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Descarga: Susan Sontag - Sobre la fotografía

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Descarga: Susan Sontag - Sobre la fotografía

Todo empezó con un ensayo —sobre algunos problemas estéticos y morales que plantea la omnipresencia de imágenes fotografiadas—, pero cuanto más reflexionaba en lo que son las fotografías, se tornaban más complejas y sugestivas. De modo que uno generó otro, y éste (para mi desconcierto) otro más, y así sucesivamente —una progresión de ensayos sobre el significado y la trayectoria de las fotografías— hasta que llegué lo bastante lejos para que el argumento bosquejado en el primer ensayo, documentado y desarrollado en los siguientes, pudo recapitularse y prolongarse de un modo más teórico; y detenerse.

Los ensayos se publicaron por primera vez (con pocas diferencias) en The New York Review of Books, y quizás nunca los habría escrito sin el aliento que sus directores, mis amigos Robert Silvers y Barbara Epstein, dieron a mi obsesión por la fotografía. A ellos, así como a mi amigo Don Eric Levine, agradezco los pacientes consejos y la pródiga ayuda.

S. S.


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Descarga: Eric Hobsbawm - Historia del siglo XX

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Descarga: Eric Hobsbawm - Historia del siglo XX

En su particular autobiografía, Años interesantes. Una vida en el siglo XX , Eric Hobsbawm reconoce que «Historia del siglo xx fue mi obra de mayor éxito, tanto por lo que se refiere a las ventas como en lo tocante a la acogida de los críticos. Fue bien recibida en todos los ambientes ideológicos del mundo -con excepción de Francia-, ganó premios en Canadá y Taiwán, y traducida al hebreo y al árabe, al mandarín de Taiwán y al de China continental, se hicieron ediciones serbias y croatas, en la lengua que los de mi generación siguen llamando serbocroata, y se tradujo incluso al albanés y al macedonio. En 2002, habrá aparecido en 37 lenguas distintas». Ciertamente, cuando la obra vio la luz en 1994, Hobsbawm ya era de modo incontrovertido uno de los principales historiadores del siglo xx y, tal como lo expresó Orlando Figes, era el historiador vivo más conocido del mundo. Sus fructíferos años dedicados a analizar y explicar el siglo xix, pueden parecer difícilmente superables o no, pero lo cierto es que la obra Historia del siglo xx constituirá su legado fundamental, porque Hobsbawm ha sido capaz de ensamblar el análisis más riguroso de los grandes acontecimientos del siglo con su propia experiencia personal.


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Harold Bloom - Jorge Luis Borges

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Harold Bloom por A. Olive


El cuento moderno, en tanto permanece en la órbita de Chéjov, es impresionista; esto es tan cierto respecto del James Joyce de Dublineses como de Hemingway o Flannery O'Connor. Percepción y sensación, centros de la estética de Walter Pater, lo son también del cuento impresionista, incluidas en este rubro las mejores piezas cortas de Thomas Mann y de Henry James. Algo muy diferente ingresó en el arte moderno del relato con las fantasmagorías de Franz Kafka, precursor principal de Jorge Luis Borges, de quien puede decirse que reemplazó a Chéjov como influencia mayor en la cuentística de la segunda mitad del siglo veinte. Hoy los cuentos tienden a ser chejovianos o borgianos; sólo en raras ocasiones son ambas cosas.

Al contrario que las miradas impresionistas de Chéjov a las verdades de la existencia, las obras de ficción de Borges siempre insisten en un consciente carácter de artificios. Convendrá que, cuando vayan al encuentro de Borges y sus muchos seguidores, los lectores sepan albergar expectativas muy distintas a las que tienen frente a Chéjov y su vasta escuela. Ya no se oirá la voz solitaria de un elemento sumergido en la población, sino una voz habitada por una plétora de voces literarias precedentes. La gran proclama con que Borges profesa su alejandrinismo es que no hay para un Dios gloria mayor que ser absuelto del mundo. Si en los cuentos de Chéjov hay un Dios, no puede ser absuelto del mundo, como tampoco podemos serlo nosotros. Pero para Borges el mundo es una ilusión especulativa, o un laberinto, o un espejo que refleja otros espejos.

Necesariamente, entender cómo debe leerse a Borges es más una lección en la forma de leer a sus precursores que un ejercicio de autocomprensión. No quiero decir que Borges sea menos entretenido o iluminador que Chéjov, sino que es muy diferente. Para Borges, Shakespeare es todo el mundo y a la vez nadie: es el laberinto vivo de la literatura misma. Para Chéjov, Shakespeare es obsesivamente el autor de Hamlet, y el príncipe Hamlet se convierte en el barco en el cual Chéjov navega (del modo más literal en "En el mar", el primer cuento que publicó bajo su propio nombre). El relativismo de Borges es un absoluto; el de Chéjov es condicional. Cautivado por Chéjov y sus discípulos, el lector puede gozar de una relación personal con cada cuento, pero Borges lo cautiva en el campo de las fuerzas impersonales, donde la memoria de Shakespeare es un vasto abismo en donde uno puede tambalearse y perder los restos de individualidad que le queden.

Cada lector confeccionará una lista selecta de las ficciones de Borges; la mía consta de "Tlön, Uqbar, Orbis Tertius", "Pierre Menard, autor del Quijote", "La muerte y la brújula", «El Sur", "El Inmortal" y "El Aleph". De esta media docena, aquí me concentraré sólo en la primera, y con cierto detalle, para ayudar a culminar esta sección sobre cómo leer cuentos y por qué necesitamos seguir leyendo los mejores ejemplos que encontremos.

"Tlön, Uqbar, Orbis Tertius" empieza con una frase desarmante: "Debo a la conjunción de un espejo y de una enciclopedia el descubrimiento de Uqbar." Esto es puro Borges: añádase a la enciclopedia y el espejo un laberinto y se tendrá su mundo. De todas las ficciones de Borges, ésta es la más sublimemente exorbitante. No obstante, el lector sucumbe a la seducción y busca encontrar creíble lo increíble, porque Borges tiene la habilidad de emplear personas y lugares reales (sus amigos mejores y más literarios, por un lado, y por otro una vieja mansión de campo, la Biblioteca Nacional de Buenos Aires, un hotel familiar). Uno le concede la misma realidad natural al ficticio Herbert Ashe que al real Bioy Casares, mientras que Uqbar y Tlön, aunque fantasmagorías, resultan poco más maravillosas que la Biblioteca. Una enciclopedia que trata enteramente de un mundo inventado es algo muy distinto que la verificación de un mundo porque figura en una enciclopedia, obra a la cual solemos dar autoridad.

De hecho esto es desconcertante, pero de una manera sesgada. A medida que los objetos y conceptos tlönianos se propagan por las naciones, la realidad "cede". En ningún momento la seca ironía de Borges es más imponente:

Lo cierto es que anhelaba ceder. Hace diez años bastaba cualquier simetría con apariencia de orden — el materialismo dialéctico, el antisemitismo, al nazismo — para embelesar a los hombres.

Borges, firme oponente tanto del marxismo como del fascismo argentino, incrimina lo que llamamos "realidad", pero no esa fantasía que es Tlön, parte del laberinto vivo de la literatura imaginativa.

Tlön será un laberinto, pero es un laberinto urdido por los hombres, un laberinto destinado a que lo descifren los hombres.

En otras palabras, Tlön es un laberinto benigno, en cuyo final no hay Minotauro que espere para devorarnos. La literatura canónica no es una simetría ni un sistema, sino una enciclopedia vastamente proliferante del deseo humano, un deseo por ser más imaginativo en lugar de hacer daño a otra individualidad. Aunque no se trata de que Tlön nos hechice o nos hipnotice, no se nos da información suficiente para descifrarlo. Precisamente, Tlön queda como una vasta cifra a ser resuelta sólo por todo el universo literario de la fantasía.

El cuento de Borges comienza cuando él y su amigo más íntimo (y en ocasiones colaborador), el novelista argentino Bioy Casares, después de cenar en una quinta que han alquilado, sienten que los "acecha" la presencia de un espejo al fondo de un corredor. Entonces Bioy recuerda que "uno de los heresiarcas de Uqbar había declarado que los espejos y la cópula son abominables, porque multiplican el número de los hombres." No se nos revela nunca el nombre de ese asceta gnóstico, que indefectiblemente es el mismo Borges, pero Bioy cree haber leído la frase en un artículo sobre Uqbar incluido en lo que se presenta como reedición (con otro título) de la Encyclopaedia Britannica de 1902. El artículo no aparece en los volúmenes que hay en la casa alquilada. Al día siguiente Bioy lleva su propio y relevante volumen, que contiene cuatro páginas sobre Uqbar. La geografía y la historia de Uqbar son igualmente vagas; la localización del país parece ser transcaucásica, mientras que su literatura es totalmente fantástica y se refiere a territorios imaginarios, entre ellos Tlön.

En este punto el cuento, que apenas empieza, se acabaría de no ser por Herbert Ashe, un reticente ingeniero inglés con quien, a lo largo de dieciocho años, Borges dice haber mantenido desganadas conversaciones en un hotel que ambos frecuentaban. Tras la muerte de Ashe, Borges encuentra un volumen que el ingeniero ha dejado en el bar del hotel: A First Encyclopaedia of Tlön. Vol. XI. Hlaer to Jangr. El libro no lleva fecha ni lugar de publicación y consta de 1001 páginas, en clara alusión a Las mil y una noches. Absorto en esas páginas míticas, Borges descubre buena parte de la naturaleza (por así llamarla) del cosmos que es Tlön, en donde la ley primordial de la existencia es el idealismo feroz del obispo Berkeley, con su convicción de que nada puede ser como una idea salvo otra idea. En ese cosmos no hay causas ni efectos; predominan la psicología y la metafísica de la fantasía absoluta.

Hasta aquí el "artículo" titulado "Tlön, Uqbar, Orbis Tertius" que, dice Borges, incluyó en su Antología de la literatura fantástica publicada en 1940. Una "posdata" de 1947 expande la fantasmagoría. Se explica Tlön como una benigna conspiración de hermetistas y cabalistas a lo largo de tres siglos, que en 1824 cobró un giro decisivo cuando "el ascético millonario" Ezra Buckley propuso convertir un país imaginario en un universo inventado. Borges sitúa la propuesta en Memphis, Tennessee, haciendo así de lo que hoy conocemos como Elvislandia un lugar tan misterioso como la Menfis del antiguo Egipto. Los cuarenta volúmenes de la First Encyclopaedia of Tlön se completan en 1914, año en que estalla la Primera Guerra Mundial. En 1942, en medio de la Segunda Guerra, empiezan a aparecer los primeros objetos de ese universo: una brújula cuyas letras corresponden a uno de los alfabetos de Tlön, un cono metálico de peso insoportable, un juego completo de la Encyclopaedia. Otros objetos, hechos de materiales no terrestres, inundan luego las naciones. La realidad cede y con el tiempo el mundo será Tlön. Escasamente alterado, Borges permanece en su hotel revisando lentamente una "indecisa traducción quevediana" del Urn Burial de Sir Thomas Browne, del que mi frase favorita sigue siendo: "La vida es pura llama, y vivimos de un Sol invisible que está en nosotros."

Borges, visionario escéptico, nos encanta aun cuando hayamos aceptado su advertencia: la realidad cede con demasiada facilidad. Puede que las fantasías de cada uno de nosotros no sean tan complejas ni abstractas como Tlön; pero Borges ha esbozado una tendencia universal y cumplido un anhelo fundamental en relación con las razones por los cuales leemos.


En Cómo leer y por qué
Traducción de Marcelo Cohen
Imagen: A. Olive


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Mientras agonizo (1930), la obra maestra de William Faulkner

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Mientras agonizo de William Faulkner. (PDF)


Harold Bloom - William Faulkner: Mientras agonizo



Harold Bloom


El mejor comienzo de toda la novela norteamericana del siglo veinte pertenece a Mientras agonizo (1930), la obra maestra de William Faulkner. El libro consiste de cincuenta y nueve monólogos interiores, cincuenta y tres de ellos de miembros de la familia Bundren. Los Bundren son un orgulloso clan de blancos pobres que entre inundaciones y fuegos pugnan heroicamente por llevar el ataúd que contiene el cadáver de Addie, la madre, al cementerio de Jefferson, Mississippi, donde ella deseaba que la enterraran junto a su padre. Diecinueve secciones, incluida la primera, son habladas por el notable Darl Bundren, un visionario que finalmente cruza la frontera de la locura. Al comienzo de la novela oímos la conciencia de Darl mientras va con su hermano enemigo, Jewel, hasta la casa en donde está muriendo Addie:

Jewel y yo subimos del campo, siguiendo el sendero en fila de uno. Aunque yo voy cinco metros por delante, cualquiera que nos mire desde la barraca del algodonal verá el raído y roto sombrero de paja de Jewel una cabeza por encima de la mía.

Al subir la cuesta, Darl oye a su hermano carpintero, Cash, serrando madera para el ataúd de la madre y hace esta observación desapasionada:

Buen carpintero. Imposible que Addie Bundren encuentre uno mejor ni una caja mejor donde estar. Le dará confianza y consuelo.

Sin el amor de Addie, el disociado Darl insiste en que él no tiene madre y su extraordinaria conciencia refleja la convicción. Severo, sencillo, digno, sugestivo, el comienzo de Mientras agonizo presagia la originalidad de la novela más sorprende del autor. Los rivales de Faulkner no escribieron nada parecido. El gran Gatsby de Scott Fitzgerald empieza con el padre de Nicle Carraway diciéndole: "Sólo recuerda que no todos en este mundo han tenido las ventajas que tuviste tú", admonición muy saludable de no criticar a los demás pero francamente lejana a la sublimidad de Faulkner. Por su pare, Hemingway empieza Fiesta con la siguiente ironía: "En un tiempo Robert Cohn había sido en Princeton campeón de boxeo peso mediano". Faulkner también está mucho más allá de esto. Creo que el único rival posible para el comienzo de Mientras agonizo, dentro de su tipo, es el de la pasmosa Meridiano de sangre (1985), de Cormac McCarthy, donde el narrador nos presenta al Chico, protagonista trágico a quien finalmente destruirá el siniestro y "yaguesco" juez Holden:

Vean al niño. Es pálido y flaco, lleva una camisa de hilo delgada y harapienta. Alimenta el ruego de la cocina. Afuera se extienden campos ensombrecidos con jirones de nieve y más allá bosques oscuros que todavía albergan algunos de los últimos lobos. Viene de una familia de talladores de madera y constructores de acequias pero en verdad su padre ha sido maestro. Se apoya en la bebida, cita poetas que ya nadie conoce. Acuclillado frente al fuego el muchacho lo mira.

En esta gran prosa se funden los acentos de Hermán Melville y de William Faulkner. Pero, como me ocupo de Meridiano de sangre al final de esta serie, vuelvo de momento a Mientras agonizo. El título se refiere a Addie Bundren, que muere poco después de que empiece el libro — un deliberado tour-de-force —, pero Faulkner citaba de memoria las amargas palabras que el espectro de Agamenón dice a Ulises en la Odisea (libro XI, el Descenso a los muertos):

Y la cara de perra, enviándome al Hades, no se dignó siquiera cerrarme los ojos mientras agonizaba.

Asesinado por su mujer y el amante de ésta, tanto Agamenón como su destino tienen poco que ver con la novela. Faulkner quería más la frase que el contexto y la tomó, aunque acaso también haya querido sugerir que la falta de amor entre Addie Bundren y su hijo tiene alguna semejanza con la relación de Clitemnestra con Orestes y Electra. Clitemnestra es la "cara de perra" que envía a Agamenón al Hades sin cerrarle los ojos, y en todo caso Addie es más desagradable aún que ella.

Aunque Faulkner no numera los cincuenta y nueve monólogos interiores que constituyen el libro, sugiero al lector que por comodidad, y en bien de las referencias bibliográficas, lo haga en su ejemplar de bolsillo. Addie sólo dice una sección, la cuadragésima, pero le alcanza para enajenar a cualquiera:

Me acuerdo que mi padre siempre decía que la razón de vivir era prepararse a estar mucho tiempo muerto. Y como yo tenía que mirarlos un día tras otro, cada cual con su secreto y su pensamiento egoísta, y con la sangre extraña a la sangre del otro y a la mía, y pensaba que al parecer para mí ese era el único modo de prepararme para estar muerta, odiaba a mi padre por haber tenido la idea de plantarme. No veía la hora de que cometieran una falta para poder azotarlos. Cuando caía el látigo lo sentía en mi carne; cuando abría y laceraba la que corría era mi sangre, y con cada latigazo pensaba: ¡Ahora os enteráis de que existo! Ya soy algo en vuestra vida secreta y egoísta, ahora que os he marcado la sangre con mi sangre para siempre...

