Bien, así es la cosa]
        [¡Bravo!]
        [Cáncer]
        [Capitán buenvino]
        [Causa y efecto]
        [Cena 1.933]
        [Cerveza]
        [Chicas tranquilas y limpias con lindos vestidos]
        [Cisne de primavera]
        [Comentario sobre mi último libro de poesía]
        [Comida rápida]
        [Como ser un gran escritor]
        [Confesión]
        [Conocí a un genio]
        [Consejo amistoso a un montón de jóvenes]
        [Cuando pienso en mi muerte]
        [Culminación del dolor]
        [Dama melancólica]
        [Demasiado tarde]
        [Días como navajas, noches llenas de ratas]
        [El amante de las flores]
        [El ángel que empujaba su silla de ruedas]
        [El cordón desatado]
        [El dedo]
        [El genio de la multitud]
        [El hombre de los bellos ojos]
        [El hombre del piano]
        [El infierno es una puerta cerrada]
        [El momento de la verdad]
        [El pájaro azul]
        [El perdedor]
        [El rostro de un candidato político en una valla publicitaria]
        [El tonto ha heredado]
        [El trivial café del mundo]
        [Ella dijo]
        [Ellos no comen como nosotros]
        [Elogio al infierno de una dama]
        [En un barrio del crimen]
        [Encuentro con el famoso poeta]
        [Enfermo]
        [Están por todos lados]
        [Entrevistas]
        [Extraño]
        [Feliz cumpleaños]
        [Fuera de los brazos]
        [Hemingway, borracho antes del mediodía]
        [Heredo]
        [Hielo para las águilas]
        [Hoy los mirlos están alborotados]
        [Imagen]
        [Informe meteorológico]
        [John Dillinger viene marchando]
        [La apuesta]
        [La historia de un sufrido hijo de puta]
        [La muerte de un idiota]
        [La nariz]
        [La noche que estuve a punto de morir]
        [La retirada]
        [La rotura]
        [La suerte no era una dama]
        [La tragedia de las hojas]
        [La vida feliz de los cansados]
        [Las paredes]
        [Literatura contemporánea, uno]
        [Lo hacés mientras matas moscas]
        [Los extraños]
        [Lo que hay que saber]
        [Lo más extraño]
        [Los basureros]
        [Los más raros]
        [Los profesionales]
        [Los locos siempre me han amado]
        [Los mejores de la raza]
        [Llegaron a tiempo]
        [Manejando a través del infierno]
        [Manual de combate]
        [Mas discusión]
     
        [Mi primer affaire con una veterana]
        [Mis amigos]
        [Mi viejo]
        [Mujeres]
        [Nirvana]
        [Ni lo pienses]
        [Nosotros los dinosaurios]
     
        [No tenemos dinero, tesoro, pero tenemos lluvia]
        [Nota sobre la construcción de las masas]
        [Número 6]
        [Oh, si]
        [Para Jane, con todo el amor que le tuve, que no fue suficiente]
        [Para Jane]
        [Para los merced-maníacos]
        [Paris]
        [Paz]
        [Perro]
        [Platónico]
        [Poema]
        [Poema de amor a una chica que hacía striptease]
        [Poema navideño para un hombre encarcelado]
        [Poema para el limpia botas]
        [Poesía]
        [Policía]
     
        [Práctica]
        [Pregunta y respuesta]
        [Putrefacción]
        [Que risa]
        [Queridos pa y ma]
        [Rapsodia de un amigo ebrio]
        [Rosalie]
        [Saboreo las cenizas de tu muerte]
        [Sandra]
        [Se amable]
        [Se bueno]
        [Sin sueños]
        [Sirena]
        [Solo con todo el mundo]
        [Suerte]
        [Suerte II]
        [Tira de un hilo, un títere se mueve...]
        [Todo]
        [Tregua]
        [Tu]
        [Una de la más ardientes]
        [Un caballo de ojos azulverdosos]
        [Un día extraño]
        [Un disparo en el ojo de la luna]
        [Un modelo]
        [Un poema para viejo diente torcido]
        

    "La máquina de follar"
     Sobre Hank:










    Fragmentos:
       ["Lo más extraño..."]
        ["No hay que lamentarse por la muerte..."]
     
     
    Entrevistas:
        [Por Poli Délano "El grito de los marginados"]
        [Por Sean Penn]
       [Introducción a "Lo que más me gusta es rascarme los sobacos" por Fernanda Pivano]
      
    Correspondencia:



     
    Sobre libros:
     
     

     


    "Estas y otras cosas demuestran que la vida gira sobre un eje podrido"

    ---------------------------------


     “Lo peor de todo es que algún tiempo después de mi muerte se me va a descubrir de verdad. Todos los que me tenían miedo o me odiaban cuando estaba vivo abrazarán de repente mi memoria. Mis palabras estarán en todas partes. Se crearan clubes sociales y sociedades. Será como para volverse loco. Se hará una película de mi vida. Me pintarán mucho más valiente de lo que soy y con mucho más talento del que tengo. Mucho más. Será como para hacer vomitar a los dioses. La especie humana lo exagera todo: a sus héroes, a sus enemigos, su importancia.”

      Nota introductoria en TOCA EL PIANO BORRACHO COMO UN INSTRUMENTO DE PERCUSIÓN HASTA QUE LOS DEDOS TE EMPIECEN A SANGRAR UN POCO” 


    https://sites.google.com/site/escritoresmalditos/charlesbukowski

    Maldito Antonin Artaud

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    Considerado uno de los grandes “escritores malditos”del siglo, su labor entre los hombres fue la de explorarse a sí mismo, una aterradora, obsesiva e implacable búsqueda de la verdad intrínseca que le llevó a los estados más calamitosos de abandono vital, de debilidad y autodestrucción.

     Antonin Artaud (1895 - 1948) es uno de esos turbadores personajes de la poesía y el arte contemporáneo al que nunca podremos clasificar ni juzgar con ecuanimidad.

    "Con Artaud, el lenguaje por sí solo puede cambiarlo todo.
    Es la entrada de lo existencial, la llegada del otro, el gran desplazado y la piel"
    Manuel Borja-Villel




    Obras:                                                                                                                               Biografía       

    1925 El ombligo de los limbos 
    1927 El pesa-nervios
    1929 El arte y la muerte
    1934 Heliogábalo o el anarquista coronado
    1935 Los Cenci
    1938 El teatro y su doble
    1946 Cartas desde Rodez
    1947 Van Gogh el suicidado por la sociedad
    1948 Para terminar con el juicio de Dios

































      

    "Querría hacer un libro que perturbe, que sea como una puerta abierta con acceso a un lugar al que nadie hubiera consentido en ir; una puerta simplemente conectada con la realidad"

    https://sites.google.com/site/escritoresmalditos/antoninartaud

    Alejandra Pizarnik (Dossier)

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     Maldita Alejandra Pizarnik 

     Escribes poemas
    porque necesitas
    un lugar
    en donde sea lo que no es.


    "A exceso de sufrimiento, exceso de noche y de silencio"

    Salvación
    Solamente
    Solo un nombre
    Sueño

    1965 Los trabajos y las noches
    Amantes
    Anillos de ceniza
    Antes
    Caer
    Comunicaciones
    Crepúsculo
    Cuarto solo
    Del otro lado
    Desmemoria
    Despedida
    Destrucciones
    Donde circunda lo ávido
    Duración
    El corazón de lo que existe
    El olvido
    Encuentro
    En tu aniversario
    En un lugar para huirse
    Fiesta
    Formas
    Fronteras inútiles
    Historia antigua
    Infancia
    Invocaciones
    La verdad de esta vieja pared
    Las grandes palabras
    Los ojos abiertos
    Los pasos perdidos
    Madrugada
    Memoria
    Mendiga voz
    Moradas
    Nombrarte
    Pido el silencio
    Poema
    Presencia
    Quien alumbra
    Reconocimiento
    Revelaciones
    Reloj
    Sentido de su ausencia
    Silencios
    Sombra de los días a venir
    Tu voz
    Un Abandono
    Verde paraíso
    Los trabajos y las noches

    1968 Extracción de la piedra de locura
    Cantora nocturna
    Como agua sobre una piedra
    Desfundación
    En la otra madrugada
    Linterna sorda
    Privilegio
    Vértigos o Contemplación de algo que termina

    1971 El infierno musical
    La palabra que sana
    Ojos Primitivos
    El infierno musical
    Cold in hand blues

    1971 La condesa sangrienta
    La condesa sangrienta
    La virgen de hierro
    Muerte por agua
    La jaula mortal
    Torturas clásicas
    La fuerza de un nombre
    Un marido guerrero
    El espejo de la melancolía
    Magia negra
    Baños de sangre
    Castillo de Csejthe
    Medidas severas

    1971 Los Pequeños cantos
    Los pequeños cantos

    1982 Textos de sombra y últimos poemas
    Sobre la poesía, la naturaleza de la poesía y el acto de escribir

    Otros textos
    Palabras
    Tangible ausencia

    Sobre Alejandra
    "El fin de la leyenda maldita"
    Homenaje de Olga Orozco: "Pavana del hoy para una infanta difunta que amo y lloro"
    "Pizarnik, una mujer que hizo poesía con el cuerpo" (en Página 12, Sábado/03-May-2003)
    "La poeta que fue al fondo de todo" (en Página 12, Domingo/20-Ene-2003)
    "Tras las huellas de la desmesura" (en Página 12, Miércoles/25-Sep-2002)
    "Invitados al palacio de las citas": Sobre sus Diarios Inéditos (en Diario Clarín Supl. Ñ, Sábado/14-Sep-2002)
    "Debajo está ella, Alejandra" ( en Clarín Supl. Ñ, Sabado/14-Sep-2002)
    "Los avatares de su legado" ( en Clarín Supl. Ñ, Sabado/14-Sep-2002)
    "La niña, la muñeca y la muerte": sobre la Prosa Completa ( en Clarín Supl. Ñ, Sabado/14-Sep-2002)


     
    Aportes


     



    "No eres tú la culpable
    de que tu poema
    hable de lo que no es"
    2 de Enero, París, 1963.
     
     

     
     “La poesía es el lugar donde todo sucede”

    https://sites.google.com/site/escritoresmalditos/alejandrapizarnik

                                 

    Biografía literaria

    Hablando de Alejandra Pizarnik, el diálogo entre creación y destrucción, coherencia y diversidad contradictoria, se resuelve en una biografía llena de serios equívocos. Consta en el registro que su natalicio fue el 29 de abril de 1936. Su raigambre es ruso-judía, y ésa es la identidad que defienden sus padres, llegados a la Argentina tras haber permanecido algún tiempo en París, donde vive un hermano del cabeza de familia, Elías Pozharnik. Ya habrá notado el lector una variante en la ortografía del apellido, un hecho atribuible, según la versión de César Aira, a «uno de los muy corrientes errores de registro de los funcionarios de inmigración. Tenía veintisiete años, y no hablaba una palabra de castellano, lo que era el caso asimismo de su esposa, un año menor, Rejzla Bromiker, cuyo nombre pasó a ser Rosa» (Alejandra Pizarnik, Barcelona, Ediciones Omega, col. Vidas literarias, 2001, p. 9). Con los Pizarnik instalados en la capital argentina, el árbol genealógico acoge a dos niñas: Myriam y Flora, más tarde llamada Alejandra. El clan ocupa una espaciosa vivienda en Avellaneda, mantenida gracias al negocio de venta de joyería al que se dedica Elías. El destierro, por doloroso que parezca, es en este caso providencial, pues el resto de los Pozharnik y Bromiker, «con excepción del hermano del padre en París, y la hermana de la madre en Avellaneda, pereció en el Holocausto, lo que para la niña debió de significar un contacto temprano con los efectos de la muerte» (César Aira, op. cit.p. 10).
    La experiencia infantil de Alejandra es bastante liberal, de acuerdo con el criterio de su progenitor. En 1954 concluye los estudios secundarios y comienza un periodo de titubeo académico. A medio camino entre las aulas de Filosofía de la Universidad de Buenos Aires y las de la Escuela de Periodismo, la joven procura descubrir una vocación literaria que le anima a seguir el catedrático de Literatura Moderna, Juan Jacobo Bajarlía. Ya por estas fechas, «la fascinación de la infancia perdida —escribe Enrique Molina— se convierte en ella, por una oscura mutación que cambia los signos, en la fascinación de la muerte, igualmente deslumbradora una y otra, igualmente plenas de vértigo» («La hija del insomnio»,Cuadernos Hispanoamericanossup. Los complementarios, n.º5, mayo de 1990, p. 5). Ahora sabemos qué la condujo al taller del pintor surrealista Batlle Planas. Por algo recuerda Aira que los cuadros de Batlle reproducen escenas espectrales, «con algo de Tanguy y algo de Arp o Miró. El interés de la poeta en este tipo de pintura deriva evidentemente de su figuración metafórica; sólo admitió una desviación hacia la pintura llamada naïf, que fue una escuela floreciente en la Argentina en ese entonces» (César Aira, op. cit.p. 11). Con todo, más allá de estas sutilezas, Alejandra juega a convertirse en reportera, y llega a asistir al Festival de Cine de Mar del Plata de 1955. Pero la experiencia periodística queda apartada en beneficio de otras inquietudes.
    Como expresión de esa fragilidad a la que haremos alusión en más de un párrafo, el asma y la tartamudez son irrefutables. En vista de semejante aprisionamiento somático, don Elías cuida a su hija: costea su primer libro, La última inocencia (1956), e incluso llega a abonar los honorarios del psicoanalista que intentará poner en orden el desván sentimental de Alejandra. De hecho, ni la pintura ni la poesía bastan como terapia, y ella experimenta el breve y peligroso fenómeno psicodélico de las anfetaminas. También cura el dolor con analgésicos y frecuenta los somníferos para escapar de la vigilia nocturna.
    Con todos los rasgos de la bohemia juvenil podría hacerse una suerte de patrón de conducta, relativamente fiel a la personalidad de Pizarnik, salvo en un detalle nada desdeñable, y es que ella «tuvo una invencible aversión a la política, que justificaba con el hecho de que su familia en Europa hubiera sido sucesivamente aniquilada por el fascismo y el estalinismo. (…) Para ella, la literatura tenía un único compromiso con la calidad» (César Aira, op. cit.p. 17). Así, pues, la vida literaria es una empresa que ella acomete con máximo interés. Entre los primeros tejados bajo los que se guarece, figura la revistaPoesía Buenos Aires (1950-1960), foco del grupo de los llamados invencionistas, paralelo a otro, el surrealista, cuyas inquietudes también son las propias de la joven poetisa. Curiosamente, la autora de Las aventuras perdidas (1958) frecuenta la consulta del psicoanálisis aun cuando André Breton recuerda «a los jóvenes y a las almas novelescas que, porque este invierno está de moda el psicoanálisis, necesitan figurarse como una de las más prósperas agencias del charlatanismo moderno, la consulta del doctor Freud, con aparatos para transformar los conejos en sombreros»(«Entrevista con el profesor Freud», Los pasos perdidos, traducción de Miguel Veyrat, Madrid, Alianza Editorial, 1998,p. 89). ¿Contradicción? Más bien al contrario: coincidencia de freudianos y surrealistas en el vórtice del subconsciente.
    No obstante, precisemos. Dentro del panorama surrealista, hay dos poetas que coinciden con Alejandra: Enrique Molina y Olga Orozco. Con esta última, por cierto, «tendría una relación que excedió la literatura» (César Aira, op. cit.pp. 21-22). Casi en paralelo, la joven accede en 1955 a las creaciones de Antonio Porchia, un poeta «fundamental en la creación del estilo y el procedimiento de Pizarnik. No fue la única que sacó enseñanzas de su obra: el otro fue Roberto Juarroz, y es instructivo hacer un paralelo entre ambos discípulos» (Ídem,p. 25). Al reseñar la correspondencia que mantuvo nuestra poeta con el escritor y pintor manchego Antonio Beneyto (Dos letras, edición de Carlota Caulfield, Barcelona, March Editor, 2003), Blas Matamoro intuye que, para ella, «los poemas son aproximaciones a la Poesía. No son obras ni textos, sino intentos, borradores, ensayos». Con todo, a través de ese tanteo cabe establecer un inventario de cualidades personales: «ser hija y habitante de la noche, esa madre antigua y regia; buscar con afán la recuperación de los olvidos infantiles; cultivar sin confusión el laberinto de una compleja identidad, centrada en deseos nítidos; existir en una soledad sin fondo y sin horror; practicar una estética de la locura (Artaud, Lautréamont) como defensa contra la locura» («Alejandra de cerca», Blanco y Negro Cultural, suplemento del diario ABC, 12 de julio de 2003, p. 21).
    En esa lucha contra la entropía, Alejandra Pizarnik ensaya diversas estrategias. Una de ellas es el destierro, puesto en práctica en París desde 1960 hasta a 1964. Pero ni siquiera ese nuevo extrañamiento relaja su íntima tensión. «En el fondo —escribe el 25 de julio de 1965— yo odio la poesía. Es, para mí, una condena a la abstracción. Y además me recuerda esa condena. Y además me recuerda que no puedo «hincar el diente» en lo concreto. Si pudiera hacer orden en mis papeles algo se salvaría. Y en mis lecturas y en mis miserables escritos» («Diarios 1960-1968», Frank Graziano, introducción y compilación, Alejandra Pizarnik. Semblanza, México D. F., Fondo de Cultura Económica, 1992, p. 271). Ya se ve: el ensimismamiento hermético y la muerte son los dos puertos que la esperan. Otra empresa posible es el silencio, que se presenta de dos maneras en su obra. «La primera —temible y peligrosa para la palabra poética, aún en antítesis con ella— corresponde a la incapacidad de enunciación. (…) La otra —atracción y fuerza de la palabra poética— simboliza un mundo auténtico, intacto y perdido, y confina con la poesía misma, además de ser el componente necesario de la resonancia propia del lenguaje lírico» (Anna Soncini, «Itinerario de la palabra en el silencio», Cuadernos Hispanoamericanossup.Los complementarios, n.º 5, mayo de 1990, pp. 7-8).
    Claro que, en casi todos los temas que tratamos de ordenar vuelve a infiltrarse la muerte, cuyos códigos descifra en el periodo durante el cual publica Árbol de Diana (1962) y Los trabajos y las noches (1965). «Leí mi libro —escribe el 26 de agosto de 1965—. La muerte es allí demasiado real, si así puedo decir; no el problema de la muerte sino la muerte como presencia. Cada poema ha sido escrito desde una total abolición (o mejor: desaparición) del mundo con sus ríos, con sus calles, con sus gentes. Esto no significa que los poemas sean buenos» («Diarios 1960-1968», op. cit.p. 273). Pese a figurar como detalle anecdótico, sorprende que, aun definiéndose en esa totalidad de la muerte, Pizarnik cultivara a ratos y con buen estilo el donaire social. Una vez más, el lenguaje era su instrumento privilegiado. Por ello censura Ivonne Bordelois que los autores de semblanzas no hablen nunca de «la extraordinaria voz de Alejandra y de su aún más extraordinaria dicción. Alejandra hablaba literariamente desde el otro lado del lenguaje, y en cada lenguaje, incluyendo el español y sobre todo en español, se la escuchaba en una suerte de esquizofrenia alucinante» (Correspondencia Pizarnik, Buenos Aires, Seix Barral, Editorial Planeta Argentina, 1998, p.15).
    Cuando el 30 de abril de 1966 retoma las páginas de su diario, se observa recién llegada a los treinta años, sin saber aún nada de la existencia. «Lo infantil —escribe— tiende a morir ahora pero no por ello entro en la adultez definitiva. El miedo es demasiado fuerte sin duda. Renunciar a encontrar una madre. La idea ya no me parece tan imposible. Tampoco renunciar a ser un ser excepcional (aspiración que me hastía). Pero aceptar ser una mujer de 30 años… Me miro en el espejo y parezco una adolescente. Muchas penas me serían ahorradas si aceptara la verdad» («Diarios 1960-1968», op. cit.p. 277). Al cabo, la substancia nativa de la poesía y de la biografía se confunden, y aunque ello pueda ser discutido por numerosos analistas, lo cierto es que los motivos recurrentes de una no se explican fácilmente sin el auxilio de los que atañen a la otra: «la seducción y la nostalgia imposibles, la tentación del silencio, la escritura concebida como espacio ceremonial donde se exaltan la vida, la libertad y la muerte, la infancia y sus espejismos, los espejos y el doble amenazador» (Ana Nuño, en Alejandra Pizarnik, Prosa completa, edición a cargo de Ana Becciú, Barcelona, Editorial Lumen, 2001, p. 8).
    Mediante el simbolismo desmesurado de Extracción de la piedra de locura (1968), la sola cita del dolor y la impotencia configura el tablero poético, pero no ya por medios convencionales, sino a través de una constatación —rica en consecuencias— de la falta de fe en su propia imaginación creadora. «Si no fuera así —escribe el 24 de mayo de 1966— no leería para aprender sino para gozar. ¿Aprender qué? Formas. No, no es el deseo de frecuentar modos de expresión. Mis contenidos imaginarios son tan fragmentarios, tan divorciados de lo real, que temo, en suma, dar a luz nada más que monstruos. (…) Creo que se trata de un problema de distribución de energías. Pero lo esencial es la falta de confianza en mis medios innatos, en mis recursos internos o espirituales o imaginarios» («Diarios 1960-1968», op. cit.pp.279-280).
    Desde luego, sólo en este clima de bloqueo y melancolía es posible estudiar de forma pormenorizada títulos comoNombres y figuras (1969), La condesa sangrienta (1971) y El infierno musical (1971). En cierto modo, podemos insinuar un propósito testamentario, aunque ese fin también es propio de creadores que no conciben el suicidio entre sus planes. El caso es que, si bien permite que la imprenta reitere sus palabras, Alejandra no quiere perpetuarse y por eso elige morir en la madrugada del 25 de septiembre de 1972. Cincuenta pastillas de Seconal sódico le interesan como un símbolo de su decisión, y es que la muerte «es la mayor disonancia o, quizá, la armonía radical del silencio» (Blas Matamoro, Puesto fronterizo, Madrid, Síntesis, 2003, p. 174). En todo caso, según detalla Ana Nuño, la mitificación de su propio fallecimiento «ha acabado produciendo una especie de relato de la pasión que la recubre con el velo de un Cristo femenino». Abundan los retratos del poeta suicida y Alejandra ingresa en esa galería de espectros añadiendo una etiqueta más a su obra. ¿Alguien discute, a estas alturas, que el malditismo sea un rótulo atractivo?
    Como es obvio para Nuño, resultan graves las consecuencias de esa patología consistente en vincular vida y obra. La lectura de todo ello nos conduce a la cuestión del género: «La melancolía, la soledad y el aislamiento, cuando se ponen de manifiesto en la vida de una mujer, son rasgos que admiten ser interpretados como la prueba de un desequilibrio psíquico de tal naturaleza, que puede conducir a su autora al suicidio o la locura. Si es varón el escritor, en cambio, y su obra o vida o ambas manifiestan parecida contextura —la lista es larga, de Hölderlin y Rimbaud a Kafka y Beckett—, ésta suele recibirse como una confirmación del talante visionario del hacedor»(Ana Nuño, op. cit.p. 7). A vueltas con esa conexión entre la obra literaria y la realidad de su autora, Frank Graziano cree que «la obra suicida de Pizarnik sólo puede nombrar una muerte literaria y nunca una real». Es más, el debate sobre si la escritora cometió un suicidio o simplemente erró la dosis, resulta académico en lo concerniente a su creación literaria, pues dicha obra «sólo nombra la muerte que sufrió Pizarnik como autora, como personaje de su propia ficción, cualesquiera que fuesen las intenciones específicas de Pizarnik como persona» («Una muerte en que vivir», Alejandra Pizarnik. Semblanza, México D. F., Fondo de Cultura Económica, 1992, pp. 12-13).
    Pese a algún exceso romántico y a más de un fraude piadoso, las biografías que han ido reconstruyendo el pasado de Alejandra Pizarnik reúnen hechos ciertos, aunque guiados por una relación mudable, de sabor barroco. En rigor, no son juegos imaginativos sino manifestaciones vibrantes, cuya materia prima es de las que fecundan una generación. Al fin y al cabo, reconstruir una vida de esta naturaleza conlleva un acto de soberbia en el que los biógrafos se creen capaces de expresar sentimientos y formas delirantes, pero también es un acto de humildad, también es un deseo de perfeccionar literariamente lo que en el pasado se ve como imperfecto y quebradizo.



    AL PACINO: MAS DE 15 ESCENAS IMPRESIONANTES.

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    Alfredo James Pacino, conocido como Al Pacino (Nueva York, Nueva York, 25 de abril de 1940), es un actor y director estadounidense de cine y teatro, ganador de los premios Óscar, Emmy, Globo de Oro, SAG, BAFTA, AFI y Tony, y considerado uno de los mejores actores de la historia. Es famoso por interpretar mafiosos, como Michael Corleone en la trilogía de El Padrino, Tony Montana en Scarface, Alphonse "Big Boy" Caprice en Dick Tracy, "Lefty" Ruggiero en Donnie Brasco y Carlito Brigante en Atrapado por su pasado, aunque también ha aparecido varias veces del lado de la ley, como oficial de policía, detective y abogado. Su papel como Frank Slade en Scent of a Woman le valió el Óscar al mejor actor en 1992 después de haber recibido varias nominaciones previas.


    ESCENA THE GODFATHER 1:






    El padrino (título original en inglés: The Godfather 1 ) es una película estadounidense de 1972 dirigida por Francis Ford Coppola. El filme fue producido por Albert S. Ruddy, de la compañía productora Paramount Pictures. Está basada en la novela del mismo nombre, de Mario Puzo, quien adaptó el guion junto a Coppola y Robert Towne, este último sin ser acreditado.
    El film narra la historia de Michael Corleone, un hombre apartado de los negocios mafiosos de su familia, hasta que la vida de su padre Don Vito Corleone, y la de toda su familia corren peligro debido a negarse a una alianza con la familia rival y un poderoso narcotraficante, ya que no quieren entrar en el mundo del narcotráfico. Contó con un reparto encabezado por Marlon Brando, quien interpreta a Don Vito y Al Pacino, quien interpreta a Michael; el reparto lo completan James Caan y John Cazale como los otros dos hijos de Don Vito: Sonny y Fredo, respectivamente; Robert Duvall, como Tom Hagen, el hijo adoptivo de Corleone y abogado (con la tarea de consigliere) de la familia; y Diane Keaton, como Kay Adams, la novia y posterior esposa, de Michael. 










    ESCENA THE GODFATHER 3




    The Godfather. Part III , es la tercera película de la trilogía de El Padrino, completando la historia de Michael Corleone, un padrino de la mafia que trata de legitimar su imperio criminal. La película incluye, en su trama, acontecimientos basados en hechos reales, como la misteriosa muerte del Papa Juan Pablo I y el escándalo del banco papal de 1981-1982, vinculándolos entre ellos y con relación a Michael Corleone. El film está protagonizado por Al Pacino, Diane Keaton, Talia Shire, Andy García, Eli Wallach, Joe Mantegna, Raf Vallone, George Hamilton, Bridget Fonda y Sofia Coppola. El guion fue escrito por Mario Puzo y Francis Ford Coppola; y la película fue dirigida por Coppola. Contrariamente a sus predecesoras, El padrino y El padrino II, El Padrino III no fue ampliamente aclamada por la crítica. Al día de hoy, los críticos y fanáticos de la trilogía siguen divididos con respecto a su legado. 














    SERPICO




    Sérpico (1973) es una coproducción italo-estadounidense dirigida por Sidney Lumet, protagonizada por Al Pacino en el papel principal.Frank Serpico (Al Pacino) es un policía del Departamento de Policía de Nueva York. Es un hombre recto y, contrariamente a muchos de sus colegas, no está dispuesto a aceptar dinero de los criminales. Por este motivo ningún policía quiere trabajar con él, ya que se encuentra en peligro permanente. Serpico intenta cambiar las cosas en el cuerpo de policía. Recurre a los altos jefes, pero no le hacen caso. Así, pues, no le queda más que la esperanza de que algún día las cosas cambien. Hasta que decide enfrentarse a sus compañeros corruptos, poniendo su vida en peligro y ganándose la enemistad de criminales y policías peligrosos. 











    SCENT OF A WOMAN




    Scent of a Woman es una película estadounidense de 1992, dirigida por Martin Brest. Protagonizada por Al Pacino, Chris O'Donnell, James Rebhorn, Gabrielle Anwar y Philip Seymour Hoffman en los papeles principales.La trama se desenvuelve alrededor de Charlie Simms (Chris O'Donnell), un estudiante que proviene de una familia pobre, becado en una prestigiosa escuela preparatoria privada. Con el objetivo de ganar el dinero necesario para tomar un vuelo de regreso a casa en Navidad, Charlie acepta un trabajo como acompañante de un oficial retirado del Ejército de Estados Unidos, el Teniente coronel Frank Slade (Al Pacino): un amargado hombre de mediana edad invidente. Slade había decidido visitar la ciudad de Nueva York y recurre a Charlie Simms para que le acompañe. El coronel le complica la vida a Charlie, obstaculizándole los intentos de acercarse a él y ayudarlo, mientras le da una lección de vida. 











    CARLITO´S WAY




    Dirigida por el estadounidense Brian De Palma en 1993, la cinta está basada en las novelas del juez y escritor Edwin Torres, Carlito's Way y After Hours. La adaptación del guion fue escrita por David Koepp. Sus protagonistas son Al Pacino, Sean Penn, Penelope Ann Miller y John Leguizamo, también actúan Viggo Mortensen y Jorge Porcel. La canción de la película, "You Are So Beautiful", fue interpretada por Joe Cocker. Las dos novelas se basan en el personaje Carlito Brigante, un narcotraficante que después de ir a prisión se reforma y decide alejarse del crimen y de los negocios ilegales, pero estos continúan persiguiéndole. El film de 1993 está ambientado en el año 1975, y está basado en la novela After Hours pero no se utilizó este título para evitar confusión con la película de Martin Scorsese de mismo nombre y que no tiene relación con la saga de Carlito Brigante. El director tomó After Hours ya que Pacino no era tan joven como para interpretar al Carlito Brigante de Carlito's Way. 











    SCARFACE




    Scarface es una película estadounidense de 1983, dirigida por Brian De Palma. Protagonizada por Al Pacino, Steven Bauer, Michelle Pfeiffer, Mary Elizabeth Mastrantonio, Robert Loggia, Harris Yulin, Paul Shenar y F. Murray Abraham en los papeles principales. El guion fue escrito por Oliver Stone y está basado en el filme del mismo nombre de 1932, dirigido por Howard Hawks.Antonio «Tony» Montana (Al Pacino) es un delincuente y homicida cubano, de fuerte carácter, refugiado en Estados Unidos. Harto de vivir en la miseria, quiere triunfar a cualquier precio y poco a poco lo consigue convirtiéndose en un narcotraficante y mafioso de temer. 







    DICK TRACY




    Dick Tracy es una película de 1990 basada en la serie de historietas de la década de 1930 homónima creada por Chester Gould. Protagonizada y dirigida por Warren Beatty, contó con Madonna como protagonista femenina (Breathless Mahoney) y Al Pacino en el personaje de Big Boy Capice .






    AND JUSTICE FOR ALL




    Justicia para todos es una película de 1979 que cuenta la historia de un abogado de Baltimore (Al Pacino) que intenta defender la causa de un presunto violador en un juzgado corrupto. La película está dirigida por Norman Jewison y sobre el guion escrito de Valerie Curtin y Barry Levinson. Justicia para todos estuvo nominada a los Oscars en las categorías de mejor actor principal (Pacino) y mejor guion original (Curtin y Levinson).






    EL MERCADER DE VENECIA  DE WILLIAM SHAKESPEARE EN TEATRO






    Al Pacino en los escenarios de Broadway con la obra "El mercader de Venecia", de William Shakespeare.




    DEVIL'S ADVOCATE







    The Devil's Advocate (traducida en Hispanoamérica como El abogado del diablo y en España como Pactar con el diablo) es una película estadounidense de 1997 protagonizada por Keanu Reeves (en el papel principal del abogado Kevin Lomax) y Al Pacino (en el papel de John Milton), además de la participación de la actriz Charlize Theron como la esposa de Lomax.Kevin Lomax (Keanu Reeves) es un joven abogado cuya carrera va en un ascenso tal que nunca ha perdido un juicio. Sus ansias por ganar a cualquier precio hacen que, al inicio de la película y luego de convencerse de su culpabilidad, continúe defendiendo a un acusado de abusar a una alumna de secundaria, humillando a la víctima al hacerla pasar por mentirosa. De esta forma logra ganar el juicio. Esto hace que lo contrate una gran firma de abogados de Nueva York cuyo CEO es John Milton (Al Pacino), quien tiene un especial interés en Lomax. 
    Una genial interpretación de Pacino como el diablo. La película está llena de simbología respecto a la lucha entre el bien y el mal. Resalta la responsabilidad del hombre al momento de elegir qué camino tomar, decisión que deberá tomar el protagonista al final de la película. En el monólogo final, Milton le demuestra a Kevin Lomax que todo ha sucedido por la propia elección de Kevin. Incluso Milton le hace recordar que él mismo le mostró el camino del bien pero que Kevin escoge seguir el de su propio egoísmo. 









    HEAT




    Heat es una película policíaca estadounidense escrita, producida y dirigida por Michael Mann.Protagonizada por Al Pacino, Robert De Niro y Val Kilmer, la cinta fue un éxito comercial y en la crítica, recaudó $67 millones de dólares en los Estados Unidos y $187 millones a nivel mundial.
    Heat fue clasificada con el número 38 en la lista de "Las 500 películas más grandes de todos los tiempos" publicada por la revista Empire. 

    El ex convicto Neil McCauley (Robert De Niro) es un astuto criminal que dirige una profesional banda de ladrones y asaltantes de bancos. Neil y su banda operan en el área de Los Ángeles y efectúan atracos millonarios principalmente a bancos, bóvedas y vehículos de valores. McCauley planea un último golpe millonario para retirarse de la vida criminal. Tras un error en su último atraco, Neil y su banda son detectados por el teniente Vincent Hanna (Al Pacino) de la división de Robos y Homicidios de la Policía de Los Ángeles. Hanna, ex marine, es un policía experimentado y dedicado que ha desmantelado peligrosas bandas del crimen organizado en ciudades como Nueva York y Chicago. Ahora Hanna se interpone en el camino de Neil y su último atraco. Hanna y Neil se encuentran en los lados opuestos de la ley, descubren que el uno desafía al otro, y que ambos representan un peligro mayor al que se hayan enfrentado jamás. 




    ANY GIVEN SUNDAY




    Un domingo cualquiera es una película de 1999 dirigida por Oliver Stone con la actuación de Al Pacino, Cameron Diaz, Dennis Quaid, Jamie Foxx, James Woods, Lawrence Taylor, Aaron Eckhart, y LL Cool J.

    Cuatro años antes, los Tiburones de Miami, dirigidos por el entrenador D'Amato (Al Pacino), habían ganado dos campeonatos consecutivos, pero ahora sólo consiguen acumular derrotas. Además, el público escasea y los antiguos ídolos están en el ocaso de sus carreras, particularmente Jack "Cap" Rooney (Dennis Quaid), que a sus 39 años se aferra desesperadamente a lo poco que le queda como jugador profesional. Por otra parte, son frecuentes los conflictos con Christina Pagniacci (Cameron díaz), la joven presidenta y propietaria del equipo. Además, D'Amato tiene serios problemas familiares. 





    DONNIE BRASCO





    Donnie Brasco es una película de drama dirigida por Mike Newell y protagonizada por Al Pacino y Johnny Depp estrenada en 1997. Es una adaptación de la historia del Agente del FBI Joseph D. Pistone y su trabajo como agente encubierto infiltrado en la familia Bonanno, una de las cinco familias más importantes de la mafia italiana en Nueva York. Johnny Depp se encontró varias veces con Pistone mientras se preparaba para el papel. Entablando una amistad con Ben "Lefty" Ruggiero (Pacino), Joe Pistone (bajo el nombre de “Donnie” Brasco) logra integrarse a la familia dirigida por Sonny Black (Madsen). Ruggiero y Pistone se vuelven cada vez más unidos, pero en realidad tienen roles sociales antagónicos.

    http://ojoadicto.blogspot.com/2014/10/al-pacino-mas-de-15-escenas.html

    CINE DE LARS VON TRIER: BREAKING THE WAVES (1996) Rompiendo las olas

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    Agónica, intensa, melodramática es 
    quizás una de las películas más 
    interesantes abordando el tema 
    del sacrifico de una mujer por 
    amor hasta llegar a situaciones límite. 




    Dirigida por Lars Von Trier, en el año 1996 y 
    protagonizada por la entonces debutante 
    Emily Watson, esta historia Premio Especial 
    del Jurado en el Festival de Cine de Cannes,
     está segmentada en capítulos coloreados 
    realizados por  Pers Kirkeby y solo tiene
     música en cada corte. Está incluida en la 
    trilogía Corazón dorado, de la que también
     forman parte Idioterne y Dancer in the Dark.















    La película está influenciada por el movimiento 
    realista Dogma 95 , del cual Von Trier fue miembro
     fundador , y las imágenes granuladas y la fotografía 
    de mano, de este film, le dan una apariencia 
    superficial de una película Dogma . Sin embargo ,
     las reglas Dogma exigen el uso de localizaciones
    reales , mientras  que muchos de los lugares en
    Rompiendo las olas fueron construidos en un estudio . Tampoco se  apoya el el uso de CGI en esta cinta.
















    La historia narra las desventuras de una pareja 
    de recién casados, cuyo marido sufre un accidente 
    que lo deja paralizado. Este le pide a su mujer que 
    no se prive del placer sexual y que le cuente sus 
    aventuras. Ella resignada se entrega a cualquier 
    hombre en un acto de fe, por medio del cual cree 
    que recuperará a su esposo de la invalidez. 


















    Como es casi habitual en muchos de sus films, 
    el peso lo lleva la figura femenina, una expresiva y desbordante Emily Watson, que se roba la pantalla 
    y resulta inolvidable. 















    Cada capítulo es más fuerte que el anterior 
    en una escalada emocional que nos lleva las 
    sensaciones al límite de lo tolerable. Un cine 
    duro de digerir, con mucha cámara en mano, 
    que añade un toque de realismo que exacerba
     el tono dramático de la cinta.

    Belleza y dolor en una pieza poética.


    TRAILER:




    PRESENTACIÓN DE CADA CAPÍTULO:









    TRAILER EN CASTELLANO:




    IDEAS DE COSTA-GAVRAS : UN DIRECTOR DESPERTADOR DE CONCIENCIAS -

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     Fernanda Bargach-Mitre



    Constantin Costa-Gavras director, considerado un realizador político y social, un despertador de conciencias, polémico y valiente, sin tapujos ni medias verdades que hace realmente cine de autor, reflexiona sobre el mundo que lo rodea. De origen griego, famoso por haber tocado, desde un aspecto muy oscuro, tramas políticas muy exitosas en su haber se encuentran películas emblemáticas. Ver filmografía

    Un pequeño extracto de distintas ideas recopiladas para este artículo, de este gran cineasta.



    "El capitalismo, esa pasión por el dinero. Dinero, dinero, tener más coches y más grandes, una casa en el campo, piscina, eso es lo que mueve hoy al mundo.¨
     

     ¨Cuando cayó el muro de Berlín pensamos que por fín el mundo iba a ser diferente, pero no, es peor. ¿Qué le estamos diciendo a la juventud sobre la necesidad de crear un mundo mejor? Que todo, el medio ambiente, el paro, la economía, que todo es peor, que no hay esperanza. No proponemos una vida mejor, sólo que cada vez vamos hacia un mundo más oscuro".

    ¨Trato temas que son actuales en nuestra sociedad desde hace muchos años. Pienso que hay que hablar de esas cosas, me preocupan muchas cosas pero me parece que el cine de los últimos años se ha alejado de ellas, hay muchas películas de acción. Pero hay que volver a lo esencial que es nuestra sociedad y lo que nos está pasando.¨

    "Hemos llegado a un punto en el que todo parece descontrolado a punto de explotar. Es verdad que en el capitalismo americano los bancos tienen una libertad total, no hay regulación para detenerlo. En los europeos hay cada día menos regulación pero el ejemplo del capitalismo salvaje viene de Estados Unidos."
     
    “Hoy en día, Europa ya es solo un gran supermercado;los políticos ya no tienen poder, se han dejado dirigir por los economistas.” 


    Tras la caída del imperio soviético, todos pensábamos que viviríamos en un paraíso, pero hoy la situación está peor que nunca. El liberalismo agresivo triunfa y ya no existe un contrapeso político.El hombre pasa a segundo plano mientras la economía ocupa el primero. El "economismo" maltrata al humanismo 

     El dinero es cada vez más importante en todas partes. Es uno delos inventos más abstractos y significativos de los seres humanos.Al mismo tiempo, el dinero es capaz de extraordinaria corrupción entodo tipo de relación. Trato de ver cómo y por qué, cada vez más, el dinero se está convirtiendo en una religión.
    El cine ha cambiado el mundoSi usted va al principio del cine, se puede ver que el mundocomenzó a conocer a otros mundosEra extraordinarioHemos visto cómo otras personas estaban viviendo y pensandoCómo estaban tristes o felicesTambién vimos el cuerpo -personas desnudas o semidesnudas, que fue prohibido en todas partes por las religiones.Esto era muy importante. En esencialos cineastas tienen que ser libres y no dirigidos por el poder o los políticos.


    FILMOGRAFÍA:
    1965 : Los raíles de la muerte con Simone Signoret e Yves Montand 
    1967 : Un homme de trop con Charles Vanel y Bruno Cremer 
    1969 : Z con Yves Montand y Jean-Louis Trintignant 
    1971 : La confesión con Yves Montand y Simone Signoret 
    1973 : Estado de sitio con Yves Montand y Renato Salvatori 1975 : Sección especial con Michael Lonsdale y Louis Seigner 
    1979 : Clair de femme con Romy Schneider e Yves Montand 
    1981 : Desaparecido con Jack Lemmon y Sissy Spacek 
    1983 : Hanna K con Jill Clayburgh y Jean Yanne 
    1985 : Consejo de familia con Fanny Ardant y Remi Martin 
    1987 : El sendero de la traición con Debra Winger y Tom Berenger 1989 : La caja de música con Jessica Lange y Armin Mueller-Stahl 
    1991 : Pour Kim Song-Man con MC Solaar, Sai Sai Contre l'oubli codirigido con Chantal Akerman, René Allio 
    1993 : Un pequeño apocalipsis con Pierre Arditi, André Dussollier 
    1995 : Lumière y compañía codirigido con Lasse Hallström, Abbas Kiarostami À propos de Nice, la suite codirigido con Catherine Breillat 
    1997 : Mad City con Dustin Hoffman y John Travolta 
     2001 : Amen. con Ulrich Tukur y Mathieu Kassovitz 
     2004 : Arcadia con José Garcia 
    2009 : Edén al Oeste con Riccardo Scamarcio 
    2012 : El Capital con Gabriel Byrne 

    LINKS A ALGUNAS DE SUS PELÍCULAS:



      


    http://ojoadicto.blogspot.com/2014/08/ideas-de-costa-gavras-un-director.html

    'Take This Waltz', el vaivén del amor -ENTRE DOS AMORES (Dossier)

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    Crítica | Take This Waltz

    Take This Waltz

    ENTRE DOS AMORES

    crítica de Take This Waltz | Sarah Polley, 2011

    Sarah Polley es una de esas actrices que, sin ser especialmente bella, ni haber protagonizado un gran éxito de taquilla jamás, ha sabido granjearse el respeto de la industria gracias a una carrera de lo más interesante, dejando constancia de una gran profesionalidad y talento al tocar todo tipo de géneros y ponerse a las órdenes de directores tan interesantes como Terry Gilliam, David Cronenberg, Atom Egoyan o Wim Wenders. En España la conocemos, sobre todo, por esas dos maravillosas películas que rodó con Isabel Coixet, Mi vida sin mí (2003) y La vida secreta de las palabras (2005). Sendos dramas íntimos de los que Polley debió tomar buena nota para su posterior faceta de directora. Sorprendió a propios y extraños en 2006 con Lejos del cielo, delicado filme sobre el Alzheimer que llevó a la veterana Julie Christie a las puertas del Oscar. La sensible actriz se había convertido en una realizadora con un universo muy personal, capaz de ofrecer excelentes retratos femeninos en la línea de su maestra Isabel Coixet. Cinco años nos ha hecho esperar Polley para comprobar si con su estimable ópera prima había sonado la flauta por casualidad o si en realidad está tan dotada para la dirección como allí apuntaba.Take This Waltz (2011), a simple vista, podría parecer una típica comedia romántica con triángulo amoroso, de las muchas que han inundado las carteleras en los últimos años. Que uno de sus protagonistas sea Seth Rogen, uno de los cómicos con más tirón comercial de la actualidad, invitaba a una nueva Lío embarazoso (2007), pero nada del humor gamberro de aquella vamos a encontrar en esta segunda incursión tras las cámaras de Sarah Polley.

    Con un título que toma prestada una canción de Leonard Cohen, Take This Waltz nos adentra en la rutina de Margot, una joven ama de casa que lleva cinco años de “feliz”matrimonio con Lou, un escritor de libros de cocina de carácter infantil y bromista, con una facilidad innata para sacarle a su esposa una sonrisa en cualquier momento, pero incapaz también de mantener la llama de la pasión del primer día. En un viaje, Margot conoce al imprevisible Daniel, artista ambulante con el congenia rápidamente, naciendo entre ambos una bonita amistad. Por caprichos del destino, los nuevos amigos descubren asombrados que son vecinos, por lo que están obligados a encontrarse cada día por la calle. Pese a que en un principio, Margot intenta luchar con todas sus fuerzas contra la irrefrenable atracción que despierta en ella el aventurero Daniel, la rutina junto a Lou la empuja a dar un importante paso en su vida. La película poco tiene de comedia. Si acaso, las puntuales ocurrencias de Rogen pueden hacer cierta gracia. El actor sorprende por su contención en un personaje que mantiene un equilibrio constante entre la ternura y la apatía. Podría decirse que salva con buena nota su incursión en los terrenos del melodrama romántico, alejándose de sus tics y gracietas fáciles a las que nos tiene acostumbrados.

    Take This Waltz

    Pero si hay alguien que brilla con luz propia en el filme, esa es la grandiosa Michelle Williams. Esta actriz, pese a su juventud, no deja de sorprendernos película tras película, con su enorme versatilidad y una inteligente elección de sus proyectos. Ha rozado el Oscar en tres ocasiones en poquísimos años –Brokeback Mountain (2005), Blue Valentine (2010) yMi semana con Marilyn (2011)– y en su vulnerable papel de Margot encuentra una nueva oportunidad para su absoluto lucimiento. Un personaje que podría despertar antipatía (cómo puede plantearse engañar a un marido tan encantador), se gana la total complicidad del espectador, capaz de ponerse en la piel de una mujer que, pese a que quiere a su esposo, está cansada de ver cómo cocina pollo día tras día y descubre, durante su cena de aniversario, que ya no tienen nada que decirse. Cierto es que no le falta cada mañana un “te quiero” y que Lou siempre la hace reír con sus constantes juegos y bromas, pero todos necesitamos esa chispa para no hundirnos en la monotonía. El canadiense Luke Kirby está perfecto como el tercer vértice de este triángulo, logrando una fascinante química con Williams en todas las escenas que comparten. Los ojos con que Daniel mira a Margot cuando ésta le habla, son los de un auténtico enamorado. Los diálogos están cargados de verdad e ingenio, gracias al magnífico guión de la propia Polley (tal vez sea mejor guionista que directora), repleto de pequeños detalles en el dibujo de sus tres personajes principales. Escenas como la de Daniel y Margot en la atracción de feria, con la canción Killed the Radio Star de fondo, o la que comparten en la piscina, destacan por su gran tensión sexual y ayudan a darle gran verosimilitud a la historia.

    Take This Waltz

    El filme sigue los patrones del mejor cine independiente estadounidense, retratando de manera sutil y elegante los terribles estragos de la rutina en una pareja, al igual que lo hicieron otras obras recientes como Rabbit Hole (2010)Like Crazy (2011) o la misma Blue Valentine (2010). Polley no profundiza en las consecuencias de este desamor en toda su crudeza, pero tampoco se queda en la superficie ni cae en la cursilería. De hecho, el final deja un regusto insospechadamente amargo en el espectador. Aquí no hay cuentos de hadas, no existen los príncipes azules que te aseguren una vida de eterna aventura y, tarde o temprano, la pasión inicial da paso al mismo hastío de siempre. La canción Take This Waltz (Acepta este vals) es utilizada por Polley en una magnífica secuencia que resume a la perfección todas las etapas por las que pasa una pareja hasta llegar a ese punto de desencanto. En la última media hora, la directora, que ha sido muy generosa con el metraje de su película, rompe completamente el tono dulzón de la propuesta, desvelándonos la verdadera naturaleza anti-romántica de su mensaje. Al final, lo que cuenta es que Margot –una mujer que al principio del metraje reconoce tener miedo de perderse en una conexión entre dos vuelos– se encuentre a sí misma, dejando atrás su inmadurez y esa dependencia casi enfermiza de sus parejas. En definitiva, estábamos ante una cinta mucho menos convencional de lo que aparentaba y Sarah Polley demuestra un gran valor al dar esa vuelta de tuerca final que la aleja de cualquier pretensión comercial. No hizo demasiado ruido a su paso por los festivales de San Sebastián y Toronto, donde no levantó grandes pasiones, pero se trata de un trabajo muy estimable y conmovedor que no sería tan eficaz sin esa fuerza de la naturaleza llamada Michelle Williams. Ella es la película. 

    José Antonio Martín.
    crítico de cine.

    Canadá. 2011. Titulo original: Take This Waltz. Directora: Sarah Polley. Guión: Sarah Polley. Productora: Joe´s Daughter/ Astral Media/ The Harold Greenberg Fund. Recaudación: 1.239.692 dólares. Fotografía: Luc Montpellier. Música: Jonathan Goldsmith. Montaje: Christopher Donaldson. Intérpretes: Michelle Williams, Seth Rogen, Luke Kirby, Sarah Silverman, Jennifer Podemski, Aaron Abrams. Presentación oficial: Festival de Toronto 2011.

    Take This Waltz

    Take This Waltz poster
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    'Take This Waltz', el vaivén del amor

    (Spoilers) Polley inicia su film con Margot —Michelle Williams demostrando que cada vez es mejor actriz— cocinando y recordando mientras una figura masculina desenfocada pasa a su lado, imaginamos un hombre, imaginamos su pareja. El largo flashback nos mostrará cómo Margot conoce a un hombre con el que enseguida comprueba tener un feeling fuera de lo común, la sorpresa llega a los pocos minutos, Margot está casada y es fiel. El resto es fácil imaginarlo aunque Polley maneja muy bien los tópicos, empezando y terminando su historia en lugares poco recorridos en las actuales comedias románticas, aunque ‘Take This Waltz’ tenga pocos apuntes cómicos.
    Hay humor en la película, situaciones que sirven para señalar ese feeling inicial que existe entre algunas parejas, esos instantes engañosos que nos llevan a creer que el amor es algo maravilloso que durará eternamente, una de las creencias más absurdas del ser humano y que irónicamente nos ha llevado a hacer grandes cosas en nombre de ello. Pero el trasfondo es totalmente amargo, y una vez más en una película se habla sobre el carácter cíclico de la vida, en este caso de ese sentimiento tan caprichoso —¿cuántas veces he utilizado esa expresión?— que aboca a sus personaje a tomar decisiones demasiado importantes sin meditarlas lo suficiente. Polley no carga las tintas y a veces raya en lo cursi sin caer jamás en ello, algo realmente difícil de conseguir. Para ello viste sus secuencias románticas de cierta musicalidad. Atención al instante en el que suena ‘Video Killed the Radio Star’, tema hortera donde los haya y que en el film funciona a la perfección.
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    Pero el tema musical mejor utilizado es, sin duda alguna, el que da título a la película. Take This Waltz, de Leonard Cohen y Federico García Lorca viste la mejor secuencia del film de lejos, aquella que recuerda en intenciones al inicio de ‘Up’ (id, Pete Docter, Bob peterson, 2009), y que resume a través de un travelling circular la relación amorosa entre Margot y Daniel (Luke Kirby), mostrando una cruel verdad: cómo la inicial pasión e interés van desembocando en rutina, cómo llegan a un punto en el que Margot ya estaba en su anterior relación, la cual abandonó en pos de la excitación que produce una nueva aventura amorosa. El mensaje es claro, todo sucede de nuevo, una y otra vez, una y otra vez. Es curioso como el personaje secundario interpretado por la cómica Sarah Silverman es el único que le estampa la verdad en la cara a Margot.
    Polley muestra la misma buena mano que en su anterior film en cuanto al ritmo se refiere, aunque en este caso parece no querer desprenderse de su personajes y hay cierta tendencia al subrayado. También demuestra su talento para dirigir a actores, demostrando ese dicho de que los directores que mejor dirigen a los actores son aquellos que han estado también delante de una cámara —un dicho un poco absurdo, y he ahí la Historia del Cine para comprobar que no es del todo cierto, quizá nada cierto—. En cualquier caso los actores están todos muy bien, incluyendo a Seth Rogen, que personalmente no suele gustarme nada, muy bien compenetrado con la absoluta reina de la función, Michelle Williams, que realiza dentro del género una excelente composición que escapa sabiamente de la típica imagen que deben tener las mujeres en una comedia romántica. Dicho de otra forma, Williams hace de mujer normal y corriente, atreviéndose a cosas que no todas las actrices serían capaces de hacer, como por ejemplo ofrecer un desnudo integral en una de las escenas clave del film, aquella que sucede en una ducha de mujeres donde las jóvenes ven en las mayores un reflejo de lo que les espera. Como en el amor."
    http://www.blogdecine.com/criticas/take-this-waltz-el-vaiven-del-amor


    Resultado de imagen para Spoilers) Polley 'Take This Waltz', el vayven del amor

    "El amor, un círculo que muchas veces se inicia y se termina, con subidas y bajadas, con felicidad y tristeza. A veces el amor se topa con cosas tan pasajeras que uno no sabe bien si se decide lo correcto o quizá se elige un error que le marcará por siempre la existencia. La segunda película de Sarah Polley nos muestra la extraordinaria actuación de Michelle Williams.
    TODO TIENE SU FINAL
    Por ahí he leído que ponen a la película la etiqueta de "comedia romántica", lo cual no es tan real porque pese a que participe Seth Rogen, en ningún momento se le ve como un personaje al que nos tiene acostumbrado.Margot (M. Williams) es una flaca que conoce a Daniel en un viaje (en el avión de regreso, para ser exactos). La química entre ellos es al instante, notándose claramente una ligera atracción entre ambos. La coincidencia es que son vecinos del mismo barrio sin haberlo sabido antes. Se dan cuenta cuando a la salida del aeropuerto, toman el mismo taxi y se dirigen al mismo destino. El detalle es que Margot le dice que es casada. Ella está casada con Lou (S. Rogen), un escritor de libros de cocina, con quien lleva una rutinaria vida de pareja. Ahora Margot tendrá un lío en la cabeza al entrar Daniel en su mundo, al quien no podrá quitárselo tan fácilmente. 
    Lo que vemos en esta película es una historia que yo la interpreto así: es una manera de ver como es el amor en algunas parejas, como si fuera una montaña rusa que comienza lento, va ganando importancia y ritmo, llega a picos muy altos (en donde la pasión reina) y suele caer bien hondo hasta apagar todo tipo de emociones que en un inicio se sentían.

    Margot está en la encrucijada de ver si es necesario respirar nuevos aires y recuperar la pasión que su matrimonio está perdiendo. Cada imagen que se nos muestra del día a día en su casa es como el ver a dos amigos conviviendo, porque Margot y Lou parecen dos amigos viviendo en una especie de prisión en donde ella no se está sintiendo a gusto. En donde tiene la posibilidad de sentir nuevas emociones a unos metros de su casa. En donde los encuentros constantes con Daniel van haciendo que crezca ese impulso de buscar algo distinto, que la va alejando poco a poco de su matrimonio.
    "Take this Waltz" es una película que explora bien el círculo del amor de algunas parejas y las decisiones que a veces suelen ser erráticas. Si bien es cierto tiene algunas cosas que no me gustaron por ahí (si las cuento, serían spoilers), son muy bien compensadas por la gran actuación de Michelle Williams que brilla durante toda la historia (hasta cuando está en silencio es magnífica).
    A veces el amor no es para siempre.

    Dirigida por Sarah Polley.
    https://cinefilia.lamula.pe/2014/02/09/take-this-waltz/omar.caceres.610/
                                       

    “Una historia cursi y babosa de amor y adulterio. Te pone enfermo a los diez minutos y dura dos horas”, “recital de lugares comunes, ripios absurdos y miradas al cielo, melodías indies, personajes inmaduros y grandes frases para el olvido”. Con estás valoraciones en mente, provenientes de dos críticos de enorme prestigio, me presenté a ver esta película. Uno, que a veces hace cosas que no se explican…

    El comienzo no pudo ser más aterrador. Cada palabra descrita anteriormente se ajustaba a las imágenes que desfilaban por la pantalla con una perfección milimétrica. Los primeros minutos se me antojaron torpes, con unos diálogos que buscando el ingenio, se percibían artificiales y absurdos, con imágenes que pretendían transmitir emociones y solo mostraban a personajes superficiales.

    Creo que estos dos críticos debieron quedarse dormidos y no vieron el resto. O quizá, muy probablemente, los prejuicios instalados en estos primeros compases les impidieron disfrutar del film.

    Pues a partir de aquí, Take This Waltz parece sacudirse la pereza y empezar a contar una historia que si bien es cierto que no es original, si que está tratada de forma muy emotiva, que no melodramática.

    Sarah Polley dirige aquí su segunda película tras Lejos de ella, con la que además estuvo nominada al Óscar al mejor guión adaptado. Su dirección agarra con fuerza la influencia del cine de Isabel Coixet, con quien ha trabajado en dos ocasiones como actriz en la genial Mi vida sin mí, y la notable La vida secreta de las palabras (en ambos casos como protagonista).

    Se trata de una película cambiante, no sólo en cuanto a su interés y calidad, sino también en cuanto al género en el que se sitúa. Comienza como una comedia romántica, y poco a poco va virando hacia el drama, parte en mi opinión más conseguida.

    La dirección es sencilla (salvo ciertas licencias que la directora se permite), aunque sí puede abusar de la música en ciertos tramos. Los colores están muy saturados, una decisión acorde a la primera mitad del film donde la comedia es la clave dominante.

    Estoy de acuerdo en que los personajes son inmaduros (no todos). La protagonista lo es, pero no considero esto un defecto del film, sino que es un rasgo del personaje. De echo, Take This Waltz trata en gran parte de esto. De la inmadurez de una sociedad que busca el enamoramiento continuado y sostenido, de la tragedia de una sociedad en la que las parejas son destruidas de forma rutinaria debido a una idea equivocada del amor.

    ¿Es esto nuevo? No lo es. Pero es interesante que de vez en cuando nos lo recuerden.
    ArturoGMaiso

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    “Take this Waltz” nos ubica en la intimidad de un matrimonio en la treintena, formado por Margot (Michelle Williams) y Lou (Seth Rogen). Se quieren, se complementan, su complicidad es obvia y todo va sobre ruedas. Pero una tercera figura entrará en sus vidas, Daniel (Luke Kirby), el nuevo vecino de enfrente, que no tardará en hacerse amigo de Margot y hacer tambalear todas sus convicciones sobre el amor, su matrimonio y sobre sí misma…

    Muchas son las virtudes de esta película sobre personas comunes, con vidas comunes y problemas comunes. Y quizás la más grande de ellas es ese factor, lo cercano que consigue la autora que se sienta cada situación, cada personaje. La empatía del espectador con cuanto le es contado en pantalla se logra sin grandes artificios y desde poco más adelante del comienzo del film. El guión realizado por Sarah Polley nos acerca a la intimidad de una manera raramente utilizada en este tipo de película, a través de los detalles de la complicidad entre parejas, a través de las hebras que hilan el miedo a la pérdida, el miedo al fracaso, el pavor a estar desperdiciando la propia vida… En esta película no encontramos, en la pareja protagonista, grandes y dramáticos hechos que hagan temblar su felicidad, melodramáticos acontecimientos que zarandeen sus vidas, sino que nos habla de las pequeñas grietas, propias o compartidas, que pueden llevar a derrumbarse cualquier relación asumida como perfecta.

    Ninguno de estos positivos resultados serían posibles si al servicio de ese guión no estuvieran unos actores capaces de darle vida en cada gesto, cada emoción. Todo el elenco está más que correcto, y su protagonista, Michelle Williams (“Brokeback Mountain”, “Mi Semana con Marilyn”…) absolutamente sobresaliente, robando con su interpretación el aliento del espectador, haciéndole reír, emocionarse y navegar dentro de la mente de su personaje en largos primeros planos donde sólo su rostro y su mirada lo tienen todo que decir.

    Otro factor muy notable del film es el uso de la música a lo largo del mismo. Desde el mismo título de la película, claro homenaje a la canción de Leonard Cohen, hasta los momentos más líricos e impactantes donde atruenan canciones más que conocidas por la audiencia, pero que en lugar de distraer la atención logran sintonizar al espectador con el estado de ánimo y cada ápice de sentimiento de los protagonistas en pantalla.

    Una historia sencilla, quizás mil veces contada, pero retratada, realizada e interpretada en esta película de una forma más que notable que, sin utilizar los manidos recursos de la comedia romántica ni el melodrama, consigue hacer sonreír, pensar, y emocionar. Altamente recomendable.

    -Enoch-
    RavenHeart 

    Vídeo: Take this waltz - Leonard Cohen (live).

    Traducción: Take this waltz

    En Viena hay diez muchachas, un hombro donde solloza la muerte y un bosque de palomas disecadas. Hay un fragmento de la mañana en el museo de la escarcha. Hay un salón con mil ventanas. ¡Ay, ay, ay, ay! Toma este vals con la boca cerrada. Este vals, este vals, este vals, este vals, de sí, de muerte y de coñac, que moja su cola en el mar. Te quiero, te quiero, te quiero, con la butaca y el libro muerto, por el melancólico pasillo, en el oscuro desván del lirio, en nuestra cama de la luna y en la danza que sueña la tortuga. ¡Ay, ay, ay, ay! Toma este vals de quebrada cintura. En Viena hay cuatro espejos donde juegan tu boca y los ecos. Hay una muerte para piano que pinta de azul a los muchachos. Hay mendigos por los tejados, hay frescas guirnaldas de llanto. ¡Ay, ay, ay, ay! Toma este vals que se muere en mis brazos. Porque te quiero, te quiero, amor mío, en el desván donde juegan los niños, soñando viejas luces de Hungría por los rumores de la tarde tibia, viendo ovejas y lirios de nieve por el silencio oscuro de tu frente. ¡Ay, ay, ay, ay! Toma este vals, este vals del "Te quiero siempre". En Viena bailaré contigo con un disfraz que tenga cabeza de río. ¡Mira qué orillas tengo de jacintos! Dejaré mi boca entre tus piernas, mi alma en fotografías y azucenas, y en las ondas oscuras de tu andar, quiero, amor mío, amor mío, dejar, violín y sepulcro, las cintas del vals.

    Ensayo sobre la conciencia del Mal [Texto completo] Alain Badiou

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    El texto original es de "Les editions Hatier", publicada en colección "Optiques philosophie", París, octubre de 1993. Por convenio cedió por única vez derechos para ser publicado en español en la revista "Acontecimiento" N° 8 - octubre/94 - Argentina. A cambio se quedaron también con los derechos en español de por vida. Traducción: Raúl Cerdeiras, Alejandro Cerletti y Nilda Prados.




    Algunas imágenes que ilustran esta página pertenecen a Mark Ryden. La publicación es una gentileza de la (desaparecida) web El Ciruja.

    INTRODUCCIÓN

    Ciertas palabras sabias, mucho tiempo confinadas en los diccionarios y la prosa académica, tienen la suerte, o la mala suerte -como una solterona resignada que se transforma, sin comprender por qué, en estrella de una fiesta- de salir de repente al aire libre de los tiempos, de ser plebis y publicitada, impresa, televisada, mencionada hasta en los discursos gubernamentales. La palabra ética, que huele tanto a griego, o a curso de filosofía, que evoca a Aristóteles [la Ética a Nicómaco, ¡un best-seller famoso!] está hoy bajo las luces de la escena.

    Ética concierne, en griego, la búsqueda de una buena "manera de ser" o la sabiduría de la acción. A este título, la ética es una parte de la filosofía, la que dispone la existencia práctica según la representación del Bien. .

    Sin duda son los estoicos los que con más constancia han hecho de la ética,.no solamente una parte, sino el corazón mismo de la sabiduría filosófica. Sabio es aquel que, sabiendo discernir las cosas que dependen de él de aquellas que no dependen, organiza su voluntad alrededor de las primeras y resiste impasiblemente a las segundas. Se cuenta, por otra parte, que los estoicos tenían la costumbre de comparar la filosofía a un huevo, cuya cáscara era la Lógica, la clara la Física y la yema la Ética.

    En los modernos, para quienes la cuestión del sujeto es, desde Descartes, central, ética es casi sinónimo de moralidad, o -diría Kant- de razón práctica [diferenciada de la razón pura, o razón teórica]. Se trata de las "relaciones"; de la acción subjetiva, y de sus intenciones representables, con una Ley universal. La ética es un principio para el juzgamiento de las prácticas de un Sujeto, sea este sujeto individual o colectivo.

    Se observará que Hegel introduce una fina distinción entre "ética" [Sttlichkeit] y "moralidad" [moralitat]. El reserva el principio ético para fa acción inmediata, mientras que a la moralidad le concierne la acción reflexiva. Dirá, por ejemplo, que "el orden ético consiste esencialmente en la decisión inmediata".1
    El actual "retorno a la ética", toma la palabra en un sentido evidentemente esfumado, pero ciertamente más próximo a Kant [ética del juicio] que a Hegel [ética de la decisión].

    En verdad, ética designa hoy un principio en relación con "lo que pasa", una vaga regulación de nuestro comentario sobre las situaciones históricas [ética de los derechos del hombre], las situaciones técnico-científicas [ética de lo viviente, bio-ética], las situaciones sociales [ética del ser-en-conjunto], las situaciones referidas a los medios [ética de la comunicación], etc.

    1. Hegel, Phénoménologie de 1 'Esprit, Aubier, Tomo 2, p.32. Toda esta sección de In Fenomenologla del Espíritu es difícil, pero ampliamente sugestiva.

    Esta norma de los comentarios y de las opiniones es adosada a las instituciones, y dispone así de su propia autoridad: hay "comisiones nacionales de ética" nombradas por el Estado. Todas las profesiones se interrogan sobre su "ética". Asimismo se montan expediciones militares en nombre de la "ética de los derechos del hombre".

    Respecto a la inflación socializada de la referencia ética, lo que pone en juego el presente ensayo es doble:
    -En un primer tiempo, se tratará de examinar la naturaleza exacta de este fenómeno, que es, en la opinión y en las instituciones, la principal tendencia "filosófica" del momento. Se intentará demostrar que en realidad se trata de un verdadero nihilismo y una amenazante denegación de todo pensamiento.
    -En un segundo tiempo, se disputará a esta tendencia la palabra ética, dándole totalmente otro sentido. En lugar de ligarla a categorías abstractas [el Hombre, el Derecho, el Otro...] se la relacionará con situaciones. En lugar de hacer de ella una dimensión de la piedad por las víctimas, se las propondrá como la máxima durable de procesos singulares. En lugar de poner allí en juego solamente la buena conciencia conservadora, quedará ligada al destino de las verdades.

    1 ¿EXISTE EL HOMBRE?