Uno empieza a comprender por qué esta mujer sádicamente perturbada quiere que la entierren junto al padre. Muerta, Addie es una maldición mayor aún que cuando vivía; esto vemos a medida que se nos cuenta la saga grotesca, heroica, a veces cómica y siempre atroz de los cinco hijos y el marido que cruzan fuegos y torrentes para llevar el cadáver hasta el deseado lugar de reposo. Farsa trágica, Mientras agonizo tiene, no obstante, inmensa dignidad estética y es una sostenida pesadilla de lo que, sombríamente, Freud llamó "novela familiar". Ciertos críticos píos han tratado de interpretarla como afirmación de los valores familiares cristianos, pero creo que semejante juicio dejará al lector perplejo. Como en otros momentos de su gran década (1929 — 1939), la visión novelística de Faulkner se basa en un horror de familias y comunidades y ofrece como valor único la paciencia estoica, que en este caso no basta para salvar al dotado Darl Bundren del loquero.

Las tonalidades de los monólogos interiores — sobre todo de los diecinueve de Darl — son tan irónicas, que al principio el lector puede sentir que Faulkner prescinde demasiado de guiarle la respuesta. No hay género que pueda asistirnos para comprender esta epopeya de blancos pobres de Mississippi cumpliendo el último deseo de una madre espantosa. Prácticamente el único principio que une a los Bundren es el honor familiar, ya que el padre, Anse, es a su modo tan destructivo como Addie. Los tres monólogos que se le dan a Anse — los número 9, 26 y 28 (si uno los numera) — lo establecen como un manipulador caprichoso, terco y taimado, tan egoísta como la mujer.

Dewey Dell, única hija, tiene su dignidad; pero no encuentra fuerzas para llorar a la madre porque, como blanca pobre soltera y embarazada, está obligada a buscar en vano un modo de abortar en secreto. El niño Vardaman simplemente niega la muerte de Addie; hace agujeros en el ataúd para que respire y al fin la identifica con un gran pez que atrapó mientras ella agonizaba: "Mi madre es un pez". Faulkner centra la novela en la conciencia de Darl Bundren y en los actos heroicos de los otros hijos, Cash el carpintero y Jewel el jinete (hijo natural de Addie, fruto de una relación adúltera con el reverendo Whitfield).

Jewel es feroz, temerario y sólo capaz de expresarse mediante la acción intensa. Su único monólogo (el 4), una protesta contra Cash por la confección del ataúd, concluye con una visión posesiva: él protegerá a la madre moribunda de la familia y el mundo entero:

... no será con todos los cabrones de la comarca viniendo a mirarla porque si hay un Dios para qué demonios está. Será con ella y yo solos en lo alto de una colina y yo tirándoles a la cara las piedras de la colina, levantando piedras y arrojándoselas colina abajo a la cara y los dientes y todo por Dios hasta que ella esté tranquila...

Jewel y Darl se odian con pasión mutua y entre Darl y Dewey Dell hay una hostilidad oscura, implícitamente incestuosa. Cash, que mantiene un vínculo cálido con todos los hermanos, es simple, directo y heroicamente resistente, y como Jewel un hombre de valor físico irreflexivo. Pero Darl es el corazón y la grandeza de Mientras agonizo, y claramente el narrador sustituto de Faulkner.

Darl acaba en algo parecido a la esquizofrenia, pero es de una singularidad y un poder visionario imposibles de reducir a la locura. Todos los monólogos interiores son notables. He aquí el final del décimo séptimo de los diecinueve:

...y como el sueño es no — es y la lluvia y el viento son era, eso no es. Pero la carreta es, porque cuando la carreta sea era, Addie Bundren no será. Y Jewel es, así que Addie Bundren tiene que ser. Y entonces yo tengo que ser, si no no podría vaciarme para dormir en una habitación extraña. Y entonces si todavía no me he vaciado es que soy es.

Cuántas veces me he acostado con lluvia bajo un techo extraño, pensando en casa.

Dudoso de su identidad, Darl tiene una percepción shakesperiana de la nada que es una versión del nihilismo de Faulkner (siempre en la gran etapa de 1929 — 1939), y de su experiencia durante la guerra, que consistió en entrenarse como piloto de la Fuerza Aérea Británica pero no volar nunca. A Darl, que estuvo en la Primera Guerra Mundial, la experiencia apenas le ha marcado la conciencia. Como le repugna la terrible odisea de llevar el cadáver en carreta hasta donde Addie nació, casi sabotea el esfuerzo prendiendo fuego a un granero; pero sólo consigue inspirar en Jewel un heroísmo renovado.

Faulkner hace continuo hincapié en que Darl es un sabedor. Sabe que su hermana está embarazada, que Jewel no es hijo de Anse, que en el verdadero sentido su madre no es su madre y que la actitud humana es una especie de desastre aborigen. Y sabe que hasta el paisaje es un vacío, una caída desde una realidad previa. Así en la sección 34:

... Sobre la superficie incesante se alzan — árboles, cañas, enredaderas — sin raíces, cercenadas de la tierra, espectrales sobre una escena de desolación inmensa pero circunscrita llena de la voz del agua yerma y doliente.

Poeta y metafísico intuitivo, Darl se encuentra peligrosamente cerca de un precipicio al cual debe caer. Las heridas psíquicas que lleva son el legado de la frialdad de Addie y el egoísmo de Anse; está destinado a la demencia. Para él no hay salida; sólo siente deseo sexual por la hermana y la familia es su condena.

En el último monólogo (57) que le oímos está tan disociado que todas sus percepciones, más anómalas que nunca, lo observan en tercera persona. Dos guardias lo escoltan en tren al manicomio del estado, y la voz interior nos hace añicos:

Uno se sentó a su lado y el otro se sentó enfrente de él de espaldas al viaje. Uno tenía que viajar de espaldas porque el dinero del estado tenía una cara para cada reverso y un reverso para cada cara y ellos viajan con el dinero del estado lo cual es incesto. Las monedas tienen una mujer de un lado y un búfalo del otro; dos caras y ninguna espalda.

Partido en dos, Darl conversa consigo mismo pero no deja de ver: "el dinero del estado lo cual es incesto". Acecha este pasaje la rabelesiana burla de Yago del amor heterosexual — el amor es una bestia de dos espaldas —, pero hay una consideración más profundamente shakesperiana en el dinero del estado visto como incesto; no estamos muy lejos de Medida por medida.

Puede que Mientras agonizo se le haga difícil al lector. Bien, es difícil; pero legítimamente. Faulkner, que tenía una aguda necesidad de ser su propio padre, exaspera a ciertas feministas con su identificación implícita pero obsesiva de la sexualidad femenina con la muerte. La cordura de Darl muere con la madre, y en cierto sentido su trastorno explícita lo que en los hermanos permanece mudo. En este libro la naturaleza es en sí misma una herida. André Gide hizo la extraña observación de que los personajes de Faulkner carecían de alma; lo que quería decir es que los Bundren, como los Compson de El ruido y la furia, no tenían esperanza, no podían creer que alguna vez fueran a levantarles la condena. Dios se niega a entablar alianza alguna con los Bundren o los Compson, tal vez porque vienen de un abismo y a él deben regresar. Quizá por eso Dewey Dell grite que cree en Dios con tanta desesperación. Mientras agonizo hace un retrato catastrófico de la condición humana, con la familia nuclear como la catástrofe más terrible.


En Cómo leer y por qué
Traducción de Marcelo Cohen
Imagen: © Nancy Kaszerman/ZUMA/Corbis


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ELÍAS CANETTI, El suplicio de las moscas (fragmentos y aforismos)

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Elias Canetti
Elias Canetti
(25/07/1905 - 14/08/1994)

Elias Canetti 

Escritor británico 



«Todo lo que hemos olvidado grita en nuestros sueños pidiendo ayuda.» 
Elias Canetti 



Nació el 25 de julio de 1905, en el seno de una familia hispanohablante de judíos sefardíes en Ruschuck(Bulgaria). Canetti, cuyos antepasados italianizaron el nombre de Canete, aprendió, en el seno de su familia, el español arcaico.

Nacionalizado británico. En 1911 abandonó su país para trasladarse a Inglaterra, en 1913 a Viena, aZurich en 1916 y a Frankfurt en 1921. En el año 1924 regresó a Viena. Estudió Ciencias Naturales y Química en la Universidad de Viena, obteniendo su doctorado en Química en 1929, y donde después cambio su matrícula a Filosofía y Letras, disciplina en la que alcanzó el grado de doctor. Desde entonces se dedicó plenamente a escribir.

En 1928 realizó una visita a Berlín donde conoció a los pintores expresionistas George Grosz y a Brecht. En 1933 se había casado en Viena con la escritora Venetia Toubner-Calderón, Veza, que moriría en 1963. Más tarde contrajo matrimonio con Hera Buschor con la que tuvo su única hija, Johanna. Cuando Hitler ocupa Austria emigra a Londres vía París.

Su primera obra fue un ensayo creativo sobre Kafka, con el título de El otro proceso de Kafka. Su única novela, fue Auto de fe (1936), concebida como la primera en una serie de ocho. Fue muy bien aceptado en Europa continental, mucho más que en Estados Unidos e Inglaterra, donde no alcanzó un reconocimiento general hasta la edición corregida y aumentada de 1965. A partir de esta novela, se centró en la historia, la literatura de viajes, el teatro, la crítica literaria y la escritura de sus memorias.

Autor de tres obras de teatro: La bodaLa comedia de la vanidad y Los emplazados así como de La lengua absueltaLa antorcha al oídoEl juego de los ojos y Las voces de Marrakech. Su Masa y poder (1962) es un libro ambicioso, una combinación de antropología e historia que intenta explicar por qué la psicología de masas es distinta, y a menudo opuesta, a la de los individuos que la componen. Sus tres volúmenes de memorias, La lengua absuelta (1977), La antorcha al oído (1980) y El testigo escuchador (1985), abarcan su vida antes de laII Guerra Mundial.

En 1981 le concedieron el Premio Nobel de Literatura. En 1983 prohibió que su autobiografía, The torch in my ear se publicara en Gran Bretaña, país en el que residía, como protesta por el trato que recibió en ese país hasta que consiguió el premio Nobel.

En 1992 se publica en Alemania La aflicción de las moscas, una colección de pensamientos sobre el arte, la religión y la literatura que el escritor fue anotando día a día durante 50 años. La obra se editó en España bajo el título El suplicio de las moscas. En 1996 se publicaron en español sus Obras completas.

Tras abandobar el Reino Unido se radicó en Zurich en 1988 ciudad en la que moriría el 14 de agosto de 1994, a los 89 años mientras dormía. 



Obras

La boda (1932)
Comedia de la vanidad (1934)
Auto de fe (1936)
Los emplazados (1955)
Masa y poder (1960)
Apuntes, 1942-1965 (1965)
Las voces de Marrakech (1968)
El otro proceso de Kafka (1969)
La provincia del hombre (1973)
El testigo oidor (1974)
La conciencia de las palabras (1975)
La lengua salvada (1977)
La antorcha al oído (1980)
Juego de ojos (1985)
El corazón secreto del reloj (1987)
El suplicio de las moscas (1992)
Desde Hampstead (1994)
Apuntes, 1992-1993 (1996, póstumo)
Apuntes, 1973-1984 (1999, póstumo)
Fiesta bajo las bombas (2003, póstumo)
Apuntes para Marie-Louise (2005, póstumo)



"El suplicio de las moscas"
por Elías Canetti.

Traducido del alemán por Cristina García Ohlrich
Título original: Die Fliegenpein