    La "ética", en la acepción corriente de la palabra, concierne de manera privilegiada los "derechos del hombre" -o, subsidiariamente, los derechos del viviente.
    Se supone que existe un sujeto humano por todos reconocible y que posee "derechos" de alguna manera naturales: derecho de supervivencia, de no ser maltratado, de disponer de libertades "fundamentales" [de opinión, de expresión, de designación democrática de los gobiernos, etc.]. Estos derechos se los supone evidentes y son el objeto de un amplio consenso. La "ética" consiste en preocuparse por estos derechos, en hacerlos respetar.

    Este retorno a la vieja teoría de los derechos naturales del hombre, está evidentemente ligado al desfondamiento del marxismo revolucionario y de todas las figuras del compromiso progresista que de él dependían. Desprovistos de todas las referencias colectivas, desposeídos de la idea de un "sentido de la Historia", no pudiendo esperar más una revolución social, numerosos intelectuales, y con ellos amplios sectores de opinión, han adherido en política a la economía de tipo capitalista y a la democracia parlamentaria. En filosofía" han redescubierto las virtudes de la ideología constante de sus adversarios de la víspera: el individualismo humanitario y la defensa liberal de los derechos contra todas las coacciones del compromiso organizado. Antes que buscar los términos de una nueva política de emancipación colectiva, adoptaron, en suma, las máximas del orden "occidental" establecido.
    Al hacerlo diseñaron un violento movimiento reactivo, respecto de todo lo que los años sesenta habían pensado y propuesto.

    1. ¿La muerte del Hombre?

    En aquella época Michel Foucault había escandalizado anunciando que el Hombre, concebido como sujeto, era un concepto histórico y construido, perteneciente a un cierto régimen de discursos, y no una evidencia intemporal capaz de fundar derechos o una ética universal. El anunciaba el fin de la pertinencia; de este concepto, por el hecho mismo de que el único tipo de discurso que le daba sentido estaba históricamente perimido.

    De igual manera Althusser anunciaba que la historia no era, como pensaba Hegel, el devenir absoluto de] Espíritu, el advenimiento de un sujeto-sustancia, sino un proceso racional reglado, que él nombraba un "proceso sin sujeto", al cual únicamente tenía acceso una ciencia particular, el materialismo histórico. De ahí resultaba que el humanismo de los derechos y de la ética abstracta no eran sino construcciones imaginarias -ideologías- y que era preciso comprometerse en la vía que él llamaba de un "antihumanismo teórico".
    Al mismo tiempo, Jacques Lacan intentaba sustraer al psicoanálisis de toda tendencia psicológica y normativa. Mostraba que era necesario distinguir absolutamente el Yo, figura de unidad imaginaria, y el Sujeto. El sujeto no tenía ninguna sustancia, ninguna "naturaleza"; dependía tanto de las leyes contingentes del lenguaje, como de la historia, siempre singular, de los objetos del deseo. De ello resultaba que toda visión de la cura analítica como reinstauración de un deseo "normal" era una impostura, y que, más generalmente, no existía ninguna norma de la que pudiera sostenerse la idea de un "sujeto humano" cuyos deberes y derechos la filosofía hubiera tenido la tarea de enunciar.

    Lo que estaba de esa manera cuestionado era la idea de una identidad, natural o espiritual, del Hombre, y por consecuencia, el fundamento mismo de una doctrina"ética" en el sentido en que hoy se la entiende: legislación consensual concerniente a los hombres en general, a sus necesidades, su vida y su muerte. O aun: delimitación evidente y universal de lo que es el mal, de lo que no conviene a la esencia humana.
     
    ¿Esto quiere decir que Foucault, Althusser, Lacan, pregonaban la aceptación de lo que hay, la indiferencia a la suerte de la gente, el cinismo? Por una paradoja que esclareceremos a continuación, es exactamente lo contrario: todos eran, a su manera, militantes atentos y valientes de una causa, mucho más allá de lo que hoy lo son los sostenedores de la "ética" y de los "derechos". Michel Foucault, por ejemplo, estaba comprometido de manera particularmente rigurosa en la cuestión de los presos, y consagraba a ella, dando pruebas de un inmenso talento de agitador y de organizador, gran parte de su tiempo.

    Althusser no tenía en vista sino la redefinición de una verdadera política de emancipación. El mismo Lacan, además de ser un clínico "total", al punto de pasar lo mejor de su vida escuchando a la gente, concebía su combate contra las orientaciones "normativas" del psicoanálisis americano, y la subordinación envilecedora del pensamiento al american way of life, como un compromiso decisivo. De tal manera que las cuestiones de organización y de polémica eran a sus ojos constantemente homogéneas a los asuntos teóricos.

    Cuando los que sostienen la ideología "ética" contemporánea proclaman que el retorno al Hombre y a sus derechos nos ha liberado de las "abstracciones mortales" engendradas por "las ideologías", se burlan del mundo. Seríamos dichosos si viéramos hoy una preocupación tan constante por las situaciones concretas, una atención tan sostenida y tan paciente concentrada en lo real, un tiempo tan vasto consagrado a la búsqueda interesada por las gentes más diversas y más alejadas, en apariencia, del medio ordinario de los intelectuales, como aquellas de los que hemos sido testigos entre 1965 y 1980.
    En realidad, fue suministrada la prueba de que la temática de la "muerte del hombre" es compatible con la rebelión, la insatisfacción radical respecto al orden establecido y el compromiso completo en lo real de las situaciones, mientras. que el tema de la ética y los derechos del hombre es compatible con el egoísmo satisfecho de las garantías occidentales, el servicio de las potencias y la publicidad. Los hechos son esos.
    La dilucidación de estos hechos exige que se pase por el examen de los fundamentos de la orientación "ética".

    2. Los fundamentos de la ética de los derechos del hombre


    La referencia explícita de esta orientación, en el corpus de la filosofía clásica, es Kant. El momento actual es el de un vasto "retorno a Kant", cuyos detalles y diversidad son, a decir verdad, laberínticos. Aquí no tendré en cuenta sino la doctrina "media". Lo que esencialmente se retiene de Kant [o de una imagen de Kant, o mejor aun de los teóricos del "derecho natural"] es que existen exigencias imperativas formalmente representables, que no han de ser subordinadas a consideraciones empíricas o a exámenes de la situación; que estos imperativos tocan los casos de ofensa, de crimen, de Mal; se añade a eso que "un derecho nacional e internacional debe sancionarlos; que por consecuencia, los gobiernos están obligados a hacer figurar en su legislación estos imperativos y a darles toda la realidad que ellos exigen; de no ser así, está fundado obligarlos a ello [derecho de ingerencia humanitaria, o derecho de ingerencia del derecho].

    La ética es aquí concebida a la vez como capacidad a priori para distinguir el Mal [ya que en el uso moderno de la ética, el Mal -o lo negativo- está primero: se supone un consenso sobre lo que es bárbaro] y como principio último del juzgar, en particular del juicio político: es lo que interviene muy patentemente contra un Mal identificable a priori. El derecho mismo es ante todo el derecho "contra" el Mal. Si se exige el "Estado de derecho", es porque él se basta a sí mismo para autorizar un espacio de identificación del Mal [es la "libertad de opinión" la que, en la visión ética, es en primer lugar libertad de designar el Mal] y provee los medios para arbitrar cuando el asunto no está claro [sistemas de precauciones judiciales].

    2. Kant, Fondements de la métaphysique des mceurs.

    Los presupuestos de este nudo de convicciones son claros:
    1] Se supone un sujeto humano general, de modo tal que el mal que lo afecta sea universalmente identificable [aunque esta Universalidad reciba con frecuencia un nombre totalmente paradojal: "opinión pública"] de tal modo que este sujeto es a la vez un sujeto pasivo patético o reflexible: aquel. que sufre; y un sujeto que juzga, activo, o determinante, aquel que ,identificando el sufrimiento, sabe que es necesario hacerlo cesar por todos los medios disponibles.
    2] La política está subordinada a la ética en el único punto que verdaderamente importa en esta visión de las cosas: el juicio, comprensivo e indignado, del espectador de las circunstancias.
    3] El Mal es aquello a partir de lo cual se define el Bien, no a la inversa.
    4] Los "derechos del hombre" son los derechos al no-Mal: no ser ofendido y maltratado ni en su vida [horror a la muerte y a la ejecución], ni en su cuerpo [horror a la tortura, a la sevicia y al hambre], ni en su identidad cultural [horror a la humillación de las mujeres, de las minorías, etc.].

    La fuerza de esta doctrina es, ante todo, su evidencia. En efecto, se sabe por experiencia que el sufrimiento se ve. Ya los teóricos del siglo XVIII habían hecho de la piedad -identificación con el sufrimiento del viviente- el principal recurso de la relación con el prójimo. Que la corrupción, la indiferencia o la crueldad de los dirigentes políticos sean las causas mayores de su descrédito, era algo que ya los teóricos griegos de la tiranía habían señalado. Las iglesias ya hicieron la experiencia de que es más cómodo construir un consenso sobre lo que es el Mal que sobre lo que es el Bien: siempre les fue más fácil indicar lo que no se debía hacer, incluso contentarse con esas abstinencias, que desenmarañar lo que es necesario hacer. No hay duda, además, que toda política digna de ese nombre, encuentra su punto de partida en las representaciones que se hacen las personas de sus vidas y de sus derechos.

    Se podría en consecuencia decir: he aquí un cuerpo de evidencias capaz de cimentar un consenso planetario y darse la fuerza de su imposición.
    Sin embargo, es preciso sostener que esto no es así, que esta "ética" es inconsistente, y que la realidad, perfectamente constatab1e, es el desencadenamiento de los egoísmos, la desaparición o extrema precariedad de las políticas de emancipación, la multiplicación de las violencias "étnicas" y la universalidad de la competencial salvaje.

    3. El hombre: ¿animal viviente, o singularidad inmortal?

    El centro de la cuestión es la suposición de un Sujeto humano universal, capaz de ordenar la ética según los derechos del hombre y las acciones humanitarias.

    Hemos visto que la ética subordina la identificación de este' sujeto al universal reconocimiento del mal que le es hecho. Por lo tanto, la ética define al hombre como una víctima. Se dirá: "¡Pero no! ¡Ustedes olvidan al sujeto activo, aquel que interviene contra la barbarie!". En efecto, seamos precisos: el hombre es aquel que es capaz de reconocerse a sí mismo como víctima.

    Esta definición es necesario declararla inaceptable. Y esto por tres razones principales.

    1]. Ante todo, porque el estado de víctima, de bestia sufriente, de moribundo descarnado, asimila al hombre a su subestructura animal, a su pura y simple identidad de viviente [la vida, como lo dice Bichat, no es sino "el conjunto de las funciones que resisten a la muerte".]. Cierto, la humanidad es una especie animal. Es mortal y depredadota. Pero ni uno ni otro de estos roles pueden singularizarla en el mundo de lo viviente, En tanto que verdugo, el hombre es una abyección animal, pero es preciso tener el coraje de decir que en tanto víctima en general no tiene un valor mayor. Todos los relatos de torturados [4] y sobrevivientes lo indican con fuerza: si los verdugos y burócratas de los calabozos y de los campos pueden tratar a sus víctimas como animales destinados al matadero y con los cuales ellos, los criminales bien alimentados, no tienen nada en común, es que las víctimas han realmente devenido animales. Se ha hecho lo necesario para eso. Que algunos, sin embargo, sean aún hombres [y den testimonio de ello] es un hecho comprobado; Pero justamente, es siempre por un esfuerzo inaudito, saludado por sus testigos -en quienes suscita un reconocimiento radiante- a la manera de una resistencia casi incomprensible, en ellos, que no coincide con la identidad de víctimas. Ahí está el Hombre, si se insiste en pensarlo: en aquello que hace que se trate, como lo dice Varlam Chalamov en sus Relatos de la vida en los campos, de una bestia resistente diferente de los caballos, no por su cuerpo frágil, sino por su obstinación a persistir en lo que es, es decir, precisamente, otra cosa que una víctima, otra cosa que un ser-para-la-muerte, o sea: otra cosa que un mortal.

    Un inmortal: he aquí lo que las peores situaciones que le pueden ser infligidas demuestran qué es el Hombre, en la medida en que se singulariza en el torrente multiforme y rapaz de la vida. Para pensar lo concerniente al Hombre, debemos partir de aquí. De tal manera que si existen los" derechos del hombre", éstos no son seguramente los derechos de la vida contra la muerte, o los derechos de la supervivencia contra la miseria. Son los derechos del Inmortal afirmándose por sí mismos, o los derechos del Infinito, ejerciendo su soberanía sobre la contingencia del sufrimiento y de la muerte. Que finalmente todos nosotros muramos y que allí haya solamente polvo no cambia en nada la identidad del Hombre como inmortal, en el instante en el que afirma lo que es a contrapelo del querer-ser-un-animal al que la circunstancia lo expone. y cada hombre, se sabe, imprevisiblemente, es capaz de ser este inmortal, en las grandes o en las pequeñas circunstancias,.por una verdad importante o secundaria, poco importa. En todos los casos, la subjetivación es inmortal y hace al Hombre. Fuera del cual existe una especie biológica, un "bípedo sin plumas" cuyo encanto no es evidente.

    Si no se parte de ahí [lo que se dice muy simplemente: el Hombre piensa, el Hombre está tejido de algunas verdades] si se identifica al Hombre con su pura realidad viviente, se cae inevitablemente en el contrario real de lo que el principio parece indicar. Y a que este''viviente" es en realidad despreciable, y se lo despreciará.

    ¿Quién no ve en las expediciones humanitarias, las ingerencias, los desembarcas de legionarios caritativos, que el supuesto Sujeto universal está escindido? Del lado de las víctimas, el animal huraño que se expone sobre .la pantalla. Del lado del benefactor, la conciencia y el imperativo. ¿Y por qué esta escisión pone siempre los mismos en los mismos roles? ¿Quién no siente que esta ética volcada sobre la miseria del mundo esconde, detrás de su Hombre-víctima, el hombre-bueno, el hombre-blanco? Como la barbarie de la situación no es pensada sino en términos de "derechos del hombre" -aun cuando se trata siempre de una situación política, que requiere un pensamiento-práctico político, del cual hay siempre sobre el lugar auténticos actores- se la percibe, desde lo alto de nuestra paz civil aparente, como la incivilizada que exige de un civilizado una intervención civilizadora. Ahora bien, toda intervención en nombre de la civilización exige un desprecio primero de la situación entera, incluidas las víctimas. Y es por lo que la"ética" es contemporánea, después de decenios de valientes criticas al colonialismo y al imperialismo de una sórdida auto-satisfacción de los "Occidentales", de la machacona tesis según la cual la miseria del tercer mundo es el resultado de su impericia, de su propia inanidad, en resumen: de su subhumanidad.

    2] En segundo lugar, porque si el "consenso"ético se funda sobre el reconocimiento del mal, de ahí resulta que toda tentativa de reunir a los hombres en torno de una idea positiva del Bien, y más aún, de identificar al Hombre por un tal proyecto, es en realidad' la verdadera fuente del mal mismo. Es lo que se nos inculca desde hace quince años, todo proyecto de revolución, calificada de "utópica" gira, se nos dice, a la pesadilla totalitaria. Toda voluntad de inscribir una idea de la justicia o de la igualdad vira hacia lo peor. Toda voluntad colectiva del Bien hace el Mal [6].
    Ahora bien, esta sofistica es devastadora. Puesto que si se trata de hacer valer, contra un mal reconocido a priori, el compromiso ético, ¿de dónde procederá el proyecto de una transformación cualquiera de lo que es? ¿De dónde sacará el hombre la fuerza para ser el inmortal que él es? ¿Cuál será el destino del pensamiento, del que se sabe que, o bien es invención afirmativa o no es? En realidad el precio pagado por la ética es el de un espeso conservadorismo. La concepción ética del hombre, además de ser, al fin de cuentas, o bien biológica [imágenes de las víctimas] o bien "occidental" [satisfacción del benefactor armado], impide toda visión positiva amplia de los posibles. Lo que nos es aquí ensalzado, lo que la ética legitima, es en realidad la conservación, por el pretendido" Occidente", de lo que él posee. Es asentada en esta posesión [posesión material, pero también posesión de su ser] que la ética determina el Mal como siendo, de una cierta manera, aquello de lo que ella no goza. Ahora bien, el Hombre como inmortal, se sostiene en lo incalculable y en lo no poseído. Se sostiene en el no-siendo. Pretender impedirle representarse el Bien, ordenar sus poderes colectivos, trabajar por el advenimiento de posibles insospechados, pensar lo que puede ser en radical ruptura con lo que es, simplemente es impedirle la humanidad misma.

    3]. Por último, por su determinación negativa y a priori del Mal la ética se prohíbe pensar la singularidad de las situaciones, que es el comienzo obligado de toda acción propiamente humana. Así, el médico adherido a la ideología "ética" meditará en reuniones y en comisiones toda clase de consideraciones sobre los "enfermos" concebidos exactamente al modo en que lo es para el partidario de los derechos humanos, la multitud indistinta de víctimas: totalidad "humana" de reales subhombres. Pero el mismo médico no tendrá ningún inconveniente en que esta persona no sea atendida en el hospital, con todos los medios necesarios, porque no tiene sus papeles o no está matriculado en la Seguridad social. ¡Responsabilidad "colectiva", una vez más, obliga! Lo que aquí es abolido, es que solamente hay una situación médica: la situación clínica [7], y que no hay necesidad de ninguna "ética" [sino una visión clara de esta situación] para saber que en esta circunstancia el médico es médico únicamente si él trata la situación bajo la regla de lo posible máximas: tratar a esta persona que se lo demanda [¡nada de ingerencia aquí!] hasta el fin, con todo lo que él sabe, con todos los, medios que él sabe que existen y sin considerar ninguna otra cosa. y si se le quiere impedir curarlo por causa del presupuesto del Estado, de la estadística de la morbilidad o por las leyes sobre los flujos migratorios, ¡que le manden la gendarmería! Aún su estricto deber hipocrático sería dispararles. Las "comisiones de ética" y otras divagaciones sin fin sobre los "gastos de salud" y la "responsabilidad gestionaria", siendo radicalmente exteriores a la única situación propiamente médica, en realidad no pueden sino impedir que se le sea fiel. Ya que serle fiel querría decir: tratar el posible de esta situación hasta el fin. O, si se quiere, hacer advenir, en la medida de lo posible, lo que esta situación contiene de humanidad afirmativa, o sea: intentar ser el inmortal de esta situación.

    En realidad la medicina burocrática concebida por la ideología ética tiene necesidad de "los enfermos" cómo víctimas indistintas o estadísticas, pero es rápidamente desbordada por toda situación efectiva y singular de demanda. De ahí que la medicina "gestionaria", "responsable" y "ética" sé reduzca a la abyección de decidir qué enfermos el "sistema de salud francés" puede 'curar, y cuáles deben ser reenviados, ya que el presupuesto y la opinión lo exigen, a morir en suburbios de Kinshasa.

    4. Algunos principios

    Es necesario rechazar el dispositivo ideológico de la "ética", no conceder nada a la definición negativa y victimaria del hombre. Este dispositivo identifica al hombre con un simple animal mortal, es el síntoma de un inquietante conservadorismo y, por su generalidad abstracta y estadística impide pensar la singularidad de las situaciones
    Se le opondrán tres tesis:

    -Tesis 1: El Hombre se identifica por su pensamiento afirmativo, por las verdades singulares de las que es capaz, por lo Inmortal que hace de él el más resistente y el más paradojal de los animales.

    -Tesis 2: Es a partir de la capacidad positiva para el Bien, o sea, para el tratamiento amplio de los posibles y para el rechazo del principio conservador, aunque fuese la conservación del ser que se determina el Mal, y no inversamente.

    -Tesis 3: Toda humanidad cobra raíces en la identificación por el pensamiento de situaciones singulares. No hay ética en general. Hay sólo -eventualmente- ética de procesos en los que se tratan los posibles de una situación.

    Pero entonces surge el hombre de la ética refinada, que murmura: ¡Contrasentido! Contrasentido desde el comienzo. La ética no se funda para nada sobre la identidad del Sujeto, ni siquiera en la identidad como víctima reconocida. Desde el principio, la ética es ética del otro, implica la apertura principal al otro, ella subordina la identidad a la diferencia.

    Examinemos esta pista. Midamos su novedad.

    3] Médico, anatomista y fisiólogo francés del siglo XVIII.
    4] Henri Alleg, La question, 19S8, No está mal referirse a los episodios de tortura entre nosotros, sistemáticamente organizados por el ejército francés entre 1954 y 1952]
    5] Varlam Chalamov, Kolyma. Récit de la vie des champú, Máspero-La Découverte, 1980. Este libro, propiamente admirable, da forma de arte a la ética verdadera.
    6]. André Glucksmann Les Maitres Penseurs, Grasset 1977. Glucksmann es quien ha insistido más sobre la prioridad absoluta de la conciencia del Mal y sobre Ia idea de que el primado catastrófico del Bien era una creación de la filosofía. La ideología "ética" tiene así una parte de sus raíces en los "nuevos filósofos" de fines de los años 70.
    7] Cécile: Winter, Qu 'en est-iI de I 'historicité actuelle de la clinique? [a partir de una meditación de Foucault]Por aparecer. Este texto manifiesta, de la manera más rigurosa posible, la voluntad pensante de reformular, en las condiciones actuales de la medicina, la exigencia clínica como su único referente.


    ¿EXISTE EL OTRO?

    La visión de la ética como "ética del otro", o "ética de la diferencia", toma su punto de partida en las tesis de Emmanuel Lévinas más que en las de Kant.
    Lévinas ha consagrado su obra, después de un recorrido fenomenológico [confrontación ejemplar entre Husserl y Heidegger] a destituir a la filosofía en provecho de la ética.

    A él debemos, mucho antes que la moda de hoy, una suerte de radicalismo ético.[8]

    1. La ética en el sentido de Lévinas

    Esquemáticamente: Lévinas sostiene que, cautiva de su origen griego, la metafísica ha ordenado el pensamiento siguiendo la lógica de lo Mismo, el primado de la sustancia y de la identidad. Pero, según él, es imposible reunir un pensamiento auténtico de lo Otro [y por consecuencia una ética del lazo con los otros] a partir del despostismo de lo Mismo, incapaz de reconocer a este Otro. La dialéctica de lo Mismo y de lo Otro, considerada "ontológicamente" bajo el primado de la identidad consigo mismo organiza la ausencia del Otro en el pensamiento efectivo, suprime toda verdadera experiencia del otro, y cierra el camino para una apertura ética de la alteridad. Es necesario, entonces, bascular el pensamiento hacia un origen diferente, un origen no griego, que proponga una apertura radical y primera al Otro, ontológicamente anterior a la construcción de la identidad. Es en la tradición judaica que Lévinas encuentra el punto de apoyo de semejante basculación. Lo que nombra la Ley [en el sentido a la vez inmemorial y efectivo que toma la Ley judía] es precisamente la anterioridad fundada en el ser-que-precede-a-lo-Mismo, de la ética de la relación al Otro, con respecto al pensamiento teórico, concebido como señalamiento" objetivo" de las regularidades y de las identidades. En efecto, la Ley no me dice lo que es, sino qué es lo que impone la existencia de los otros. Se podría oponer la Ley [del Otro] a las leyes [de lo real].

    Para el pensamiento griego, actuar de manera adecuada supone primeramente un dominio teórico de la experiencia, para que la acción se conforme a la racionalidad del ser. A partir de ahí existen las leyes de la Ciudad y de la acción. Para la ética judía, en el sentido de Lévinas, todo se enraíza en la inmediatez de una apertura al Otro que destituye al sujeto reflexivo. El "tú" se impone sobre el "yo". y ese es todo el sentido de la Ley.

    Lévinas propone toda una serie de temas fenomenológicos donde se experimenta la originalidad del Otro, en el centro de los cuales se encuentra el del rostro, la donación singular y "en persona" del Otro por su epifanía carnal, que no es la comprobación de un reconocimiento mimético [el Otro como "semejante", idéntico a mí] sino, al contrario, aquello a partir de lo cual yo me compruebo éticamente como "consagrado" al Otro en tanto que un aparecer, y subordinado en mi ser a esta vocación.

    La ética es para Lévinas el nuevo nombre del pensamiento, el cual ha girado desde su captura "lógica" [principio de identidad] hacia su profética sumisión a la ley de la alteridad fundadora.

    2. La "ética de la diferencia"

    Sabiéndolo o sin saberlo, es en nombre de este dispositivo que se nos explica hoy que la ética es "reconocimiento del otro" [contra el racismo, que negaría a este otro], o "ética de las diferencias" [contra el nacionalismo sustancialista, que querría la exclusión de los inmigrantes, o el sexismo, que negaría el ser-femenino], o "multiculturalismo' , [contra la imposición de un modelo unificado de comportamiento Y de intelectualidad]. O, simplemente, la buena y vieja "tolerancia", que consiste en no ofuscarse si otros piensan y actúan de otra manera que la suya propia.

    Este discurso del buen sentido no tiene ni fuerza ni verdad. Está vencido de entrada en el enfrentamiento que él declara entre "tolerancia" y "fanatismo", entre "ética de la diferencia" y "racismo", entre "reconocimiento del otro" y "crispación de la identidad".
    Por el honor de la filosofía, es ante todo necesario convenir que esta ideología de un "derecho a la diferencia" , o este catecismo contemporáneo de la buena voluntad respecto de "otras culturas", están singularmente alejados de las verdaderas concepciones de Lévinas.

    3. Del Otro al Absoluto-Otro



     La objeción capital -pero también superficial- que se podría hacer a la ética [en el sentido de Lévinas] es la siguiente: ¿qué es lo que comprueba la originalidad de mi abnegación al Otro? Los análisis fenomenológicos del rostro, de la caricia, del amor, no pueden fundar por si mismos la tesis antiontológica [o anti-identidad] del autor de Totalidad e Infinito. Una concepción "mimética", que origine el acceso al otro en mi propia imagen redoblada, esclarece también lo que hay de olvido de sí mismo en la captura de este otro: lo que yo aprecio es este mí-mismo-a-distancia, el que justamente, porque es objetivado por mi conciencia, me construye como dato estable, como interioridad dada en su exterioridad. El psicoanálisis explica brillantemente cómo esta construcción del Yo en la identificación al otro -este efecto de espejo [9]- combina el narcisismo [yo me complazco en la exterioridad del otro en tanto yo-mismo visible] y la agresividad [yo invisto en el otro mi propia pulsión de muerte, mi deseo arcaico de autodestrucción].

    Sin embargo, nosotros estamos bien lejos de lo que nos quiere trasmitir Lévinas. Como siempre, el puro análisis del aparecer fenoménico no puede resolver entre orientaciones divergentes.

    Para eso es preciso la explicitación de axiomas del pensamiento que decidan una orientación.

    La dificultad, que es también el punto de aplicación de tales axiomas, se puede decir así: el primado ético de lo Otro sobre lo Mismo exige que la experiencia de la alteridad esté ontológicamente "garantida" como experiencia de una distancia, o de una no-identidad esencial; franquearla constituye la experiencia ética misma. Ahora bien, el simple fenómeno del otro no contiene una tal garantía. Y eso simplemente porque es cierto que la finitud del aparecer del otro puede investirse como semejanza, como imitación, y así reconducir a la lógica de lo Mismo. El otro se me parece siempre demasiado, lo que hace necesaria la hipótesis de una apertura originaria a su alteridad.
    Entonces es preciso que el fenómeno del prójimo [su rostro] sea el testimonio de una alteridad radical que sin embargo él no puede fundar por sí solo. Es necesario que el Otro, tal como él se me aparece en lo finito, sea la epifanía de una distancia al otro propiamente infinita, cuyo atravesamiento es la experiencia ética originaria.
    Quiere decir que la inteligibilidad de la ética impone que el Otro sea de alguna manera sostenido por un principio de alteridad que trascienda la simple experiencia finita. Este principio Lévinas lo llama: el "Absoluto-Otro" ["Tout-Autre"], y es evidentemente el nombre ético de Dios. No hay Otro sino en la medida en que es el fenómeno inmediato del Absoluto-Otro. No hay consagración finita a lo no-idéntico sino en la medida en que hay consagración infinita del principio a lo que subsiste fuera de él. No hay ética sino en la medida en que hay el indecible Dios.

    En la empresa de Lévinas, la primacía de la ética del Otro sobre la ontología teórica de lo mismo, está completamente unida a un axioma religioso y es ofender el movimiento íntimo de este pensamiento, su rigor subjetivo, creer que se puede separar lo que él une. A decir verdad, no hay filosofía de Lévinas. Ni siquiera es la filosofía como "sirvienta" de la teología: es la filosofía [en el sentido griego de la palabra] anulada por la teología, la cual, por otra parte, no es una theología [nominación aun demasiado griega, que supone la aproximación de lo divino por la identidad y los predicados de Dios] sino, justamente, una ética.
    Sin embargo, que la ética sea el nombre último de lo religioso como tal [esto es: de lo que re-liga al Otro bajo la autoridad indecible del Absoluto-Otro] la aleja aun más completamente de todo lo que se deja suponer bajo el nombre de "filosofía".

    Digámoslo crudamente: lo que la empresa de Lévinas nos recuerda con una singular obstinación, es que toda tentativa de hacer de la ética un principio de lo pensable y del actuar, es de esencia religiosa. Decimos que Lévinas es el pensador coherente e inventiva de un dato que ningún ejercicio académico de velamiento o de abstracción puede hacer olvidar: sacada de su uso griego [donde ella está claramente subordinada a lo teórico] y tomada en general, la ética es una categoría del discurso piadoso.

    4. La ética como religión descompuesta

    ¿Qué puede devenir esta categoría si se pretende suprimir, o enmascarar, su valor religioso, conservando el dispositivo abstracto de su constitución aparente ["reconocimiento del otro", etc.]? La respuesta es clara: la confusión incomprensible. Un discurso piadoso sin piedad, Una suplencia del alma para gobernantes incapaces, una sociología cultural que sustituye, por las necesidades de la predicación, la difunta lucha de clases.
    Una primera sospecha nos gana cuando consideramos que los apóstoles que alardean de la ética y el "derecho a la diferencia", visiblemente se horrorizan por toda diferencia un poco marcada.

    Para ellos, ya las costumbres africanas son bárbaras, las islámicas dan asco, los chinos son totalitarios, y así sucesivamente. En verdad, este famoso "otro" es presentable únicamente si es un buen otro, es decir, ¿qué otra cosa que un idéntico a nosotros mismos? ¡Respeto de las diferencias, claro que sí! Pero bajo la reserva de que el diferente sea demócrata-parlamentario, partidario de la economía de mercado, sostenedor de la libertad de opinión, feminista, ecologista... Lo que también puede decirse así: yo respeto las diferencias, en la medida en que resulte claro que quien difiere respeta exactamente como yo dichas diferencias. De la misma manera que "no hay libertad para los enemigos de la libertad", igualmente no hay respeto para aquél cuya diferencia consiste precisamente en no respetar las diferencias. Sólo hay que ver la cólera obsesiva de los partidarios de la ética ante todo lo se parezca a un musulmán "integrista".

    El problema es que el "respeto de las diferencias", la ética de los derechos del hombre ¡parecen definir muy bien una identidad! y que, en consecuencia, respetar las diferencias no se aplica sino en la mediada en que ellas son razonablemente homogéneas a esta identidad [la cual no es, después de todo, sino la de un "Occidente" rico, pero visiblemente en su ocaso]. Aun los inmigrantes de estos países únicamente son, a los ojos de los partidarios de la ética, aceptablemente diferentes si son "integrados", si ellos quieren la integración [lo cual, mirado más de cerca, parece querer decir: si ellos desean suprimir su diferencia]. Muy bien podría ser que, desligada de la predicación religiosa que al menos le confería la amplitud de una identidad" revelada"; la ideología ética no sea sino la última palabra de un civilizado conquistador: "Deviene en lo que soy yo, y respetaré tu diferencia".

    5. Retorno a lo Mismo

    La verdad es que, sobre el terreno de un pensamiento a-religioso, y realmente contemporáneo de las verdades de este tiempo, toda la predicación ética sobre el otro y su "reconocimiento" debe ser pura y simplemente abandonado ya que la verdadera cuestión, extraordinariamente difícil, es en todo caso la del reconocimiento de lo Mismo.

    Pongamos nuestros propios axiomas. No hay ningún Dios. Lo que también se dirá: el Uno no es. El múltiple "sin Uno" -todo múltiple siendo siempre a su turno un múltiple de múltiples- es la ley del ser. El único punto de detención es el vacío. El Infinito, como ya lo sabía Pascal, es la banalidad de toda situación Y no el predicado de una trascendencia; puesto que el infinito, como lo ha mostrado Cantor con la creación de la teoría de los conjuntos, es, en efecto, la forma más general del ser-múltiple. En realidad, toda situación, en tanto que ella es, es un múltiple compuesto de una infinidad de elementos, de los cuales cada uno es a su vez un múltiple. Considerados en su simple pertenencia a una situación [a un múltiple infinito], los animales de la especie Homo sapiens son multiplicidades ordinarias.
    Entonces, ¿qué debemos pensar del otro, de las diferencias, de su reconocimiento ético?

    La alteridad infinita es simplemente lo que hay. Cualquier experiencia es despliegue al infinito de diferencias infinitas. Aun la pretendida experiencia reflexiva de mí mismo no es en absoluto la intuición de una unidad, sino un laberinto de diferenciaciones, y Rimbaud ciertamente no se equivocaba al declarar: "Yo es otro" . Hay tanta diferencia entre, digamos, un campesino chino y un joven ejecutivo noruego, como entre yo mismo y cualquier otro, incluido yo mismo.
    Tanta, pero también ni más ni menos.

    6. Diferencias "culturales" y culturalismo

    La ética contemporánea provoca un gran barullo sobre las diferencias "culturales". Su concepción del "otro" apunta esencialmente a este tipo de diferencias. La coexistencia tranquila de las "comunidades" culturales, religiosas, nacionales, etc., el rechazo de la "exclusión", es su gran ideal.