I
Le habría gustado venir al mundo en cualquier época, una y otra vez, y, a poder ser, cada vez para siempre.
De las personas amadas se saben muchas cosas, y sin embargo no se les da crédito.
El sentimiento más bajo que conozco es la aversión por los oprimidos, como si hubiese que justificar su sojuzgamiento a partir de sus atributos. De este sentimiento no están libres muchos filósofos nobles y justos.
Se esfuerza por contagiar su grandeza de espíritu a los hombres. Pero éstos se quedan en la megalomanía.
Muchos de nosotros, satisfechos con la bondad de Dios, nos convertimos en los mayores bellacos.
Se imponía todas las exigencias habituales, pero en una lengua extranjera.
Resulta difícil amar a las personas precavidas, salvo que se constate cómo su precaución yerra en todo.
Los pájaros bailan cuando vuelan juntos hacia África. Sus ritmos, más elegantes y plenos que los nuestros, proceden de su aleteo. No pisan el suelo, sino que baten el aire, que les es benévolo. A nosotros, en cambio, nos odia la tierra.
Es listo como una rueda.
Ninguna escritura es lo suficientemente secreta como para que el hombre se exprese en ella con veracidad.
Los nombres de los instrumentos musicales son mágicos de por sí. Si no hubiésemos nombrado otros objetos tendríamos que asombrarnos de nosotros mismos.
Le gusta alabar a las personas que, de cualquier modo, no llegarán a nada. Pero se vuelve prudente cuando alguien da muestras de talento.
Inflamar a sus amigos y luego dejarles consumirse solos, ¡qué cruel y qué natural para un poeta!
Sólo en las religiones indias ha calado el asco por la repetición tras experimentar como ningún otro pueblo los inefables excesos de la repetición.
Confiaba en vivir mucho tiempo sin que Dios se diera cuenta.
La gente sólo ama a un poeta si es pródigo con el tiempo. En cuanto empieza a escatimarlo, le tratan como a un cualquiera.
Temes todo lo que no viene después de la muerte.
Por amor a ella exprimió su corazón como un limón. Pero el que se la llevó fue el otro, el que lo endulzó con su labia.
Es tan conciliador que olvida con quién estuvo negociando ayer.
A menudo su sombra se le vuelve demasiado pesada.
Los agujeros del saber migran.
Es demasiado corta para su codicia: nunca alcanza nada.
Nadie más alejado de la inmortalidad que el avaro.
Entre los muertos figuran también los animales que no han sido devorados.
Los animales que pueblan nuestro pensamiento deben volver a ser poderosos, como antes de su sometimiento.
Sé más sencillo, hablas como un enviado. ¡Desecha las espuelas de la soberbia, baja del presuntuoso corcel de los tres milenios por venir, vive mientras vivas, no intentes adentrarte en una época que de cualquier modo no conocerás, deja dormir los propósitos, olvida el nombre, olvídate a ti mismo, olvida tu muerte!
Sus desesperaciones me resultan demasiado puntuales.
Es tan malo que sus oídos se asustan de su lengua.
Es capaz de desmontar sus convicciones y volverlas a componer.
Su sueño es instalar a las personas que ama en estrellas separadas.
Hay personas tan ínfimas que no es posible decirles las cosas a la cara, uno no encuentra ninguna máscara adecuada para hablarles.
El que conoce a muy pocas personas no tardará en tratar únicamente con demonios.
Sílabas que eran moneda corriente hace cien mil años.
Sonreía con veinte caras, en cada una se mostraba distinto, sonreía amable, sonreía hostil, prometía, ofrecía, rechazaba, traicionaba, pero siempre satisfacía, porque las caras que restaban refulgían como bajo la superficie del mar, y era hermoso esperar a que afloraran.
En tiempos de gran desconfianza uno crea personajes misteriosos y temibles a partir de las personas que conoce bien o con las que ha hablado recientemente: te dicen cosas taimadas y execrables con la peor intención. Les replicas con acritud. Y su respuesta es aún más acre. Su único propósito es irritarte más y más, hasta que la rabia y el miedo te hacen perder todo recato y les muestres sus peores rasgos, exagerados hasta lo demoníaco. Palidecen, incluso es posible que se hagan los muertos por un tiempo. Pero de pronto te asaltan de nuevo, preferiblemente por la espalda. Te enzarzas en interminables diálogos con ellos. Siempre te comprenden y tú siempre les comprendes, todo es uniformemente diáfano en su hostilidad. Es probable que quieran devorarte, y la parte de tu cuerpo más próxima a ellos es la más amenazada. Retiras la mano de golpe, escondes tu hígado, enrollas la lengua, aunque sigas usándola con fruición. Esa figura hostil presenta un contorno preciso sólo por el odio que expresa y que tú le devuelves. Pero no puede morderte en cualquier parte, posee una limitación muy específica, pues depende de ti. Surgió como una estela de humo y como una estela ondea de un lado a otro a nuestro arbitrio. Tiembla, se hincha, invertebrada, y a veces pienso que es una reminiscencia del tiempo en que vivíamos en el fondo del mar y nos atacaban criaturas informes.
Pero, en cuanto la persona a la que el personaje debe su nombre se acerca a nosotros, éste se disuelve en la nada, y por un instante nos sentimos confiados y alegres.
Un dios que no crea a los hombres, sino que los encuentra.
Una experiencia espiritual excesiva requiere un periodo de gestación; no se puede aprender impunemente, lo aprendido tarda en ser olvidado, y sólo lo olvidado emprende caminos nuevos.
Jamás llegará a ser un pensador: se repite demasiado poco.
Nombrar es el mayor y más serio consuelo del hombre.
Y siempre esperamos del hálito de los animales que se trastoque en nuevas palabras inauditas.
Disfraza sus imágenes con reproches.
Sigo sin guardarle rencor al lenguaje: la bestia triunfante de la técnica le ha restituido algo de su dignidad.
El éxito es sólo la parte más ínfima de la experiencia.
Su memoria le odia, siempre se presenta cuando debería tener la boca callada.
Uno pone a desfilar a todos los que han muerto injustamente antes que él y les suelta un sermón sobre su propia laboriosidad, maña y seguridad.
Las cornejas sobre el trigo amarillo le hacen sentir la vida con más fuerza que ninguna otra cosa.
Es tan orgulloso que siempre está deseoso de regalarle algo a Dios.
Ha conservado una profunda veneración por los ancianos: admira en ellos cada año que no ha vivido. Adora a los niños: son la promesa de cada año que ya no llegará a vivir.
El único modo de sobrellevar la desdicha es interpretándola.
La importancia de un espíritu debe medirse por el número de años que es capaz de perder.
El futuro siempre es falso: influimos demasiado en él.
Desea la existencia de las personas que ama, pero sin su presencia ni sus ocupaciones.
Criaturas que viven en un tiempo intermedio que discurre paralelo al nuestro, penetrándolo sin rozarlo, como si hubiera sombras de tiempo que por sí solas conformasen un mundo.
"Oro" dice, como si lo hubiese robado.
Habría que clasificar los celos según lo que uno odiase más: a los rivales que fueron, que son, que serán.
Desea instantes que ardan el tiempo que arde una cerilla.
Un nuevo tipo de niños ausentes en las guerras.
El santo: se pasa la vida explicando todo lo que de ningún modo haría.
Come la sabiduría con palillos, en chino.
Piensa en animales, como otros en conceptos.
El hombre se prefiere como adepto furibundo.
El obseso nunca es agradecido.
Los pueblos extintos se vengan.
Dios se descuidó con la confusión de Babel. Ahora todos hablan la misma técnica.
De cuando en cuando lava los jirones de su vida.
Nunca dice más de una vocal.
El que ha aprendido bastante no ha aprendido nada.
Se vanagloria de sus galeras, donde los esclavos se sientan sobre almohadones y reman con remos de plata.
Es inteligente como un periódico. Lo sabe todo. Lo que sabe cambia cada día.
Se busca adjetivos afortunados, los lame y los pega todos juntos.
Valora a las mujeres por la felicidad y a los hombres por la infelicidad de que son capaces.
La infelicidad del saber cuando se transmite inalterado.
Deberían seguir creciendo físicamente esos que tanto valoran el tamaño, crecer hasta el infinito, para dejar tranquilos a los hombres.
La exageración también hace al gran filósofo, pero en su caso necesita revestirse de un grueso ropaje de sensatez. El poeta la expone desnuda y resplandeciente.
Quiere que la tomen entera, con todo su equipaje, y teme que, de pura felicidad, olviden una aguja.
Colecciona chivos expiatorios para repartir así más equitativamente sus cargas.
En cada frase añade al menos una palabra extranjera de un idioma que no conoce, ni tampoco los presentes, y todos asienten como si estuvieran al tanto.
Nada puede sustituirse realmente, el objetivo más tosco se vuelve a presentar siempre, los instintos son elásticos, pero inmisericordes, y su memoria de los pocos objetos que verdaderamente les importan es indestructible.
Hace acopio de su fama.
Necesitamos un gran tesoro de nombres ajenos por cuyo sentido no queremos ni preguntar.
El odio tiene un latido propio.
El amorfo no puede metamorfosearse.
Cada vez que quiere ser un falso profeta, acierta.
Se siente desgraciado si pasa un solo día sin poder contar nada.
Es fácil ser razonable cuando no se ama a nadie, ni siquiera a sí mismo.
Si por él fuera se dejaría agasajar por un par de dioses, a los que sin embargo nada pide, para luego hacer lo mismo que hacen ellos con sus regalos.
El trato íntimo de una persona, que le fascina, ¡cuánto lo aborrece cuando se muestra igual con cualquiera, con todos! ¡Cómo preferiría entonces cualquier repugnante, cualquier desdeñosa frialdad! Vive convencido de que sólo es posible comportarse de un modo determinado con cada persona, y quien no lo hace confunde a la gente.
En los días hermosos se siente demasiado seguro de su vida.
Unos amigos paganos le depositaron en su paraíso y pusieron pies en polvorosa.
Las ígneas ruedas de las estrellas en Anaximandro y su paroxismo en Van Gogh.
Se ocupa de la historia para arrebatársela a la humanidad.
A Dios no le gusta que se extraigan lecciones de la historia reciente.
Desde que a las brujas no les ocurre nada se han vuelto inofensivas.
Lo más grande del amor es que en él se revocan todos los derechos.
La obra de arte más perfecta y aterradora de la humanidad es su división del tiempo.
Los hechos no pueden ensamblarse. Lo mejor es que nos los arrojen por separado nada más cocerlos, ya rígidos. Sobre este principio descansa la eficacia de Suetonio.
Sólo es soportable la erudición de quienes no rinden honores a la muerte.
La gente habla como si siempre hubiera hablado así.
Se compra un espinazo barato.
Uno que odia a los hombres porque han accedido a someterse al poderío de las explosiones.
La historia puede escribirse como si las cosas siempre hubieran sido como en nuestra época. Pero entonces, ¿para qué escribirla?
Su pensamiento tiene aletas en lugar de alas.
Los pescados que más le gustan son los más ávidos.
Una vez que ha ocurrido, en la historia todo va como una seda.
El suicidio seguirá estando al alcance del hombre, pero deberá convertirse en un acontecimiento siniestro y raro, en un único suicidio como antaño la guerra.
Escila y Caribdis del espíritu: decir demasiadas cosas, o pocas, demasiado a menudo.
Las penas de los demás lo vuelven peor que las propias.
No juzgar a los filósofos porque tengan o no razón ahora.
¡Cuántas cosas sabemos sólo porque no nos atañen en nada!
Sólo por los colores ya valdría la pena vivir eternamente.
La historia contiene todos los sentidos y por eso es insensata.
El que quiera pensar debe renunciar a buscar adeptos.
El tiempo que regala es demasiado valioso para ser vendido.
A Dios se le trabó la lengua al crear al hombre.
¿Qué serían los ojos sin su reflexión, sin los párpados?
Hay en las utopías un resabio de modestia que ahuyenta a los hombres.
Las voces paganas de los pájaros.
Un grupo de personas inmóviles, con las garras hincadas en la carne de los otros, rostros sonrientes, desfigurados en una mueca de dolor y de placer.
Las penosas introducciones a las obras maestras, disuasorias, áridas, sublimes o desvergonzadas. ¡Ah! ¿Por qué sentiremos curiosidad? ¿Por qué habrá tenido que nacer y morir el autor? ¿No basta con que lleve un nombre, no le pesa éste ya bastante? Pero la gente desconoce la compasión. Tienen que guisarse a su escritor, sazonarlo y comérselo.
Su principal preocupación es deshabituar a los demás de sus propios defectos.
El pensamiento se torna más diáfano en cuanto nos familiarizamos con las formas de los animales.
Dicen que las diversas artes habitan juntas con el mayor recato.
¿Un amor... libre de un miedo cerval por lo que pueda ocurrirle al ser amado? Si tal cosa existiera, ¿merecería llamarse amor?
Ella come por rabia, come por decepción, come por amor, come por pena. Come por modestia, orgullo y nostalgia. A bocados salió del vientre de su madre. En la tumba, cuando no le quede otra cosa, se comerá el ataúd y los clavos.
Posee un saco lleno de nombres en muchas lenguas, pero las cosas las ha dejado fuera.
La infancia se torna más plena conforme envejecemos, y no es cosa vana tomarle la medida a nuestros primeros años.
Quiere unificar Europa por medio de la historia de su infancia.
— (1943)
Los ríos de la poesía manan sin rumbo y no es preciso que confluyan.
Para el espíritu sistemático sólo hay un modo de salvarse: la declaración espontánea y casual que no se desarrolla. Pero ésta no debe constituirse en ley ni en gran potencia.
La muerte no calla nada.
El espíritu debe recogerse a cada tanto en el relato de una historia larga. No puede vivir tan sólo de agujas y crueldad. También precisa hilos tiernos.
El mito es una historia cuya frescura aumenta con la repetición.
El pintor y su política: cree que basta pintar el mundo con otros colores.
Por todos los animales que se han escrito desde entonces, el hombre de hoy debería conocerse mejor que la Antigüedad.
Al hombre que ronda los cuarenta le asalta un deseo incontenible de dictar leyes.
Siempre ocurre lo que él desea, pero cuatro o cinco años más tarde, cuando hace tiempo que desea otra cosa.
Un artista que en el día más importante de su vida, rodeado de gente que lo agasaja, olvida su nombre.
El escritor vive de la exageración y se da a conocer con malentendidos.
En la mayoría de las religiones, el hombre finge humillarse para saltar luego furioso y con alevosía hacia lo alto.
Desde que la tierra es una pelota, cualquier bribón puede hacerse con ella.
¡Qué convincente suena todo cuando se sabe poco!
Las personas muertas son ya demasiado poderosas en él. ¿Qué será de él cuando lo acosen los animales muertos?
La desesperación de los héroes ante la supresión de la muerte.
216.000 palabras al día.
¡Cuántas conversiones estudia, sólo para no sucumbir a ninguna!
Las reencarnaciones le resultan demasiado regulares, desea vivir simultáneamente en muchas criaturas distintas.
Una imagen, cualquier imagen es capaz de inflamar hasta el desvarío el amor que sentimos por una persona siempre cercana.
II
Es tan listo que sólo ve lo que ocurre a sus espaldas.
Al que deja sus confesiones a la posteridad le toman la palabra. ¡Qué atrevimiento, considerando la crueldad de las futuras generaciones!
De todos los obstáculos, las corrientes son las más tentadoras.
Todos los acontecimientos de mi propia vida, ya sean buenos o malos, me resultan algo molestos.
Los actos de las personas me afectan tanto como a otros el buen sabor o la toxicidad de sus alimentos.
Sus inventarios son sus omisiones.
Muchos filósofos son la muerte del poeta.
Es vergonzoso que uno no se permita de ningún modo ciertas metamorfosis. El carácter es la selección entre las metamorfosis.
El placer de adoptar nuevos papeles ante personas que le conocen a uno bien, escabullirse de ellos, por decirlo de algún modo, es tan grande que la invención de nuevos caracteres, como corresponde al oficio del dramaturgo o del novelista, resulta relativamente aburrido. Seguramente por eso muchos de los más excelsos personajes no pasaron a la posteridad. Uno quisiera ser ellos, intensamente, y ver cómo actúa su magia sobre los demás, no sólo consignarlos y conservarlos. Resulta liberador ver hablar a estas viejas manos en lenguas nuevas que poco antes ni uno mismo conocía. Resulta gratificante meterse en un nuevo rostro y volver a colgar sobre él el viejo como si fuera una máscara.
La bisnieta del gran astrónomo me ha recibido. Vive entre los telescopios con que se observaron las estrellas tanto del hemisferio norte como del hemisferio sur. He estado en la vieja casa y en el taller de Wilhelm Herschel. Justo enfrente hay un cine moderno y un gran número de personas haciendo cola. Fácilmente podrían ver los aparatos y los papeles sobre la mesa de Herschel, pero ignoran que existió. La bisnieta desearía que la tierra se tragase aquel cine.
Los poetas cuyas tumbas se visitan se carcajean parapetados detrás de sus obras.
Sólo le excitan las sospechas, no los hechos. Ya pueden ser graves, más graves que la propia sospecha, que no le atemorizan. En cuanto un hecho corrobora sus sospechas, se tranquiliza. Puede temer que le hayan envenenado, por ejemplo, pero tiene una forma de liberarse de su miedo: basta con que se convenza de que está realmente envenenado, y ya todo está en orden.
Cala rápidamente a las personas, y sucumbe a ellas precisamente porque las ha calado.
Constituye una tentación casi irresistible suscitar una preocupación cuando se está en situación de eliminarla.