    Lo que en todo caso es preciso sostener es que estas diferencias no tienen ningún interés para el pensamiento, que ellas no son sino la evidente multiplicidad infinita de la especie humana, la cual es tan flagrante entre yo y mi primo de Lyon como entre la "comunidad" chiita de Irak y los corpulentos cow-boys de Texas.
    El cimiento objetivo [o histórico] de la ética contemporánea es el culturalismo, la fascinación verdaderamente turística por la multiplicidad de los hábitos, de las costumbres, de las creencias. Y especialmente por la inevitable disparidad de las formaciones imaginarias [religiones, representaciones sexuales, formas de encarnación de la autoridad...] Si lo esencial de la "objetividad"ética se sostiene en una sociología vulgar heredera directa del asombro colonial ante los salvajes, dando por entendido que los salvajes están también entre nosotros [drogadictos de los suburbios, comunidades de creencias, sectas: todo el aparataje periodístico de la amenazante alteridad interior], a la que la ética, sin cambiar el dispositivo de investigación, opone su "reconocimiento" y sus trabajadores sociales.
    Contra estas fútiles descripciones [todo lo que se nos cuenta allí pertenece a la realidad a la vez evidente y por eso mismo inconsistente], el verdadero pensamiento debe afirmar esto: siendo las diferencias 10 que hay, y siendo toda verdad un venir-a-ser de lo que aún no es, las diferencias son precisamente lo que toda verdad destituye, o hace aparecer como insignificante. Ninguna situación concreta se deja esclarecer por el motivo del "reconocimiento del otro". Hay, en toda configuración colectiva moderna, gentes de todas partes que comen diferente, hablan varios idiomas, llevan diversos sombreros, practican diferentes ritos, tienen relaciones complicadas y variables con la cosa sexual, aman la autoridad o el desorden, y así va el mundo.

    7. De lo Mismo a las verdades


    Filosóficamente, si lo otro es indiferente, es claro que la dificultad está del lado de lo Mismo. Lo Mismo, en efecto, no es lo que es [o sea el múltiple infinito de las diferencias], sino lo que adviene. Ya le hemos dado el nombre a aquello respecto de lo cual no hay sino la venida de lo Mismo: es una verdad Sólo una verdad es, como tal_ indiferente a las diferencias. Se lo sabe desde siempre, aun si los sofistas de todas la épocas se encarnizan en obscurecer esta certeza: una verdad es la misma para todos.

    Lo que debe ser postulado en cada uno, y que nosotros hemos nombrado su "ser de inmortal", no es ciertamente lo que recubren las diferencias "culturales", tan masivas como insignificantes. Es su capacidad para lo verdadero, o sea para ser esto mismo que una verdad convoca a su propia''mismidad". Es decir, según las circunstancias, su capacidad para las ciencias, para el amor, la política o el arte, ya que tales son los nombres universales bajo los cuales, según nosotros, se presentan las verdades.

    Es por una verdadera perversión, cuyo precio será históricamente terrible, que se ha creído poder adosar una "ética" al relativismo cultural. Puesto que es pretender que un simple estado contingente de las cosas pueda ser el fundamento de una Ley.
    Sólo hay ética de las verdades. O más precisamente: únicamente hay ética de los procesos de verdad, de la labor que hace advenir en este mundo algunas verdades. La ética se debe tomar en el sentido supuesto por Lacan cuando habla, oponiéndose de esta manera a Kano y a la intención de una moral general, de ética del psicoanálisis. La ética no existe. Sólo hay la ética de [de la política, del amor, de la ciencia, del arte].
    En efecto, no hay un solo sujeto, sino tantos como verdades hay, y tantos tipos subjetivos como procedimientos de verdad.

    En cuanto a nosotros, señalamos cuatro "tipos" fundamentales: político, científico, artístico y amoroso.

    Cada animal humano, participando en talo cual verdad singular, se inscribe en uno de los cuatro tipos subjetivos.
    Una filosofía se propone construir un lugar de pensamiento donde los diferentes tipos subjetivos, dados en las verdades singulares de su tiempo coexistan. Pero esta coexistencia no es una unificación, y es por eso que es Imposible hablar de una Etica.

    8] Emanuel Lévinas, 'Totalité et Inflni. La Haya, 1961. Se trata de su obra maestra.
    9] Jaques Lacan. Le stade du miroir, en Écrits, Seuil, 1966.

    LA ÉTICA, FIGURA DEL NIHILISMO

    Que se la determine como representación consensual del Mal o como preocupación por el otro, la ética designa ante todo la incapacidad, característica del mundo contemporáneo, de nombrar y de querer un Bien, Aun es preciso ir más lejos: el reino de la ética es un síntoma para un universo en el que domina una singular combinación de resignación a lo necesario y de voluntad puramente negativa, incluso destructiva. Es esta combinación la que se debe designar como nihilismo.

    Nietzsche ha mostrado muy bien que la humanidad prefiere querer la nada antes que no querer nada. Se reservará el nombre de nihilismo a esta voluntad de nada, que es como la otra cara de la necesidad ciega.

    1. La ética como sirvienta de la necesidad

    Es sabido que el nombre moderno de la necesidad es: "economía". La objetividad económica -que es preciso llamar por su nombre: la lógica del Capital- es a partir de lo cual nuestros regímenes parlamentarios organizan una opinión y una subjetividad que de entrada está forzada a validar lo necesario. La huelga, la anarquía productiva, las desigualdades, la completa desvalorización del trabajo manual, la persecución a los extranjeros: todo eso encadena un consenso degradado, alrededor de un estado de cosas tan aleatorio como el clima del día [la "ciencia" económica es aun más incierta en sus previsiones que la meteorología] pero en el cual hay lugar para constatar la inflexible e interminable coacción externa.

    La política parlamentaria, tal como hoy es practicada, no consiste en absoluto en fijar objetivos derivados de algunos principios, dándose los medios para alcanzarlos.
    Consiste en transformar en opinión consensual resignada [aunque evidentemente inestable] el espectáculo de la economía. Por sí misma la economía no es ni buena ni mala, no es el lugar de ningún valor [salvo el valor mercancía, y el dinero como equivalente general]. Como tal, "va" más o menos bien. La política es el momento subjetivo, o valorizante de esta exterioridad neutra. Ya que las posibilidades cuyo movimiento pretende organizar están, en realidad, de antemano circunscriptas y anuladas por la neutralidad externa del referente 'económico. De tal manera que la subjetividad general es inevitablemente reenviada a una suerte de impotencia malhumorada, cuya vacuidad re cubren las elecciones y las frases hechas de los jefes de partido.

    Desde este primer momento, en la constitución de la subjetividad contemporánea [en términos de "opinión pública"], la ética juega su rol de acompañante, puesto que sanciona de entrada la ausencia de todo proyecto, de toda política de emancipación, de toda causa colectiva verdadera. Poniendo una barrera en la ruta; en nombre del Mal y de los derechos del hombre, a la prescripción positiva de los posibles, el Bien como sobrehumanidad de la humanidad, a lo Inmortal como amo del tiempo, la ética acepta el juego de lo necesario como zócalo objetivo de todos los juicios de valor.

    El famoso "fin de las ideologías", que por todos lados se proclama como la buena nueva que elabora el "retorno de la ética", significa en los hechos la adhesión a las chicanas de la necesidad y un empobrecimiento extraordinario del valor activo, militante, de los principios.

    La idea misma de una "ética" consensual, que parte del sentimiento general provocado por la visión de las atrocidades, y que reemplaza las "viejas divisiones ideológicas", es un potente factor de reasignación subjetiva y de consentimiento a lo que hay. Y a que lo propio de todo proyecto emancipador, de cualquier advenimiento de una posibilidad inaudita, es dividir las conciencias. En efecto ¿cómo lo incalculable de una verdad, su novedad, el agujero que produce en los saberes establecidos, podrían inscribirse en una situación sin encontrar allí resueltos adversarios? Precisamente porque una verdad, en su invención, es la única cosa que es para todos, no se efectúa realmente sino contra las opiniones dominantes, las que siempre trabajan, no para todos, sino para algunos_ estos algunos disponen, ciertamente, de su posición, de sus capitales, de sus instrumentos mediáticos. Pero sobre todo tienen la potencia inerte de la realidad y del tiempo contra lo que siempre es -como toda verdad- el advenimiento azaroso, precario, de una posibilidad de 10 intemporal. Como lo decía Mao-Tse-Tung con su simplicidad acostumbrada: "Si ustedes tienen una idea, será necesario que el uno se divida en dos". Ahora bien, la ética se presenta explícitamente como el suplemento de alma del consenso. La "división en dos" le produce horror [es propio de la ideología, de les partidarios del pasado...]. Ella forma parte de lo que impide toda idea, todo proyecto de pensamiento coherente, y se contenta con aplicar sobre situaciones impensadas y anónimas el palabrerío humanitarista [el cual, ya 10 hemos dicho, no contiene en sí mismo ninguna idea positiva de humanidad].

    De igual manera, la "preocupación por el otro" significa que no se trata, que no se trata jamás, de prescribir a nuestra situación y, en definitiva, a nosotros mismos, posibles todavía inexplorados. La Ley [los derechos del hombre, etc.] está desde siempre ahí. Ella regla los juicios y las opiniones sobre lo nefasto que ocurre en otro sitio variable.

    Pero la cuestión nunca es la de remontar hasta el fundamento de esta "Ley" , hasta la identidad conservadora que la sostiene.
    Como todos lo saben, Francia, que bajo Vichy ha votado una ley sobre el estatuto de los judíos, y que en este mismo momento vota leyes de identificación racial, bajo el nombre de "inmigrante clandestino", de un supuesto enemigo interior; Francia, que está subjetivamente dominada por el miedo y la impotencia, es un "islote de derecho y de libertad". La ética es la ideología de esta insularidad, y lo es porque ella valoriza en todo el mundo, con la fatuidad de la "ingerencia" , las cañoneras del Derecho. Pero al hacerlo, difundiendo hacia adentro en todo lugar la arrogancia y la satisfacción temerosa de sí, esteriliza todo agrupamiento colectivo alrededor de un pensamiento fuerte de lo que puede [y entonces debe] ser hecho aquí y ahora. Por eso es directamente una variante del consenso conservador.

    Es preciso ver bien, sin embargo, que la resignación a las necesidades [económicas] no es el único, ni el peor, de los componentes del espíritu público que la ética viene a cimentar. Ya que la máxima de Nietzsche nos impone considerar que todo no-valor [toda impotencia] está trabajada por la voluntad de nada, cuyo nombre es: pulsión de muerte.

    La ética como dominio "occidental" de la muerte

    Se debería estar más conmocionado de lo que en general se está, por una, observación que vuelve constantemente en todos los artículos y comentarios consagrados a la guerra en la ex-Yugoeslavia: allí se remarca, con una suerte de excitación subjetiva, de patética ornamental, que todas estas atrocidades pasan "a dos horas de avión de París". Los autores de estos textos son todos partidarios, naturalmente, de los derechos del hombre, de la ética, de la ingerencia humanitaria, del hecho de que el Mal [que se creía haber exorcizado con la caída de los "totalitarismos"] opera un terrible retorno. Pero de golpe, la observación parece incongruente: si Se trata de los principios éticos, de la esencia victimaria del Hombre, del hecho de que "los derechos son universales e imprescriptibles", ¿qué nos importa la duración de un viaje en avión? El "reconocimiento del otro"¿sería tanto más intenso si yo tengo a este otro, de alguna manera, casi bajo la mano?

    En este pathos de lo próximo, se adivina el temblor equívoco, equidistante del miedo y del goce, el percibir el horror y la destrucción, la guerra y el cinismo ,finalmente todo cerca de nosotros. La ideología ética dispone, casi a las puertas de su seguro abrigo civilizado, de la combinación indignante y deliciosa de un Otro confuso [croatas, serbios, y estos enigmáticos "musulmanes" de Bosnia] y de un Mal comprobado. Los alimentos de la ética nos son servidos a domicilio por la Historia.
    La ética se alimenta demasiado del Mal y del Otro para no gozar en silencio, [silencio que es el revés abyecto de su palabrería] de verlos de cerca. Ya que el nudo que domina internamente a la ética es siempre tener que decidir quién muere y quién no.

    La ética es nihilista porque su convicción subyacente es que la Única cosa que verdaderamente puede advenirle al hombre es la muerte. Esto es cierto, en efecto, en la medida en que se nieguen las verdades, que se recuse la inmortal disyunción que ellas operan en una situación cualquiera. Entre el Hombre como soporte posible del azar dejas verdades, o el Hombre como ser-para-la-muerte [o para-la"felicidad: es lo mismo], es preciso escoger. Esta elección también opera entre filosofía y "ética", o entre el coraje de las verdades y el sentimiento nihilista.

    3. Bio-ética


    Sin duda esto esclarece la elección privilegiada que hace la ética, entre las "cuestiones de sociedad" de las que nuestro cotidiano se regala -tanto más porque ninguna de entre ellas tiene el menor sentido-, del sempiterno debate sobre la eutanasia.

    La palabra eutanasia pone en claro la cuestión: "¿cuándo y cómo, en nombre de nuestra idea de felicidad, se puede matar a alguien?".
    Nombra así el nudo estable a partir del cual opera el sentimiento ético. Se sabe del uso constante que el "pensamiento"ético hace de la "dignidad humana". Pero la combinación de ser-para-la-muerte y de
    la dignidad construye precisamente la idea de la "muerte digna".
    Comisiones, prensa, magistrados, políticos, curas, médicos, discuten una definición ética, sancionada por la ley, de la muerte dignamente administrada.

    Ciertamente, el sufrimiento, la degradación, no son" dignos", no son conformes a la imagen pulida, joven, bien alimentada que nos hacemos del Hombre y sus derechos. ¿Quién no ve que el "debate" sobre la eutanasia designa sobre todo la falta radical de simbolización en que se encuentran hoy la vejez y la muerte? ¿El carácter insoportable de su visión para los vivientes? La ética se encuentra aquí en la unión de dos pulsiones que no son sino aparentemente contradictorias: definiendo al Hombre por el no-Mal, luego por la "felicidad" y la vida, está a la vez fascinada por la muerte e incapaz de inscribirla en el pensamiento. El saldo de este balance es la transformación de la muerte misma en un espectáculo lo más discreto posible, en una desaparición de la cual los vivientes tienen el derecho de esperar que ella no derogará sus hábitos, estériles, de satisfacción sin concepto. Por lo tanto, el discurso ético es a la vez fatalista y resueltamente no-trágico: "deja hacer" a la muerte, sin oponerle lo Inmortal de una resistencia.

    Observemos, ya que estos son los hechos, que 'bio-ética" y obsesión de Estado concerniendo la eutanasia han sido, explícitamente, categorías del nazismo. En el fondo, el nazismo era de cabo a rabo una ética de la Vida. Tenía su propio concepto de la "vida digna", y asumía implacablemente la necesidad de poner fin a las vidas indignas. El nazismo ha aislado y llevado a su colmo el nudo nihilista del dispositivo "ético", a partir del momento en que éste tiene los medios políticos para ser otra cosa que una charlatanería. A este respecto, la aparición en nuestros países de grandes comisiones de Estado encargadas de la "bio-ética" es de mal augurio. Se pondrá el grito en el cielo. Se dirá que justamente, es respecto al horror nazi que resulta necesario legislar para defender el derecho a la vida y a la dignidad, el hecho que el impetuoso empuje de las ciencias deja en nuestras manos la posibilidad de practicar toda suerte de manipulaciones genéticas. Este grito no debe impresionamos. Es preciso mantener con fuerza que la necesidad de semejantes comisiones de Estado y de semejantes legislaciones indica que, en la conciencia y en la configuración de los espíritus, la problemática sigue siendo esencialmente sospechosa. El abrazo de "ética" y de "bio" es por sí mismo amenazante. De la misma manera que lo es la similitud de los prefijos entre el eugenismo [deshonrados] y eutanasia [respetable]. Una doctrina hedonista del "bie:n-morir" no será una barrera para la potente aspiración, verdaderamente mortífera, del "bien-generar", instancia evidente del "bien-vivir"

    El fondo del problema es que, de cierta manera, toda definición del Hombre a partir de la felicidad es nihilista. Se ve bien que las barricadas erigidas en las puertas de nuestra prosperidad mal hecha, tienen como garantía interna contra la pulsión nihilista, la ridícula y cómplice barrera de las comisiones de ética.
    Cuando un primer ministro, pregonero político de una ética de la ciudadanía, declara que Francia 'no puede acoger a toda la miseria del mundo", se guarda muy bien de decirnos "según qué criterios y con qué métodos, se va a discernir la parte de la mencionada miseria que se habrá de acoger de aquella que será invitada, sin duda en los centros de retención, a recuperar su lugar de muerte, para que podamos gozar de nuestras riquezas irrepartibles -las cuales, como se sabe, condicionan a la vez nuestra felicidad y nuestra "ética". De igual manera, es sin duda imposible estabilizar los criterios "responsables" y evidentemente ", en nombre de los cuales las comisiones de bio-ética harán el reparto entre eugenismo y eutanasia, entre el mejoramiento científico del hombre blanco así como de su felicidad, y la liquidación "en dignidad" de los monstruo]s, de los sufrimientos y de los espectáculos molestos.

    El azar, las circunstancias de la vida, el laberinto de las conciencias, combinados en un tratamiento riguroso y sin excepción de la situación clínica, valen mil veces más que el pomposo y mediático requerimiento de las instancias de la bio-ética, cuyo terreno de ejercicio, y hasta el mismo nombre, no huelen muy bien.

    4. El nihilismo ético entre el conservadorismo y la pulsión de muerte

    Considerada como figura del nihilismo, reforzada por el hecho de que nuestras sociedades carecen de un porvenir universalmente presentable, la ética oscila entre dos deseos apareados: un deseo conservador, que querría que sea reconocida por todos la legitimidad del orden propio a nuestra perspectiva "occidental" , esto es: imbricación de una economía objetiva salvaje y de un discurso del derecho; y un deseo mortífero, que en un mismo gesto promueve y vela un integral dominio de la vida, lo que bien quiere decir igualmente: consagrar lo que es al dominio "occidental" de la muerte.

    Razón par la cual la ética sería mejor designada -ya que ella habla griego- una "eu-eudénose"; un nihilismo beato.
    Todo cuanto puede oponérsele es aquello cuyo modo de ser es el de no ser aún, pero de lo que nuestro pensamiento se declara capaz.
    Cada época -y en definitiva ninguna vale más que cualquier otra- atiene su propia figura nihilista. Los nombres cambian, pero bajo estos nombres ["ética", por ejemplo] se reencuentra siempre la articulación de una propaganda conservadora y de un oscuro deseo de catástrofe.

    Es solamente declarando querer lo que el conservadorismo decreta como imposible, y afirmando las verdades contra el deseo de nada, que uno se separa del nihilismo. La posibilidad de lo imposible, que todo encuentro amoroso, toda refundación científica, toda invención artística y toda secuencia de la política de emancipación, ponen bajo nuestros ojos, es el único principio -contra la ética del bien vivir, cuyo contenido real es decidir la muerte- de una ética de las verdades.



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    IV

    LA ÉTICA DE LAS VERDADES

    Es una pesada tarea para el filósofo, arrancar los nombres a quienes prostituyen su uso. Ya Platón padecía todas las penas del mundo por mantenerse firme sobre la palabra justicia contra el uso enredado y versátil que de ella hacían las sofistas.
    Sin embargo intentemos, a pesar de todo lo dicho, conservar la palabra ética, ya que también, desde Aristóteles, aquellas que hicieron un uso razonable componen una larga y estimable progenie.


    1. Ser, acontecimiento, verdad, sujeto

    Si no hay ética "en general", es que falta el Sujeto abstracto, y habría que proveerlo. No hay sino un animal particular, convocado por las circunstancias a devenir sujeto. O, más bien, a entrar en la composición de un sujeto. Lo que quiere decir que todo lo que es, su cuerpo, sus capacidades, se encuentre, en un momento dado, requerido para que la verdad haga su camino. Es entonces que el animal humano es intimado a ser el inmortal que no era.

    Qué son estas "circunstancias"? Son las circunstancias de una verdad. Pero, ¿qué es preciso entender por tales? Queda claro que lo que hay [los múltiples, las diferencias infinitas, las situaciones "objetivas" por ejemplo, el estado ordinario de la relación con el otro antes de un encuentro amoroso] no puede definir una tal circunstancia. En este tipo de objetividad, el animal, universalmente, se desenvuelve como puede. Se debe entonces suponer que lo que convoca a la composición de un sujeto es un plus, o sobreviene en las situaciones como aquello de lo que estas situaciones, y la manera usual de comportarse allí, no pueden dar cuenta. Decimos que un sujeto, que sobrepasa al animal [pero el animal es su único soporte] exige que algo haya pasando, algo irreductible a su inscripción ordinaria en "lo que hay". A este suplemento, llamémoslo un acontecimiento, y distingamos al ser-múltiple, donde no se trata de la verdad [sino solamente de opiniones], del acontecimiento[10] que nos coacciona a decidir una nueva manera de ser. Semejantes acontecimientos están perfectamente testimoniados: la Revolución francesa de 1792; el encuentro de Eloísa y Abelardo; la creación galileana de la física; la invención de Haydn del estilo musical clásico... Pero también: la revolución cultural China [1965-1967]; una pasión amorosa personal; la creación del matemático Grothendieck de la teoría de los Topos; la invención por Schoemberg del dodecafonismo...
    Entonces, ¿en qué "decisión" se origina el proceso de una verdad? En la decisión de relacionarse de ahora en más con la situación desde el punto de vista del suplemento del acontecimiento. Designemos esto como una fidelidad. Ser fiel a un acontecimiento, es moverse en la situación que este acontecimiento ha suplementado, pensando [pero todo pensamiento es una práctica, una puesta a prueba] la situación "según" el acontecimiento. Lo que, bien entendido, ya que el acontecimiento estaba fuera de todas las leyes regulares de la situación, obliga a inventar una nueva manera de ser y de actuar en la situación.

    Está claro que bajo el efecto de un encuentro amoroso, y si quiero serle fiel realmente, debo recomponer de arriba a abajo mi manera ordinaria de "habitar" mi situación. Si quiero ser fiel al acontecimiento "Revolución cultural", debo en todo caso practicar la política [en especial la relación con los obreros] de manera completamente diferente de lo que propone la tradición socialista y sindicalista. De la misma manera, Berg y Webem, fieles al acontecimiento musical que tiene el nombre" Schoenberg", no pueden continuar como si nada el neorromanticismo de fin de siglo. Después de los textos de Einstein de 1905, si soy fiel a su radical novedad, no puedo continuar practicando la física en su cuadro clásico, etc. La fidelidad al acontecimiento es ruptura real [pensada y practicada] en el orden propio en el que el acontecimiento ha tenido lugar [político, amoroso, artístico, científico...].

    Se llama''verdad" [una verdad] al proceso real de una fidelidad a un acontecimiento. Aquello que esta fidelidad produce en la situación. Por ejemplo, la política de los maoístas franceses entre 1966 y 1976, que intenta pensar y practicar una fidelidad a dos acontecimientos entreverados: la Revolución cultural China y Mayo del 68 en Francia. O la música llamada "contemporánea" [nombre tan admitido como faro], que es fidelidad a los grandes Vieneses de comienzos del siglo. O la geometría algebraica en los años cincuenta y sesenta, fiel al concepto de Universo [en el sentido de Grothendieck], etc. En el fondo, una; verdad es la traza material, en la situación, de la suplementación del acontecimiento. En consecuencia, es una ruptura inmanente. "Inmanente", porque una verdad procede en la situación y en ninguna otra parte. No hay el Cielo de las verdades. "Ruptura", porque lo que hace posible el proceso de verdad -el acontecimiento- no estaba en los usos de la situación, ni se dejaba pensar por los saberes establecidos.
    También se dirá que un proceso de verdad es heterogéneo a los saberes instituidos de la situación. O, para utilizar una expresión de Lacan, que es un "agujero" en estos saberes.

    Se llama "sujeto" al soporte de una fidelidad, luego, al soporte de un proceso de verdad. El sujeto no preexiste para nada a un proceso. El es absolutamente inexistente en la situación "antes" del acontecimiento. Se dirá que el proceso de verdad induce un sujeto.
    Aquí es necesario prevenir que el "sujeto", así concebido,. No recubre al sujeto psicológico, ni aun al sujeto reflexivo [en el sentido de Descartes] o al sujeto trascendental [en el sentido de Kant]. Por ejemplo, el sujeto inducido por la fidelidad a un encuentro amoroso, el sujeto del amor, no es el sujeto "amante" descrito por los moralistas clásicos. Porque un tal sujeto psicológico depende de la naturaleza humana, de la lógica de las pasiones. Mientras que aquello de lo que nosotros hablamos no tiene ninguna preexistencia" natural". Los amantes entran como tales en la composición de un sujeto de amor, que los excede a uno y a otro.

    1. De la misma manera, el sujeto de una política revolucionaria no es el militante individual, ni tampoco, por supuesto, la quimera de una "clase-sujeto". Es una producción singular que ha tenido nombres diferentes [a veces "Partido", a veces no]. Es cierto que el militante entra en la composición de este sujeto, que una vez más también lo excede [es justamente este exceso el que lo hace advenir como inmortal]. .

    Así también, el sujeto de un proceso artístico no es el artista [el "genio" , etc.]. En realidad, los puntos-sujetos del arte son las obras de arte. El artista entra en la composición de estos sujetos [las obras son "las suyas"], sin que se pueda de ninguna manera reducirlas a "él" [y por otra parte, ¿de qué "él" se trataría?].
    Los acontecimientos son singularidades irreductibles, "fuera-de-la-ley" de las situaciones. Los procesos fieles a una verdad son rupturas inmanentes siempre enteramente inventadas. Los sujetos, que son las circunstancias locales de un proceso de verdad ["puntos" de verdad] son inducciones particulares e incomparables. Es con respecto a estos sujetos que -acaso- sea legítimo hablar de una "ética de las verdades"

    2. Definición formal de la ética de una verdad

    Se llama de manera general "ética de una verdad" al principio de continuación de un proceso de verdad -o, de manera más precisa y compleja: lo que da consistencia a la presencia de alguien en la composición de un sujeto que induce el proceso de esta verdad.
    Despleguemos esta fórmula.
    1] ¿Qué debemos entender por "alguien"? "Alguien" es un animal de la especie humana, este tipo de múltiple particular que los saberes establecidos designan como perteneciendo a la especie. Es este cuerpo, y todo aquello de lo que él es capaz, lo que entra en la composición de un "punto de verdad". Bajo la suposición de que ha habido un acontecimiento, y una ruptura inmanente en la forma continuada de un proceso fiel.

    "Alguien" es eventualmente este espectador cuyo pensamiento es puesto en movimiento, capturado y desconcertado por un resplandor teatral, y que de esta forma entra en la compleja configuración de un momento de arte. O aquel que constantemente aplicado a un problema de matemáticas, en el momento preciso en el que se opera, después de la ingrata tarea donde los saberes obscurecidos giran sobre si mismos, el esclarecimiento de la solución. O aquel amante cuya visión de lo real está a la vez ensombrecida y trastocada, porque se rememora apoyada en el otro el instante de la declaración. O aquel militante que alcanza, al término de una reunión complicada, a decir simplemente el enunciando hasta entonces inhallable y del cual todos acuerdan que es el necesario para hacerla trabajar en la situación.

    El "alguien" que así tomado atestigua que pertenece, como punto-soporte, al proceso de una verdad, es simultáneamente él-mismo, ningún otro que él mismo, una singularidad múltiple por todos reconocible y en exceso sobre él-mismo, porque la traza aleatoria de la fidelidad pasa por él, transita su cuerpo singular y lo inscribe, desde el interior mismo del tiempo, en un instante de eternidad.

    Digamos que lo que se puede saber de él está enteramente comprometido en lo que ha tenido lugar; no hay, materialmente, nada más que este referente de un saber, pero todo eso capturado en la ruptura inmanente al proceso de la verdad, de manera que, co-perteneciendo a su propia situación [política, científica, artística, amorosa...] y a la verdad que deviene, "alguien" queda imperceptible e interiormente roto, o agujereado, por esta verdad que "pasa" a través de este múltiple que se sabe que él es.

    Se podría decir más simplemente: de esta co-pertenencia a una situación y al trazado azaroso de una verdad, de este devenir-sujeto, el "alguien" estaba incapacitado de saberse capaz.

    En la medida en que él entra en la composición de un sujeto, que es subjetivación de sí, el "alguien" existe en su propio no-saber.
    2] Ahora ¿qué es preciso entender por "consistencia"? Simplemente que hay una ley de lo no-sabido. Si, en efecto, el "alguien" no entra en la composición del sujeto de una verdad, sino exponiéndose "completamente" a una fidelidad post-acontecimiento, el problema consiste en saber qué va a devenir el "alguien" en esta prueba.
    El comportamiento ordinario del animal humano depende de lo que Spinoza llama la "perseverancia en el ser" y que no es otra cosa que la persecución del interés, es decir, de la conservación de sí. Esta perseverancia es la ley del alguien tal como él se sabe. Ahora bien, la prueba de una verdad no cae bajo esta ley. Pertenecer a la situación es el destino natural de cualquiera, pero pertenecer a la composición del sujeto de una verdad depende de una traza propia, de una ruptura continuada, de la que es muy difícil saber cómo se sobreimprime o se combina con la simple perseverancia en el propio ser.

    Llamamos "consistencia" [o "consistencia subjetiva"] al principio de esta sobreimpresión, o de esta combinación. Dicho de otra forma, la manera en la cual nuestra pasión de matemáticos va a comprometer su perseverancia en lo que rompe o contraria esta perseverancia y que es su pertenencia a un proceso de verdad .0 la manera en que nuestro amante será completamente "él-mismo" en la prueba continuada de su inscripción en un sujeto de amor.
    Finalmente, la consistencia es comprometer su singularidad [el "alguien" animal] en la continuación de un sujeto de verdad. O bien: poner la perseverancia de lo que es sabido al servicio de una duración propia de lo no sabido.

    Lacan tocaba este punto cuando proponía como máxima de la ética: "No ceder sobre su deseo". Puesto que el deseo es constitutivo del sujeto del inconsciente, es lo no sabido por excelencia, de manera que "No ceder sobre su deseo" quiere decir: "No ceder sobre lo que de sí mismo no se sabe". Nosotros añadimos que la prueba de lo no sabido es el efecto lejano del suplemento de un acontecimiento, el agujereamiento de un "alguien" a causa de una fidelidad a este suplemento desvanecido, y que no ceder quiere decir, finalmente: no ceder sobre su propia captura por un proceso de verdad.

    Como el proceso de verdad es fidelidad, si "No ceder" es la máxima de la consistencia -luego, de la ética de una verdad- bien se puede decir que se trata, para el "alguien", de ser fiel a una fidelidad.
    y no lo puede ser sino haciendo servir allí su propio principio de continuidad, la perseverancia en el ser de lo que es. Ligando [es justamente la consistencia] lo sabido por medio de lo no sabido.
    La ética de una verdad, por lo tanto, se pronuncia fácilmente: "Haz todo lo que puedas para que persevere lo que ha excedido tu perseverancia. Persevera en la interrupción. Atrapa en tu ser lo que te ha atrapado y roto"

    La "técnica" de consistencia es siempre singular, dependiente de los rasgos "animales" de alguien. A la consistencia del sujeto que se ha devenido, por haber sido requerido y capturado por un proceso de verdad, un "alguien" pondrá al servicio su angustia y su agitación; este otro su gran estatura y su flema; tal otro su voraz apetito de dominación; un otro su melancolía; otro su timidez... Todo el material de la multiplicidad humana se deja labrar, ligar, por una ._' consistencia" -al mismo tiempo que le opone terribles inercias, que expone al "alguien" a la permanente tentación de ceder, de volver a la simple pertenencia a una situación" ordinaria" , de tachar los efectos de lo no sabido.

    La ética se manifiesta por el conflicto crónico entre dos funciones del material múltiple que hace todo el ser de un "alguien": por una parte, el desplegamiento simple, la pertenencia a la situación, lo que se puede llamar el principio de interés; por la otra, la consistencia, la ligazón de lo sabido por lo no sabido, lo que se puede llamar el principio subjetivo.
    Entonces es fácil descubrir las manifestaciones de la consistencia', esquematizar una fenomenología de la ética de las verdades.

    10] Alain Badiou, L 'EIre el / 'événemenl, Seuil, 1988. La teoría del acontecimiento exige, en realidad, largos recorridos conceptuales que son desplegados en este libro.


    3. La experiencia de la "consistencia"ética


    Demos dos ejemplos.

    1]. Si se define el interés como''perseverancia en el ser" [que es, recordémoslo, la simple pertenencia a las situaciones múltiples], se ve que la consistencia ética se manifiesta como interés desinteresado. Tiene que ver con el interés, en el sentido en que compromete los recursos de la perseverancia [los rasgos singulares de un animal humano, de un "alguien"]. Pero es desinteresada en un sentido radical, puesto que se propone ligar estos rasgos a una fidelidad, que a su vez, se. dirige a una fidelidad primera, aquella que constituye el proceso de verdad y que por sí misma no guarda ninguna relación con los "intereses" del animal, que es indiferente a su perpetuación y tiene par destino la eternidad.

    Aquí se puede jugar sobre la ambigüedad de la. palabra interés. Ciertamente, el apasionado de la matemática, el espectador fijado sobre su butaca de teatro, el amante transfigurado, el militante entusiasta, manifiestan por lo que hacen -por el advenimiento en ellos del Inmortal del cual no se sabían capaz- un prodigioso interés. Nada podría en el mundo suscitar más la intensidad de existencia que ese actor que me hace re encontrar a Hamlet; esta percepción por el pensamiento de lo que es ser dos; este problema de geometría algebraica del que de repente descubro sus innumerables ramificaciones; o esta asamblea en la calle a la entrada de una fábrica, donde verifico que mi enunciado político reúne y transforma. Sin embargo, respecto de mis intereses de animal mortal y depredador, aquí no pasa nada que me concierna o de lo cual un saber me indique que se trata de una circunstancia apropiada para mí. Estoy acá por entero, ligando mis componentes en el exceso sobre mi mismo que induce el pasaje a través de mí de una verdad. Pero de golpe estoy también suspendido, roto, revocando: des-interesado. Puesto que no podría, en la fidelidad a la fidelidad que define la consistencia ética, interesarme por mí mismo y perseguir mis intereses. Toda mi capacidad de interés, que es mi propia perseverancia en el ser, está volcada sobre las consecuencias futuras de la solución de este problema científico; sobre el examen del mundo a la luz del ser-dos del amor; sobre lo que haré de mi encuentro, una noche, con el eterno Hamlet; o sobre la etapa siguiente del proceso político, cuando la reunión delante de la fábrica se haya dispersado.