En mí la lectura se propaga mediante la lectura, jamás obedezco a estímulos externos, o sólo después de mucho tiempo. Deseo descubrir lo que leo. El que me recomienda un libro me lo quita de las manos, el que lo alaba, me priva de su lectura durante años. Sólo confío en los espíritus que realmente venero. Ellos pueden recomendarme cualquier cosa para despertar mi curiosidad, basta con que citen algo en un libro. Pero sobre lo que otros citan con sus ligeras lenguas pesa una especie de maldición muy eficaz. Por eso he tenido dificultades en dar con los grandes libros, ya que lo realmente grande ha pasado a ser objeto de un culto generalizado. La gente va proclamándolos, como los nombres de sus héroes, y al llenarse la boca con ellos —desean saciarse— arruinan lo que me resultaría tan importante conocer.
En las frases aisladas es cuando menos se imita. Dos frases juntas ya parecen de otro.
Un país en el que sólo se respira por pura nostalgia.
En Inglaterra se juzga a las personas por su capacidad de dejar en paz a los demás.
El arte consiste en leer lo suficientemente poco.
Lo más feo: un pavo real avaro.
Las personas importantes a menudo son sólo curiosos que han llegado muy lejos leyendo.
Desea dejar anotaciones dispersas como corrección al sistema cerrado de sus pretensiones.
La historia le pone los cuernos a los poderosos.
Desea que cada frase hable por propia experiencia.
Las personas que conocemos desde hace demasiado tiempo estrangulan a los personajes que nos gustaría inventar.
La gente evita al que repite siempre lo mismo. Pero si lo repite con la suficiente desconsideración, se dejan dominar por él.
¡Cuántos siglos saquearán todavía a Platón!
El alma es múltiple, pero le gusta pasar por simple.
Nada es poco para ella: aventuras, bailes de disfraces, orgías, y él de palillo de dientes.
Ella no quiere ni oír hablar de bondad, y él se enfurece por ello.
Cuando la angustia por una persona se le hace insufrible, sólo tiene una forma de liberarse de él. Le cuenta a un tercero, conocido de ambos, que aquélla ha muerto. Le describe la noticia, cómo ha llegado hasta él, todos los detalles de la temida muerte. Lo hace prolijamente y confiriéndole los mismos rasgos que tendría de ser cierta. El horror que de este modo despierta en el tercero le sienta indeciblemente bien. Después de un rato habla con él de otras cosas, y al dejarle se siente seguro sabiendo que la persona por la que tanto ha temido está viva y ni siquiera corre peligro.
Es tan serio que sería capaz de pelearse con una lombriz.
Al oír aquella noticia sobre los vencejos que de noche vuelan dormidos a gran altura, me conmovió saber que el sueño y el vuelo siguen siendo una misma cosa.
Quiere que las noticias se acerquen a él como mensajeros vivos, y odia provocarlas.
Un gigante que, de puntillas, "caza moscas del techo". En la cuadra, los caballos del ejército se asustan del gigante. "Dicen que el ojo de los caballos aumenta los objetos mucho más que el ojo humano."
Un moribundo que se despide de sus dioses.
Daría años de mi vida por ser un animal por poco tiempo.
Toda literatura oscila entre la naturaleza y el paraíso, y le gusta tomar una cosa por la otra.
Con el saber el hombre se resguarda de la eternidad y cree alcanzarla.
Ella discute porque después llora mejor. El riñe para sentirse pletórico.
Las discusiones le aburren porque apartan de cualquier conocimiento.
No explicar a nadie lo abandonado que uno se siente, tampoco a uno mismo.
Uno se aferra a sí mismo hasta que olvida los puntos cardinales.
Se esfuerza por saber cada vez menos, y para eso tiene que aprender un montón.
En otoño el sol se agradece a sí mismo.
¡Cuánto infravaloran los hombres a su Dios! Le conceden un sueño, una creación!
Pero también podríamos decir que Dios es quien lo sueña todo a la vez.
Los autores que me resultan más extraños son aquellos cuyas breves vidas se ven incluso superadas por la de sus coetáneos de más edad. Y, así, tenemos a un joven Kleist junto a un Goethe ya maduro, aunque éste viviera luego casi veinte años más que aquél.
Aún más llamativo es el caso de las vidas de Novalis y Goethe, teniendo en cuenta, además, cuánto significó Goethe para Novalis. Los escritores jóvenes se vuelven más fácilmente atemporales, su inmortalidad constituye una especie de indemnización: resulta imposible imaginarlos viejos. Entonces tendemos a pensar que murieron jóvenes precisamente para no dejar tras de sí su imagen de ancianos.
Uno que aprende vocablos incluso en su lecho de muerte.
El hombre sin convicciones, que echa en cara a los demás sus convicciones como si él tuviera alguna, y cada vez distinta, según los reproches que requiera la ocasión.
Se esforzaba lo indecible por sacarle dinero a su enemigo. Luego se lo devolvía hecho añicos. Tanto le despreciaba, tanto despreciaba la avaricia, y tanto deseaba atacar a ese enemigo precisamente en su avaricia.
También la inmortalidad tiene usureros.
Embustera, de casa en casa trapicheando con la última palabra.
La momia del hombre más divertido del Antiguo Egipto.
Los pueblos que se han forjado un nombre durante los últimos tres o cuatro milenios y que ahora deberán conservarlo hasta el final.
Todo lo que le permiten mejorar le impresiona.
Ama las rocas, el conocimiento, por los terribles abismos que se abren entre ellas.
La vista de un mismo paisaje durante años y años se convierte en un vacío tranquilizador, que no se reconoce y por ello no se teme.
No quiere seguir viviendo, a no ser antes.
Consideraba limitadas a las plantas, superados a los animales.
Disfruta hurgando en las opiniones.
Investigar a los historiadores buscando cuál pudo ser el primer hito de su vida.
Una reunión de poetas ingleses vivos en la que cada cual aventaja a los demás en modestia.
Se considera muy profundo, pues sólo imita a autores de los que no quedan más que frases inconexas.
El pensamiento pierde su fuerza cuando se hace cotidiano. Debe precipitarse sobre su objeto como desde lejos.
Cuando lleva mucho tiempo sin leer algo sobre los dioses, se inquieta.
Todos los que alguna vez ha conocido le piden la palabra.
Sólo es posible vivir porque hay tanto que saber. Durante cierto tiempo, tras haberse derramado sobre nosotros, el conocimiento aún conserva su tersura y neutralidad, cual aceite flotando sobre las agitadas aguas de los sentimientos. Pero en cuanto se mezcla con éstos, cosa que finalmente ocurre, pierde toda utilidad, y nos vemos obligados a arrojar nuevos saberes a las olas.
Cada una de las tendencias espirituales de su vida aguarda un tiempo hasta que un día, condensada en una persona, se presenta ante él y se convierte en destino.
Escritor es quien inventa personajes que nadie le cree y, sin embargo, nadie olvida.
Uno a quien nadie vuelve a ver. ¿Cómo lo consigue?
Ella no puede renunciar a nada: si alguien le da la mano, no se la devuelve.
Un mundo en el que cada cual puede morir las veces que quiera, pero sólo por un tiempo limitado.
Una persona en la que cada cual reconoce a un conocido distinto.
Se busca un dios sordo para poder rezar lo que le venga en gana.
En una vida muy prolongada uno podrá tomarse más tiempo, siempre que los medios empleados para semejante prolongación no estén demasiado contaminados por los minutos y segundos tradicionales. Quizá habría que probar una nueva división del tiempo.
"Ready to be anything, in the ecstasy of being ever."
Sir Thomas Browne
El pellejo del tiempo yace destripado en el suelo. Ahora se aprestan a curtirlo.
La historia se las sabe todas porque nada sabe.
No quiero morir sin al menos haber soñado todas las creencias.
Cuando se acerca a una frontera peligrosa, vuelve la cabeza. Se le han escapado muchas cosas, pero todavía están ahí. Su mirada llega muy atrás, es como un cielo sonoro y se posa tierna sobre lo no vivido.
Cuando el ser humano se siente muy dichoso no soporta ninguna música ajena.
Las opiniones tienen sus propios vecindarios, algunas tienen enemigos a un tiro de piedra.
Las últimas palabras de Gogol: "¡Una escalera, deprisa, una escalera!"
"No hay nada nuevo bajo el sol, sólo yo", sarcástica frase clave del poder.
Dios atrapa al vuelo a un par de estrellas para salvarlas de nosotros.
La lluvia me hace feliz como si acabara de venir al mundo suavemente y sin dolor.
El futuro se gusta demasiado, pero de nada le vale.
El moribundo se lleva el mundo consigo. Pero, ¿a dónde?
Es demasiado viejo para volver a nacer.
Ha predicado tanto que ya no cree en nada. —¿Cuántas veces puede uno proclamar su fe sin ponerla en peligro? Encontrar la relación.
Un mundo en el que todos sigan siendo antepasados sin descender de nadie.
El vivo se contenta doliéndose.
Eres demasiado listo, tienes que perder más. (Consejo a un amigo).
En sueños: poema del próximo siglo.
Historia de un hombre arruinado por una palabra.
Se ahorcó con las clasificaciones de su filósofo favorito.
Su anhelo secreto: prodigar favores a los antiguos griegos.
Derrocha palabras, las olvida, los demás no.
Los lectores, los lectores de todas partes, de todo el mundo, sobre los libros equivocados, ávidos, crédulos, inclinados, ¡envenenados!
Pensamientos que nunca se tocan.
Un país donde se planchen las orejas.
La evolución de una persona consiste fundamentalmente en las palabras que desecha.
Deberíamos obligarnos a no pensar en varios años, para que todas las partes rezagadas de nuestra persona den alcance a la avanzadilla.
El respeto que muestra la gente por sus respectivos hábitos con la esperanza de que el hábito de uno concuerde con el del otro y que dicha solidaridad de lugar a un pasatiempo.
No siempre quiere matarlo a uno el enemigo. Sólo en el caso del paranoico parece que el asesino es siempre un asesino.
Hace lo que no quiere hasta que lo quiere: autodestrucción.
III
Olvida a los enemigos aburridos, los auténticos, mejor invéntate otros.
Una religión que prohibiera los rezos.
Un país de fanáticos en el que de pronto se permita y se respete cualquier opinión.
Hay cierta tristeza en las palabras desnudas, pero yo no soy sastre, y antes que probarles un traje prefiero seguir triste.
La claridad y la brevedad constituyen un obstáculo para el narrador, ya que éste vive de los impredecibles saltos de la metamorfosis y de un aliento inagotable.
A menudo uno enferma gravemente para convertirse en otra persona, y, decepcionado, sana.
La forma de los órganos del cuerpo de una persona se expresan en sus sueños, y el soñador, sin saberlo, deambula dentro de sí.
Desea arrancarse el corazón del futuro.
Resulta difícil calar a los demás y permanecer intacto.
Visión de los comensales: cada cual tiene ante sí una fuente llena. Ninguno tiene hambre, todos están saciados. Cada uno echa mano de la fuente del vecino y come y come.
Quiero arribar a muchas visiones duras de la época, como Quevedo o Goya, y temerme tan poco como les temo a ellas. Quiero obligar a los demás a seguir viviendo, por muy menguadas que sean sus expectativas. Quisiera dar con un apocalipsis invertido que los libere de la amenaza que pesa sobre ellos. Quiero ser fuerte y confiar.
Mientras siga habiendo ramas del saber ajenas al experimento, estará justificada la esperanza.
Deberían llamarse amigos sólo aquellos que averigüen los años que les quedan por vivir para luego repartírselos equitativamente.
Sus juicios son esencialmente medidas de longitud.
Hay soledades y soledades. Este quiere estar solo para poder sentir por fin a todos los que no lo están. El otro quiere estar solo porque le encantaría ser el único.
No pierde el tiempo, lo estrangula, tan pletórico estaría si lo aprovechase.
Bolsillos muy grandes, como los bolsos de las señoras, para los pecados.
Una cicatriz en el rostro de una mujer... y ya posee la atracción del animal que habría podido herirla.
Mucho más que objetivos, lo que se requiere para vivir es un semblante.
Una persona que supiera tantas lenguas que siempre respondiese en la equivocada.
Una cabeza por encima del agua le devolvió la fuerza para retomar el hilo del relato.
Nunca se odia uno tanto como cuando siente que ha dado en vano lo mejor de sí, y entonces, sólo entonces, desea realmente morir.
Necesitamos un sinfín de apetencias ante las cuales no claudicamos, si no, ¡horror!, uno se convertiría en un único perro desesperado.
La humillación más profunda de los ricos: que puedan comprarlo todo. Entonces se creen que eso es realmente todo.
Darse de bruces con un mundo nuevo y magnífico, completamente extraño, por despiste.
Espera poder seguir viviendo en todas las imágenes excitantes que ha conocido.
Una huelga de hormigas.
¿Y si resultara que hay un vínculo secreto entre las palabras de las diversas lenguas?
No siento ningún respeto por la realidad en cuanto se reconoce como tal. Lo que me interesa es lo que debo hacer con la realidad que desconozco.
El país en el que uno se avergüenza de estar sentado en público con un lápiz en la mano escribiendo frases completas: Inglaterra. Si no fueran más que números, no levantaría la menor sospecha.
¿Y si resultase que sí hay secretos para Dios?
Todos los hombres tendrían un corazón común, no mayor que los corazones que conocemos. Pero tiene que circular, pues todo el que viene al mundo tiene derecho a él. En cada ser humano hay un hueco preparado para este corazón, sólo hay que encajarlo, y al punto se hace notar. Los ritos importantes y sagrados guardan relación con el corazón. El momento más importante en la vida de cada persona es aquél en que lo recibe. La preparan durante mucho tiempo, explicándole lo raro y antiguo que es, Cuán sorprendente que se haya conservado, cómo debe su indestructibilidad precisamente al rito de la inserción. Si el corazón se quedase mucho tiempo solo, y no en una de las innumerables cavidades que lo aguardan, se atrofiaría y perdería su fuerza. Nadie puede albergarlo más de una vez. Su portador viajará con él hasta donde resida el siguiente: el corazón no debe permanecer en la misma ciudad. El portador pasa por ser invulnerable. ¿Quién sería tan ciego como para no reconocerle? Brilla mientras es el Afortunado. Sabe, desde luego, que no merece su fortuna, pero eso no significa nada. Le eligen a él como podrían elegir a cualquier otro, y sólo esa elección le convierte en un ser humano completo.
¿Acaso el correcto hallazgo y disposición de las personas que lo integran podría hacerle perder el miedo? Se transforma en partida de ajedrez y se queda en tablas.
La palabra soledad tiene en sí un tono falso, como si aún procediera de Dios.
Sólo soporta las leyendas y las historias maliciosas inventándose otras peores.
Busca desesperadamente gente de la que no sepa nada.
Un sueño
Un sueño de M. que anotó hace años para mí, creo que fue en 1942 ó 1943.
"Sin darme cuenta tiré un objeto pequeño, quizá una colilla. Al hacerlo caigo en la cuenta... ahí yace una muchacha muerta... miré hacia aquel lugar: era como si estuviera debajo de una mesa... o como si el tablero formara un techo, delante habían colocado unas tablas atravesadas de cerca de medio metro de alto de modo que, si te asomabas, podías ver lo que había debajo de la mesa... ¡y allí estaba ella! ¡Completamente abierta! De haberlo sabido, no habría sido tan descuidada como para tirar allí una colilla... ojalá no le haya caído encima. La quería mucho. Me alteraba enormemente que estuviera, de verdad, totalmente abierta y visible. Cuando me incliné, ¡se movió! Su boca se estiró, enorme y de través —un agujero negro—, no estaba claro si se reía o gritaba (no se veían dientes), por lo demás tenía un color amarillento, como una masa seca. Yo estaba muy excitada. 'Parece que revive. ¡Es posible que reviva realmente!' La quería muchísimo. Pensé en C. ¡¿Y si realmente le hubiera devuelto la vida?!
Estaba sentada a su lado. Estaba muy cerca de ella. Sus brazos colgaban casi rectos. Uno cruzado hacia la izquierda, el otro hacia la derecha. Uno de mis brazos descansaba sobre los suyos. La quería muchísimo. Tenía tanto miedo, pensaba, no puede ser verdad que esté viva... seguro que volverá a morirse. Mi mirada cayó sobre uno de sus brazos. Era de arcilla. Pero una arcilla fresca y blanda... aún podían verse los rastros de una espátula, dos trazos burdos hacia abajo, ¡y entonces ocurrió lo más extraño! Me encontraba muy cerca de ella... mis ojos repararon en su mejilla y... era de color rosa, de un rosa blancuzco, ¡vivo! Entonces supe que seguiría con vida."
"Visnu adoptó la forma de un jabalí y levantó la Tierra hundida y anegada por las corrientes. Se había hundido porque Jama la gobernó en otro tiempo, y bajo su reinado sólo nacieron criaturas sin que muriera ninguna. La Tierra no pudo soportar aquella carga y se hundió."
En cada lengua una palabra que mata y que, por ello, no se pronuncia jamás. Pero todos la conocen, y de algún modo misterioso se perpetúa en el saber de las gentes.
Un país en el que cada mujer sirva un tiempo como camarera, y cada hombre como perro.
Te has dispersado mucho, y sólo las mayores amenazas pueden recomponerte.
Una persona dulce, un dulce cuerpo, y dentro un corazón como el morro de un esturión.
Dios se ha extraviado. Ahora todos le llaman a la vez desde todas partes.
Ya es bastante que tenga a veces, con mayor frecuencia que antes, pensamientos interesados; no quiero más, si no resultaría irrelevante que viviese siquiera. Hacer las cosas como cualquier otro: rastrear una pequeña ventaja aquí, una grande más allá, olisquearlas, contarlas, perseguirlas, atraparlas, ¿para qué? Quiero vivir al margen y no utilizar nada.
¡Cuántas palabras gastamos y Cuán pocas son nuestras!
Unos ladrones que roben todo sólo por una temporada y luego lo devuelvan. Lo peligroso de su profesión radica, más que en la propia sustracción, en su capacidad de devolver lo robado sin que nadie se dé cuenta. Su honor y su orgullo dependen de lograrlo, y cualquier objeto que conserven más tiempo del previsto les quema en las manos como el infierno.
Una vida hecha de momentos no vividos, todos esos momentos brillan de pronto a un tiempo.
Cambiar de lugar para poder soportar la perseverancia del pensamiento.
Dios era cojo y creó al hombre para que le sirviera de muleta.
Donde quiera que vaya, se sienta y comienza por desempacar su superioridad.
De pura tristeza convertirse en tiempo.
Se cuelga la nada al cuello como si fuera un chal, pero ésta se resiste a estrangularle.
Desmontar el saber sin causar estragos en los conocimientos.
Pasar un día solo entre muchas caras desconocidas: su idea del reino de los cielos.
Decir no y abrir los brazos de par en par.
Los mejores pensamientos, los esenciales, son aquellos que olvidamos con la misma vehemencia con la que surgieron por vez primera. Más tarde regresan a nosotros como ideas totalmente nuevas, en otras estaciones, y no los reconocemos, o sólo como si procedieran de otra vida. Cuanto más ocurre esto, cuantas más vidas propias y trascordadas tengan, más relevantes son.
Peligrosidad del recelo creciente: el placer de su constatación. Uno se alegra de haber tenido razón, tenerla se torna esencial. En lugar de vivir hundido en la desesperación, la única forma altruista de vida que puede darse, uno se conforma con "conocimientos" ridículos, nimios, fútiles: es uno el que cala a los demás, quien conoce cada maldad incluso antes que el malvado que la comete, y siempre podrán encontrarse maldades impropias de uno, ya que no es posible practicarlas todas. La sospecha, sin embargo, se convierte en un sistema cerrado y perfectamente organizado de maldades.
En lugar de anillos de boda llevan pequeñas corazas que les cubren todo el dedo, y se golpean con ellas en la cara.
El dolor hace al poeta, el dolor plenamente sentido, no evitado, reconocido, abarcado, conservado.
Nietzsche nunca me resultará peligroso: porque más allá de cualquier moral albergo un sentimiento indeciblemente fuerte, omnipotente, del carácter sagrado de cada vida, sí, de todas y cada una de ellas. Y contra él se estrella el ataque más burdo, así como el más refinado. Antes renunciaría por entero a mi propia vida que entregar, aunque sólo sea hipotéticamente, la de cualquier otro. No hay en mí ningún otro sentimiento tan intenso e inamovible.
No reconozco ninguna muerte. Y, así, los que han muerto siguen vivos para mí, no porque me exijan nada, ni porque les tema, ni porque pudiera pensar que algo de ellos perdura, sino porque no deberían haber muerto. Todas las muertes ocurridas hasta ahora constituyen un asesinato legal múltiple cuya legalidad no admito. ¿Qué me importan los precedentes sin número? ¿Qué me importa que ni uno solo siga vivo? Los ataques de Nietzsche son como aire emponzoñado, pero un aire que no puede hacerme daño. Lo exhalo ufano y desdeñoso, y me compadezco de él por la inmortalidad que le aguarda.
De pronto los días se le hicieron valiosos. Empezó a contarlos. Sus celos hicieron presa en ellos. Resultó que cuadraban mejor con ellos que con las personas.
Los dioses yerran siempre el tiro, sin embargo, algunos se sienten arrebatados.
Lee libros sobre guerras antiquísimas, como si hubiéramos acabado hace tiempo con la guerra.
La sordera, la gran suerte del charlatán: así deja de oírse.
¿Acaso no se puede vivir nunca, ni un solo instante, sin tener que aborrecer a alguien?
Ese extraño y tardío amor por todo lo malo que nos ha hecho el prójimo, como si lo hubiéramos querido así; como si hubiéramos esperado eso y no lo bueno, como si lo bueno no fuese más que una consecuencia secundaria y fugaz de la proximidad, y lo realmente duradero, el auténtico logro, lo malo.
Tanta aversión fluye entre ellos, del uno al otro y de vuelta. A veces, para sentirlo mejor, se sientan con las manos entrelazadas. Aguardan el bendito instante en que un golpe, más fuerte que ellos e incontrolable, les separe cual espada de Dios.
Redimirse a través de los desconocidos. Sin embargo, debe haber diversos grados de desconocimiento: personas totalmente ajenas a uno, misteriosas y muy distintas de todo lo que se ha visto antes; otras que no se alejan demasiado del tipo de persona con que habitualmente se trata; otras que recuerdan en algo a gentes conocidas, aunque se tenga la certeza de que son extraños; y otras que tal vez uno haya visto alguna vez, con las que se cruza en determinadas ocasiones sin intercambiar ni una palabra. Mientras no sepamos sus nombres, son desconocidos. El nombre es el escudo de los hombres, y con él comienzan a sembrar el miedo a su alrededor.
Cada uno de estos grados tiene su propia forma de redención, y todas son necesarias. Es posible que se haya acumulado y almacenado una gran fuerza liberadora allí donde jamás la hubiéramos buscado, y sólo podemos seguir viviendo mientras esperamos que surja en cualquier lugar.
IV
Desea que le arranquen ese pesado cielo que gravita sobre ella. Pero, ¡qué alivio siente cuando alguien lo consigue!
Un país en el que la gente vaya totalmente desnuda y se cubra tan sólo las orejas. Todo pudor se concentra allí en las orejas.
Sueña que trae quintillizos al mundo, y todos legibles.
Jamás, desde que tengo uso de razón, le he dicho a nadie ¡Señor!, y cuán fácil es decir ¡Señor!, y cuán grande la tentación. Me he acercado a cien dioses y a todos los he mirado de hito en hito y lleno de odio por la muerte de los hombres.
Hay que elegir entre el amor o la justicia. Yo no puedo, yo quiero las dos cosas.
La ladrona que no puede dejar de pensar que ha robado su cara.
Cómo soportar a esos co-paranoicos que funcionan exactamente igual que uno mismo, cuyo menor gesto se comprende de antemano, en los que presentimos exactamente lo que podría ocurrir, donde nos vemos reflejados en cada detalle y de un modo aterradoramente preciso, y, si bien todo coincide en la forma, ¡el contenido es totalmente distinto!
De niebla en niebla alcanzar más claridad, hasta que, envuelto en la niebla de la claridad suprema, se disuelva del todo y desaparezca.
Esos vehículos que circulan entre la niebla, grandes, pequeños, desde seres humanos hasta camiones, se deslizan junto a él sin chocar jamás. No se tocan, se acarician, nada colisiona, para todo hay lugar. La precaución con que se tratan las gentes, su adorable prudencia, y si, pese a todo, uno llega a chocar con otro, lo siente como una revelación. La niebla de esta ciudad es la imagen de una paz paradisíaca, la única posible aquí, que embarga al que lo contempla de una sensación de dicha infinita.
El misántropo: ayuna ocho días y luego come solo.
Una idea perturbadora: que sea un animal doméstico el primero en alcanzar la inmortalidad, por ejemplo un perro: el perro inmortal.
No es a estar solo que debo aplicarme, pues eso no me pesa, me gusta estar solo; es el hecho de callar cuando estoy con otras personas. Estos repentinos estallidos en discursos precipitados y violentos resultan vanos y desconcertantes. No importa tanto a quién vayan dirigidos, o si me comprenden o no; las palabras mismas, mis propias palabras, ejercen sobre mí un efecto terrible y devastador. Son demasiado fuertes, debo mitigarlas escribiéndolas. Lo que digo es tan violento que cualquiera que lo oiga ha de apartarse, aunque sólo sea para defenderse de mí. Pero yo no puedo esquivar mis propias palabras, estoy a merced de ellas, las acepto, las comprendo en su totalidad, y por ellas entro en un estado de agitación semejante al del mar al desatarse la tormenta.
Toda palabra tiene sus víctimas, sobre las que incide con violencia; a veces creo que soy víctima de todas las palabras. Sólo puedo escaparme de aquellas que escribo: me tranquilizan, me parecen admisibles. Estoy convencido de que más adelante, cuando esté muerto, ya no me alterarán, pese a que entonces, y sobre todo entonces, estarán allí.
Ladrones-zalameros: le alaban a uno hasta la saciedad todo lo que entretanto van encontrando en sus bolsillos.
Wheen, a quien aprecio mucho, bibliotecario del "Victoria and Albert Museum", me refirió hoy la primera humillación que recuerda de su infancia. Creció en Australia, en Sidney, donde nunca tuvo trato con los nativos. Un día, tendría unos ocho años, toda la clase se fue de excursión con el profesor a Botany Bay, donde había una reserva de indígenas. Llevaban éstos una vida miserable rodeados de suciedad y ahogándose en alcohol. El profesor les condujo hasta un anciano que hacía las veces de cabecilla. Estaba tumbado a la entrada de una cueva y, al ver a los niños, les volvió la espalda. El profesor trató de convencerle de que hablase con ellos asegurándole que habían venido para verle. El anciano miró al pequeño Wheen e hizo un gesto de repugnancia como aquél no había visto jamás. Luego se volvió de nuevo y ya no fue posible hacerle cambiar de parecer. El asco que había mostrado fue algo que Wheen no pudo olvidar. Durante el resto de su vida se sintió un ser repudiado, despreciado.
Cuando, más adelante, siendo ya un joven, viajó a Europa, descendió del barco en Suez y se dirigió al barrio de los nativos acompañado de una muchacha. Un nativo que tenía un rostro muy bello y altivo se les acercó y le escupió a Wheen a la cara sin que mediara provocación alguna. Hablamos luego de otras cosas, y sólo más tarde le pregunté cuál había sido su reacción. No devolvió el golpe, y se sintió muy mal después de aquello, me dijo, y aún más la muchacha, que había esperado de él esa reacción, la más natural. Explicó su comportamiento achacándolo a la cobardía, y durante la larga discusión que mantuvimos en torno al asunto se negó a renunciar a esa palabra. Cuando al cabo de una hora nos separamos, me preguntó de pronto si no me había avergonzado nunca de ser blanco.
Ella le sonríe a sus palabras como si fueran globos, y no sabe cuán fácil y alegremente explotan.
¿Dónde está el límite? Es capaz de dejar morir a todos de hambre, pero no puede matar a nadie.
El ajenador camina entre la gente y las separa.
Me divierte ver cómo se burlan de mí ciertos desconocidos que, estando a mi lado, no saben quién soy. Escucharles y comprender sus ataques, formulados en una lengua que consideran incomprensible, me vuelve arrogante. Tengo entonces la sensación de estar allí sentado envuelto en una falsa piel que ellos comentan y juzgan. Pero debajo de esa piel estoy yo, y cuántas cosas certeras podría decirles sobre ellos mismos.
Ser tan bien alimentado en la infancia que luego no haga falta comer nunca más.
Le tortura la idea de que tal vez todos hayan muerto demasiado tarde y de que nuestra muerte sólo llega a serlo realmente debido a su aplazamiento; que todos tendrían la posibilidad de seguir con vida en caso de morir a su debido tiempo, sin que nadie sepa determinar cuál sea ese momento.
Todos los que aman la muerte terminan por negarla.
La muchacha que sólo se desviste bajo un cometa.
Se le sienta en el regazo a la primera silla que encuentra.
El tiempo posee cierto orgullo maternal, quiere ser llenado, no recortado.
El latido de Dios en nosotros: el miedo.
El interés por los precios, como si uno fuera a aferrarse a ellos. Aquí, los amigos íntimos se dan precios de despedida como el que se estrecha la mano: tanto para ti, tanto para mí, cuanto más precisos, más amigos son.
Puede ayudar a cualquiera mientras no reciba nada a cambio.
Ella recorre la tierra entera en busca de los celos que él perdió.
El eco de su infancia está desafinado.
¡Esa danza de las grullas! ¿Cómo se atreven los humanos a dar un solo paso?
Su misantropía sólo era equiparable a su amor por los hombres.
Asocias tan rápidamente que comparas demasiado poco. ¿O es que sólo los coleccionistas comparan?
La única gente que me resulta aburrida son los parientes.
Su sueño: que sólo vivan los nombres y que todo lo vivo no sea sino un sueño de los nombres.
Todavía no has aprendido a captar el instante en toda su fuerza: supones que seguirá brillando, no lo reconoces como tal; crees que una palabra nueva no puede apagarse. Pero todas se apagan, sólo existe lo que realmente anotas en el instante. Tendrás que reconocer esta limitación o terminarás por perderte tu verdadera vida, la de las ideas.
¡Cuántas manos tendiéndose de pronto hacia todas partes! Tú sólo veneras una.
Ella le ha devorado su inmortalidad.
Estoy harto de reconocimientos, de referencias al pasado, de asociaciones, prolongaciones, ocultamientos, revelaciones. Quiero vivir algo que no tenga nada que ver con nada que haya estado antes en mí, que no encuentre continuación ni esté condenado a permanecer, algo de movimientos veloces, bruscos, impredecibles, en una palabra, quiero un milagro.
La soledad del dolor: ¡qué extraño que no nos detestemos aún más por ella!
Eliminar las palabras enfáticas. Que la idea misma sea vigorosa, y no la emoción con que la expresas.
¡Esa esperanzada fatiga producida por muchas caras nuevas, ya sea que le rodeen a uno o le salgan al encuentro, y ese insaciable deseo de experimentarla! No hay nada que distinga tanto al hombre de hoy como esa forma especial de fluidez y densidad en la que nos zambullimos varias veces al día para liberarnos de ella otras tantas.
Lo que me conmueve en la idea del Juicio Final es la resurrección de todos los cuerpos, su reencuentro.
Países que lo admiten todo, como América, y países que repelen: Inglaterra.
¡Estas familias! ¡Todas cortadas por el mismo patrón y a cual más orgullosa!
El más feliz: conoce a todos y nadie le conoce.
Es fabuloso ser un loco cuando se es razonable.
Su vida es una búsqueda de todo lo invendible.
Deja hablar a todos, no hables: tus palabras le hurtan a las personas su propia forma. Tu entusiasmo borra sus contornos; se desconocen cuando hablas; son tú.
Se siente tan solo que mendiga permiso para dar consejos.
Cuando no sabe qué decir menciona a Dios.
Todo se vivificó demasiado pronto, y así, el hombre se ha desahuciado en la tierra antes de llegar a saber nada.
Algunas palabras tienen tantos sentidos que vale la pena haber vivido sólo para conocerlas.
No tiene a nadie a quien rogar misericordia. ¡El arrogante descreído!
No puede arrodillarse ante nadie: esa es su cruz.
El orgullo es lo que más se cotiza. Feliz el gusano, que no lo posee.
Te has extendido tanto que ya no eres capaz de abarcar con la mirada el rebaño de tus pensamientos, y sigues sin querer domesticarlo.
Una sonrisa que detenga a la muerte.
Multiplicadores inconscientes.
Si hubiera leído más, no sabría realmente nada. Pero ese poco saber, que deriva su confianza de sus propias lagunas, es falso y peligroso.
Eres tan bello, dice a veces, y no hay nadie a quien decírselo.
He ido a parar a un laberinto formado por las ideas más extrañas, quizá porque no he temido exponerme a esta época, quizá por fanfarronería, por una especie de convicción juvenil de que era posible superarla intelectualmente incluso a ella; pero, sea cual sea la razón, ahí está el laberinto, y yo en medio, y debo encontrar una salida tanto para otros como para mí.
No olvides que para algunos eres tan tonto como pueda serlo para tí el más tonto de todos.
Un parque en Londres: muchas personas desconocidas, no demasiado cerca ni demasiado lejos, todos bajo la suave luz del verano que agoniza, los hay tumbados, otros que permanecen de pie, sentados, caminando, todos vivos bajo un cielo cálido, nadie grita, nadie discute, todos vienen y van libremente, solos, con otros, con quien deseen, y mientras permanecen allí nadie se siente coartado ni triste. Es como si los hombres pudiesen entrar en el paraíso sin tener que permanecer en él y ya no pudiesen ser expulsados por ningún pecado.
Me parece que sin una actitud distinta hacia la muerte nada podrá decirse realmente sobre la vida.
La existencia ha de ser en todas partes, si no no es existencia.
No reconozco ni una sola muerte. Que tengan que morir hasta los mosquitos y las pulgas no me hace comprender mejor la muerte que la terrible historia del pecado original.
Que algo de nosotros siga vivo o no en algún lugar resulta irrelevante. No vivimos aquí lo bastante. No tenemos tiempo para demostrar nuestra valía. Y, como reconocemos a la muerte, la utilizamos.
¿Cómo podría no haber asesinos mientras el hombre se avenga a morir, mientras no se avergüence de hacerlo, mientras incorpore la muerte a sus instituciones como su fundamento más seguro, mejor y más significativo?
Lo que más nos ha confundido ha sido la aparente funcionalidad de los organismos.
La massa damnata de San Agustín es la herencia romana de la batalla.
Quien desprecia demasiado la propia aflicción tampoco siente ya la ajena.
(Estoicos)
Las cosas verdaderas que cuento sobre mí son las que antes se me antojan mentiras.
Implantar otros corazones, de caballos en vez de hienas.
Sería preferible que los dioses sencillamente hubieran emigrado y pudiésemos reencontrarlos en otra estrella.
Odio la historia; no hay nada que lea con más placer; le debo todo.
Una Basílica de San Pedro llena de papas.
N. desea invalidar todo contacto en cuanto se entera de que alguien ha muerto. Teme un contagio póstumo de la muerte. Cree que podrá seguir con vida si niega a los muertos de un modo eficaz, eficaz también para él. Para evitar la muerte, remata a sus muertos.