    No hay sino una cuestión en la ética de las verdades: ¿cómo voy, en tanto que alguien, a continuar excediendo mi propio ser? ¿Cómo ligar de manera consistente lo que sé con los efectos de la captura por lo no-sabido?
    Lo que también se puede decir: ¿cómo vaya continuar pensando?
    Es decir, a mantener en el tiempo singular de mi ser..múltiple, y por el único recurso material de este ser, el Inmortal que una verdad hizo advenir por mi intermedio a una composición de sujeto.

    2]. Toda verdad, ya lo hemos dicho, depone los saberes constituidos y, en consecuencia, se opone a las opiniones, ya que se llama opiniones a las representaciones sin verdad, los desechos anárquicos de un saber circulante.
    Ahora bien, las opiniones son el cimiento de la sociabilidad. Es de lo que los animales humanos conversan, todos, sin excepción. No se puede hacer de otra manera: el tiempo que hace; la última película; las enfermedades de los chicos; los bajos salarios; las vilezas del gobierno; la actuación del equipo local de fútbol; la televisión; las vacaciones; las atrocidades lejanas y próximas; los sinsabores de la escuela pública; el Último disco de un conjunto de hard-rock; el mal momento por el que se atraviesa; si haya no demasiados inmigrantes; los síntomas neuróticos; los éxitos en la institución; las comidas ricas; la última lectura; las revistas donde encontrar por poca plata lo que se necesita; los autos; el sexo; el sol... ¿Qué haríamos nosotros, miserables, si no hubiera todo eso que circula y se repite entre los animales de la ciudad? ¿A qué silencio deprimente estaríamos condenados? La opinión es la materia prima de toda comunicación.

    Se sabe la fortuna que hoy tiene este término, y que algunos ven ahí el enraizamiento de lo democrático y de la ética. Se sostiene frecuentemente que lo que cuenta es "comunicar", que toda ética es "ética de la comunicación". 11 Si se pregunta: comunicar, es cierto, ¿pero qué? Es fácil responder: las opiniones sobre el despliegue total de los múltiples que este múltiple especial, el animal humano, experimenta en la empecinada determinación de sus intereses.
    Opiniones sin un gramo de verdad. Ni tampoco de falsedad. La opinión está más acá de 10 verdadero y de 10 falso, justamente porque su único oficio es ser comunicable. Por el contrario, lo que determina un proceso de verdad no se comunica. La comunicación es apropiada únicamente para las opiniones [e, insistimos: no podríamos prescindir de ella]. En todo 10 que concierne a las verdades se requiere que haya encuentro. Lo Inmortal del que soy capaz no podría ser suscitado en mí por los efectos de la sociabilidad comunicante, debe ser directamente capturado por la fidelidad. Lo que quiere decir: roto, en su ser múltiple, siguiendo el trazado de una ruptura inmanente y finalmente requerido, aunque más no fuese sin saberlo, por el suplemento de un acontecimiento. Entrar en la composición del sujeto de una verdad 1610 puede ser del orden de aquello que a uno le ocurre.

    Así lo atestiguan las circunstancias concretas en donde alguien es capturado por una fidelidad: encuentro amoroso; un poema que súbitamente sienten dirigido a ustedes; teoría científica cuya belleza, primeramente indistinta, los subyuga; inteligencia activa de un lugar político La filosofía no es una excepción, ya que cada uno sabe que para mantener el interés-desinteresado, es preciso haber encontrado, una vez en la vida,-Ia palabra de un Maestro.
    De repente, la ética de una verdad es todo lo contrario de una "ética de la comunicación". Es una ética de lo real si es verdad que, como lo sugiere Lacan, todo acceso a lo real es del orden del encuentro. Y la consistencia, que es el contenido de la máxima ética: "i Continuar!", no va sino a mantener el hilo de este real.
    Se lo podría formular asÍ: "No olvides jamás lo que has encontrando". Pero sabiendo que el no-olvido no es una memoria [¡ah, la insoportable y periodística "ética de la memoria"!]. El no-olvido consiste en pensar y practicar el acomodamiento de mi ser-múltiple al Inmortal que él detenta, y que el atravesamiento de un encuentro ha compuesta en sujeto.

    Lo que en un antiguo libro habíamos formulado así: "Ama lo que jamás creerías dos veces". Porque la ética de una verdad se opone de manera absoluta a la opinión y a la ética a secas, que no es más que un esquema de opinión. Y a que la máxima de la opinión es: "No amen sino lo que creen desde siempre".

    11] Jurgen Habermas, Theorie de l’agir communnicationel, Fayard, 1987. Habermas intenta extender la racionalidad democrática" integrando la comunicación en los fundamentos mismos de su antropología. Desde este punto de vista participa, desde el borde opuesto al de Lévinas, de lo que se podría llamar la subestructura filosófica de la corriente "ética".

    12] Alain Badiou, Théorie du sujet, Seuíl, 1982. Este libro contiene en sus "lecciones finales", los desarrollos sobre la ética del sujeto, pero en verdad son un poco diferentes de lo que se dice acá.

    4. ¿Ascetismo?

    ¿Es la ética de las verdades ascética? ¿Exige de nosotros un renunciamiento? Este debate es, desde el alba de la filosofía, esencial. Interesaba ya a Platón, resuelto a probar que el filósofo, hombre de las verdades, es "más afortunado" ,que el tirano que goza, y que, en consecuencia, el animal sensible no renuncia a nada esencial consagrando su vida a las Ideas.

    Llamamos "renunciamiento" al hecho que se deba ceder sobre la persecución de nuestros intereses, persecución que, excluida la verdad, hace la totalidad de nuestro ser-múltiple. ¿Hay renunciamiento cuando una verdad me captura? Sin duda que no, ya que esta captura se manifiesta por intensidades de existencia inigualables. Se les puede dar nombres: en el amor hay dicha; en la ciencia, hay alegría. [en el sentido de Spinoza: beatitud intelectual]; en la política, hay entusiasmo; y en el arte, placer. Estos" afectos de la verdad" , al mismo tiempo que señalan la entrada de alguien en una composición subjetiva hacen vanas todas las consideraciones acerca del renunciamiento. La experiencia lo muestra hasta el hartazgo.

    Pero la ética no es del orden dé la pura captura. Ella regla la consistencia subjetiva, en la medida en que su máxima es "¡Continuar!". Ahora bien, nosotros hemos visto que esta continuación supone un verdadero desvío de la "perseverancia en el ser". Los materiales de nuestro ser-múltiple se subordinan a la composición subjetiva, a la fidelidad a una fidelidad, ya no más a la persecución de nuestro interés. Esta desviación ¿equivale aun renunciamiento?

    Es preciso decir que aquí hay un punto propiamente indécidible. "Indecidible" quiere decir que ningún cálculo permite decidir si hay o no renunciamiento esencial.
    -Por un lado, es cierto que la ética de las verdades impone una distancia tal respecto de las opiniones que se la puede considerar propiamente asocia/. Esta a-sociabilidad es reconocida desde siempre: son las imágenes de Tales que cae en un pozo porque busca penetrar el secreto de los movimientos celestes; el proverbio: "los enamorados están solos en el mundo"; el destino apartado de los grandes revolucionarios; el tema de la "soledad del genio" ,etc. En el más bajo nivel es el sarcasmo contemporáneo contra el "intelectualoso", o la representación inevitable del militante como "dogmático" o "terrorista". Ahora bien, la a-sociabilidad se paga con una constante restricción en cuanto a la persecución de los intereses, porque esta persecución está precisamente reglada por el juego social y por la comunicación. Aquí no se trata tanto de represión [aunque evidentemente existe y puede tomar formas extremas] como de una discordancia insuperable, propiamente ontológica,13 entre la fidelidad post-acontecimiento y el transcurso normal de las cosas, entre verdad y saber.

    Por otro lado, es preciso reconocer que el "mí-mismo" comprometido en la composición subjetiva es idéntico a aquél que persigue su interés: para nosotros no hay dos figuras distintas del "alguien". Son los mismos múltiples vivientes los que son requeridos en todos estos casos. Esta ambivalencia de mi composición-múltiple, hace que el interés no pueda más ser claramente representable como distinto del interés-desinteresado. Toda representación de mí-mismo es la imposición ficticia de una unidad a sus componentes múltiples infinitos. Que esta ficción sea en general cimentada por el interés, no hay duda alguna. Pero como los componentes son ambiguos [son ellos los mismos que sirven para ligar mi presencia en una fidelidad], es posible que, aun bajo la regla del interés, la unidad ficticia se subordine como tal a un sujeto, al Inmortal, y no al animal socializado.

    En el fondo, la posibilidad de que algún ascetismo sea requerido por la ética de las verdades, proviene de que el esquema del interés no tiene otra materia para unificar ficticiamente que aquella a la cual la ética de las verdades da consistencia. De ahí que el interés desinteresando pueda ser representado como interés a secas. Cuando éste es el caso, no se podría hablar de ascetismo: el principio del interés gobierna, en efecto, la práctica consciente.

    Pero no se trata sino de una simple posibilidad y en ningún caso una necesidad. En efecto, no olvidemos que falta mucho para que todos los componentes de mi ser-múltiple sean comprometidos en su conjunto, tanto en la persecución de mis intereses como en la consistencia de un sujeto de verdad. Siempre puede ocurrir que la brutal requisitoria de tal o cual componente "dormido", ya sea bajo la presión socializada de los intereses o para la etapa en curso de una fidelidad, desestabilice todos los montajes ficticios anteriores por medio de los cuales organizo la representación de mí-mismo. En consecuencia; la percepción del interés-desinteresado, como interés a secas puede deshacerse, ser representable la escisión y el ascetismo venir a la orden del día, tanto como la inversa: la tentación de ceder, de retirarse de la composición subjetiva, de romper un amor porque un deseo obsceno se impone; traicionar una política porque se ofrece el reposo del "servicio de los bienes"; reemplazar la exasperación científica por la carrera por los créditos y los honores, o regresar al academicismo bajo la fachada de una propaganda que denuncia el carácter "superado" de las vanguardias.

    Pero entonces, la llegada del ascetismo es idéntica al descubrimiento de un sujeto de verdad como puro deseo de si. El sujeto debe de alguna manera continuar por sus propias fuerzas, ya sin la protección de las ambigüedades de la ficción representativa. Es el punto propio de lo indecidible: este deseo del sujeto de perseverar en su consistencia ¿es comparable al deseo del animal de asir su suerte socializada? Nada, una vez allí, exime del coraje. Uno se armará, si se puede, del optimismo de Lacan, cuando escribe: "El deseo, lo que se llama el deseo [Lacan habla aquí de lo insabido subjetivo] basta para hacer que la vida no tenga sentido si produce un cobarde." 14

    13] Alain Badiou, L 'EIre el 1 'événemenl, op. cit. Un elemento considerado por la opinión es siempre tomado en un conjunto construible [que se deja aprehender por las clasificaciones]. Mientras que el mismo elemento, considerado a partir de un proceso de verdad, es tomado en un conjunto genérico [grosso modo: escapando a todas las clasificaciones establecidas].
    14] Lacques Lacan, Écrits, Seuil, B- 782


    EL PROBLEMA DEL MAL

     
    Subrayamos ya hasta qué punto la ideología ética contemporánea se enraíza en la evidencia consensual del Mal. Hemos invertido este juicio determinando el proceso afirmativo de las verdades como núcleo central, tanto de la composición posible de un sujeto, como del advenimiento singular, para el "alguien" que entra en esta composición, de una ética perseverante.
    ¿ Quiere decir que es necesario recusar toda validez a la noción del Mal y reenviarla en bloque a su evidente origen religioso?

    A/ La vida, las verdades, el Bien

    Aquí no haremos ninguna concesión a la opinión según la cual habría una suerte de "derecho natural" fundado, en último análisis, sobre la evidencia de lo que perjudica al Hombre.

    Restituido a su simple naturaleza, el animal humano debe ser considerado del mismo modo que sus compañeros biológicos. Este masacrador sistemático persigue en los gigantes hormigueros que edificó intereses de supervivencia y satisfacción ni más ni menos estimables que los de los topos o de las cicindelas. El animal humano se ha mostrado el más taimado de los animales, el más paciente, el más obstinadamente esclavo de los deseos crueles de su propia potencia. Sobre todo supo poner al servicio de su vida mortal la capacidad que le es propia, y que consiste en ubicarse sobre el trayecto de las verdades de manera que le advenga una parte de Inmortal. Es lo que ya dejaba presentir Platón, cuando indicaba que su famoso prisionero evadido de la caverna y encandilado por el sol de la Idea, tenía como deber volver a la sombra y hacer que sus compañeros de servidumbre se beneficien de aquello que, en el umbral del mundo obscuro, lo había capturado. Sólo hoy mensuramos plenamente lo que este retorno significa: es el de la física galileana hacia la maquinación técnica o el de la teoría atómica hacia los explosivos y las centrales atómicas. El retorno del interés-desinteresado hacia el interés bruto, el 'forzamiento de los saberes por algunas verdades. Todo lo cual condujo al animal humano a devenir amo absoluto de su biosfera que, por cierto, no es sino un planeta de segundo orden.

    Pensado así [y es lo que de él sabemos] queda claro que el animal humano no depende "en sí" de ningún juicio de valor. Nietzsche tenía sin ninguna duda razón, puesto que determina a la humanidad según la norma de su potencia vital, en declararla esencialmente inocente, en sí misma extranjera al Bien y al Mal. Su quimera es imaginar una sobrehumanidad devuelta a esta inocencia, una vez liberada de la tenebrosa empresa de aniquilamiento de la vida, llevada a cabo por la potente figura del Sacerdote. No, ninguna vida, ninguna potencia natural, pondría estar más allá del Bien y del Mal. Es necesario decir que toda vida, comprendida la del animal humano, está del lado de acá del Bien y del Mal.

    Lo que hace surgir el bien y por vía de simple consecuencia el Mal, concierne exclusivamente a la rara existencia de los procesos de verdad dad. Transido por una ruptura inmanente, el animal humano ve su principio de supervivencia -su interés- desorganizado. Decimos entonces que el Bien, si por tal se entiende que alguien pueda entrar en la composición del sujeto de una verdad, es precisamente la norma interina de una desorganización prolongada de la vida.

    Todo el mundo, por otra parte, lo sabe: las rutinas de la supervivencia son indiferentes al Bien, cualquiera que éste sea. Toda prosecución de un interés no tiene legitimidad sino en su logro. Por el contrario, "caer enamorado" [la palabra" caer" señala la desorganización de la marcha de las cosas], ser tomado por el furioso insomnio de un pensamiento, o comprobar que algún compromiso político radical resulta incompatible con todo principio de interés inmediato, me obliga a evaluar la vida, mi vida de animal humano socializado, según otro patrón que el de esa vida en sí misma. Especialmente cuando, más allá de la evidencia dichosa o entusiasta de la captura, sé trata de saber si., y cómo, continúo en la vía de la desorganización vital, dotando así a la desorganización primordial de una organización paradojal segunda, la misma que hemos nominado "consistencia ética".
    Si hay el Mal, es necesario pensarlo a partir del Bien. Sin la consideración del Bien y, en consecuencia, de las verdades, no hay sino la inocencia cruel de la vida, que está más acá del Bien y del Mal.

    De modo que, por extraño que resulte el propósito, es absolutamente necesario que el Mal sea una dimensión posible de las verdades. Sobre este punto no nos contentaremos con la solución demasiado fácil del platonismo: el Mal como simple ausencia de la verdad, el Mal como ignorancia del Bien, puesto que la idea misma de ignorancia es inasible. ¿Para quién una verdad está ausente? Para el animal humano como tal, empecinado en la persecución de sus intereses, no hay verdad, sino opiniones que hacen a la socialización, En cuanto al Sujeto –el Inmortal- la verdad no le podría faltar, ya que su constitución depende sólo de ella, dada como trayecto fiel.

    Es preciso, entonces, si es que el Mal resulta identificable como una forma del ser-múltiple, que surja como efecto [posible] del Bien mismo. Lo que se dirá: no es sino porque hay verdades, y en la medida en que existen los sujetos de estas verdades, que hay el Mal.
    O también: el Mal, si existe, es un efecto perturbado de la potencia de la verdad.
    Pero, ¿existe el Mal?

    B/ De la existencia del Mal

    Puesto que rechazamos toda idea de un reconocimiento consensual, o a priori, del Mal, la única línea de pensamiento riguroso sería definir el Mal sobre nuestro propio terreno, es decir, como una dimensión posible de un proceso de verdad, para sólo después examinar las coincidencias entre los efectos esperados de esta definición y los ejemplos "flagrantes" [los ejemplos de opinión] del Mal histórico o privando.

    Sin embargo vamos a proceder de manera más inductiva, ya que el objetivo de este libro es ceñir de cerca la actualidad de los problemas. Los partidarios de la ideología "ética" saben bien que la identificación del Mal no es asunto de poca importancia, aun si, en definitiva, toda su construcción reposa sobre el axioma según el cual en esa materia hay una evidencia de opinión. A partir de allí proceden como hemos visto que lo hacía Lévinas respecto de la cuestión del 'reconocimiento del Otro": radicalizan el propósito. De la misma manera que Lévinas, en definitiva, suspende la originalidad de la apertura al Otro a. la suposición de un Absoluto-Otro, los defensores de la ética también hacen depender la identificación consensual del Mal a la suposición de un Mal radical.
    Si bien es cierto que la idea de un Mal radical se remonta [por lo menos] a Kant, su versión contemporánea se apoya de manera sistemática sobre un "ejemplo": la exterminación de los judíos en Europa por los nazis. Nosotros no empleamos la palabra ejemplo a la ligera. Ciertamente, un ejemplo es de ordinario algo que debe repetirse o imitarse. Tratándose de la exterminación nazi, ella ejemplifica el Mal radical cuya imitación o repetición debe ser impedida a cualquier precio. O más precisamente: es aquello cuya no-repetición cumple función de norma para todo juicio sobre las situaciones. Entonces, hay acá "ejemplaridad" del crimen, ejemplaridad negativa. Sin embargo, la función normativa del ejemplo permanece: la exterminación nazi es el Mal radical en tanto que da para nuestro tiempo la medida única, inigualable, -y en este sentido, trascendente o indecible- del Mal a secas. Lo que el Dios de Lévinas es en la evaluación de la alteridad [el Absoluto-Otro como medida inconmensurable del Otro], la exterminación lo es en la evaluación de las situaciones históricas [el' Absoluto-Mal como medida inconmensurable del Mal].

    De ahí que la exterminación y los nazis sean a la vez declaradas impensables, indecibles, sin precedente ni posteridad concebibles -puesto que nombran la forma absoluta del Mal-; y sin embargo constantemente invocados, comparados, encargados de esquematizar toda circunstancia en la que se quiere producir, en la opinión, un efecto de conciencia del mal ..,.ya que no hay apertura al Mal en general sino bajo la condición histórica de un Mal radical. Es así que en 1956, para legitimar la invasión a Egipto por las fuerzas anglo-francesas, los políticos y la prensa no dudaban un segundo ante la fórmula: "Nasser es Hitler". Esto se ha vuelto a ver recientemente, tanto en lo que concierne a Saddam Hussein [en Irak] como respecto a Slobodan Milosevic [en Serbia]. Pero, al mismo tiempo, se recuerda con insistencia que la exterminación y los nazis son únicos y que compararlos con cualquier otra cosa es una profanación.

    Esta paradoja es en realidad la del Mal 'radical mismo [y, a decir verdad, de toda "puesta en trascendencia" de una realidad o de un concepto]. Es necesario que aquello que constituye la medida no sea mensurable y que, sin embargo, sea constantemente mensurado. La exterminación, precisamente, es a un tiempo la medida de todo el Mal del que nuestra época es capaz -y como tal, resulta en sí misma inconmensurable; como también -y esto supone medirla sin cesar- aquello a lo que debe compararse todo cuanto requiera ser juzgado según la evidencia del Mal. Ese crimen, en tanto ejemplo negativo supremo, es inimitable, pero al mismo tiempo cualquier crimen es su imitación. .
    Para salir de este círculo, al que nos condena el hecho de querer ordenar la cuestión del Mal según un juicio consensual de la opinión [juicio que se debe pre-estructurar por la suposición de un Mal radical], es preciso evidentemente abandonar el tema del Mal absoluto, de la medida sin medida, Este tema, como el del Absoluto-Otro, pertenece a la religión. .

    Sin embargo, no hay duda que la exterminación de los judíos de Europa es un crimen de Estado atroz, cuyo horror es tal que no se puede, sin entrar en una repugnante sofistica, dudar que se trata, de cualquier manera que se lo mire, de un Mal que nada lo rehabilita ni permite clasificarlo tranquilamente [''hegelianamente"] en el capítulo de las necesidades transitorias del movimiento histórico,
    Se admitirá también sin reservas la singularidad del exterminio. .La mediocre categoría de "totalitarismo" ha sido forzada para reunir en un solo concepto la política nazi y la política de Stalin, la exterminación de los judíos de Europa y las deportaciones y masacres en Siberia. Esta amalgama poco ayuda al pensamiento, ni siquiera al pensamiento del Mal. Es preciso admitir la irreductibilidad de la exterminación [así como también la irreductibilidad del Partido-estado stalinista].
    Pero justamente, toda la cuestión reside en localizar esta singularidad. En el fondo, los defensores de la ideología de los derechos del hombre intentan localizarla directamente en el Mal, conforme a sus objetivos de pura opinión. Hemos visto que esta tentativa de absolutización religiosa del Mal es incoherente. Es además muy amenazante, como todo lo que opone al pensamiento un "límite" infranqueable, ya que la realidad de lo inimitable es la constante imitación. A fuerza de ver a Hitler por todas partes se olvida que ha muerto -y que bajo nuestros ojos pasa el advenimiento de nuevas singularidades del Mal.

    En realidad, pensar la singularidad de la exterminación es pensar, ante todo, la singularidad del nazismo como política. Ese es todo el problema. HitIer pudo conducir la exterminación como una colosal operación militarizada, porque había tomado el poder y lo hizo en nombre de una política que incluía entre sus categorías la de "judío",.

    Los que sostienen la ideología ética insisten tanto en localizar la singularidad de la exterminación directamente en el Mal que, por lo general, niegan categóricamente que el nazismo haya sido una política. Pero esta es una posición a la vez débil y sin coraje. Débil, porque la constitución del nazismo en subjetividad" masiva" integrando la construcción de la palabra judío como esquema político, es lo que hizo posible, luego necesaria, la exterminación. Sin coraje, porque es imposible pensar la política hasta el fin, si se renuncia a considerar que puedan existir políticas cuyas categorías orgánicas, las prescripciones subjetivas, son criminales.
    Los partidarios de la "democracia de los derechos del hombre" gustan mucho, con Hanna Arendt, definir la política como la escena del "ser-en-conjunto". Es, además, apoyados sobre esta definición que hacen el impasse sobre la esencia política del nazismo. Pero esta definición es sólo un cuento de hadas, tanto más si el "ser-en-conjunto" debe primeramente determinar -y esa es toda la cuestión- el conjunto del que se. trata. Nadie deseaba más que Hitler el ser-en-conjunto de los Alemanes. La categoría nazi de "judío" servía para nombrar el interior alemán, el espacio del ser-en-conjunto, por la construcción [arbitraria, pero prescriptiva] de un exterior que podía acosar al interior, de igual manera que la certeza de ser" entre Franceses" supone que se persigue aquí mismo a aquellos que caen bajo la categoría de "inmigrante clandestino".

    Una de las singularidades de la política nazi ha sido declarar con precisión la "comunidad" historial a la que trataba de dotar de una subjetividad conquistadora. Es esta declaración la que permitió su victoria subjetiva y puso la exterminación a la orden del día.
    Más fundado sería decir, entonces, que en la circunstancia, el lazo entre política y Mal se introduce justamente por el sesgo de tomar en consideración tanto al conjunto [temática de las comunidades], como al ser-con [temática del consenso, de las normas compartidas].
    Pero lo que importa es que la singularidad del Mal es tributaria, en último análisis, de la singularidad de una política.

    Esto nos reconduce al pensamiento de la subordinación del Mal, si no directamente al Bien, al menos a los procesos que lo invocan. Es probable que la política nazi no haya sido un proceso de verdad. Pero "capturó" la situación alemana sólo en la medida en que era representable como tal. De manera que aun en el caso de este Mal que llamamos, no radical, sino extremo, la inteligibilidad de su ser "subjetivo", la cuestión de los" alguienes" que han podido participar en su atroz ejecución como si cumpliesen un deber, exigen que se los refiera a las dimensiones intrínsecas de los procesos de verdad política.
    Podríamos también señalar que los sufrimientos subjetivos más intensos, que ponen realmente a la orden del día lo que es "hacer el mal a alguien" , y que a menudo determinan el suicidio o el asesinato, tienen por horizonte la existencia del proceso amoroso.

    Plantearemos que: - el Mal existe;
    - debe ser distinguido de la Violencia empleada por el animal humano para perseverar en su ser, para perseguir sus intereses, violencia que está del lado de acá del Bien y del Mal;
    - sin embargo, no hay Mal radical por el cual se esclarecería esta cuestión;
    - sólo es posible pensar el Mal como distinto de la depredación trivial, en la medida en que se lo trate desde el punto de vista del Bien, o sea, a partir de la captura de "alguien" por un proceso de verdad;
    - en consecuencia, el Mal no es una categoría del animal humano es una categoría del sujeto;
    - no hay Mal sino en la medida en que el hombre es capaz de devenir el Inmortal que es;
    - la ética de las verdades, como principio de consistencia de la fidelidad a una fidelidad, o la máxima"¡Continuar! ", es lo que intenta evitar el Mal que toda verdad singular hace posible.

    Falta ligar estas tesis, hacerlas homogéneas a lo que sabemos de la forma general de las verdades.


    15] Nictzsche, La Généalogie de la morale. Este es el libro de Nietzsche más sistemático, el que recapitula su crítica "vital" de los valores.

    C/ Retorno sobre el acontecimiento, la fidelidad, la verdad

    Recordemos las tres dimensiones capitales de un proceso de verdad, que son:
    el acontecimiento, que hace advenir "otra cosa" que la situación, las opiniones, los saberes instituidos; que es un suplemento azaroso, imprevisible, disipado apenas aparece;

    - la fidelidad, que es el nombre de un proceso: se trata de una investigación coherente de la situación, bajo el imperativo del acontecimiento; es una ruptura continuada e inmanente;
    - la verdad propiamente dicha, que es ese múltiple interno a la situación que construye, poco a poco, la fidelidad; aquello que la fidelidad reagrupa y produce.

    Estas tres dimensiones del proceso tienen características "ontológicas;' esenciales:

    1] El acontecimiento es a la vez situado -es un acontecimiento de tal o cual situación- y suplementario, es decir, absolutamente desprendido o desligado de todas las reglas de la situación. Así, el surgimiento con Haydn [o bajo el nombre de este "alguien", Haydn] del estilo clásico, concierne a la situación musical y a ninguna otra, situación que estaba reglada por el predominio del estilo barroco. Es un acontecimiento para esta situación. Pero por otro lado, lo que este acontecimiento autoriza como configuraciones musicales no es legible desde la plenitud alcanzada por el estilo barroco; se trata realmente de otra cosa.

    Se preguntará, entonces, qué es lo que hace lazo entre el acontecimiento y la "razón" por la cual es un acontecimiento. Este lazo es el vado de la situación anterior. ¿Qué es preciso entender por tal? Que en el corazón de toda situación, como fundamento de su ser, hay un vacío "situado", alrededor del cual se organiza la plenitud [o los múltiples estables] de la situación en cuestión. Así, en el corazón del estilo barroco llegado a su saturación virtuosa, se encuentra el vacío [tan desapercibido como decisivo] de un pensamiento verdadero de la arquitectónica musical. El acontecimiento-Haydn se da como una suerote de "nominación" musical de este vacío, ya que es precisamente un principio totalmente nuevo, arquitectónico, temático, una nueva manera de desarrollar la escritura a partir de algunas células transformables, lo que constituye al acontecimiento mismo. Es decir, lo que en el interior del estilo barroco no era justamente perceptible [no podía haber allí ningún saber acerca de eso].

    Se podría decir, puesto que una situación está compuesta por los saberes que por ella circulan, que el acontecimiento nombra el vacío en tanto que nombra lo no sabido de la situación.
    Para tomar un ejemplo célebre, Marx hace acontecimiento en el pensamiento político en la medida en que designa, bajo el nombre de proletariado, el vacío central de las sociedades burguesas incipientes. Ya que el proletariado, sumido en la privación total, ausente de la escena política, es aquello alrededor de lo cual se organiza la plenitud satisfecha del reino de los propietarios de capitales.
    Por último, diremos que el carácter ontológico fundamental de un acontecimiento es el de inscribir, nombrar, el vacío situado que es la razón por la cual él se constituye como acontecimiento.

    2] Con respecto a la fidelidad, ya hemos dicho bastante acerca de ella. El punto más importante consiste en que jamás es necesaria. Hay indecibilidad en cuanto a saber si el interés-desinteresado que supone para el "alguien" que de ella participa puede, aunque sea en una ficción de la representación de sí, valer como interés a secas. Entonces, como el único principio de perseverancia es el del interés, la perseverancia de alguien en una fidelidad -la continuidad del ser-sujeto de un animal humano- permanece aleatoria. Sabemos que es en función de este aleatorio que hay un espacio para una ética de las verdades.

    3] Finalmente, tratándose de la verdad como resultado, es preciso sobre todo señalar su potencia. Hemos evocado este tema a propósito del "retorno" del prisionero de Platón a la caverna, que es el retorno de una verdad hacia los saberes. Una verdad "agujerea' los saberes, es heterogénea a ellos, pero es también la única fuente conocida de saberes novedosos. Diremos que la verdad fuerza los saberes.

    El verbo forzar indica que siendo la ruptura la potencia de una verdad, es violentando los saberes establecidos y en circulación que retorna hacia lo inmediato de la situación, o bien, reorganiza esta suerte de enciclopedia portátil de la que se extraen las opiniones, las comunicaciones y la sociabilidad. Si una verdad como tal jamás es comunicable, implica sin embargo, a distancia de sí misma, poderosas recomposiciones de las formas y de los referentes de la comunicación -sin que, por otro lado, estas recomposiciones "expresen" la verdad, o indiquen un "progreso" de las opiniones. Así, todo un saber musical se organiza rápidamente a partir de los grandes nombres del estilo clásico, un saber anteriormente informulable. No hay allí ningún''progreso" puesto que el academicismo clásico, o el culto a Mozart, no tiene nada de superior con respecto a lo que había antes. Sin embargo es un forzamiento de saberes, una modificación a menudo muy extensa de los códigos de la comunicación [o de las opiniones que los animales humanos intercambian sobre "la música"]. Por supuesto, estas opiniones transformadas son perecederas, en tanto que las verdades, que son las grandes creaciones del estilo clásico, subsisten eternalmente.

    De igual manera, es el destino de las invenciones matemáticas más sorprendentes, el de figurar finalmente en los manuales universitarios, servir incluso para reclutar a nuestra"élite dirigente", por el sesgo de los concursos de admisión a las Grandes Escuelas. La eternidad producida por las verdades matemáticas no es responsable de ello, como no sea por haber forzado los saberes así requeridos para hacerlos entrar en compromisos sociales; esa es la forma de su retorno hacia los intereses del animal humano.

    Es de estas tres dimensiones de un proceso de verdad convocatoria, por el acontecimiento, del vacío de una situación, incertidumbre de la fidelidad y potencia de forzamiento de los saberes por una verdad, que depende el pensamiento del Mal.
    Ya que el Mal tiene tres nombres:

    -imaginar que un acontecimiento convoca no al vacío sino al pleno de la situación anterior, es el Mal como simulacro, o terror;

    -decaer en una fidelidad, es el Mal como traición en sí-mismo del inmortal que se es;
    -identificar una verdad a una potencia total, es el Mal como desastre.

    Terror, traición y desastre son lo que la ética de las verdades -y no la impotente moral de los derechos del hombre- intenta evitar, en la singularidad del soporte de una verdad en curso. Pero éstos son al mismo tiempo, como lo vamos a ver, posibles de ser actualizados por el proceso mismo de una verdad. Queda entonces asegurado que no hay Mal sino en tanto hay el procedimiento de un Bien.

    D/ Esquema de una teoría del Mal

    1. El simulacro y el terror

    Hemos visto que toda "novedad" no es un acontecimiento. Aun es necesario que aquello convocado y nombrado por el acontecimiento sea el vacío central de la situación, respecto del cual este acontecimiento es un acontecimiento. La cuestión de la nominación es esencial, pero aquí no podemos presentar la teoría completa[16]. Se comprenderá fácilmente, sin embargo, que el acontecimiento, teniendo por ser el desaparecer, puesto que es una suerte de suplemento fulminante que adviene en la situación, lo que se retiene en ella y sirve de guía a la fidelidad, es algo así como una traza, o un nombre, en relación con el acontecimiento disipado.
    Cuando los nazis hablan de "revolución nacional-socialista", toman prestado una nominación -"revolución", "socialismo" - certificada por los grandes acontecimientos políticos modernos [la Revolución de 1792 o la Revolución bolchevique de 1917]. Toda una serie de rasgos quedan ligados por este préstamo y por él legitimados: la ruptura con el antiguo orden, el apoyo buscado en las asambleas de masas, el estilo dictatorial del Estado, el palhos de la decisión, la apología del Trabajador, etc.
    Sin embargo, el "acontecimiento" así nombrado, salvo las consideraciones formalmente semejantes a aquéllas de las cuales toma prestados el nombre y los rasgos, sin las cuales no habría objetivo propio ni lenguaje político constituido, se caracteriza por un léxico de la plenitud, o de la sustancia: la revolución nacional-socialista hace advenir -dicen los nazis- una comunidad particular, el pueblo alemán, a su verdadero destino, que es un destino de dominación universal. De tal manera se supone que el "acontecimiento" hace advenir al ser, nombra, no el vacío de la situación anterior, sino su completud. No la universalidad de lo que no se sostiene, justamente, en ningún trazo [en ningún múltiple] particular, sino la particularidad absoluta de una comunidad, ella misma enraizada en los rasgos de la tierra, la sangre, la raza.