Los que comercian por espíritu conciliador. Los que comercian por su carácter pendenciero.
Grados de la desesperación: no recordar nada, algo, todo.
Pensar bajo luces diversas. Los filósofos ilegibles no toleran que se altere su luz.
Una torre de Babel hecha de huesos, y todas las lenguas olvidadas.
Toda conversación le irrita enormemente, un año después.
El afortunado cuyos reparos se emborrachan.
Ella le recibe y le despide con lágrimas; le da lágrimas para comer. Le viste de lágrimas. Le lee lágrimas.
Las oraciones con las que se sustraen a Dios.
Entre estas gentes, el rey lame el dinero hasta dejarlo limpio.
Cambio obligatorio de nombre cada cinco años. El destino de los famosos. Sus embustes.
La diabólica alegría de los muertos, porque no sabemos nada de ellos.
La Electra de Sófocles contiene la muerte en todas sus formas.
Se sitúa a la sombra de un asesinato y conduce a dos más. Son asesinatos en su forma más concentrada, el primero perpetrado contra un esposo, Agamenón, el segundo contra una madre, Clitemnestra. Sólo el tercero, el último, es el asesinato de un amante, alguien que no es un pariente cercano. Electra nunca deja de pensar en la muerte de su padre. Su hermano, Orestes, a quien ha nombrado vengador, vive en otra ciudad; está siempre en contacto con ella. Luego, cuando al fin llega, hace circular la noticia de su propia muerte. Asistimos simultáneamente a la reacción que esta noticia suscita en Clitemnestra y en Electra. El mensajero describe con gran elocuencia la caída de Orestes durante una carrera de carros. Para la madre, que le teme como vengador, se trata de la muerte más deseada, para la hermana, que ha puesto todas sus esperanzas en Orestes, es la muerte más temida. El propio Orestes hace acto de presencia llevando sus propias cenizas una vez que la madre ha dejado a Electra. Y de este modo vive el dolor de la hermana por su muerte, algo que raras veces le es concedido a los mortales, ya que nunca están presentes cuando llega esa noticia. El dolor de Electra es tan profundo que Orestes se da a conocer: regresa a la vida para ella. Su reencuentro resulta tanto más intenso tras la falsa noticia.
En la escena anterior Electra ha asumido el papel del vengador, tras dar a su hermano por muerto. Su hermana, a quien trató de convencer para que la ayudase, rehusó dicho papel. Al volver a la vida, Orestes vuelve a ser el vengador. Entra en palacio en calidad de mensajero y portador de sus propias cenizas, busca a su madre y la mata. Fuera, Electra también golpea con su terrible frase.
El final, el asesinato de Egisto, se utiliza para una nueva transfiguración de la muerte. Se le presenta un catafalco con un cadáver velado, y él cree que se trata del cadáver de Orestes, levanta el paño y ve ante sí el cuerpo ensangrentado de Clitemnestra.
Así, esta obra contiene todos los elementos del morir y de la muerte. La memoria de la hija muerta que anima a Clitemnestra —ha vengado a Ifigenia en la persona de Agamenón-; la memoria del padre muerto como deseo de venganza en Electra y Orestes, como aceptación de la muerte en el caso de su hermana Crisotèmis; el miedo a la muerte de los culpables, en Clitemnestra y, de otro modo, en Egisto, que vive conscientemente los instantes que le quedan antes de ser ajusticiado. La impavidez ante la muerte en Electra, y la fascinación que ésta ejerce sobre los demás. El asesino que se disfraza de muerto y llega con sus propias cenizas. El catafalco, la urna con las cenizas, la ofrenda a los muertos. La noticia del fallecimiento y sus diversos efectos. El paso de una muerte deseada a la propia muerte (en Clitemnestra), el mismo paso, más lento, de una muerte deseada a una temida y, finalmente, a la propia (en Egisto: Orestes-Clitemnestra-él mismo). Todas estas formas, elementos y metamorfosis de la muerte son también vividos por el coro. Su función es la de un cristal de masa que polariza los procesos para un auditorio más numeroso. Orestes aparece con un amigo que nunca habla y que actúa como su doble o su sombra. El mensajero, un anciano, es algo así como un taimado ángel de la muerte que, al proclamar la noticia de una falsa muerte, prepara una real.
(1951)
Ella sólo puede amar cuando se la toma por otra.
Alegría por las subidas de los precios: se pasea por las calles de la ciudad, mira todos los escaparates y se siente feliz porque todo es más caro. Objetos que antes le eran indiferentes ahora le incitan a la compra. Le preocupa que todo pueda abaratarse de repente, antes de haber podido comprarlos caros. Sonríe a los vendedores, que se avergüenzan y que, en cualquier caso, le miran con una mirada culpable o descarada. El les anima: ¡más! ¡subidlos más! ¿No lo habría más caro? Pero no le entienden y creen que busca algo de mejor calidad. Le gustaría estar presente cuando suban los precios, siempre ocurre a sus espaldas, de noche, cuando las tiendas están cerradas.
V
La responsabilidad del mudo. Una novela.
Ella quiere suicidarse, dice, pero después de que él le pida disculpas.
Hay un miedo luminoso y un miedo amargo. El primero crece y crece y se expande hasta que estalla. El segundo se encoge y se seca. Este miedo amargo es el que convierte a los hombres en momias, el luminoso los convierte en poetas.
Resulta casi imposible no caer en poder de nadie —¡pero el que lo consiguiera!
El durmiente entrega su sueño al que vela y éste lo protege, y sólo los dos juntos forman un espacio.
Él le rogó a ella que se apease de sus ojos.
A cada cual le prepara un final y se lo sirve con un "¡Que aproveche!".
La Creación. "Cuando era noche, estaba la luz metida allá en una cosa grande, de donde después salió. Y aquella cosa comenzó a amanecer y mostrar la luz que en sí tenía y dando luego principio a crear cosas en aquella primera luz. Las primeras que creó fueron unas aves negras grandes a las cuales mandó, al punto que tuvieron ser, fuesen por todo el mundo echando aliento o aire por los picos, el cual aire era todo lúcido y resplandeciente. Con que habiendo hecho lo que les mandaron quedó todo el mundo claro e iluminado como está ahora."
Chibcha
Lo único que realmente le consuela son los mitos. Su corazón ya sólo se alimenta de mitos. Posee un gran acopio de mitos desconocidos, su elixir de vida. Cuando se agoten los mitos, morirá.
La edad de la Tierra, decía, cambia según el número de sus habitantes.
A quien menos entiendo es a mí mismo. Pero es que no quiero entenderme. Sólo quiero utilizarme para comprender todo lo que existe aparte de mí.
En los diálogos platónicos, que, por decirlo de algún modo, uno escucha en silencio, nos vemos obligados a comprender lo más lentamente posible aquello que se trata. A veces, casi remiso, surge un mito cual rayo que atravesara el discurso, pero en seguida se intenta aclarar el ambiente para que no pueda avanzarse demasiado deprisa. El intenso arrobamiento del que es capaz Platón se ve alcanzado, gracias al diálogo, por el ritmo de la cotidianeidad, de suerte que lo más fabuloso, lo imposible, llegan a aparecérsenos como asuntos prácticos.
Todos los animales extintos. ¿Empezarán a parecerse cada vez más los hombres cuando ya no puedan, contemplar a los animales?
Al llegar tiran los zapatos por la ventana. Después vienen los saludos.
Preocupada por su carácter, tenía en casa un piñonero.
No hay, creo yo, ningún precepto antiguo que no me inquiete ni me ocupe en lo más profundo de mi ser.
Un hombre que nunca pierde el resuello y se fuerza a formular las frases más cortas.
Se dice que los matrimonios de conveniencia son los más felices. Entonces más vale no ser feliz.
De muchas relaciones humanas largas no suele quedar más que una mutua vigilancia. Todo cuanto uno desearía hacer no debe hacerlo el otro. Como no se le soporta y sin duda por ello uno no acude, debe quedarse esperando en casa. Como se le ocultan muchas cosas, no debe tener secretos. Como uno se niega a entretenerle, debe resultar entretenido.
El no escribía sus novelas. Las caminaba.
Se aprende de memoria ciudades enteras antes de verlas. Ama los nombres de las calles que aún no conoce. Sueña con ellas, los nombres siempre están más vivos que los propios lugares.
Los únicos pensadores razonables que soporta son los chinos. Hay tanto espacio que recorrer hasta llegar a ellos, no te constriñen. ¡Cuán bella es la inteligencia, se dice a sí mismo, en la lejanía!
El devoto: el propio Dios aún está surgiendo, no ha creado el mundo, sino que es su heredero. En el transcurso de la historia, Dios se forma a partir de algunos de sus elementos y tradiciones. Nadie puede prever cuál será su esencia y su forma, aún es demasiado pronto, todavía no se sabe cómo será Dios. Pero llegará el día en que termine de formarse, y nuestra obligación es vivir venerando y esperando ese instante.
"¿Que no tengo religión? ¡Tengo por lo menos diecisiete!" Gérard de Nerval, un día en casa de Victor Hugo, al ser acusado de no tener religión.
Un condenado en el infierno que pide clemencia para todo el que llega.
Has huido del aliento del mundo retirándote a una mazmorra suntuosa donde no sopla brisa alguna, y mucho menos un hálito. ¡Oh!, aléjate de todo lo que te es familiar, personal y seguro, desecha toda intimidad, sé valiente, ¡cuánto tiempo hace que duermen ya tus cien oídos! Quédate solo y pronuncia las palabras no destinadas a nadie, otras, nuevas, tal como te las brinda el aliento del mundo. Toma los caminos trillados y rómpelos sobre tu rodilla. Si hablas con algún humano, que sea de aquellos que no volverás a ver. Busca el ombligo del mundo. Desprecia el tiempo, deja escapar el futuro, ese miserable espejismo. No vuelvas a decir cielo. Olvida que ha habido estrellas, deséchalas como si fueran muletas. Prosigue solo e inseguro. Deja de cortar frases de papel. Desbórdate o calla. Tala los árboles de la afectación, no son más que antiguos preceptos disfrazados. No te rindas, el hálito del mundo volverá a atraparte y a conducirte. No pidas nada y nada te será dado. Desnudo, sentirás los dolores del gusano, no los del amo. Salta por los huecos de la clemencia, desciende a mil pies. Abajo, en lo más hondo, sopla el aliento del mundo.
Para poder callar lo más nimio, ella ha de hablar lo indecible.
Ella le teme como a Dios. El abomina de ella como de sí mismo.
En cada una de las relaciones de su vida debe luchar por un mínimo grado de indiferencia. Tanto ama a sus semejantes que sus pensamientos se le ocurren antes que a ellos. El peligro que entrañan sus acciones le atormenta antes de que ellos mismos intuyan lo que van a hacer. Ve los pasos que darán en los próximos días y semanas. Se precipita meses antes en su lugar. Se odia por lo que pronto harán. Sus propósitos, aún desconocidos para ellos, le persiguen hasta en sueños. No puede decirse que habite en sus seres, resultaría demasiado confortable. El es sus seres, pero más de lo que lo son ellos.
El progreso del mundo depende de que se mantengan con vida más animales. Pero los más importantes son los que no se utilizan para fines prácticos.
Cada especie animal que se extingue vuelve menos probable nuestra subsistencia. Sólo ante sus formas y voces podremos seguir siendo humanos. Nuestras metamorfosis se desgastan si se extingue su origen.
Yo: la palabra tajante.
Jamás llegaré a desentrañar el misterio de las palabras, del vínculo que une a las lenguas, ni sabré cómo se vivifican mutuamente las palabras de las diversas lenguas.
¡Que pueda yo decir Gilgamesh, Uruk, Enkidu e Ishulanu! ¿Acaso siento afecto por los dioses porque aún perviven tantos de sus nombres? ¿Amo la Biblia por todas las lenguas en las que existe? ¿Digo Pentecostés por rememorar el don de lenguas? ¿No son los predicadores más excelsos los niños de los Cévennes?
El cúmulo de todo cuando puede saberse de una persona es de por sí relevante y ejerce una atracción irresistible. De ahí que uno permanezca tanto más abierto a todo lo que le concierne. Nunca es bastante.
El ejemplo más reciente son los Diarios de Thomas Mann, cuya misma trivialidad consigue que gane adeptos. Podrían publicarse otra docena de volúmenes, y cada uno de ellos sería leído con fruición.
Resulta casi imposible conocer a una persona hasta el punto de poder respetarla siempre. La mayor parte de las veces se la conoce demasiado poco, y a menudo demasiado bien. Quien fuese capaz de llegar en su conocimiento de los demás hasta el punto adecuado y lograra detenerse allí, encontraría un apoyo en ellos.
La fortuna de los expulsados es aquel lugar mejor del cual proceden. Para ellos será siempre mejor. Su desgracia comienza cuando regresan a él y lo encuentran tal y como lo perdieron, traicionando así el brillo de sus recuerdos.
Nada de lo que reprime hace mejor al hombre. La única vía hacia el cambio pasa por las metamorfosis que concibe para sus maldades. Pero estas metamorfosis han de ser acertadas y sorprender, de lo contrario incitarán a nuevas maldades. A menudo una de ellas sustituye a otra, y el juego prosigue imperceptible y plácidamente.
Los amigos son personas a las que contamos noticias fabulosas sobre nosotros sin que importe lo más mínimo que jamás lleguen a ser ciertas.
Alguien a quien sólo se conoce al despuntar el día.
Palpar el cielo.
Un tigre incapaz de ver más sangre.
Mientras exista la muerte, no hay lugar para la humildad.
¿Qué es lo que persigue? La máxima ambigüedad.
Un dios tan diminuto que se deslice en cualquier criatura.
Toda historiografía que no esté cuajada de nombres te aburre. Porque es la misma historia de siempre, lo único nuevo son los nombres. Pero gracias a los nombres la historia también se renueva. Son ellos los que la transforman de un modo misterioso, y uno se siente tentado de preguntarse si no se desarrollará exclusivamente en el ámbito de los nombres.
Alguien que no haya dicho en toda su vida una mala palabra sobre nadie. ¡Qué no se habrá hecho a sí mismo!
Otros tal vez tengan su ángel de la guarda, pero él tiene un ave de la guarda.
"Sed parcos. No cantéis en la vida ni os lamentéis en la muerte" (Mo-Tse). También eso es chino. ¿Es que hay algo que no sea chino?
El recato de la frente, como si detrás durmiera la historia de todos los hombres.
Un color capaz de destruir a una persona.
Si hubiera aprovechado el tiempo, no habría llegado a nada.
La historia de China está cuajada de rebeldes sebosos.
Siempre que le asaltan los adjetivos, se vuelve ridículo. Albergan sus sentimientos.
¡Cuán despreciable es el hombre cuando ya no le teme a nada! El dilema clave de toda utopía. ¡Es tan angosto el camino que separa el miedo excesivo del demasiado exiguo!
Lo que más le enaltece es la fuerza del descubrimiento. Lo que para otros es lucha, para él es descubrimiento.
Pero es posible que esté inventando todo lo que cree descubrir, y que, como buen hombre de nuestra época, reivindique para ello la ilusión del descubrimiento.
He leído la historia de la campaña de Napoleón contra Rusia en las Mémoires d'Outre-Tombe de Chateaubriand.
Cierta vergüenza ajena. Chateaubriand no estuvo allí. Da la impresión de que quiere apropiarse de las víctimas.
La desgracia de la moral: pretender saberlo todo y, por ello, no enterarse de nada.
Cuando está muy desesperado tiene que consolar a alguien, y de pronto siente un gran consuelo.
Leer mientras se oye el tictac del reloj, lectura responsable.
Leer con todos los relojes parados, lectura feliz.
'Eraritjaritjaka' — una expresión poética arcaica en lengua aranda, significa "rebosante de deseo por algo que se ha perdido".
Las profecías que se cumplen son las que más desconfianza le inspiran.
Esa penosa compulsión que lleva a ver en todos los mitos el mismo, el único: nada más insensato, nada que me repela más. Porque la diversidad de los mitos, y sólo ella, constituye nuestra frágil fortuna y nuestra esperanza.
Pones, en lo más hondo de ti, tantos reparos a los grandes hombres. ¿Acaso te gustan más los pequeños? Algunos sí.
Quisiera llegar a ser tan viejo que la idea de todo lo que no he vivido dejase de torturarme.
"Los eve de Togo tienen unos macacos tan bien adiestrados y listos que los utilizan como vendedores; les cuelgan del cuello una calabaza vacía con manojos de hojas de tabaco a cinco peniques la pieza y los envían con ella al mercado. Si algún comprador coge un manojo sin colocar el dinero en el cuenco, el mono lo persigue hasta que le paga"
Diedrich Westermann, Die Kapelle
Contener el sentido, nada tan antinatural como tener que revelar siempre el sentido. La ventaja y la auténtica fuerza de los mitos: que en ellos no se nombra el sentido.
Porfía de Dios: debe mantener alejado al hombre.
VI
Susceptibilidad que no admite burla alguna. Rousseau como antítesis de lo luciánico en la literatura. Rousseau no muerde. Sus frases no se conciben como útil de despiece. Todo tiende a mejorar, de puro enfermo todo aspira a la salud. Lo bueno no es algo desconocido, ya estuvo ahí antes y ha de ser restaurado. Lo bueno tiene una opinión inquebrantable de sí y desconfía de los poderosos, a quienes también desdeña. En Voltaire, Rousseau se topa con el lucianismo, que ejerce una especie de poder absoluto sobre la idiosincrasia del francés del siglo XVIII. Se persigue sin tregua a Rousseau —en cuanto los demás advierten que la bondad constituye su natural y suprema instancia—, una muta de enemigos lo acosa —de eso no cabe duda—, y su manía persecutoria está justificada. Que no siempre sepa distinguir con precisión de quién procede el último ataque no debe sorprendernos. Son demasiados, se suceden demasiado deprisa, e instintivamente él hace lo correcto para conjurar su paranoia: cambia a menudo de residencia.
En su confusión, el hombre que se había aprestado a destruirlo todo vuelve a resultar conmovedor.
Quizá en el último momento renuncie a hacerlo.
¿Por cuánto tiempo?
Hay en la Biblia frases que regresan a uno tras muchos rodeos y liberadas de toda religiosidad. Alguien particularmente versado en tales frases, y muy consciente de ello, era Goethe.
Echa a perder todas sus amistades al despojarse de cualquier exigencia.
Dejadle murmurar, se está aplaudiendo.
Hay algo en los animales que le calma, concretamente en todos los que le incitan a callar.
Atiende al universo en pos de últimos pensamientos.
Charlatanes de la destrucción, y en una lengua en la que existe la palabra "destrucción".
Volviendo a Sófocles: Las Traquinias
Yole, la causante, en último término, de la desgracia de Heracles y Deyanira, es muda. Aparece, llama la atención de Deyanira, pero jamás pronuncia una palabra. Desaparece en la casa y ya no vuelve a aparecer. Este personaje vacío de palabras es lo que realmente me conmueve de esta obra. Todo ocurre en torno a ella. Primero no tiene nombre, es negado. Deyanira se siente atraída por ella; pero luego se descubre que su nombre, como su historia, han sido proclamados públicamente en el mercado, y que sólo a ella se le ocultaban.
Heracles la ama tanto que, en medio de sus ardores, formula un último deseo, que Hilo, su hijo, se case con ella.
Filoctetes
Juego de simulaciones. Regresión hacia la verdad: Neoptólemo. Isla rocosa, el solitario Filoctetes. Sus dolores. Su ataque. Luego el sueño. Lo valioso en él es su arco, legado por Heracles en agradecimiento por la muerte de fuego que le salvó de los mismos dolores ocasionados por el veneno.
Una obra sin mujeres. No se menciona en ella a ninguna mujer. La cobardía de Odiseo: huye ante la amenaza del arco que sujeta Neoptólemo.
Extrañamente solitaria esta obra sobre Filoctetes. No hay masa que aceche, los que luchan por Troya están lejos, al otro lado del mar. Todo se desarrolla en las cercanías de la doble cueva.
Los sufrimientos de Filoctetes prolongados durante más de diez años, siempre renovados, cada nuevo ataque interrumpido por el sueño (en contraste con el rápido y devastador sufrimiento de Heracles).
La tenacidad de Filoctetes es una tenacidad debida al dolor. Habituarse a él, a su morada, resulta más eficaz que habituarse a la vejez.
El final, la aparición de Heracles (a fin de cuentas, el auténtico propietario del arco, del que todo depende), resulta, al igual que en Eurípides, una solución difícilmente aceptable para nosotros, un tanto operística y del gusto de todos.
Electra
Primer reconocimiento en la tumba, donde la hermana menor, Crisotémis, encuentra un mechón de pelo de Orestes. Pero Electra no le cree, dominada por la impresión que le causara el terrible relato de la carrera de carros en la que Orestes sufre su caída. Electra está sumida en la desesperación y segura de su muerte, y luego él aparece y se da a conocer: retorno del muerto.
Esta escena del reconocimiento alcanza su punto culminante con la urna que contiene sus supuestas cenizas, y que un Orestes no reconocido sostiene en sus manos. Electra quiere esas cenizas, Orestes se resiste débilmente, durante el forcejeo su resistencia se quiebra y se da a conocer.
Este reconocimiento del que sostiene en sus manos "sus propias cenizas" es un gran acierto dramático, pero tiene algo de sacrílego: el sacrilegio del escritor dispuesto a sacrificarlo todo a las consecuencias de su ocurrencia.
Electra contiene todas las relaciones imaginables con la muerte, incluso ésta, la del retorno.
El enfrentamiento con Clitemnestra es despiadado, de una fuerza desgarradora. La madre asesina, alarmada por un sueño, quiere hacer un sacrificio junto a la tumba del asesinado, la misma tumba ante la que poco antes aparece el vengador, su hijo, en busca de las fuerzas que requiere su venganza.
Muy primitivo el derecho a la venganza. El asesinato y la muerte están separados, proscrito el primero, sancionada la otra como fin último de la vida del guerrero y del héroe.
Electra vive como una mendiga en la casa del padre asesinado. Hace diez años que sólo piensa en vengarse. Los sentimientos que se enconan tras años de sufrimientos son un recurso dramático muy del gusto de Sófocles (el dolor de Filoctetes, Edipo el ciego).
Electra espera diez años a que crezca el hermano al que ha salvado. Clitemnestra y Egisto viven temiendo su venganza.
Es la muerte más antigua, inquebrantable en todas sus tradiciones, la que impregna este drama. Por ello no cabe prescindir de la escena entre la asesina y la vengadora.
La parálisis de Electra ante la noticia de la muerte de su hermano resume en sí todas las noticias sobre la muerte de un allegado. Su efecto se ve reforzado por esos diez años de espera. Electra, destrozada, asume el papel de vengadora, pues ya no hay hermano a quién encomendárselo.
El personaje de Electra resulta, así, imponente porque nada cambia ni cambiará jamás en ella.
Esa muerte concreta, el asesinato del padre, está siempre presente en sus ideas y en su corazón, sin que nada pueda aquietarla, nada distraerla. Aunque se trate de una venganza —algo que hoy nos resulta molesto—, sigue siendo la venganza de esa muerte, que no hay que confundir con ninguna otra. Nunca se aceptará, nunca se calmará el dolor que produce. La fidelidad al muerto es la auténtica fidelidad, no hay ninguna otra que pueda comparársele. Los dioses tienen poco que ver con esto, como no sea de un modo formal. Todo se desarrolla en el interior de Electra. Es fuerte e inalterable, pero lo es gracias a esta muerte, y ningún otro acontecimiento habría tenido el mismo efecto. Es una muerte temprana, y es un asesinato.
Entre las dos hermanas se plantea un problema de poder. Si el débil se somete a él o no. En el caso de Electra no se plantea esta disyuntiva, puesto que el poder al que habría de someterse es precisamente el délos asesinos.
Electra permanece fuera mientras Orestes asesina a su madre en la casa. Es como si la propia Electra le asestase el golpe. Egisto debe preceder a Orestes hasta el lugar en que cometió el crimen contra Agamenón. Allí será asesinado. Luego todo acaba, en tres líneas, con una única frase.
(1986)
Edipo en Colono
Es la tragedia que más me conmueve, tal vez porque Edipo determina él mismo el lugar donde se erigirá su tumba. La maldición contra su hijo, Polinices. La tierna conversación entre Antígona y su hermano, después de que el padre lo maldice.
En todas las tragedias griegas habría que determinar el emplazamiento de la tumba.
En Edipo en Colono constituye una bendición, aunque no se determina claramente. El único testigo de la muerte y de la tumba es Teseo.
La protección que éste garantiza es como la de un dios. Este segundo Edipo, escrito en plena decadencia de Atenas, supone una glorificación de la ciudad en su peor momento, hecha por Sófocles, que conoció sus años de esplendor, que fue amigo de Pericles y luchó a su lado.
El primer Edipo surgió bajo la impresión de la peste, el segundo, bajo la amenaza del declive.
En la tragedia de Colono, Edipo protagoniza encuentros con extraños o enemigos. Sólo Teseo le es favorable y tiene el poder de un dios. Los demás vienen a buscarle para asegurarse de que el cadáver y su tumba son reales. Arranca a Creonte la falsa máscara del rostro y maldice a su hijo Polinices, En ese momento, tras escuchar la maldición paterna, éste sabe ya que la batalla que se dispone a librar está perdida. Parte hacia la guerra sabiéndolo y a pesar de los encarecidos ruegos de su hermana Antígona. No puede echarse atrás, tal es también la experiencia de muchos atenienses en su guerra, esa guerra que, a pesar de todo, continuaron librando.
La tragedia griega, que no admite distracción alguna. La muerte —del individuo— conserva aún todo su peso. El asesinato, el suicidio, el enterramiento y la tumba, todo está aquí presente de un modo ejemplar, desnudo y descarnado; también el lamento (castrado entre nosotros); también el dolor de los culpables.
Cuánto ha cambiado en nuestra época el entorno de la muerte. Su carácter masivo ya no constituye la excepción, todo desemboca en él. En ese apresuramiento que conduce a él, la muerte del individuo pierde importancia. Tantas personas más... ¿han de morir aún individualmente? Cuando ya no se les permita hacerlo, se habrá alcanzado un punto desde el que no habrá retorno.
Necesita inmortales chinos para enmendar a los nuestros.
Lo que el pueblo de Shakespeare entiende hoy por gloom.
No cogía ningún libro sin besarlo en la frente.
Arthur Waley: el orgullo del sistema de castas inglés se había convertido en él en orgullo por su erudición. Fingía considerarla natural, como si fuese algo innato. Las personas con las que trataba debían entenderle, incluso lo más remoto lo comunicaba sin más preámbulo. De pronto lo había dicho. Pero luego callaba y se obstinaba en mantener un silencio ofensivo. ¡De qué no lo creía capaz a uno! ¡Y cómo de pronto uno se volvía invisible a sus ojos! Así, sin malicia, se resarcía de toda la arrogancia que había padecido. No pertenecía exactamente al grupo de Bloomsbury, aunque convivía con ellos. Fue acogido por los Sitwell, a los que cabría definir como la quintaesencia misma de lo inglés. Les nombraba a menudo, pero sobre todo a Edith Sitwell, como quien nombra a algún miembro destacado de su familia. Ellos a su vez le profesaban la admiración que merecía.
Abundaba en juicios propios y los expresaba de un modo tajante; le habría resultado insoportable pensar lo mismo que otros. Era más versado en la literatura universal, y no sólo en la oriental, que cualquiera de las personas que traté en Inglaterra. Gracias a él se han incorporado a aquélla muchos aspectos de China y de Japón, y lo que antes de él no eran para Occidente más que nombres está hoy al alcance de cualquiera.
Vivió 77 años y nunca estuvo en China.
Un jardín, ¡qué jardín aquél al que jamás se accediese por el mismo lugar!
En la vejez se comentan los grandes libros. Son los mismos que de jóvenes quisimos romper en pedazos. Como no lo logramos, lo intentamos de nuevo. Luego los dejamos a un lado. Los olvidamos. Y ahora vuelven a surgir. Los años de olvido nos han hecho merecedores de ellos. Contemplamos sus excelencias. Les hablamos. Ahora, pensamos, habría que comenzar una nueva vida para poder entender uno solo.
Un espíritu que florece a cada tanto en sus olvidos.
Los que florecen eternamente, como Schopenhauer: en ellos no se olvidó nada.
Si Timón no hubiera sido rico ¿qué sería?
No sería nada si aún lo fuera.
"Es signo de pocas entendederas que un hombre tenga muchos amigos."
Darani
"El justo cambia de parecer cuarenta veces al día, mientras el hipócrita permanece cuarenta años en el mismo estado."
Cabeza de chorlito al correr. Cuán bellas las piernas solas.
Personas que se vuelven malas y odiosas con el sol.
Personas a quienes el frío y la oscuridad sientan bien.
Sólo le habla a utilidades.
¡A cuántos colmó Nietzsche de ansia de peligros! Luego llegaron los peligros, y ellos sucumbieron penosamente.
Quizá la satisfacción más pura de mi vida: el reconocimiento de Musil.
Alguien a quien duelen los nombres, no sólo los de los coetáneos.
El desprecio por alguien que no desea nada, o que no desea lo que todos desean sin cesar.
"Nobody running at full speed has either a head or a heart."
Yeats
"La vida no es importante. Todos tus esclavos viven, todos los animales."
Séneca, ¡lamentable!
Anotar bajo fechas anteriores, como si el pasado se dejase influenciar.
No retira nada. Su orgullo por esa nada.
VII
"La vida es tan deliciosa que jamás me atrevería a imaginar algo más hermoso que la vida."
Jules Renard
Estaba ahí sentado, hablando. Llevaba varias horas sentado, hablando de su gloria. No tenía otra intención, la gloria se bastaba a sí misma, su nombre era uno de esos que llevan cientos de miles.
Se pone las ropas del elogio para camuflarse.
Los animales de compañía, más importantes que el dinero.
"Para el diez por ciento de los ingleses encuestados los animales resultaban más importantes para la felicidad personal que el cónyuge. Para el veinte por ciento de los encuestados, los animales eran más importantes que los hijos, y más de una tercera parte consideraba que lo eran más que su trabajo. ¡Casi la mitad de todos los encuestados consideraban que los animales de compañía son más importantes que el dinero, y el noventa y cuatro por ciento prefería entretenerse con ellos que ver la televisión!"
"Sentimental", ¡qué palabra! Yo tengo sentimientos y no pienso avergonzarme de ellos. No quiero reprimirlos, quiero tenerlos. Son muchos y se contradicen, no debemos intentar reducirlos a un denominador común. Cuando estallan con excesiva violencia, uno puede sosegarse consignándolos.
Pero es cierto que Rousseau, por ejemplo, me ha resultado en ocasiones insoportable precisamente por su sentimentalismo. Pero ello se debe a que el hombre que muestra sus innumerables sentimientos no agrada a nadie. Son excesivamente físicos y pretenden ser desinteresados.
Pero, si pensamos en el efecto que tuvo sobre los sentimientos de los demás, se nos antoja inconmensurable, y casi deja de importarnos el efecto que los suyos tuvieron en él.
Hay personas que poseen cualidades sencillas por las que uno estaría dispuesto a vender su alma.
¡Es tan bello cuando se arrepiente! Pero, ¿a quién le sirve? Al espectador.
Se figura que es un ladrón que roba al mundo. Jamás volverá a conocer tantas cosas y tan hermosas.
Depreciación mediante la repetición. ¿Estímulo mediante la repetición?
La experiencia más importante después de Büchner fue William Blake, en Inglaterra.
El primer hallazgo de la infancia fue Swift, también allí.
Inglaterra se encuentra para mí entre Swift y Blake.
En ti no se añaden lugares nuevos. Pero ¡cómo se fortalecen los viejos! Se incrustan literalmente en la Tierra y envían a buscarte, te arrastran, gritan, te llaman, y es muy probable que un día lleguen a desintegrarte.
En su Diario, Jules Renard me ha devuelto algo que había perdido hace tiempo: la inocencia de los franceses.
Hay algo que sigue siendo asombroso en los judíos: los demoledores insultos que les dedican los profetas. ¡Un pueblo capaz de incorporar semejantes insultos a sus cánones religiosos!
Pero no estoy harto de nada.
La vida aún me contiene. No digo ¡por fin! No me rindo. Resulta humillante morir y no saber si en cien años habrá algún hombre vivo.
Antes era más fácil morir, con la perspectiva segura del infierno. Esta perspectiva de que no quede un solo hombre en un periodo de tiempo abarcable es lo más terrible que ha habido nunca.
Nada, nada, nada, y, sin embargo, lo lamento por todo, sobre todo por esos magníficos mitos e historias. Que ellos, lo mejor que tenemos, deban desaparecer por nuestra causa me indigna hasta volverme loco de rabia.
¿A quién podríamos confiárselos? ¿Quién podría conservarlos durante el invierno? ¿Quién repetirlos a cada tanto para que no se diluyan en el olvido?
No permitas que nadie te prescriba el tono de la esperanza.
"...porque lleno estoy de palabras, y me apremia el espíritu dentro de mí."
Job, 32, 18
Jeremías, el que vio las huellas de los niños, se tiró al suelo y las besó.
¿Hoy?
Esa obstinada resistencia ante la Biblia que me mantuvo alejado de ella durante decenios se debe a que nunca quise ceder a mi origen. Dondequiera que la abriese, me resultaba familiar. Sobre todo cuando daba con algún pasaje que no conocía. Esta familiaridad interior me llenó de desconfianza. No quería llevar una vida espiritual determinada de antemano, no deseaba una vida espiritual prescrita. Quería dejarme sorprender y avasallar una y otra vez, y así llegar a convertirme en amigo y conocedor de todo lo humano. No podía aceptar sin más la primacía de lo bíblico, que durante tanto tiempo ha marcado al mundo. Debía hacerme con un número suficiente de contrapesos antes de entregarme a la Biblia.
Creo que ahora ha llegado el momento, y que puedo ceder a la Biblia sin pudor y sin vanidad. Ahora deseo conocerla en sus aspectos más recónditos y no permitiré que se me escape nada. Quiero comprenderla y oponerla a los mitos de todos los pueblos que ahora me embargan. Me expondré a su sabiduría como si no la llevara ya en mí. Quiero rendir la Biblia y, así, vivirla.
Su memoria declinó y se hizo escritor. Desde que debía buscarlos, sus impresiones y recuerdos se le volvieron ajenos e inesperados. En la oscuridad cobraban color. Debía estirarse mucho para alcanzarlos. No aparecían de inmediato. Se volvían más insistentes al desfallecer, más sueltos al sumirse en el sueño. Cuando despertaban, se habían sumergido en una luz peligrosa que él jamás reconocía. Tuvo que decirse que no se había conocido a sí mismo hasta la vejez, y —muy tarde— experimentó la sed del asombro. Entonces, ¿qué asombro había sido aquél, tan familiar, de antaño? Se convirtió en un borrachín del terror y finalmente se puso a prueba hasta que saltaron chispas.
Se siente incómodo cuando alguien toma sus pensamientos al pie de la letra.
Separar las frases, mantenerlas separadas, si no se vuelven color.
Su veracidad radica en la exageración. Cuando no exagera, miente.
Humildad, tardía placenta.
La muerte de los aforismos es su similitud, su forma intercambiable. Marchitos ya antes del primer aliento. Lo opuesto: la exhalación de Joubert.