    Lo que hace que un acontecimiento verdadero pueda constituirse en origen de una verdad, única cosa que es para todos y que es eterna, reside en que justamente está ligado a la particularidad de una situación sólo por el sesgo de su vacío. El vacío,. el múltiple-de-nada no excluye ni obliga a nadie. Es la neutralidad absoluta del ser. De modo que la fidelidad de la que un acontecimiento es el origen, aunque sea una ruptura inmanente en una situación singular, no por eso deja de apuntar a la universalidad.

    Por el contrario, la ruptura sorprendente inducida por la toma del poder por los nazis en 1933, que formalmente es indistiguible de un acontecimiento -eso es lo que desorientó a Heidegger-17 en la medida en que se la piensa como revolución "alemana", y no es fiel sino a la supuesta sustancia nacional de un pueblo, en realidad sólo se dirige a aquellos que ella misma determina como" Alemanes". Por lo tanto, a partir de la nominación del acontecimiento, al no tomar en cuenta que esta nominación: "revolución", sólo funciona bajo la condición de verdaderos acontecimientos universales [por ejemplo, las Revoluciones de 1792 ó de 1917], es radicalmente incapaz de cualquier verdad.

    Cuando bajo nombres tomados en préstamo a los procesos reales de verdad, una ruptura radical en una situación convoca, en vez del vacío, la particularidad''plena" o la sustancia supuesta de esta situación, diremos que se tiene un simulacro de verdad.

    "Simulacro" debe ser tomado en sentido fuerte: todos los rasgos formales de una verdad son puestos en obra en el simulacro. No solamente una nominación universal del acontecimiento, induciendo la fuerza de una ruptura radical, sino también la "obligación" de una fidelidad y la promoción de un simulacro de sujeto, erigido -sin que ningún Inmortal sin embargo advenga- por encima de la animalidad humana de los otros, de aquellos que son arbitrariamente declarados como no perteneciendo a la sustancia comunitaria, de la cual el simulacro de acontecimiento asegura la promoción y dominación.

    La fidelidad a un simulacro, a diferencia de la fidelidad a un acontecimiento, regla su ruptura no sobre la universalidad del vacío, sino sobre la particularidad cerrada de un conjunto abstracto [los" Alemanes", o los "Arios"]. Inevitablemente, su ejercicio es el de construir sin fin este conjunto, y para eso no hay otro medio que "hacer el vacío" a su alrededor. El vacío, expulsado por la promoción en simulacro de un "acontecimiento-sustancia", retorna, con su universalidad, como lo que debe ser efectuado para que la sustancia sea. También se puede decir: lo que es dirigido "a todos" [y aquí "todos" es forzosamente aquello que no pertenece a la sustancia comunitaria alemana, la cual no es un "todo", sino un "algunos" ejerciendo su dominación sobre "todos"] es la muerte, o esta forma diferida de la muerte que es la esclavitud al servicio de la sustancia alemana.

    Así, la fidelidad al simulacro [que demanda a los "algunos" de la sustancia alemana sacrificios y compromisos prolongados, puesto que tiene realmente la forma de una fidelidad], tiene por contenido la guerra y la masacre. Allí no se trata de los medios: es todo el real de esa fidelidad.
    En el caso del nazismo, el vacío ha retornado bajo un nombre privilegiado, el nombre de "judío". Ciertamente hubo otros: los gitanos, los enfermos mentales, los homosexuales, los comunistas... Pero el nombre "judío" fue el nombre de los nombres para designar aquello cuya desaparición creaba, alrededor de la supuesta sustancia alemana, promovida por el simulacro "revolución nacional-socialista", un vacío suficiente para identificar la sustancia. La elección de este nombre reenvía sin ninguna duda a su lazo evidente con el universalismo, en particular con el universalismo revolucionario, aquello que, en suma, este nombre tenía ya de vacío, es decir, conectado a la Universalidad y a la eternidad de las verdades. No obstante, en la medida en que ha servido para organizar la exterminación, el nombre "judío" es una creación política nazi, que no tiene ningún referente preexistente. Un nombre cuyo uso nadie puede compartir con los nazis y que supone el simulacro y la fidelidad al simulacro -y en consecuencia, la singularidad absoluta del nazismo como política.

    Pero aun en este punto, es preciso reconocer que esta política imita el proceso de una verdad. Toda fidelidad a un acontecimiento auténtico nombra a los adversarios de su perseverancia. Contrariamente a la ética consensual, que pretende evitar la escisión, la ética de las verdades es siempre más o menos militante, combatiente. Ya que su heterogeneidad respecto a las opiniones y los saberes establecidos se da concretamente en la lucha contra todo tipo de tentativas de interrupción, de corrupción, de retorno a los intereses inmediatos del animal humano, de sarcasmo y de represión contra el Inmortal que adviene como sujeto. La ética de las verdades supone el reconocimiento de estas tentativas y, en consecuencia, la operación singular que consiste en nombrar enemigos. El simulacro "revolución nacional-socialista" indujo esas nominaciones, en particular la de "judío". Pero la subversión que implica el simulacro respecto del acontecimiento verdadero se continúa en estos nombres. Ya que el enemigo de una verdadera fidelidad subjetiva es justamente el conjunto cerrado, la sustancia, la comunidad. Es contra estas inercias que se debe hacer valer el trazado azaroso de una verdad y de su destinación universal.

    Toda invocación a la tierra, la sangre, la raza, la costumbre, la comunidad, trabaja directamente contra las verdades; es este conjunto el que precisamente nombra como enemigo la ética de las verdades. Allí donde la fidelidad al simulacro promueve la comunidad, la sangre, la raza, etc., nombra precisamente como enemigo, por ejemplo, bajo el nombre de "judío", al universa abstracto, la eternidad de las verdades, lo destinado a todos.

    Es preciso añadir a esto que el tratamiento de lo que se supone bajo los nombres, es diametralmente opuesto. Ya que por más enemigo que sea de una verdad, un" alguien" , está siempre representado en la ética de 'las verdades, como capaz de devenir el Inmortal que es. Podemos, entonces, combatir los juicios y opiniones que intercambia con otros para corromper toda fidelidad, pero no su persona, que es para el caso indiferente, y a la cual, en última instancia, toda verdad también se dirige. En tanto que el vacío, por el cual trabaja el fiel a un simulacro para cercar una supuesta sustancia, debe ser un vacío real, obtenido labrando en la carne misma. Puesto que no constituye la llegada subjetiva de ningún Inmortal, la fidelidad al simulacro -esta terrible imitación de las verdades- tampoco supone ninguna otra cosa, en lo que designa como enemigo, que su estricta y particular existencia de animal humano: eso mismo que debe soportar el retorno del vacío. Por esta razón el ejercicio de la fidelidad al simulacro es necesariamente ejercicio del terror. Entendemos aquí por terror, no el concepto político de Terror, ligado [en cupla universalizable] al de Virtud por los Inmortales del Comité de salvación pública, sino la reducción pura y simple de todos a su ser-para-la-muerte. El terror así concebido postula en realidad que para que la sustancia sea, nadie debe ser.

    Hemos seguido el ejemplo del nazismo porque compone, en una parte esencial, la configuración "ética" [el "Mal radical"] a la que oponemos la ética de las verdades. Allí se trata del simulacro de un acontecimiento dando lugar a una fidelidad política. Su condición de posibilidad reside en las revoluciones políticas con real capacidad de acontecimiento y, por lo tanto, universalmente dirigidas. Pero también existen simulacros ligados a todos los otros tipos posibles de procesos de verdad. Es un ejercicio útil, para el lector, identificarlos. Así se puede ver que ciertas pasiones sexuales son simulacros de acontecimientos amorosos. Que entrañan bajo ese título terror y violencia, no cabe ninguna duda. Brutales predicaciones obscurantistas se presentan como simulacros de ciencias, y sus estragos son perceptibles. Y así sucesivamente. Pero en todos los casos, estas violencias y estos estragos son ininteligibles si no se los piensa a partir de procesos de verdad cuyos simulacros organizan.

    Finalmente, nuestra primera definición del Mal será la siguiente: el Mal es el proceso de un simulacro de verdad. Es, en su esencia, terror dirigido a todos bajo un nombre inventado por él.


    16. Cf. Alain Badiou, L 'Élre el I 'événemenl, op. cit. La teoría del nombre del acontecimiento, por un lado, la de la lengua-sujeto, por el otro. es central en todo el libro. La segunda, en particular. es bastante delicada.
    17. Víctor Farías, Heidegger et le nazisme, Verdier, 1985.En este libro bastate anecdótico, se ve cómo Heidegger fue cautivo, durante un tiempo, de un simulacro. Creía tener el acontecimiento de su propio pensamiento.

    2. La traición

    Hemos avanzado ampliamente este punto en el capítulo precedente. Dijimos que es propiamente indecidible que el interés-desinteresando que anima el devenir-sujeto de un animal humano determine el interés a secas, puesto que este animal humano no consigue nunca unificar a los dos en una ficción plausible de la unidad de sí mismo.
    Se trata aquí de los que se pueden llamar los momentos de crisis. No hay en sí "crisis" de un proceso de verdad. Iniciado por un acontecimiento, se despliega rectamente al infinito. De lo que puede haoer crisis es de uno o varios" alguien" que entran en la composición del sujeto inducido por este proceso. Todo el mundo conoce los momentos de crisis de un amante, de desaliento de un investigador, de desánimo de un militante, de esterilidad de un artista. O también, la incomprensión durable de una demostración matemática para aquel que la lee, la obscuridad irreductible de un poema del cual, sin embargo, vagamente se percibe la belleza, etc.
    Hemos dicho de dónde provienen estas experiencias: bajo la presión de las exigencias del interés, o bajo aquélla, por el contrario, del imperativo de una novedad difícil, en la continuidad subjetiva de la fidelidad, hay ruptura de la ficción por la cual yo soporto, como imagen de mí mismo, la confusión entre interés e interés-desinteresado, entre animal humano y sujeto, entre mortal e inmortal. A partir de ese momento, se descubre una elección pura entre el "¡Continuar!" de la ética de esta verdad y la lógica de la "perseverancia en el ser" del simple mortal que soy.
    Una crisis de fidelidad es siempre lo que pone a prueba, por defecación de una imagen, la única máxima de la consistencia, o sea, de la ética: "¡Continuar!". Continuar aun cuando se haya perdido la huella; cuando no se sienta más "atravesado" por el proceso; cuando el acontecimiento mismo se haya oscurecido, de haya extraviado su nombre, o que uno se pregunte si no nombraba un error, incluso un simulacro.
    En efecto, la existencia conocida de simulacros ayuda poderosamente a la puesta en forma de las crisis. La opinión me murmura [y en consecuencia yo me murmuro, puesto que jamás estoy fuera de la opinión] que mi fidelidad bien podría ser el terror ejercido sobre mí mismo y que la fidelidad a la cual soy fiel reúne mucho, demasiado, de tal o cual Mal identificado. Se trata de una alternativa siempre posible, puesto que los rasgos formales de este Mal [como simulacro] son exactamente los de una verdad.

    Entonces, a lo que estoy expuesto es a traicionar una verdad. La . traición no es un simple renunciamiento. Desgraciadamente no se puede simplemente''renunciar" a una verdad. La denegación en mí del Inmortal es mucho más que un abandono, una cesación: siempre debo convencerme que el inmortal en cuestión no ha existido jamás yen consecuencia, adherir sobre este punto a las opiniones -cuyo único ser es estar al servicio de los intereses- es precisamente esta negación. Puesto que lo Inmortal, si reconozco su existencia, me ordena continuar, tiene la potencia eterna de las verdades que lo inducen. Por consecuencia, es necesario que traicione en mí el devenir-sujeto, que devenga enemigo de esta verdad en la composición de cuyo sujeto entraba, a veces con otros, el "alguien" que soy.

    Se explica así que los antiguos revolucionarios sean obligados a declarar que ellos estaban en el error y la locura; que un antiguo amante no comprenda más por qué él amaba a esta mujer o que un científico fatigado llegue a desconocer y burlarse burocráticamente del devenir de su propia ciencia. Como el proceso de verdad es ruptura inmanente, no se lo puede "abandonar" [lo que quiere decir, según la fuerte expresión de Lacan, retomar "al servicio de los bienes"], sino rompiendo con esta ruptura que había operado una captura. Y la ruptura con una ruptura tiene por motivo la continuidad de la situación y de las opiniones: aquí no ocurrió nada bajo el nombre de "política", o de "amor", como no sea una ilusión en el mejor de los casos y, en el . peor, un simulacro. .
    De allí que la derrota de la ética de una verdad, en el punto indecidible de una crisis, se presente como traición.

    Este Mal del que no se vuelve, es el segundo nombre, después del de simulacro, de un Mal cuya posibilidad una verdad expone.

    3. Lo innombrable

    Dijimos: una verdad -su efecto de "retorno" - transforma los códigos de comunicación, cambia el régimen de las opiniones, no hace advenir las opiniones como "verdaderas" [o falsas] -una opinión es incapaz de ello- sino que cambia su régimen; una verdad, en su ser múltiple eterno, permanece indiferente a las opiniones. Pero estas devienen otras. Lo que quiere decir que los juicios en otros tiempos evidentes para la opinión no son más sostenibles, que son necesarios otros, que las maneras de comunicar se modifican, etc.
    Este efecto de recomposición de las opiniones, lo hemos llamado In potencia de las verdades.

    La cuestión que ahora planteamos. es la siguiente: ¿es la potencia de una verdad, en la situación en donde continúa su trazado fiel, una potencia virtualmente total?
    ¿En qué consiste la hipótesis de una potencia total de talo cual verdad? Para comprenderlo es preciso recordar nuestros axiomas ontológicos: una situación [objetiva], en particular aquella en que una verdad [subjetiva] "trabaja", siempre es un múltiple compuesto de una infinidad de elementos [los que, por otra parte, a su turno también son múltiples]. Entonces, ¿cuál es la forma general de una opinión? Se trata de un juicio que concierne tal o cual elemento de la situación objetiva: "el tiempo hoy está tormentoso"; "te digo que los políticos están todos podridos", etc. Es un requisito para que se pueda "discutir" en términos de opinión, que los elementos de la situación -que son todos los que pertenecen a esta situación- puedan ser nombrados de una manera o de otra. "Nombrar" sólo quiere decir que los animales humanos están en condiciones de comunicar respecto de esos elementos, de socializar su existencia, de ordenarlos según sus intereses.
    Llamemos" lenguaje de la situación" a la posibilidad pragmática de nombrar a los elementos que la componen y, por consecuencia, de intercambiar opiniones al respecto.

    Toda verdad también tiene que ver con los elementos de la situación, ya que su proceso no es otro que el de examinarlos desde el punto de vista del acontecimiento. En este sentido, hay una identificación de estos elementos por el proceso de verdad y es seguro que, al tratarse de alguien que interviene en la composición del sujeto de una verdad, contribuirá a esta identificación empleando allí el lenguaje de la situación que, en tanto" alguien", practica como todo el mundo. Desde este punto de vista, el proceso de verdad atraviesa el lenguaje de la situación, así como atraviesa todos los saberes que la conciernen.

    Pero el examen de un elemento según una verdad es totalmente distinto de su juicio pragmático en términos de opinión. No se trata de adecuar el elemento a los intereses -por otra parte divergentes, puesto que las opiniones son incoherentes entre ellas- de los animales humanos. Se trata únicamente de pronunciarse sobre él "en verdad" a partir de la ruptura inmanente post-acontecimiento. Este pronunciamiento es desinteresado, apunta a dotar al elemento de una suerte de eternidad en la que concuerda con el devenir-Inmortal de los "alguien" que participan en el sujeto de una verdad, sujeto que es el punto real de la pronunciación. .
    De allí una consecuencia capital: en definitiva, una verdad cambia los nombres. Entendamos aquí que su nominación propia de los elementos es otra cosa que la nominación pragmática, tanto en s_ punto de partida [el acontecimiento, la fidelidad] como en su destinación [una 'verdad eterna], aun cuando el proceso de verdad atraviese el lenguaje de la situación.

    Así, es necesario admitir que además del lenguaje de la situación objetiva, que permite la comunicación de las opiniones, existe un lenguaje-sujeto [lenguaje de la situación subjetiva] que permite la inscripción de una verdad.
    En realidad, este punto es evidente. La lengua matematizada de la ciencia, de ninguna manera es la lengua de las opiniones, incluidas las opiniones sobre la ciencia. La lengua de una declaración de amor puede ser de una fuerte apariencia trivial [''Yo te amo", por ejemplo] pero no es menos cierto que su potencia en la situación está enteramente sustraída al uso común de las mismas palabras. La lengua del poema no es la del periodismo. Y la lengua de la política es a tal ¡punto singular, que el juicio de la opinión sobre ella es que es un "hablar para no decir nada".

    Pero lo que nos interesa es que la potencia de una verdad. Con respecto a las opiniones es forzar a las nominaciones pragmáticas [la lengua de la situación objetiva] a doblegarse y deformarse a! contacto con la lengua-sujeto. Es esto y ninguna otra cosa lo que cambia los códigos establecidos de la comunicación, bajo los efectos de una verdad.

    Podemos ahora definir lo que sería una potencia total de una verdad: seria una potencia total de la lengua-sujeto. O sea, la capacidad de nombrar y evaluar todos los elementos de la situación objetiva a partir del proceso de una verdad. Endurecida y dogmatizada [o "enceguecida"], la lengua-sujeto pretendería poder nombrar, a partir de sus propios axiomas, la- totalidad de lo real -y así transformar el mundo.
    Los poderes de la lengua de la situación no tienen ellos mismos restricción: todo elemento es susceptible de ser nombrado a partir de un interés cualquiera y de ser juzgado en las comunicaciones entre animales humanos. Pero como de todas maneras el mencionado lenguaje es incoherente y librado al intercambio pragmático, esta vocación de totalidad poco importa.
    Por el contrario, tratándose de la lengua-sujeto [lengua del militante, del investigador, del artista, del enamorado...], que es el resultado del proceso de una verdad, la hipótesis de la potencia total tiene consecuencias de una naturaleza totalmente distinta.

    En primer lugar, se deberá suponer que la totalidad de la situación objetiva se deja disponer en la coherencia particular de una verdad subjetiva.
    En segundo lugar, se supondrá que es posible aniquilar a la opinión. En efecto, si la lengua-sujeto tiene la misma extensión que el lenguaje de la situación, si de todas las cosas se puede pronunciar lo verdadero, entonces, ya no producirá más una simple deformación en los usos pragmáticos y comunicativos que manifiestan la potencia de una verdad, sino que se constituirá en la autoridad absoluta de la nominación verídica. En consecuencia, una verdad forzaría un puro y simple reemplazo del lenguaje de la situación por la lengua-sujeto. Lo que puede decirse: el Inmortal se realizará como negación integra! del animal humano que lo soporta.
    Cuando Nietzsche se propone" cortar en dos la historia del mundo", dinamitando al nihilismo cristiano y generalizando el gran" sí" dionisíaco a la Vida; o cuando los Guardias rojos de la Revolución cultural China anuncian, en 1967, la supresión completa del egoísmo, Nietzsche y los Guardias rojos claramente se atan a la visión de una situación en donde el interés ha desaparecido y donde las opiniones son reemplazadas por la verdad. De la misma manera, el gran positivismo del siglo XIX, imaginaba que los enunciados de la ciencia irian a reemplazar a las opiniones y a las creencias sobre todas las cosas. Los románticos alemanes adoraban un universo de cabo a rabo atravesado por una poética absolutizada.

    Pero Nietzsche se volvió loco. Los Guardias rojos, después de haber cometido inmensas destrucciones, fueron fusilados, encarcelados, o traicionaron su propia fidelidad. Nuestro siglo es el cementerio de las ideas positivistas de progreso. y los románticos, que ya se suicidaban voluntariamente, han visto, en los avatares de las políticas "estetizadas", a su "absoluto literario" engendrar sus monstruos. [18]

    Es que en realidad toda verdad supone, en la composición de los sujetos que ella induce, la conservación del "alguien", la actividad siempre dual del animal humano capturado por una verdad. Aun la consistencia ética, lo hemos visto, no es sino compromiso desinteresando, en la fidelidad, de una perseverancia cuyo origen es el interés. De manera que todo aquello que apunte a una potencia total de las verdades, arruina lo que soporta a estas verdades.

    El inmortal no existe sino en y por el animal humano. Las verdades abren su brecha singular únicamente en el tejido de las opiniones. Somos nosotros-mismos, tal cuales, quienes nos exponemos a devenir-sujetos. No hay otra Historia que la nuestra, no hay un mundo verdadero por venir. El mundo en tanto que mundo está y permanecerá del lado de acá de lo verdadero y de lo falso. No hay un mundo cautivo de la coherencia del Bien. El mundo está y permanecerá del lado de acá del Bien y del Mal.

    El Bien no es el Bien si pretende hacer al mundo bueno. Su único interés es el advenimiento en situación de una verdad singular. En consecuencia es necesario que la potencia de una verdad sea también una impotencia.

    Toda absolutización de la potencia de una verdad organiza un Mal. No solamente este Mal es destrucción en la situación [porque la vocación de aniquilar la opinión en el fondo es idéntica a la vocación de aniquilar, en el animal humano, su animalidad misma, o sea su ser], sino que, finalmente, también es interrupción del proceso de verdad en cuyo nombre se efectúa, al no preservar en la composición de su sujeto, la duplicidad de los intereses [interés-desinteresado e interés a secas].
    Es la razón por la cual llamamos a esta figura del Mal un desastre, desastre de la verdad, inducido por la absolutización de su potencia.

    Que la verdad no tenga una potencia total, en última instancia significa que la lengua-sujeto, resultante del proceso de una verdad, no tiene el poder de nominación sobre todos los elementos de la situación. Debe al menos existir un elemento real, un múltiple existente en la situación que permanezca inaccesible a las nominaciones verídicas, librado sólo a ¡la opinión, al lenguaje de la situación. Un punto que la verdad no puede forzar.


    Llamamos a este elemento lo innombrable de una verdad. [19]

    Lo innombrable no es "en sí": es virtualmente accesible al lenguaje de la situación, se puede ciertamente intercambiar opiniones respecto a él, ya que no hay ningún límite a la comunicación. Lo innombrable es innombrable para la lengua-sujeto. Digamos que este término no es susceptible de ser eternizado, o que no es accesible al Inmortal. Es, en este sentido, el símbolo de un puro real de la situación, de su vida sin verdad.

    Es una tarea difícil del pensamiento [filosófico] determinar el punto de innombrable del tipo de proceso de una verdad. No es el caso de abordar aquí esta cuestión. Digamos, sin embargo, que tratándose del amor, se puede establecer que el goce sexual como tal está sustraído a la potencia de la verdad [que es verdad sobre el dos]. En las matemáticas, que representan por excelencia al pensamiento no contradictorio, es justamente la no-contradicción que resulta innombrable: se sabe, en efecto, que es imposible demostrar, en el interior de un sistema matemático, la no-contradicción de este sistema [es el famoso teorema de Gódel][20]. En fin; la comunidad, lo colectivo, son los innombrables de la política: toda tentativa de nombrar''políticamente" una comunidad induce un Mal desastroso [se lo ve tanto en el ejemplo extremo del nazismo, como en el uso reaccionario de la palabra''francés", cuyo único sentido es de perseguir a la gente de aquí bajo la imputación arbitraria de ser "extranjera"].

    Lo que nos importa es el principio general: esta vez el Mal es, bajo condición de una verdad, querer a cualquier precio forzar la nominación de lo innombrable. Tal es exactamente el principio del desastre.

    Simulacro [correlacionado al acontecimiento], traición [correlacionada a la fidelidad] Forzamiento de lo innombrable [correlacionado a la potencia de lo verdadero]: tales son las figuras del Mal, Mal cuyo único Bien reconocible -un proceso de verdad- actualiza su posibilidad.


    18. Philippe Lacoue-Labarthe et Jean-Luc Nancy, L 'Absolu littéraire, Scuil. 1988: Estos autores trabajan hace años sobre la filiación entre el romanticismo alemán y la estetización de la política en el fascismo. Cf. también, La fiction du politique, C. Bourgois, 1978.
    19. Alain Badiou, Conditions, Seuil, 1992. Hay en esa recopilación dos textos sobre 10 innombrable: "Conférence sur la soustraction" y "La vérité: forcage et innommable". [Estas conferencias han sido publicadas en los números 7 y 6 de Acontecimiento, respectivamente. N. del T.].
    20. Le théoreéme de Godel, Seuil, 1990. Es importante comprender exactamente lo que dice este famoso teorema.

    CONCLUSIÓN

    Partimos de una crítica radical a la ideología "ética" y sus variantes socializadas: doctrina de los derechos del hombre, visión victimaria del Hombre, ingerencia humanitaria, bio-ética, "democratismo" amorfo, éticas de las diferencias, relativismo cultural, exotismo moral, etc.

    Mostramos que estas tendencias intelectuales de nuestro tiempo eran, en el mejor de los casos, variantes de la vieja predicación moralizante, y en el peor, la mezcla amenazante del conservadorismo y de la pulsión de muerte.
    Hemos visto, en la corriente de opinión que invoca la "ética" a cada instante, un grave síntoma de renunciamiento a lo único que distingue a la especie humana del viviente depredador que ella es también: la capacidad de entrar en la composición y el devenir de algunas verdades eternas.
    Desde este punto de vista no vacilamos en decir que la ideología "ética" es, en nuestras sociedades, el principal [pero transitorio] adversario de todos aquellos que se esfuerzan por hacer justicia a un pensamiento, cualquiera que éste sea.
    Después esbozamos la reconstrucción de un concepto admisible de la ética, que subordine su máxima al devenir de las verdades. Esta máxima, en su forma. general, dice: "¡Continuar!" Continuar siendo ese "alguien", un animal humano como los otros que, sin embargo, se encontró capturado y desplazado por el proceso del acontecimiento de una verdad. Continuar siendo partícipes de ese sujeto de una verdad que solemos devenir.
    Es en el corazón de las paradojas de esta máxima que encontramos, dependiendo por lo tanto del Bien [las verdades], la verdadera figura del Mal, bajo sus tres especies: el simulacro [ser el fiel aterrorizante de un falso acontecimiento], la traición [ceder sobre una verdad en nombre de su interés], el forzamiento de lo innombrable, o desastre [creer que la potencia de una verdad es total].
    De manera que el Mal es una posibilidad abierta únicamente por el encuentro con el Bien. La ética de las verdades, que sólo dará consistencia a ese" alguien" que somos, cuya perseverancia animal resultó ser el sostén de la perseverancia in temporal del sujeto de una verdad, es al mismo tiempo lo que intenta evitar el Mal, por la vía de su inclusión efectiva y tenaz en el proceso de una verdad.
    En consecuencia, la ética combina bajo el imperativo: "¡Continuar!", una facultad de discernimiento [no quedar prendido a los simulacros], de coraje [no ceder] y de reserva [no dirigirse a los extremos de la Totalidad].
    La ética. de las verdades no se propone ni someter al mundo al reino abstracto de un Derecho, ni luchar contra un mal exterior y radical Al contrario, ella intenta, por su propia fidelidad a las verdades, evitar el Mal del cual ha reconocido que es su revés o su faz oscura.

    Bibliografía
    . Aristóteles, Éthique a Nicomaqlle, Gamier-Flammarion, 1950. >1< . A. Badiou, Conditions, Seuil, 1992.
    . V. Chalamov, Kolyma, Maspéro, 1980.
    . A. Glucksmann, Les Maitres Penseurs, Grasset, 1977. >1<
    . 1. Habermas, Théorie de 1 'agir communicCllionnel, Fayard, 1987.
    . Kant, Fondements de la métaphysique des ma:urs, Delagrave,
    1957. >1<
    . 1. Lacan, L 'Éthiqlle de la psychanalyse, Seuil, 1986. >1<
    . E. Lévinas, Totalité et infini, La Haya, 1961. >1<
    . Nietzsche, La Généalogie de la morale, Mercure de France, 1964. >1< . Platón, La République, Les Belles Lettres. >1<
    . Spinoza, Éthique, Seuil, 1988. >1<


    >1< Hay edición en castellano.

    EL FILOSOFO FRANCES HABLA DE SU FORMACION INTELECTUAL Los años bellos de Badiou

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    El perfil

    El Mayo Francés

    Alain Badiou nació en Marruecos en 1937, en una familia francesa que retornó a París cuando él tenía cinco años. Estudió en la prestigiosa Ecole Normale Supérieure y -tras participar en el Mayo francés- enseñó durante treinta años en la Universidad de Vincennes.

    Filosofía y literatura

    Influido por Platón, Hegel, Lacan y Gilles Deleuze, presenta su filosofía en El ser y el acontecimiento , donde las matemáticas se entrelazan con el potencial innovador de cada situación singular. También escribe teatro y novelas.



    EL FILOSOFO FRANCES HABLA DE 
    SU FORMACION INTELECTUAL

    Los años bellos de Badiou

    El programa Lectura Mundi (Unsam) lanza una nueva web con material audiovisual inédito y de libre acceso. Como adelanto, aquí se publica parte de una entrevista a Alain Badiou, quien reconstruye su paso por la universidad y el origen de sus ideas.

    Por Verónica Gago

    –Me gustaría empezar por una suerte de relato de sus años de formación en la universidad, tratar de reconstruir el clima, los debates de esa época y la influencia de sus maestros Sartre y Althusser.

    –Terminé mis estudios secundarios en Provence. Nací en Marruecos y luego mi infancia transcurrió en Toulouse, al sur de Francia. Cuando estaba terminando mis estudios hubo dos acontecimientos importantes en mi vida. El primero, efectivamente, fue leer a Sartre desde muy joven, y el segundo fue el comienzo de la guerra de Argelia. Creo que hay algo como el destino, pues desde el principio hubo una relación entre el problema político, muy grave, entre la lucha anticolonialista y la filosofía. Esta relación entre política y filosofía se constituyó en mi vida cuando todavía era un joven. Luego fui a París, a la Escuela Normal Superior, donde Althusser era profesor de filosofía. El reforzó esta relación natural entre la filosofía y la política, ya que se proponía, primero, transformar el marxismo de manera filosófica, para luego influir en la política del Partido Comunista Francés. Entonces, para las primeras influencias, están Sartre y luego Althusser, las dos se dirigieron hacia un compromiso, pero estrechamente vinculado con la filosofía.

    –¿Cómo irrumpe el acontecimiento de 1968?

    –Hay que considerar también el período de los años intermedios, pues durante todo el tiempo que estuve en la Escuela Normal Superior estaba la guerra de Argelia. Esta guerra fue algo terrible, lo hemos olvidado un poco. Fue de una violencia extrema, centenares de miles de jóvenes franceses participan. Hubo torturas y violencia en las mismas comisarías parisienses (...) Fue un período en el que asistí a la política en su forma violenta. Me comprometí contra todo eso, ocupó mucho mi tiempo. En esos años me volví una suerte de rebelde, de militante (...) Cuando termino de estudiar, me nombran profesor en una ciudad de Provence, y se produce Mayo del ’68. Y va a ser un cambio radical de mi vida, de mis concepciones y mi filosofía. Por dos razones: la primera es que participaba por primera vez en un acontecimiento positivo. Había un vínculo que se establecía entre los militantes populares y los militantes obreros; y había ideas de liberación, de emancipación, que se discutían en toda Francia. No era como la lucha contra la guerra de Argelia que era una resistencia difícil y negativa. En cambio, en este caso, era como un nacimiento, como algo que surgía, era un poco como una primavera de la vida y de la acción. La guerra de Argelia era como un invierno. Esta es entonces la primera razón, y me dio la convicción de que lo que realmente cambia la vida de la gente es cuando se produce algo que es afirmativo, aquello que propone realmente algo nuevo. Más tarde llamaré a eso un acontecimiento. En esa época lo vivía, aún no lo había nombrado. La segunda razón es que me di cuenta de que todo esto tenía también una resonancia mundial (...) Entonces intenté, filosóficamente, pensar la relación entre la acción local, Mayo del ’68, parisiense y francés, y los grandes procesos históricos, el escenario mundial. Me di cuenta de que la filosofía es también un medio para pensar al mismo tiempo lo que está a la vista, lo que se experimenta. Esto me dio una nueva idea de la relación entre filosofía y política.

    –Entonces fue también una experiencia de internacionalismo.

    –Fue una experiencia concreta de dos cosas fundamentales. La primera, como usted dice, la del internacionalismo, la necesidad de pensar las cosas en la mayor escala posible; y la segunda fue la relación muy estrecha entre personas de origen social muy diferente. Es decir, la barrera que existe entre los intelectuales y los trabajadores manuales, entre los obreros y los empleados, los funcionarios y el resto de la población. Todo eso se borró un poco, se demolió (...)

    –¿En ese mismo período usted empieza también a discutir las ideas de Lacan?
    –Sí. Todo eso empezó en el mismo momento. Lacan es muy importante por una razón que sigue siendo hoy fundamental. Filosóficamente todo eso sucede en el momento en que existe lo que se llama estructuralismo. El estructuralismo es una visión del pensamiento y de la filosofía muy vinculada con la ciencia. Es la afirmación de que es posible analizar objetivamente la situación, descubrir las estructuras; y también es la idea de que nosotros somos el resultado de estructuras; que la vida humana está estructurada, a menudo de manera inconsciente, pero son las estructuras las que le dan su sentido de estabilidad. Lacan interviene, en el ámbito del psicoanálisis, desde ese punto de vista, pero mantiene la categoría de sujeto. Y eso es decisivo. Intenta hacer una suerte de síntesis entre el pensamiento de las estructuras y la vida del sujeto. Va a decir: por supuesto, hay estructuras, pero el sujeto no se reduce a las estructuras, hay un margen de libertad, de deseo, que hace que todo no se pueda reducir a las estructuras. Y nos apasionó Lacan porque teníamos el mismo problema en política. ¿Acaso la economía, las relaciones sociales, de clase, son estructuras que determinan la acción o es posible ser un sujeto activo, práctico, que no se reduce a las estructuras sociales y económicas? Lacan nos daba herramientas para luchar contra el economicismo en política, es decir, a la idea de que la economía decide todo.

    –Me imagino que esa discusión era especialmente dramática en los años ’80, en el período de la reacción y de la polémica con los nuevos filósofos.

    –Por supuesto, eran los años bellos rojos, como los llamábamos. Después llegó la gran reacción de los ’80, y en esta reacción el problema fue organizar una suerte de resistencia, que era también intelectual, filosófica, en contra de las ideas reaccionarias que vuelven con fuerza. Y ése es un período de resistencia, un período difícil, de aislamiento también, porque muchos jóvenes intelectuales que se habían comprometido con el movimiento posterior a Mayo del ’68 se retiraron con posiciones totalmente reaccionarias (...) Fue necesario trabajar mucho para mostrar que una filosofía de la emancipación, de la creación de la libertad humana era posible, incluso en medio del brote reaccionario.

    20/04/13 Página|12
                                                 

    El incómodo Badiou 

    Mide casi un metro noventa. Habla con calculadas pausas académicas y sonríe cuando se le pregunta si sigue siendo el último filósofo maoísta. A Alain Badiou (Rabat, 1937) le sobra buen humor e inteligencia: "Eso son etiquetas mediáticas, porque filosofía maoísta no quiere decir nada".

    Badiou ha pensado en más de una ocasión sobre la utilización perversa de los medios. Por ejemplo, en el caso de las víctimas. En los noventa el protagonismo mediático de las víctimas llevó al director de Filosofía del École Normale Supèrieure a plantearse cómo esta condición reduce al ser humano. "Llevar la figura de las víctimas a primer plano es una manera de reemplazar la política por la moral. Naturalmente estoy del lado de las víctimas, pero no se puede sustituir la voluntad política por el sentimiento de piedad", argumenta.

    El filósofo comprende el fuerte impacto mediático que tiene esta figura, pero lo denuncia. "El efecto patético de las víctimas es muy grande, pero es simplemente una manera de manipular. Es algo que hemos podido comprobar en muchas ocasiones y mi deber como filósofo es analizarlo. Desde Platón en adelante, la filosofía es la crítica de las opiniones", afirma. Ante sus críticos Badiou rechaza el encanto que pueda tener "el llevar siempre la contraria", pero se postula con firmeza "contra lo falso y lo peligroso".

    Maoísta o no, este filósofo entiende la política como "un esfuerzo colectivo para resolver un problema nuevo". Las teorías del líder comunista Mao Zedong fueron, según explica, "una tentativa de transformación desde dentro del poder comunista, que fracasó". Un "experimento" más de los muchos con los que dice que se construye la historia política, a golpe de pruebas, ensayos y errores.

    Badiou ha dedicado gran parte de su vida a pensar y discutir acerca de los cuatro pilares que en su opinión sostienen el mundo. Política, arte, ciencia y amor comparten procesos y mecanismos, según este profesor que vivió en primera línea el Mayo del 68 francés. Un episodio cuya actualidad reivindica: "Aquello representa el fin de un periodo y el arranque de otro en el que todavía estamos".

    Sostiene Badiou que la revuelta estudiantil parisiense puso sobre la mesa un problema político —el fin de los partidos tal y como se entendían hasta ese momento—; otro de transformación social; y una última cuestión filosófica y teórica. Había que repensar el mundo. "Todo esto sigue vigente hoy. El comunismo cayó por su propio peso; la sociedad se ha transformado (la mujer, los jóvenes, los medios de comunicación) y los problemas teóricos también han evolucionado. Ha habido muchos movimientos filosóficos, pero al final estas tres grandes cuestiones siguen ahí. Somos contemporáneos de esos años", sentencia.
    Badiou, infatigable, sigue buscando preguntas. En el área política subraya la cuestión de cómo crear un nuevo colectivo que englobe al otro, al extranjero. La ciencia le hace reflexionar sobre las teorías del ser vivo y del universo. El arte le lleva a preguntarse qué hay de artístico en nuestra experiencia, ahora que todo se comunica por medio de las nuevas tecnologías. Y, por último, l'amour: "¿qué será del amor en esta época de transformación de la relación entre sexos?".
    Este profesor entiende las verdades como resultados de circunstancias concretas. "Para que haya una verdad hace falta un nuevo problema". Y le gusta explicar esta hipótesis que aplica a todos los campos de la experiencia a través del amor. "Es el ejemplo más sencillo. Todo empieza con un encuentro. Después llega el compromiso. Es decir, la construcción de algo nuevo y allí se podrá descubrir algo de verdad, algo sobre la intensidad de la vida. El compromiso no es la consecuencia de una verdad, sino su construcción misma, a partir de un acontecimiento. Toda verdad es de este tipo, algo completamente contrario al dogma religioso y las verdades a priori".

    Autor entre otros títulos de Breve tratado de ontología transitoria, De un desastre oscuro: sobre el fin de la verdad de estado, y Manifiesto por la filosofía, Badiou pronunció en Madrid la semana pasada una conferencia sobre Samuel Beckett, dentro del ciclo organizado por el Instituto francés y la Universidad Complutense (www.ifmadrid.com). Han pasado más de 50 años desde que el filósofo se topó con los textos del dramaturgo. "Enseguida pensé que era un gran escritor. Me atrajo la descripción que hacía de la vida como oscura, absurda y dolorosa". Pero el "sentimiento romántico" capaz de encandilar al joven Badiou dejó paso a otro tipo de valoración. "Beckett es un inventor literario. Creó una nueva relación entre prosa y poesía. Es el último gran escritor moderno y el primer posmoderno". ¿Representa la síntesis de los géneros literarios? El viejo comunista sonríe: "¿Por qué no? Crea algo que contiene narrativa, teatro y poesía".

    [El País, España, marzo 2007]



    Alain Badiou y Slavoj Zizek



    Existencia y valor de lo sin-valor

    [Fragmentos de "Ocho tesis sobre lo universal", conferencia pronunciada en noviembre de 2004 y publicada en la revista Acontecimiento, Buenos Aires, octubre de 2005]

    Por Alain Badiou

    Llamamos "enciclopedia" al sistema general de saberes predicativos internos a una situación, o sea aquello que todos sabemos sobre la política, los sexos, la cultura o el arte, la técnica, etcétera. Hay ciertas cosas, enunciados, configuraciones, fragmentos discursivos, que no son decidibles, en cuanto a su valor, a partir de la enciclopedia. Tienen un valor incierto, flotante, anónimo: constituyen el margen de la enciclopedia. Es todo lo que está en el régimen ambiguo del tal vez sí, tal vez no. Es aquello de lo que se puede hablar interminablemente, bajo la regla –enciclopédica– de la no-decisión. En este punto, el saber no puede decidir. Como ocurre hoy, por ejemplo, con Dios. Podemos sostener con naturalidad que existe "algo", o quizás no. En nuestras sociedades, Dios tiene un valor de existencia inasignable, es una vaga espiritualidad. O como ocurre también con la posible existencia de "otra política". Se habla de ella, pero no vemos aparecer nada. O incluso, con los obreros indocumentados que trabajan aquí, en Francia. ¿Componen ellos este país, Francia? ¿Son ellos de aquí? No, porque no tienen los documentos que certifiquen que son franceses, o legales. La palabra "clandestino" designa la incertidumbre del valor, o el no-valor del valor. Son gente que está aquí, pero no son verdaderamente de aquí. Y son, por consiguiente, expulsables; lo que quiere decir que se encuentran posiblemente expuestos al no-valor del valor (obrero) de su presencia.
    Fundamentalmente, aquello que decide en una zona de indecidibilidad enciclopédica es un acontecimiento. De manera más precisa, tenemos una forma implicativa: toda subjetivación real del acontecimiento, que desaparece en su aparecer, implica que aquello indecidible en la situación ha sido decidido. Tal es el caso, por ejemplo, de la ocupación de la iglesia de Saint-Bernard por los "sin papeles", que proclama públicamente la existencia y el valor de lo sin-valor, y donde se afirma que los que están aquí son de aquí, y que por lo tanto se debe abandonar la expresión "clandestino".

    --

    La materialidad inaugural de una singularidad universal es el enunciado del acontecimiento. El fija el presente del sujeto-pensamiento, que es la trama de lo universal. De este modo, se borran tanto las circunstancias de un encuentro amoroso –del cual, de una u otra manera, el enunciado "te amo" fija su presente subjetivo– como el encuentro mismo. Por lo que una síntesis disyuntiva indecidible fue decidida, y ligada, en cuanto a la inauguración de su sujeto, a las consecuencias del enunciado del acontecimiento.

    --

    La denegación reactiva del acontecimiento, la máxima "nada tiene lugar más que el lugar" es el único medio de atentar contra una singularidad universal. Ella descalifica las consecuencias y anula el presente del procedimiento. Pero es incapaz de anular la universalidad de la implicación misma. Por ejemplo, si la Revolución Francesa a partir de 1792 es un acontecimiento radical enganchado por la declaración inmanente de que la revolución es una categoría política, entonces es verdad que el ciudadano no está constituido más que por la dialéctica de la Virtud y el Terror. Esta implicación está fuera de alcance, y es universalmente transmisible, por ejemplo, en los escritos de Saint-Just. Evidentemente, si la revolución no es nada, la virtud como disposición subjetiva tampoco existe y sólo queda el terror como hecho insensato, al cual hay que juzgar moralmente. La política desapareció. Pero no la universalidad de la implicación que dispone.

    --

    Como la subjetivación es la de las consecuencias, hay una lógica unívoca de la fidelidad, que constituye una singularidad universal. Debemos remontarnos aquí hasta el enunciado del acontecimiento. Recordemos que él circula en la situación, con el título de entidad indecidible. Hay consenso sobre su existencia y, a la vez, sobre su indecidibilidad. Ontológicamente, es una de las multiplicidades que componen la situación. Lógicamente, es de valor intermediario, no decidido. Lo que pasa en tanto acontecimiento no concierne ni al ser en juego en el acontecimiento ni al sentido de este enunciado, sino únicamente a eso que habrá sido decidido, o decidido verdadero, cuando era indecidible; o que, sin valor significativo, habrá tomado un valor excepcional. Como el clandestino que muestra su existencia en Saint-Bernard.

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    ¿Qué es la política?

    Movimiento Social y Representación Política
    Encuentro Permanente por un Nuevo Pensamiento

    Conferencias (24 y 25 de abril de 2000)

    1 . Conferencia del día 24 de abril del 2000

    Finalmente, entonces, la pregunta que nos hacemos es la siguiente: ¿qué es la política?

    El siglo XX fue un gran siglo para la política. El escritor francés André Malraux decía que en nuestro siglo la política fue lo que reemplazó al destino. Entonces el destino del siglo es la política, y la tragedia del siglo es la política. Pero se acabó el siglo. Y ahora ya no sabemos lo que es la política. Somos ignorantes y estamos ciegos. Y como somos ignorantes y ciegos, nos vemos librados a las fuerzas materiales más poderosas, entonces hoy somos todos esclavos, esclavos del mercado y de la Bolsa. Porque el poder actualmente es el poder de las Finanzas y el poder del mercado., Y como no sabemos lo que es la política, somos esclavos del poder. Inclusive los propios gobiernos son esclavos de la Bolsa y del mercado. Entonces, cuando votamos sabemos que estamos reemplazando a un esclavo del capital por otro esclavo del capital.

    Hace ya 150 años, en 1848, Marx decía lo siguiente: "Los gobiernos son los apoderados del capital", y eso sigue siendo aún mas cierto actualmente. A veces se dice que Marx se equivocó, pero en esto les aseguro que no. Aquí, en Argentina, creo, hubo gente que propuso que estuviésemos a 501 km. del lugar de voto. Era una idea buena, muy buena, simbólica, pero aún si todos nos quedamos a 501 km. del lugar de voto, seguiremos reemplazando a un esclavo de capital por otro esclavo de capital. Porque el voto en sí mismo no es una verdadera opción, no es una verdadera decisión. Entonces, ¿qué es una verdadera opción, y qué es una verdadera decisión? Es un acto libre en su forma y en su contenido. Libre en su forma, en primer lugar, porque son ustedes los que deciden cuándo y dónde van a pensar y van a actuar. Ustedes deciden, por ejemplo, que van a hacer una manifestación en tal lugar y a tal hora, tal día. Como lo hacían, por ejemplo, las Madres de Plaza de Mayo. El voto, en su forma, no es libre. Incluso tengo entendido que aquí es obligatorio. De todas maneras, es el Estado el que dice que se debe votar tal día y en tal lugar. Y el voto tampoco es libre en cuanto a su contenido. Todos sabemos que las cosas van a seguir siendo lo que son. Entonces, el voto es lo mismo, con otras personas. No hay un solo ejemplo en todo el mundo de verdadero cambio político producido por el voto. Y siempre se reemplaza a un esclavo del capital con otro esclavo del capital. Hoy, el esclavo de la izquierda está algo triste y el de derecha está contento. Esa es la gran diferencia.

    El voto, entonces, no es un acto político. Es un acto importante, pero es un acto estatal. Y entonces hay que diferenciar al acto político del acto estatal.

    Un acto estatal no es un verdadero momento de libertad. Es una especie de comprobación. En las elecciones lo que se hace es comprobar que las cosas siguen su curso. Y nosotros participamos en esta comprobación. Entonces, hoy y mañana lo que vamos a hacer es preguntarnos qué es un acto político.

    Lo que ya sabemos es que es un acto que tiene que ser libre en su forma y en su contenido.

    Un acto político es algo que crea tiempo y espacio. Crea tiempo porque dice "voy a hacer esto o lo otro, según un tiempo que yo estoy construyendo y no según el tiempo que domina", que es el tiempo del capital y de las elecciones.

    El acto político también crea espacio porque dice: "Voy a transformar a este lugar en un lugar político", es decir, voy a transformar una calle, una fábrica, una universidad. A ese lugar yo lo voy a transformar en un lugar político.

    Entonces, un acto político crea tiempo y lugares. Pero el problema es saber si actualmente nosotros queremos y si sabemos crear tiempo y espacios políticos.

    ¿Es posible no seguir siendo esclavos del capital y del mercado? Esta es una definición posible de la política. Es decir, la posibilidad de no ser esclavos. Si la política existe verdaderamente, entonces la política es la posibilidad de no ser esclavos.

    Entonces hay que saber si la práctica de lo posible, de esto que llamamos política, es posible. Entonces, en el fondo, en este fin de siglo, la pregunta es la siguiente: Lo posible, ¿es posible? Porque la ley del capital y del mercado dice que lo posible político es imposible. Lo único que existe es el mercado y el voto. El resto no es más que utopía. Y la utopía es criminal. Eso es lo que nos están enseñando actualmente.

    La palabra utopía es una palabra importante. Se dice hoy que la política de emancipación es una política utópica, que el comunismo es una utopía. Que la igualdad es una utopía.

    ¿Qué quiere decir lo posible es imposible? Lo único que existe es la necesidad. La necesidad de la economía capitalista y las necesidades de la democracia electoral.

    Hace 150 años, Marx dijo que si la igualdad es posible, y si la utopía es posible, eso se hace contra la economía, contra la democracia. El gran libro de Marx, El Capital, tiene como subtítulo Crítica de la economía política. Y el proyecto político de Marx se llamaba Dictadura del proletariado. Critica entonces de la economía, y crítica de la democracia. Esa es la crítica de Marx. Y para él ésas son las condiciones de la igualdad y del comunismo.

    Actualmente se nos explica que es imposible criticar la economía, la economía es la realidad, y ustedes no pueden criticar la realidad. Y se nos explica que es criminal criticar a la democracia electoral. La democracia electoral es la moral, y no pueden criticar la moral.

    No pueden criticar la economía porque no pueden criticar la realidad, y no pueden criticar la política de la representación porque no pueden criticar al bien y al derecho del hombre. Por lo tanto la igualdad es imposible. Es una utopía.

    Lo único que existe son los negocios, el dinero, el trabajo, la familia. Y la política es imposible. Por eso todos somos esclavos. Esto es lo que los esclavos del gobierno les dicen a los esclavos de la sociedad: nosotros, que gobernamos sabemos que la política e libertad y de igualdad es imposible, y ya que es imposible, vótennos.

    Entonces el asunto nuestro es poder decir "no". Tenemos que poder decir "Ia política es posible", la política existe y existirá. Es débil, es poco frecuente, pero puede fortalecerse, puede ser algo que abunde, puede haber tiempo político y lugares políticos. Lo cual quiere decir "se puede y se debe criticar la economía, se puede y se debe criticar la política de la representación".

    No se puede hacer como lo hacía Marx hace 150 años. Tenemos que inventar la política, debemos pensar sobre las nuevas condiciones de la política. Entonces, la cuestión en este fin de siglo es qué es la política, después de Marx, después de Lenin, después de Mao, y también después de Saint Just, después de Robespierre, después de Bakunin, Trotski, Castro, y también después de Mayo del 68 en Francia, las Madres de Plaza de Mayo en la Argentina, o el subcomandante Marcos en Chiapas.

    Para examinar este tema les propongo que tomemos como base tres términos. Las masas populares y sus movimientos, por un lado; el poder del Estado; y en tercer lugar los partidos políticos. Yo querría definir de una manera bastante concreta y clara estos tres términos.

    En primer lugar, qué es un movimiento. Un movimiento considerado como condición para toda política. Porque si no hay movimiento, lo único que existe es el orden, y toda política exige que haya movimiento. Entonces, yo voy a llamar movimiento a una acción colectiva que obedece a dos condiciones. En primer lugar no está prevista ni regulada esta acción por la potencia o el poder dominante y sus leyes. Entonces, esta acción tiene algo imprevisible. Es decir, es una acción colectiva que rompe con la repetición.

    Entonces, vamos a llamar movimiento a algo que rompe la repetición colectiva, social. Es la primer condición.

    Y la segunda condición para un movimiento es que proponga hacer un paso más, hacia delante, con respecto a la igualdad. Es decir, si lo decimos en otras palabras, la consigna de un movimiento, lo que dice, lo que está proponiendo, va de una manera muy general en el sentido de una mayor igualdad.

    Para que exista un movimiento, entonces, es necesario que se reúnan estas dos condiciones. No vamos a llamar movimiento a aquello que es una simple defensa egoísta de un interés. Para que haya movimiento tiene que haber una idea que nuclee a todos. Y esta idea, forzosamente, es algo que va hacia la igualdad. Entonces un movimiento, grande o pequeño, es algo que interrumpe el curso común de las cosas, y es algo que propone que vayamos hacia la igualdad. Al menos en un punto determinado. Eso es lo que yo voy a llamar movimiento.

    En segundo lugar, el poder del Estado. Voy a poner dentro de lo que llamo poder del Estado todos los mecanismos de poder y de dominación. Entonces voy a incluir ahí a la propia economía. Esto es importante. Para mí el estado, el estado de la situación, no es solamente el gobierno, no es simplemente la justicia, la policía y los aparatos represivos. También es el poder dominante, el poder de dominación de la economía. Por eso es que lo importante del Estado es su poder. Y este poder es poder omnipresente. No es un poder que esté solamente en el gobierno o solamente en el aparato represivo.

    Todos nosotros sufrimos este poder. Es eso el Estado. Es decir, lo que hay que entender es al Estado como el estado de las cosas, o el estado de la situación.

    Entonces, eso en cuanto al poder del Estado. Ahora, hablando de los partidos, yo llamo partido a una organización que el Estado reconoce en el sentido siguiente: esta organización tiene derecho de ocupar ciertas funciones dentro del Estado, es decir, representa algo para el Estado y dentro del Estado. La función, por supuesto, puede ser una función gubernamental, como sucede con las elecciones. Pero pueden ser otras funciones también. Funciones de representación, de negociación, funciones de discusión o de consulta. Desde ese punto de vista el sindicalismo, el propio sindicalismo, está vinculado con la idea de partido, en el sentido preciso que yo le doy a la palabra. Es decir, posibilidad reconocida de ocupar funciones estatales.

    Entonces, vamos a plantear el tema de la política a partir de estos tres términos: el movimiento, el poder del Estado, los partidos. La idea general, entonces, de este siglo, fue la que voy a exponer.

    El partido es el intermediario entre el movimiento y el Estado. Puede representar al movimiento en dirección al Estado, o dirige al movimiento para apoderarse del Estado. En el primer caso, el partido es representativo. En la segunda concepción el partido es revolucionario. Pero en ambos casos el partido ocupa o funciona como mediación entre el movimiento y el Estado.

    Esta fue una idea muy fuerte y dominó la política durante el siglo XX. En el fondo, es una teoría del sujeto político. La idea es que el movimiento en sí mismo no puede ser un sujeto político. El movimiento es el punto de partida de una política, pero es necesario construir un sujeto político particular que represente el poder del movimiento. Y a eso se le llamó partido.

    Entonces, mi hipótesis es la que sigue: la crisis de la política en este Fin de siglo es, antes que nada, la crisis de la idea de partido.

    Y entonces, preguntarnos qué es la política hoy es preguntarse forzosamente qué fue esta crisis de la idea del partido. Entonces, a partir de esto querría cortar mi exposición en dos. Ahora les cuento cuáles van a ser los dos pedazos. Primero, quisiera demostrar que el siglo XX fue el siglo de los partidos. Es decir, el siglo en el que la política y los partidos caminaban juntos, y mostrar que esta idea se terminó. Y que hay que comprender a la política de emancipación de una manera distinta que como una política de partidos. Y que ése es el verdadero balance del siglo.

    La segunda parte es plantear lo siguiente, en el fondo: si en nuestros tres términos –movimiento, Estado y partido– el partido no aparece más, entonces ¿en qué se transforma la política? ¿Se puede imaginar una política que implique una relación directa del movimiento con el Estado? ¿No es ésta una posición pura y simplemente anarquista? (lo cual no es una injuria). La pregunta es si esto es una posibilidad, o hay un tercer término, una mediación, pero que no tic~ la forma de un partido. Y en ese caso, qué es ese tercer término.

    Pienso que éstos son los puntos centrales de la política actualmente, y creo que no es en absoluto la oposición de la democracia con el totalitarismo. En esto quiero insistir: se trata de plantear otra cuestión, distinta de la que nos están imponiendo. Cuando se nos dice actualmente que la política es imposible, lo que nos están diciendo, en realidad, es que toda política es totalitaria, y que tenemos que aceptar la gestión del Estado. Es decir, como les decía hace un rato, aceptar por un lado la economía y, por el otro, la democracia representativa. Y todo esto se apoya en esta oposición "democracia totalitarismo" como si esta oposición fuera el balance del siglo XX.

    Si queremos ser ofensivos tenemos que rechazar esta cuestión y reemplazarla por otra. El siglo no fue conflicto entre democracia y totalitarismo. El siglo fue el siglo de la política de los partidos. Y si ésta es la crisis tenemos que saber qué es la política de emancipación en la actualidad.

    Por eso proponemos un cambio en las preguntas o en los temas que se plantean. Y entonces ustedes pueden ver que la idea es la siguiente: pensar la política no a partir del Estado (Estado representativo por un lado y Estado totalitario por el otro), sino pensar la política, concebirla, a partir del sujeto político. Y la cuestión del sujeto político en el siglo era la cuestión del partido.

    Hay que volver entonces a la pregunta fundamental: ¿cuáles son las relaciones entre movimiento y organización, teniendo en cuenta el poder del Estado? Voy a empezar entonces con algunas ideas sobre el partido.

    En primer lugar, la idea de partido es una idea del siglo XX. Y es una idea compartida por todos los políticos. Están los partidos del parlamentarismo o de la democracia representativa; está la idea de Lenin sobre lo que es un partido, expuesta en 1912 en "¿Qué hacer?", o sea, muy al comienzo del siglo. Está la forma de partido stalinista. Está el partido fascista italiano; está el partido nazi de Hitler. Entonces, todas las políticas fueron políticas de partidos. Las tres grandes políticas del siglo, la parlamentaria, la fascista y la comunista, fueron en cada da circunstancia políticas de partido, y definieron modelos de partido.

    Podemos sostener entonces que todos esos partidos subordinaron la política al Estado, directamente en el caso del partido-Estado stalinista, directamente también en el caso del partido fascista. Pero incluso los partidos parlamentarios subordinan la política al Estado, porque el objetivo de un partido parlamentario es instalarse en el Estado, y está definido por este objetivo, por esta finalidad.

    Podemos decir entonces que en el siglo XX, en primer lugar la política está representada por los partidos, cualquiera sea la política de la que hablemos. Y en segundo lugar, el partido está subordinando la política al Estado.

    Es importante observar que esta situación es una situación del siglo XX. No es, por ejemplo, lo que sucede en el siglo XIX. En el siglo XIX la política se presenta como insurrección o como revolución, por lo menos hasta la comuna de París de 1871, Se puede decir que la política obrera en el siglo XIX es una política de insurrección, Y cuando hay grupos o partidos están subordinados a la perspectiva de la revolución, y no subordina la política al Estado.

    Entonces podemos decir que en este aspecto hay una diferencia entre el siglo XIX y el XX. De una manera general, el siglo XIX propone una política revolucionaria obrera, dirigida directamente contra el Estado, mientras que el siglo XX está proponiendo una política de partidos cuyo objetivo es el Estado, y que está subordinando el movimiento al Estado.

    Pienso que es esta subordinación la que originó la crisis de la política. Lo que está en crisis, entonces, es la idea de una subordinación de la política al Estado por medio de los partidos. Y entonces la crisis es la de la idea de que un movimiento puede y debe estar representado sentado del lado del Estado. Y entonces, en este punto la crisis de la política está generalizada. Porque como se los digo, todas las políticas han sido y siguen siendo políticas de partido.

    La crisis del partido-Estado stalinista es evidente. Es evidente porque se cayó la URSS. Pero existe también la crisis de los partidos parlamentarios. La subjetividad política parlamentaria está en crisis, y la prueba es que la política está cada vez más estrictamente subordinada a la economía. Es una política que ya no presenta más posibilidades verdaderas. Y entonces el partido, los partidos, son entonces evidentemente organizaciones estatales y no organizaciones políticas. Son organizaciones que se sirven de los movimientos para el Estado, y no para la política o para la igualdad.

    Entonces tenemos que considerar dos cosas.

    En primer lugar, no es la idea de revolución lo que está en crisis actualmente. La idea de revolución en realidad era una idea del siglo XIX. Lo que está en crisis entonces es la idea de partido. No hay que equivocarse de crisis. El enemigo nos dice que la revolución está en crisis, porque es lo que a él le viene bien. Lo que le interesa y lo que le viene bien es decirnos "no hay ninguna otra política posible", y entonces quiere hacernos creer que la política de emancipación y de igualdad no es posible. Y entonces por eso él considera que es importante hacernos creer que es la revolución lo que está en crisis.

    Pero nosotros podemos y debemos pensar de otro modo. Podemos decir: el siglo XX fue una secuencia política en particular, No fue el siglo de la revolución sino el siglo de los partidos, incluidos los partidos revolucionarios. Pero eran partidos revolucionarios que subordinaban la revolución al partido. Y entonces lo que está en crisis no es la política, no es la idea de una política de emancipación lo que es falso. Lo que es falso es la idea de que puede realizarse en la forma de un partido. Y entonces tenemos que decir que la crisis general es la crisis de la idea misma de partido. Ese es nuestro balance del siglo XX.

    Entonces, lo que nosotros planteamos es claro: si esta hipótesis es correcta tenemos que concebir de otra manera a la política de emancipación. No podemos concebirla corno se hacía en el siglo XIX. Es decir, directamente bajo la forma de la insurrección obrera. Eso también se acabó. Esa fue una idea enorme, una idea muy grande. Dio las grandes insurrecciones de junio del 48, de la Comuna de París, y algunos aspectos de la revolución rusa. Pero es una idea que ya está saturada. Entonces no podemos concebir a la política sobre el modelo revolucionario del siglo XIX. Pero tampoco podernos concebirla con el modelo del siglo XX, es decir con la idea del partido comunista centralizado, o bajo el modelo del partido-Estado. Esa también fue una gran idea, permitió una gran resistencia popular y obrera, movilizó el entusiasmo de millones de personas, dio triunfos revoIucionarios, grandes luchas de liberación nacional y no vamos a dejar que todo esto vaya a parar a la tumba, como quieren hacerlo nuestros enemigos. Pero de todos modos reconocemos que se terminó. Y que no podemos concebir actualmente a la política de emancipación bajo la forma de política de partido.

    Entonces, se trata de saber qué es una política sin partidos. No quiere decir política sin organización. La política siempre es una actividad colectiva y siempre es, en algún sentido, una acción organizada. Hasta los anarquistas están organizados.

    Al respecto, me acuerdo que en 1978 había una manifestación contra una central atómica. Era una manifestación violenta, hubo un muerto, gente herida. Había anarquistas alemanes. Y les puedo decir que estaban mucho mejor organizados que los marxistas leninistas franceses. Así la política está organizada. Sobre todo cuando hay que luchar es preferible estar organizado. Pero hay que diferenciar la organización del partido. Como pueden entenderlo, partido es la idea de una subordinación de la política a la representación dentro del Estado. Incluso los partidos revolucionarios fueron esta subordinación.

    La pregunta es entonces qué es una organización política. Una organización política que no subordina el movimiento al poder y al Estado. Una organización política, entonces, que no tiene al poder como objetivo, pero que es una organización de la voluntad política de la gente.

    Y entonces nuestra idea es forzosamente distinta. Tenemos que tener otra idea de lo que es la fuerza, de lo que es una fuerza política. No podemos medir más a esta fuerza con respecto al Estado y sólo con respecto al Estado. Porque esto nos lleva forzosamente al partido y, en última instancia, al partido-Estado. La cuestión es la siguiente: cómo hacemos para que dure una posición de debilidad. Como hacemos para aceptar que la política pueda ser más débil que el Estado durante un largo período. Cómo evitamos la tentación del poder. Y es una tentación muy grande, porque es la tentación del poder. La idea del partido era "vamos a darle a la política la fuerza del Estado".

    Vamos a darle a la política de la igualdad, a la política comunista, la fuerza del Estado. Pero cuando se le da la fuerza del Estado la política desaparece. Entonces hay que darle otra clase de fuerza. Una fuerza subjetiva que esté distante del Estado. Y la clave de esto es el movimiento. Es la idea de otra relación entre movimiento y política. En la vieja concepción el movimiento era social y el partido era político, y el partido político representaba en la política al movimiento social. Pero, ¿por qué se decía esto que el partido era político y el movimiento era social? Porque el partido estaba del lado del Estado. Entonces, finalmente, se decía que el partido era político porque subordinaba la política al Estado. Y el movimiento era social porque estaba del lado de la vida de la gente, y no del lado del Estado directamente.

    Entonces tenemos que cambiar la relación entre movimiento y política. Tenemos que hablar directamente de la capacidad política de la gente, y de cómo se organiza esta capacidad, con una lógica distinta de la lógica del poder. Son los problemas, entonces, de la política sin partido, como política de la organización de la capacidad política de la gente. Y un punto esencial es la construcción del tiempo.

    Quisiera decir una pequeña cosa antes de terminar por el día de hoy. El partido político en el siglo fue una idea impaciente. Tomemos el poder tan rápido como sea posible tomarlo. 0 estemos cerca del poder lo más posible. Como ustedes lo saben bien, hasta un partido de oposición está cerca del poder. Es una característica de la política parlamentaria que la oposición es parte del poder. Así que tampoco queremos una política de oposición. Lo que pretendemos es que la política pueda pensarse por sí misma. Que se pueda debatir, discutir, y ser puesta en práctica por sí misma. Y que no tenga como objetivo el Estado.

    Esto, obviamente, implica un tiempo distinto que el tiempo del Estado. Supone que tiene que haber una paciencia distinta.

    Diría que hay que reemplazar la política impaciente de los partidos por la política paciente de los movimientos. Pero para eso, como lo dije al principio, hay que construir un tiempo y un espacio, que no son ni el tiempo de la economía ni el espacio de la representación. Un tiempo distinto del de la economía, que es el tiempo de la circulación, incluida la circulación de la información. Un tiempo distinto de ése. Y lugares distintos de los oficiales.

    Y no estar en el tiempo dominante implica no estar tampoco en el tiempo de la información periodística. El partido era propagandista porque pensaba que lo importante era que se hablara de él. Esa es una idea típica de la representación. La fuerza que ustedes tienen se mide por lo que se dice de ustedes. Si no se habla de ustedes, ustedes no existen. Hay que aprender a existir inclusive en el silencio, porque el tiempo de la información no es el tiempo de la política libre. Lo sabemos, lo sabemos perfectamente. El tiempo de la información es en sí mismo un tiempo comercial. La política de emancipación no puede estar dentro del tiempo comercial. Ni puede estar tampoco en los lugares oficiales esta política de emancipación. Tiene que elegir lugares políticos que le son propios. Esta construcción del tiempo, esta construcción colectiva del tiempo, es una determinación esencial del sujeto político en la actualidad.

    Termino entonces con dos consejos: primero, seamos pacientes. Pero hablo de paciencia constructiva, la paciencia que inventa un tiempo. Un poco como lo hacen los artistas, capaces de inventar el tiempo para su obra hasta en la soledad más grande. Y en ese sentido la política es un arte. Quizá tengamos que pensar un poco menos que es una ciencia y un poco más que es un arte. Porque el partido pensó alguna vez que la política" era una ciencia. Pero en nuestra paciencia nosotros somos más artistas.

    El segundo consejo es: vayamos a otro lugar distinto del lugar en donde estamos. Inventemos caminos. Eso es algo muy ¡importante también. En la experiencia de Mayo del 68 francés, quizás el punto más importante de todos fue que la gente inventó trayectos, caminos que no existían. Por ejemplo el camino que iba de la universidad a la fábrica, o quizás el trayecto que iba del departamento burgués al mercado popular. Inventaron esos trayectos.

    Entonces, creo que tenemos que recuperar esta idea y amplificarla, tenemos que inventar trayectorias que no son las del mundo en el cual estamos. Toda decisión colectiva de invención de un trayecto tenemos que confiar en que participa de la invención política.

    Va a ser larga y difícil esta invención, y eso lo sabemos todos. Pero si somos pacientes y viajeros, vamos a poder hacerlo.

    2 . Conferencia del día 25 de abril del 2000

    Dije ayer que nuestra pregunta era la siguiente: ¿Qué es la política? Actualmente la pregunta sobre lo que es la política es parte de ella, de la política. No siempre es así. Hay períodos en los que se sabe qué es la política, y se intenta hacer la mejor política posible.

    Actualmente la situación es más complicada, porque al mismo tiempo que intentamos hacer política, nos vemos obligados a preguntarnos qué es la política. Y nos vemos obligados a inventar algo nuevo sobre la política. Cuando nos preguntamos qué es la política, de alguna manera ya estamos haciendo política en las condiciones de hoy, que son ciertamente, las condiciones de una crisis de ideas políticas. En la historia hubo muchas definiciones de lo que es la política. Y podemos ver que todas esas definiciones actualmente están en crisis. Quisiera recordar algunas de esas definiciones.

    Desde hace mucho se define a la política como la búsqueda del buen gobierno o de una constitución adecuada. Es la definición que da Platón, por ejemplo. Pero nosotros sabemos que esa definición es insuficiente, porque sabemos que para que haya política no basta con que haya un buen Estado o una buena constitución. Necesitamos tener también tener un sujeto político actuante. También se ha definido a la política como la lucha por la conquista y la conservación del poder. Es, obviamente, la definición de Maquiavelo. Pero sabemos que esto no es suficiente. Sabemos que muchas cuestiones políticas no son cuestiones de poder. Y que hay otra cosa en la actividad política. Otra cosa más aparte de la lucha por el poder. también se ha dicho que la política era la lucha de clases. La lucha de clases dirigida por un partido y llevada hasta el comunismo. Pero nosotros sabemos también que actualmente esa definición ya no basta. Ciertamente hay una lucha de clases en la sociedad. Pero también sabemos que la lucha de clases no produce mecánicamente una política y que en ese contexto de la lucha de clases tenemos que inventar ideas políticas e ideas de organización política que no provienen directamente de las clases y de su lucha.

    De manera tal que, al final de cuentas, y estos no son más que algunos ejemplos, actualmente nos preguntamos entonces qué es la política de emancipación. Y éste es el signo de que se acaba una época de la política. Y que tiene que comenzar una época distinta de la política.

    Como lo decía ayer, el enemigo dice que las ideas políticas se acabaron, que podemos conformarnos con la gestión de los negocios, y que para los que hacen buenos negocios, tanto mejor. Y los que los hacen mal, y bueno, paciencia...

    Yo querría decir que para mí eso es reducir la Humanidad a un grupo de animales, que tienen intereses, que se pelean por estos intereses, y gana el más fuerte. Es la lucha de las especies. Es la política pero en el sentido de Darwin. Y eso es lo que nos propone actualmente el mundo. Un mundo de animales competitivos. Si no inventamos otra política vamos a estar en la barbarie animal. Y estamos hartos de esto.

    Y querría insistir sobre el hecho de que esta pregunta –¿qué es la política?–, es una cuestión que tiene que ver con la lucha contra la barbarie, una nueva barbarie. Es la barbarie de un mundo que está completamente sometido a la dictadura de la economía. Y no hay otro remedio para esta barbarie que las ideas nuevas que nosotros podemos aportar colectivamente. Entonces tenernos que abrir una nueva época y estamos a cargo de la humanidad entera. Y cuando discutimos esto con total libertad tenemos que saber, sin embargo, que se trata de cuestiones graves. Que son cuestiones de las cuales depende un porvenir muy amplio.

    En el fondo, la cuestión de la política no es una cuestión táctica, aun cuando haya muchos problemas cotidianos que son tácticos, por supuesto. La cuestión o la pregunta de la política, es ¿en qué se va a transformar la humanidad? ¿Tenemos alguna idea al respecto o no sabemos nada de eso? ¿Pensamos que solamente existe el poder, o pensamos que el pensamiento mismo puede modificar el curso de las cosas? Esa es la cuestión central de la política en la actualidad: política o barbarie.

    Yo había propuesto analizar la cuestión de la política a partir de tres términos: en primer lugar los movimientos, los movimientos populares, los movimientos de masas, los movimientos de protesta, de rebelión. En segundo lugar, la cuestión del poder del Estado. Y en tercer lugar, la cuestión de las organizaciones y de los partidos.

    Y había tratado de demostrar que en el siglo XX, la idea central había sido la idea de partido. Que a partir de la obra de Lenin, a comienzos del siglo, hubo una tentativa de reorganización de la política de emancipación, en torno de y a partir de la idea de partido. Y que esta fue una idea muy fuerte del siglo XX.

    También dije que había sido la idea de políticas democráticas comunes, ordinarias, que también representan a la política dentro de los partidos. Yo diría entonces que el siglo XX, nuestro siglo, fue el siglo de la idea de partido. Y propuse decir que lo que está en crisis es esta idea. Que ya no podernos seguir identificando política y partido. Entonces hay que tomar como punto de partida otros dos términos, y eso es lo que voy a hacer hoy. Por un lado el movimiento, por el otro el poder del Estado. Y saber en estas condiciones lo que puede ser la política.

    Les recuerdo, para los que no estaban aquí ayer, una definición de movimiento. Dije: hay movimiento en primer lugar cuando hay una acción de ruptura, es decir, un acción que está fuera de cualquier repetición, una acción nueva, inventada. Y dije también una acción que crea tiempo y espacio. Esa es la primera característica.

    La segunda es cuando ese movimiento porta, o lleva, una idea igualitaria. 0 cuando el movimiento propone un paso más hacia la igualdad.

    No hay movimiento si sólo se trata de una reivindicación particular o interesada. El movimiento existe si puede implicar a todos, a todo el mundo, porque representa un avance, un progreso en la idea igualitaria. Cada quien puede encontrar ejemplos de movimiento en este sentido.

    Lo que yo quiero decir es que en este momento un movimiento concebido de este modo aparece como un acontecimiento, como, algo que sucede. Por supuesto, pudo haber estado preparado. Pudo haber sido en parte organizado. Pero todos los militantes saben que cuando hay un verdadero movimiento hay algo que no pudo ser previsto. Algo que no fue organizado. Algo que es más que lo que se previó y se organizó. Y en muchos casos, inclusive algo absolutamente inesperado. Ese elemento es el que yo voy a llamar acontecimiento. Algo que no está dentro de la lógica de la situación. Algo que está de más, o más allá. Algo que incluye un elemento de sorpresa. Y un verdadero movimiento es un acontecimiento en este sentido. Eso es lo que le permite orientarse hacia la igualdad. Porque un movimiento previsto, organizado, calculado, es forzosamente un movimiento que refleja la situación, que refleja las relaciones entre grupos sociales, que dice sus reivindicaciones. Pero un verdadero movimiento es más que eso. Un verdadero movimiento es algo que inventa una idea igualitaria sobre un punto en particular. Cualquiera sea este punto en particular.

    Por eso puede tratarse de un movimiento obrero, un movimiento de trabajadores, un movimiento de jóvenes, de mujeres, de trabajadores extranjeros. En todos los casos existe este elemento suplementario, que hace que algo vaya más allá del grupo involucrado y que ese algo se dirija a todos. Por eso hay más en un movimiento que en una reivindicación. Siempre hay reivindicaciones en un movimiento, hay pedidos. Pero el acontecimiento político es más que esos pedidos, que esas demandas. Entonces vamos a decir que no hay política sin acontecimiento. No hay política sin este elemento suplementario que la situación no nos permite prever.

    Una parte de la política consistirá en saber qué hacemos con este acontecimiento, cómo se piensa a partir de este acontecimiento, cómo se actúa a partir de él, cómo se transforma la situación a partir de él. La política no es pensar partiendo de la situación solamente. Es, en primer lugar, y antes que todo, pensar a partir de lo que está más allá de la situación, y que ha ocurrido como un acontecimiento. Por eso voy a definir a la política como la Fidelidad a un acontecimiento. Fidelidad que exige con frecuencia organización y disciplina, pero que trabaja dentro de la situación, a partir de algo que está más allá de la situación. Entonces, la política es la Fidelidad a lo nuevo. Eso es lo que quería decir por ahora sobre el movimiento. Del otro lado tenemos el poder del Estado. Yo llamo Estado a mucho más que sencillamente el gobierno, o la policía o la justicia. El Estado es lo que controla a los partidos. El Estado es todo lo que da poder dentro de la sociedad. En nuestro mundo, por ejemplo, la economía es parte del Estado. Es parte del Estado porque es la organización principal del poder.

    Entonces, el Estado es la sociedad concebida como poder sobre cada uno. Es aquello que siempre dice dónde y cuáles son los lugares. Es lo que indica a la gente, a los grupos, cuáles son sus lugares, y que indica también cómo podemos movernos, cuál es el camino.

    Si les parece, el Estado es un poder de disposición de las cosas. El Estado es al mismo tiempo aquello que pone a cada quien en su lugar y que indica cuál es el camino obligado para pasar de un lugar a otro. Es lo que impide o prohibe trastornar los lugares, y también lo que prohibe inventar trayectos. Hay algo muy importante que señalar y es que el poder del Estado, de manera general, no es mensurable. Es un poder que conocemos todos nosotros, pero no sabemos exactamente cuál es su medida. Es un poder indeterminado. Y eso es el gran poder.

    Les voy a dar un ejemplo muy sencillo. Todo el mundo nos dice actualmente "hay leyes de la economía y no se puede escapar a esas leyes". Entonces, el universo económico es un universo que obliga. Y saben que éste es un argumento esencial de todas las políticas gubernamentales actuales: "Nos vemos obligados a hacer lo que hacemos porque la economía es lo que es". entonces se puede ver claramente que la economía es un poder, en el sentido en que nos obliga a hacer o esto o aquello.

    Pero, ¿cuál es exactamente este poder?. Si me animo a decirlo así: ¿cuál es el poder de este poder? Tenemos que obedecer, pero ¿por qué? en cierto sentido nadie lo sabe. Nos las estamos viendo con un poder móvil e indeterminado y estamos tanto más obligados a obedecer cuanto que no conocemos la naturaleza de ese poder.

    Pienso que es una característica fundamental del Estado. El Estado es un poder, pero nadie puede determinar este poder. Y por eso estamos sometidos, porque no conocemos el poder al cual estamos sometidos. Sigue siendo indeterminado, vago, absoluto. Lo que hace un movimiento es decir, en un punto determinado, cuál es el poder del Estado.

    Querría explicar este punto de manera detallada, porque a mi modo de ver es central en lo que tiene que ver con la cuestión de la política. Cuando hay un verdadero acontecimiento político hay un final del carácter indeterminado del poder del Estado. La gente se levanta y dice "éste es el poder del Estado frente a nosotros". Es como nosotros decimos que es. Dicho de otro modo, un movimiento es lo que fija una medida del poder del Estado. Es algo que obliga al Estado a mostrar realmente cuál es su poder. Y por esa misma razón hay algo de la sumisión que se detiene. Porque si no, seguimos sometidos a lo que está indeterminado.

    Podemos decir entonces que un acontecimiento político es lo que da una medida fija al poder del Estado. Es lo que hace que no puedan seguir diciéndonos que tenemos que someternos a un poder indeterminado, desconocido. Exactamente que como cuando tienen una huelga en una fábrica. Les doy un ejemplo muy sencillo. Ahí se mide cuál es la fuerza real patronal, mientras que en el funcionamiento de todos los días de la fábrica este poder existe constantemente. Pero está indeterminado, y no está medido. Sólo el elemento "huelga" va a permitirnos una medida real de este poder. Y éste es un punto absolutamente esencial.

    Un acontecimiento político es algo que permite a cada quien mantenerse a distancia del Estado, porque el acontecimiento ha determinado, ha fijado el poder del Estado. En realidad, en la vida cotidiana estamos sometidos al estado de las cosas. El acontecimiento político es algo que va a fijar este poder y nos va a permitir mantenernos a distancia de este poder. Y yo diría con ganas que esta distancia es la política misma. En esta distancia podemos construir un tiempo y lugares políticos.

    Para decirlo de manera psicológica, en esta distancia dejamos de tener miedo. Porque la política es ampliamente eso, el final del miedo. Pero es el final del miedo con razones muy precisas, que justamente es que ya no tenemos miedo de algo que es indeterminado. Podemos tener que vérnoslas con un poder muy grande, pero nos hemos decidido a medirlo. Y podemos en ese momento vérnoslas con las consecuencias.

    Voy a darles una definición de la política. Vamos a llamar política a una acción que trabaja por la igualdad a partir de determinado valor fijo del poder del Estado, valor que ha sido fijado por un acontecimiento.

    Pueden ver el esquema general cuál es. Algo sucede, algo imprevisible y colectivo. La posibilidad misma de este surgimiento hace que se pueda medir o fijar el poder del Estado. Entonces es posible mantenerse a distancia del Estado y es posible dejar de tener miedo. En esta distancia ustedes pueden crear, inventar, un lugar nuevo, un tiempo nuevo.

    Yo querría darles tres ejemplos, muy diferentes, pero justamente para aclarar este tema.

    Cuando en 1917 Lenin organiza la insurrección en Rusia, lo hace ¿en qué condiciones? En primer lugar, el Estado está debilitado por la guerra. Y en segundo lugar el pueblo ha creado los soviets.

    Entonces, tienen un acontecimiento creador: la aparición de los soviets. Y tienen una medida del poder del Estado, que es la idea de que el Estado es débil. La convergencia de ambos elementos va a provocar una decisión de insurrección. Pero insurrección como una decisión, como una invención. Ven que se están situando en la doble dimensión de un acontecimiento creador, la implantación colectiva de los soviets, y una cierta distancia con respecto al Estado, que se rija al juzgarlo como débil.

    En el fondo, insurrección y posibilidad de insurrección es el resumen político de esas dos cosas.

    Mi segundo ejemplo es en cierto modo contrario. Cuando Mao Tsé Tung dice que hay que llevar a cabo lo que llama una guerra prolongada –hay que disponer las fuerzas en el campo, lejos de los grandes centros urbanos, y con la paciencia de una guerra larga– tienen ahí dos elementos, no tienen más que leer los textos. En primer lugar, la existencia de un movimiento campesino que es un acontecimiento, que es una invención popular, y que hace posible instalarse en los campos. De otro modo, instalarse en el campo era imposible. Y por otro lado tienen el juicio de que el Estado es fuerte.

    Tienen una medida que ha sido fijada, de la fuerza del Estado. No como en el caso de Lenin, del Estado débil. En el caso chino el Estado es todavía bastante fuerte. Por eso esta vez el resumen político no va a ser la idea de una insurrección brutal, sino la idea de una guerra que se prolonga. Ven ahí otra manera de inventar tiempo y espacio.

    En el primero caso se trata de los soviets obreros en las grandes ciudades y una insurrección centralizada. En el segundo caso, el instalarse lejos de las ciudades, en pleno campo, y una guerra prolongada.

    Entonces pueden ver el esquema general de la política, que es que siempre existe un acontecimiento popular, el surgimiento de los soviets obreros, o el movimiento campesino; hay una determinación del poder del Estado, es fuerte o es débil, y existe la construcción de un espacio y de un tiempo. Pueden ser los soviets en las ciudades y una insurrección rápida; o, por el contrario, la instalación en el campo y hacer una guerra larga. El tercer ejemplo podría ser la insurrección del Subcomandante Marcos en Chiapas, que seguramente ustedes conocen mejor que yo.

    Se ve claramente que también en este caso existen los elementos que acabo de dar. Hay un movimiento interno, en primer lugar,del conjunto de las comunidades rurales campesinas en la región; en segundo lugar hay un juicio establecido sobre la relación con el Estado. Este juicio es: el Estado es semifuerte. No es cuestión de vencerlo, pero podemos ¡impedir que nos aplaste. Es decir, es un juicio que da un valor exacto, una medida exacta del poder. Y como pueden ver, eso da lugar a la construcción de un tiempo y un lugar. Una presencia localizada territorial, y la perspectiva, también, de un tiempo prolongado. No una guerra prolongada, pero sí una negociación armada
    prolongada.

    Una negociación armada prolongada es una invención política, del mismo modo que la guerra prolongada de Mao, o la insurrección de Lenin. Podemos decir entonces lo que es la política de manera concreta, y volver a concebirla actualmente. Es, bajo la condición de un acontecimiento, una construcción de lugar y de tiempo, que impone determinada distancia con el Estado.

    Finalmente, nuestro problema en la actualidad, el problema principal, es saber cómo intentamos determinar el poder del Estado. Eso es sin duda la tarea, para nosotros, más difícil, porque en verdad, en este momento, este poder se presenta al mismo tiempo como algo considerable y muy especialmente indeterminado. Combina dos as~ pectos. Es una especie de fuerza única e irresistible, bajo el nombre de economía. Y es indeterminada porque no es inmediatamente represiva. No está en una medida esencialmente policial o militar. La dificultad, en cierto modo, es que estamos en democracia. Y democracia, en realidad, quiere decir un carácter muy especialmente indeterminado del estado de las cosas. No podemos tener una representación clara de lo que es el poder del Estado. Eso es lo que quiere decir. No es como cuando Lenin decía "El Estado zarista es débil". No es tampoco como cuando Mao decía "Chiang-Kai Shek es bastante fuerte".

    Es otra relación, porque lo esencial del poder, en este momento, no es el gobierno. Los gobiernos hasta pueden ser relativamente ridículos. El poder está en otra parte. El poder está en otro lado y no está representado por los Estados en sentido estricto.

    Entonces tenemos que preguntarnos lo siguiente: ¿qué acontecimientos pueden mostrar el poder del Estado actual? ¿Qué medida puede darse de este poder? Entonces, para eso creo que debemos, en primer lugar y antes que nada, organizar trayectos nuevos. Esta es la cuestión política central, a mi modo de ver. ¿Somos capaces de imponerle al Estado trayectos sociales y subjetivos completamente nuevos? ¿Podemos crear vínculos ahí donde, en principio, los vínculos son imposibles?

    Y creo en el carácter absolutamente central de la cuestión de los vínculos entre trabajadores e intelectuales. Como trayecto, como vínculo, como figura política. No en el viejo sentido en el que el intelectual aporta conciencia al obrero, sino más bien en el sentido de una especie de conexión imprevisible. En la experiencia francesa, en los años 70 hubo trayectos de este tipo, y perdimos estos vínculos. Fueron desacreditados, muchos intelectuales se cansaron de ellos. Como les he dicho, el principal enemigo de la política es el cansancio. Pero tenemos que volver a intentar todo esto. No repetirlo. Re inventarlo. Y entonces, en ese sentido yo creo realmente que existen tres términos: los movimientos, el poder del Estado, y la organización paciente, constante, de nuevos trayectos subjetivos. Algo que pasa a través del tabicamiento de los grupos sociales. Algo que propone una articulación distinta de la sociedad. Algo que provoca que nos movamos distinto en la superficie social, algo que ponga en práctica, en acto, nuevas formas de igualdad.

    Si tiene que haber organizaciones de grupos políticos, y creo que es indispensable, eso es lo que hay que organizar y se debe pensar. Es necesario que la mayor cantidad posible de personas estén en otro lugar diferente del lugar en el que deberían estar. Es necesario poder ir al lugar al que no deberíamos estar, cualquiera sea la dificultad de esta trayectoria.

    Este es un ejemplo de trayecto desinteresado. Es fundamental afirmar que la política es desinteresada, porque la lógica del mundo es la lógica del interés. Tenemos que afirmar categóricamente que la política es tan desinteresada como el arte, que hacemos política por la política misma, de la misma manera que un artista hace una obra por la obra en sí. La política no es un medio. La política es una afirmación. La afirmación de que otro mundo es posible. Y se puede afirmar que otro mundo es posible en un punto muy pequeño. No necesitamos cambiar el mundo para afirmar que otro mundo es posible. Necesitamos cambiar algo. Y hacerlo porque nos interesa hacerlo, porque queremos hacerlo.

    Entonces, hay necesidad de grupo y de organización política colectiva como tercer término. Pero no son grupos representativos. No pretenden representar intereses o grupos sociales en particular. Lo que están haciendo es organizar la afirmación política, organizar trayectos nuevos. Hacen circular ideas que no son dominantes. Y desde ese punto de vista están participando de la invención de la política.

    Si estamos realmente convencidos de que la política puede ser, en este sentido, una creación, digamos entonces que la organización política es un grupo creador. No es un instrumento, no es un aparato. Es un grupo de creación. Y ese grupo no corresponde a ninguno de todos los grupos que el Estado ha definido.

    Esa es, me parece, la pista que podemos seguir en este comienzo de siglo para reinventar la política, el arte de la política, y la alegría colectiva de la política, en este mundo tan triste.


    [www.grupoacontecimiento.com.ar]



    http://www.elortiba.org/badiou2.html

    "Las ideas existen y tienen poder" Alain Badiou

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    "Las ideas existen y tienen poder"

    Por Pedro B. Rey

    El filósofo francés sostiene que las propuestas y los deseos de los ciudadanos son fundamentales para buscar caminos políticos distintos al de la hegemonía norteamericana y que ser de izquierda, actualmente, consiste en manejarse con convicciones, resolver problemas concretos y saber dejar preguntas abiertas

    El historiador de la cultura Jacques Barzun decía, no sin ironía, que para ser considerado un renacentista basta, en nuestros tiempos especializados, con ser un neurólogo que toca el violín, navega a vela y está más o menos al tanto de las últimas novedades editoriales. Si se abandona la pretensión de ser como los hombres del Cinquecento, Alain Badiou bien podría ser la versión contemporánea de un renacentista. Además de su influyente tarea como filósofo, es matemático, novelista y dramaturgo. Se interesa por la estética o el cine, la ciencia, el psicoanálisis o la política con el mismo rigor. Esta curiosidad es sin duda reflejo de sus postulados filosóficos, que consideran que hay cuatro "verdades" sobre las que se apoya la filosofía y sin las cuales ésta sería un mero formalismo: el arte, la ciencia, la política y el amor. "Militante sin partido", es también un actor permanente en los debates sociales donde -sostiene- se juega nuestro devenir colectivo. 


    -¿Qué efectos tuvo en Francia la firme oposición a la intervención en Irak?
    El perfil

    El Mayo Francés

    Alain Badiou nació en Marruecos en 1937, en una familia francesa que retornó a París cuando él tenía cinco años. Estudió en la prestigiosa Ecole Normale Supérieure y -tras participar en el Mayo francés- enseñó durante treinta años en la Universidad de Vincennes.

    Filosofía y literatura

    Influido por Platón, Hegel, Lacan y Gilles Deleuze, presenta su filosofía en El ser y el acontecimiento , donde las matemáticas se entrelazan con el potencial innovador de cada situación singular. También escribe teatro y novelas.
    -Yo creo que, en primer lugar, inauguró un nuevo momento histórico en la relación entre Francia y Alemania. Es la primera vez que ambos países toman posiciones conjuntas que se oponen a la política norteamericana. Y es evidente que (Jacques) Chirac hubiera dudado mucho en presentar batalla en el Consejo de Seguridad de la ONU sin el respaldo alemán. A mí, en cuanto filósofo, lo que más me interesa, sin embargo, es el movimiento intelectual y espiritual que puede resultar de ese encuentro. Sobre todo en el contexto de la crisis de lo que llamaría las viejas nacionalidades. En los dos países hay una crisis de nacionalidad muy fuerte y creo que, frente a la construcción lenta y burocrática de Europa, esto puede ayudar, si no a una fusión, al menos a un trabajo en común. Francia y Alemania pueden mostrar que hay otras posibilidades que van más allá de seguirle los pasos a Estados Unidos y a una economía planetaria.

    -Pero, ¿cuál sería ese camino? 


    -Lo que yo propongo no es la combinación de dos Estados, sino la creación de una figura, de un espacio nuevos. Aunque en un comienzo no sea más que una declaración de principios, un espacio así tendría efectos subjetivos muy fuertes. No es fácil, pero creo que hay que tener la valentía de hacerlo.

    -¿No es contradictoria su propuesta con el proceso de integración de la Unión Europea?

    -No creo que haya contradicción entre una cosa y la otra. No imagino una muralla Francia-Alemania. De hecho, imagino una iniciativa abierta a la que otros países podrían sumarse.

    -Siendo la inmigración una fuente de recelo en Europa, ¿qué papel jugaría en el futuro?

    -La inmigración es algo muy favorable. Imagine un obrero de origen senegalés: por un lado participa de la vida francesa; por otro, no forma parte de la antigua historia de la nacionalidad. Son europeos, europeos nuevos, un poco como los inmigrantes que hicieron los Estados Unidos o la Argentina.

    -¿A lo que me refería es si estos aspectos positivos de la inmigración pueden ser asumidos sin conflictos por los europeos? 

    -Ese es un combate que, en términos filosóficos, yo llamo: "lo abierto". ¿La idea de la UE es una concepción abierta o cerrada? Abierta quiere decir que los aportes extranjeros se consideren positivos. Ahora, siempre existen actos reflejos reaccionarios, asociados a la vieja nacionalidad de la que hablaba antes. En un nuevo espacio, la aceptación de los extranjeros va a ser mucho más simple.

    -Para ser un intelectual crítico, suena bastante optimista. 

    -Soy optimista porque creo que las propuestas, la creación y las ideas existen y tienen poder. Si se tiene una idea, hay que expresarla y trabajar a favor de ella. Que ocurra finalmente lo que uno desea, en cambio, es algo que no puedo asegurar.

    -La invasión de Irak, ¿es un momento crucial en ese cambio? ¿Qué piensa de este período de posguerra? 

    -Nunca creí en las razones que se dieron para esta guerra de invasión y siempre pensé que agravaría el estado en esa zona del mundo. En el fondo, sólo se trató de una simple demostración de fuerza. Pero siempre imaginé que iba a ser complicado porque es muy fácil destruir un Estado pero muy difícil fabricar otro.

    -En su Etica (1993), usted realizó una dura crítica de lo que denominaba la ideología de los derechos humanos. ¿Es el de Irak un caso modelo? 
    -El tema de los derechos humanos -y déjeme decirle que mi postura está lejos de ser cínica al respecto- es de primera importancia. Pero eso difiere mucho de tener una policía internacional y militar autoproclamada. ¡Qué duda cabe!: Saddam era un criminal. Pero, ¿cuál es la situación de los derechos humanos hoy en Irak? Es desastrosa. Queda claro, en éste y otros casos previos, que los derechos humanos sirven de coartada para obtener el apoyo de la opinión pública. Creo que la época de las intervenciones en nombre de los derechos humanos está un poco terminada. Es una de las lecciones de esta invasión. La gente vio con sus propios ojos lo que significa la ocupación de un país por un ejército. También el tema de las imágenes fue muy importante. Durante la Guerra del Golfo, la política norteamericana consistió en suprimir las imágenes. Esta vez decidieron lo contrario, pero no fue por pura generosidad. En gran medida se vieron obligados a mostrarlas por la presión de la opinión pública.

    -¿Podríamos decir que, para usar sus propios términos, el poder de lo subjetivo le torció el brazo a lo objetivo? 

    -Exactamente. Es una prueba de que las posturas subjetivas pueden ser no sólo una protesta moral. También tienen eficacia política.

    -En la Argentina, la subjetividad tuvo un papel destacado en los comienzos de la crisis y hoy parece haber cedido espacio. ¿Cómo ve lo que sucede aquí?

    -La Argentina está en un viraje de su historia política, está inaugurando un nuevo período. Cuando digo período no me refiero a la crisis, la caída de un presidente, nuevas elecciones? Todos esos son acontecimientos. Un período es algo mucho más prolongado. Y hacia dónde se dirigirá es algo que sólo podrá verse en una década. Los acontecimientos importantes son siempre un poco oscuros para los propios actores. Es natural que haya en un principio un fuerte sacudón subjetivo y que esto después se reduzca. Es el ritmo de la historia. De hecho, me parece que va a haber otras instancias parecidas. Lo importante es saber si esto se va a abrir a una nueva subjetividad general. Al menos, podemos decir que la Argentina comienza a abandonar sus viejas mitologías, como la de ser un país muy rico.

    -En la Argentina volvieron a los primeros planos términos como ideología o izquierda. Usted proviene de ese ámbito, pero ¿qué significa hoy, a principios de este nuevo siglo, ser de izquierda? 


    -Desconfío de la palabra izquierda, como francés, porque me recuerda la izquierda oficial, la de los partidos. No soy de izquierda en ese sentido porque están demasiado comprometidos con los mecanismos de poder. Soy de izquierda, en todo caso, en el sentido más general. ¿Qué es ser de izquierda? Es estar convencido de que hay que crear un camino político y económico diferente del dominante. Es una convicción que se sostiene más allá de si las circunstancias son negativas o propicias. En ese sentido, diría que los partidos de la izquierda oficial franceses no son de izquierda: están resignados al orden establecido. Tampoco es la hipótesis de una revolución, una idea que se volvió turbia.

    -En ese sentido, no parece haber un proyecto de poder. 
    -Sobre el poder, la izquierda sólo tenía ideas revolucionarias. Y la única forma conocida era el régimen de partido único. Esa forma mostró todos sus límites. Hoy es una hipótesis política muerta. Es algo que no puede entusiasmar a la gente. No habrá más revoluciones de ese tipo. La otra forma es la democrático-capitalista. No hay a la vista una tercera hipótesis. Por eso creo que se vive la etapa de construcción subjetiva de un proyecto nuevo que, a estas alturas, no puede presentarse como posibilidad de poder. Es de afirmación, de resolución de problemas concretos. Una de las grandes debilidades del comunismo era justamente la de presentarse como algo que tenía respuestas para todo. Hay que manejarse con convicciones y principios, tomar posición pero, a la vez, saber dejar las preguntas abiertas. 


    http://www.elortiba.org/badiou2.html#Alain_Badiou:_Las_ideas_existen_y_tienen_poder_

    Existencia y valor de lo sin-valor

    [Fragmentos de "Ocho tesis sobre lo universal", conferencia pronunciada en noviembre de 2004 y publicada en la revista Acontecimiento, Buenos Aires, octubre de 2005] 

    Por Alain Badiou

    Llamamos "enciclopedia" al sistema general de saberes predicativos internos a una situación, o sea aquello que todos sabemos sobre la política, los sexos, la cultura o el arte, la técnica, etcétera. Hay ciertas cosas, enunciados, configuraciones, fragmentos discursivos, que no son decidibles, en cuanto a su valor, a partir de la enciclopedia. Tienen un valor incierto, flotante, anónimo: constituyen el margen de la enciclopedia. Es todo lo que está en el régimen ambiguo del tal vez sí, tal vez no. Es aquello de lo que se puede hablar interminablemente, bajo la regla –enciclopédica– de la no-decisión. En este punto, el saber no puede decidir. Como ocurre hoy, por ejemplo, con Dios. Podemos sostener con naturalidad que existe "algo", o quizás no. En nuestras sociedades, Dios tiene un valor de existencia inasignable, es una vaga espiritualidad. O como ocurre también con la posible existencia de "otra política". Se habla de ella, pero no vemos aparecer nada. O incluso, con los obreros indocumentados que trabajan aquí, en Francia. ¿Componen ellos este país, Francia? ¿Son ellos de aquí? No, porque no tienen los documentos que certifiquen que son franceses, o legales. La palabra "clandestino" designa la incertidumbre del valor, o el no-valor del valor. Son gente que está aquí, pero no son verdaderamente de aquí. Y son, por consiguiente, expulsables; lo que quiere decir que se encuentran posiblemente expuestos al no-valor del valor (obrero) de su presencia.
    Fundamentalmente, aquello que decide en una zona de indecidibilidad enciclopédica es un acontecimiento. De manera más precisa, tenemos una forma implicativa: toda subjetivación real del acontecimiento, que desaparece en su aparecer, implica que aquello indecidible en la situación ha sido decidido. Tal es el caso, por ejemplo, de la ocupación de la iglesia de Saint-Bernard por los "sin papeles", que proclama públicamente la existencia y el valor de lo sin-valor, y donde se afirma que los que están aquí son de aquí, y que por lo tanto se debe abandonar la expresión "clandestino".

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    La materialidad inaugural de una singularidad universal es el enunciado del acontecimiento. El fija el presente del sujeto-pensamiento, que es la trama de lo universal. De este modo, se borran tanto las circunstancias de un encuentro amoroso –del cual, de una u otra manera, el enunciado "te amo" fija su presente subjetivo– como el encuentro mismo. Por lo que una síntesis disyuntiva indecidible fue decidida, y ligada, en cuanto a la inauguración de su sujeto, a las consecuencias del enunciado del acontecimiento.

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    La denegación reactiva del acontecimiento, la máxima "nada tiene lugar más que el lugar" es el único medio de atentar contra una singularidad universal. Ella descalifica las consecuencias y anula el presente del procedimiento. Pero es incapaz de anular la universalidad de la implicación misma. Por ejemplo, si la Revolución Francesa a partir de 1792 es un acontecimiento radical enganchado por la declaración inmanente de que la revolución es una categoría política, entonces es verdad que el ciudadano no está constituido más que por la dialéctica de la Virtud y el Terror. Esta implicación está fuera de alcance, y es universalmente transmisible, por ejemplo, en los escritos de Saint-Just. Evidentemente, si la revolución no es nada, la virtud como disposición subjetiva tampoco existe y sólo queda el terror como hecho insensato, al cual hay que juzgar moralmente. La política desapareció. Pero no la universalidad de la implicación que dispone.

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    Como la subjetivación es la de las consecuencias, hay una lógica unívoca de la fidelidad, que constituye una singularidad universal. Debemos remontarnos aquí hasta el enunciado del acontecimiento. Recordemos que él circula en la situación, con el título de entidad indecidible. Hay consenso sobre su existencia y, a la vez, sobre su indecidibilidad. Ontológicamente, es una de las multiplicidades que componen la situación. Lógicamente, es de valor intermediario, no decidido. Lo que pasa en tanto acontecimiento no concierne ni al ser en juego en el acontecimiento ni al sentido de este enunciado, sino únicamente a eso que habrá sido decidido, o decidido verdadero, cuando era indecidible; o que, sin valor significativo, habrá tomado un valor excepcional. Como el clandestino que muestra su existencia en Saint-Bernard.


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