Lo que menos eres es aquél a quien ensalzas. Y por eso lo haces, porque querrías ser como él.
Dos formas de autorretrato: mediante el recuerdo o mediante ocurrencias. Ambas son legítimas. Pero, ¿se refieren a la misma persona?
Corredor de fondo: no soporta ninguna sombra sobre su sombra.
Una vida a partir de una única carta.
¿Puedes perdonarle su soledad al que por ella destruye el mundo?
Furtivo calienta el rescoldo de lo olvidado.
"Los que han conservado su propio talante se sienten encantados con el de los demás, aunque sea contrario al suyo."
Joubert
Ese tiene dos lenguas: con una muy grandilocuente alaba a unos pocos dignos de ser alabados, los saquea, los adula, siempre del modo más digno, y es como si su idioma descendiese directamente de un cielo superior y no incluyese palabras terrenales. En la otra lengua habla de los mismos pero como si fuesen tan ruines como él y sólo hubieran cometido infamias. Se complace viendo cómo los ha tratado la vida, los sumerge y los baña en envidia y asco. Pero eso jamás lo escribe, únicamente escribe en la otra lengua, la del elogio.
¿Qué es el recuerdo?
Uno hace lo que ha sido.
Esto suena como si uno fuese libre de hacerlo. Pero no es así, ya que no inventa nada. Avanza un par de pasos creyendo que es uno quien los determina libremente, pero en cuanto los ha dado, nota que estaban prefijados.
Sólo lo que ha pasado por el recuerdo se deja reconocer.
Lo triste del recuerdo: lo que ha consumido.
Lo alegre del recuerdo: el excedente.
El arte del recuerdo radica en su regulación.
Lo que se deja a un lado, lo que se elude.
Lo raro y lo acumulado.
Lo que se sitúa en primera línea: figuras deformadas que deben rectificarse. ¿A qué se debe que queramos conservar con vida ciertas cosas y no otras?
Lo diluido quiere redondearse en el habla. De una única palabra deben surgir de nuevo todas las frases. Relaciones percibidas por primera vez. La indignidad de una yuxtaposición amorfa. Lo que hemos hecho a los demás les devuelve la vida. Cada cual es deudor como de muchas existencias, aunque sólo haya vivido ésta.
Cada persona sabe más de lo que podría relatarse en una nueva y larga vida.
¿Qué es lo que determina la selección? Un único color del sentimiento: de agradecimiento o amargura, de odio o de nostalgia.
En otra lengua recordaríamos de otro modo. Habría que examinar esto con más detenimiento y, ¿acaso no eres tú el más indicado para hacerlo?
Elogio de la vejez
Alcanzar la edad que se desea, no porque haya una edad ideal, sino porque es preciso desechar la idea de que hay una edad preferible para todos.
Nunca lo he considerado así. Yo quería experiencias, conocer a mucha gente, tiempo para ese conocimiento de forma que pudiera volver una y otra vez sobre ellos, tras largos periodos en los que, quizá, desaparecieran de mi vida. Es una idea maravillosa esa de poder conocer a la misma persona diez o doce veces, encontrarse con ella tantas veces como si no se la conociera, pero sin haber perdido su recuerdo, y compararla con ella misma, no sólo con otras. Y es que no basta con la solera que cobra en nosotros una persona a lo largo de los años en que hemos sabido de ella. Se oxida, y esto es algo que no deberíamos desear a nadie. Pero también existe la posibilidad de que el individuo se amalgame dentro de uno convirtiéndose en ese ser múltiple que de cualquier modo es, y para ello se requieren nuevos encuentros tras largas pausas. Esto supondría, en otras palabras, que uno jamás se acostumbre a una persona. Que uno se asombre ante ella como si no se le hubiera mostrado tal cual es, como si no le hubiera hecho nada, como si no le hubiera hecho feliz. En ese caso, las expectativas con que abordamos a cada nuevo conocido surgirían igualmente ante los que conocemos desde hace décadas.
Este proceso de multiplicación del individuo exige una vida larga. Puede que ser viejo tenga muchos inconvenientes. Pero tiene ventajas incomparablemente mayores.
Ahí está, por ejemplo, la osadía del recuerdo. Podemos entregarnos a él sin caer en la autoidolatría. Hay una infinita riqueza de cosas que merecería la pena investigar. Inagotable es el mundo que el hombre ha acogido en sí, fantásticas las formas que han adoptado en su interior las cosas. Incluso las deformaciones tienen su verdad si se perciben con la claridad necesaria.
Otra utilidad para la que no rehúyo esta fría palabra sería el examen de los principios morales que nos inculcaron desde niños y por los que, en términos generales, se rige nuestra vida. ¿Son acertados? ¿No son, tal vez, lo bastante sutiles? ¿Requieren alguna corrección? ¿Cómo saberlo sin ponerlos a prueba durante largos periodos y sin analizar esa experiencia?
Incluso el inconveniente más terrible de una larga vida, lo que resultaría tan atroz que a veces nos sentiríamos tentados de ponerle fin sólo por tal motivo, el hecho de haber sobrevivido a tantos otros, no siempre es tan desconsolador como se piensa. Porque podemos devolver la vida a los que han muerto antes que nosotros recreándolos. Y esto no es una cuestión de elección, sino una deuda imperiosa, y sólo el que evoque a los muertos tal y como fueron realmente, sin merma ni gloria, estará a salvo del destino que aguarda a los que se ceban en aquellos a quienes han sobrevivido.
La vejez sólo es restricción para quien no la merece. Uno la merece no retirándose del mundo, o haciéndolo sólo para aspirar a una forma más estricta y exigente de logro. Este presupone una nueva vida para todos los que han fracasado, pero también para los que dan la sensación de que no fracasarán. Quiero llamarlo la cara bifronte, la cara de Jano de la vejez: una se vuelve hacia el vencido, y la otra hacia aquellos que aún no fueron derrotados, o que tal vez no podrían serlo nunca.
De nuevo sobre la vejez
Le brinda a uno la oportunidad de reparar ciertas cosas. La situación cada vez más peligrosa en que se encuentra el mundo, ¿de qué modo afecta a la vejez?
Todo lo vano. Precaución e indulgencia.
¿Qué efectos tiene la edad sobre las palabras?
Se nos vuelven extrañas, como si supieran que ya no serán pronunciadas incontables veces.
Lo arrollador de las nuevas amistades: el esfuerzo que hacen, la energía que han de desplegar para subsistir frente a las viejas amistades.
Todo resulta más valioso, quizá porque es contado. Maravillosa futilidad del aprendizaje sin un propósito, puro y simple aprender. Lo que se aprende ya no sirve para expandirse. Uno se acerca a las lenguas porque ya no las hablará, tiene ciertas ideas sólo porque resulta improbable que se repitan.
Lo útil pierde sentido. Las cosas sólo significan lo que son.
Dos tendencias, que sólo se contradicen aparentemente, caracterizan a nuestra época: el culto a la juventud y la extinción de la experiencia.
También hay quienes juegan la baza de la futilidad de la vida y extraen de ello una insaciable arrogancia. Personas para las que los demás sólo pueden ser objeto de insultos, al tiempo que defienden con uñas y dientes el menor resto de sus propios derechos. Uno se pregunta qué será de ellos cuando sean viejos: quizá se compren un cementerio.
Contra el culto a la juventud no habría nada que objetar, mientras no sea la propia juventud la que se venere a sí misma.
La descripción de la extinción de la experiencia, realizada con éxito por más de uno, me parece agotada. Sólo queda, pues, un único reproche original: la descripción de su detención, de su consciente transformación en lo opuesto.
En favor de la vejez podría decirse que incrementa el valor de la vida.
El que ha luchado por ella contra una enfermedad, el que ha vuelto a la vida paso a paso, dolor a dolor, sólo ése conoce realmente su valor. Siento el mayor respeto por quienes se han ganado a pulso la propia vida.
Sería deseable, y muy beneficioso para el mundo, que a todos se les concediese esta oportunidad de manera oficial, como quien dice. En lugar de eso nos encontramos con los pueriles, continuos y mil veces repetidos ejercicios de salud de los que de cualquier modo están sanos.
El principal inconveniente de la vejez, y tan importante que casi superaría todas las ventajas, es que uno apenas piensa ya en los demás.
Pero contra eso hay una medicina: ser imprescindible. Lo que uno sabe que nadie sabe, lo que uno dice y nadie más puede decir. Debe ser tanto que los demás lleguen a sentirlo, quieran tenerlo y no lo dejen a uno en paz. Su deseo ha de ser un reto que lo fuerce a uno a reaccionar, y así, al transmitirlo, se referirá de nuevo a los demás.
Por ello es recomendable no dejar en paz a los viejos, de un modo sabio y que resulte eficaz, pero sin descanso.
Más difícil es remediar la pretensión de tener siempre razón: lo mejor es evitarla. Un desafío frontal sería en este caso infructuoso; es imposible concebir una forma de lucha más estéril.
Tal vez resulte ridículo que un viejo diga para qué sirven los viejos y para qué no, pero lo que estoy diciendo no es de hoy, se trata de una experiencia de muchos años: los viejos siempre me han fascinado, incluso en la adolescencia. De niño solía correr tras ellos, asombrado, y me habría gustado aferrarme de los faldones de los que tenían mucho que contar y no soltarles jamás. Los que eran demasiado perezosos para contar algo me dejaban estupefacto, esos eran los falsos viejos, los que sólo se hacían pasar por viejos sin serlo.
Nada me habría gustado más que ser un auténtico viejo y, así como otros desean hacerse ricos y no piensan en otra cosa hasta que lo consiguen, mi deseo más ferviente era llegar a ser viejo.
"...et je ne-puis approuver que ceux qui cherchent en gémissant."
Pascal
"Tout ce qui est incomprehensible ne laisse pas d'étre."
Pascal
¿En qué hubiera acabado convirtiéndose Isaac Babel? ¿Después de todo aquel miedo, tras la habilidad demostrada en la huida?
De las personas sojuzgadas no se tienen juicios.
En el fondo, su libertad radica únicamente en que no acepta órdenes ni se somete a nadie. Pero, ¿no es esa acaso la libertad de los poderosos? No, éstos dan órdenes y consideran subordinados a todos los demás.
Su respiración es demasiado larga, le sobra una exhalación, y ésta la siente como su alma.
Escupe a todo el mundo. También a sí mismo. Y a eso lo llama su verdad.
Nadie toleraría la vida sin vidas prestadas, la propia no basta.
Lo que uno cuenta de sí mismo en su diario es más cierto que todo el chismorreo de los demás, porque lo cuenta para que quede oculto por un tiempo, durante el cual llega a ser cierto.
Los demás dan rienda suelta a su parloteo, y en ese mismo instante se vuelve falso.
Le costará mucho separarse de Goethe. ¡Es tanto lo que de él se ha reservado! Va dejándolo para años venideros cada vez más lejanos.
"C'est un grand signe de médiocrité de louer toujours modérément."
Vauvenargues
Todo lo que ha anunciado le hace callar.
Tu alegato contra la muerte no es menos irreal que la inmortalidad de las almas esgrimida por las religiones. Es incluso más irreal, ya que desea conservarlo todo, no sólo un alma.
Una insaciabilidad casi inconcebible.
VIII
Las tribulaciones de Cervantes en una España reconcomida por la honra. Obra tardía, cumplidos ya los cincuenta, y los máximos honores mucho más tarde. De joven soldado y esclavo; durante cinco años lo más bajo, acrisolándose en ello, sin embargo; a los cuarenta recaudador de impuestos, tarea en la que fracasa; acosado por una familia como por piojos, sin sucumbir a ella —gracias a la escritura—, sin dejarse limitar tampoco en su obra, tan rico en experiencias que sus escritos jamás resultan sofocantes.
Entre lo "más grande" incluye ante todo las injusticias que ha cometido, si las conoce.
Escuchar durante horas a una persona con la firme intención de no atender a sus ruegos, oírla salir en defensa de su vida, uno mismo sereno, seguro, radiante, ¿acaso hay algo más abyecto?
Los filósofos que se enmarañan en su propia contemplación no le sirven de nada. Necesita filósofos que rocen dolorosamente puntos vitales suyos o de otros.
Aversión a la teoría evolucionista. Cada vez que me tropiezo con ella siento una especie de parálisis. Me resulta tan poco creíble como la teoría de una creación y, en cualquier caso, menos brillante.
Todo es remitido a enormes lapsos de tiempo, a intervalos que jamás seremos capaces de imaginar. Como resorte que garantiza la aptitud de nuevas formas se cita la supervivencia, de forma que la muerte en masa se convierte en algo útil. Para que surja algo nuevo ha de sucumbir una infinita cantidad de vida, una idea monstruosa que en realidad procede del ámbito del poder.
Que uno no pueda imaginarse a las personas mucho mayores de lo que han llegado a ser.
Así como hay retratos de juventud auténticos, habría que inventar retratos de vejez ficticios.
Los historiadores "fácticos", los que dan por perdido precisamente lo interesante de la historia: su invención.
El elogio vivifica el espíritu, que quisiera merecerlo a posteriori.
Los coetáneos Cervantes y Shakespeare: de uno sabemos tanto y del otro nada. ¿Qué sería de ellos si pudiéramos intercambiar saber e ignorancia de uno y otro?
"Un joven salvadoreño, por ejemplo, caminó siguiendo las vías del tren desde El Salvador hasta los Estados Unidos, porque habían matado a tiros a sus padres y a tres hermanas en la misma plaza del pueblo."
¿Puede tomarse a una sola persona tan en serio que llegue a sustituir a todas las demás?
¿Se la puede cargar con tanto amor y con tanta inocencia?
Los sonidos de las ballenas: en el fondo, me avergüenza escuchar esos pacíficos sonidos emitidos por criaturas que no pueden defenderse de nosotros. No sólo nos hemos apropiado, como hacemos con todo, de sus cuerpos, sino también de sus sentimientos, pero, en justo castigo, no podemos entenderlas. Renuncio a seguir adentrándome en ellas. Desisto. Mi compasión por ellas está envenenada. Seguirán siendo botín.
Encuentra los dolores que has causado, los padecidos se perpetúan sin tu colaboración.
Le tranquiliza pronunciar los nombres de los animales. Está orgulloso de sus nombres. "Ese aún existe. Todavía no lo hemos exterminado."
Se vuelve hacia todo lo que ya no volverá a ser. Encuentra una presencia inextinguible. La toca con el dedo, ella se ríe y se esfuma.
¿Lamentarse? Esperar. Esperar. Espera concluida.
La criatura paciente, el hombre. La criatura furibunda, el hombre. La criatura depredadora, depredada, el hombre.
La sabiduría del despertar. Tras el sueño, inmediatamente después, se piensa de otro modo. Fluctuante, menos grave, transparente, desinteresado, quedo.
Carlyle sobre sus sueños.
"¡Sueños! Mis sueños siempre son desagradables, un puro caos, pérdida de ropa y cosas por el estilo, nada hermoso. Los mismos sueños noche tras noche durante largos periodos. En mis sueños soy peor que despierto, cometo actos cobardes, sueño que me buscan por algún delito. Hace tiempo que llegué a la conclusión de que los sueños no significan nada para mí."
William Allingham, A Diary
Demasiado lleno, tres tomos de memorias no le han aliviado, desde entonces hay en él más pasado que antes. El pasado crece en todas direcciones cuando se describe. ¿No debería ocurrir lo mismo con la historia? ¿O acaso es reductiva la historiografía, al contrario que el recuerdo conformado?
"El hombre debe arruinarse de nuevo", una frase de Goethe digna del más duro, del San Agustín de la predestinación. ¡Cuán fácilmente se forma esta frase en el espíritu de un hombre que cita de un tirón a Mozart y a Napoleón!
Es verdad que hay animales que se asemejan a los hombres en su estupidez. Pero uno no puede librarse de la sensación de que la estupidez de los animales no es tal y de que, en cualquier caso, es más inocente que la nuestra.
Los arreos de las palabras. Deberán dolerles ligeramente, pero de forma que todavía lo agradezcan.
Cómo llega uno a ser algo a fuerza de nombrarlo. Karl Kraus se llamó a sí mismo Swift durante tanto tiempo, año tras año, que al final lo fue en Los últimos días de la humanidad.
No debemos deshacernos de los prejuicios así como así. Que sólo mediante un esfuerzo, una obra, un acto, nos sea permitido liberarnos de un prejuicio.
Lo bueno de los apuntes es que no son premeditados. Son demasiado rápidos, apenas han tenido tiempo, la cabeza de la cual surgieron no llegó a preguntarse para qué podían servir.
Gente que se le acerca con un uniforme especial de lacayo hecho de palabras. Estaban de servicio y quieren seguir estándolo, pero buscan un amo de más alcurnia.
He contemplado la cabeza de un caballo en un cuadro de Munch, salvajismo y esclavitud reunidos, y por fin he descubierto por qué amo a los caballos tan dolorosamente.
He estado leyendo acerca de los saltos del niño-gacela en el oasis aquel, un niño capaz de saltar una distancia de cuatro metros, como las gacelas con las que vivía, y mientras lo leía me preguntaba, y aún me sigo preguntando: ¿será esto lo que he querido decir con metamorfosis?
Pensées contra la muerte.
La única posibilidad: deben seguir siendo fragmentos. No debes publicarlos tú mismo. No debes prepararlos para la imprenta. No debes unificarlos.
Todo lo malo que achacas a los demás con el pensamiento: ¿de dónde lo sacas?
¡Qué orgullosa se siente la gente cuando se le recuerda el carácter que alguna vez tuvo!
Los teóricos de sus propios éxitos me resultan mortalmente aburridos. Deben demostrar la validez de los éxitos.
Pero nada hay menos válido.
¿Cómo reconocer que alguien está acabado? ¿En la dentadura? ¿En la letra? ¿En la risa?
La mayor pérdida de Usama, un caballero árabe de la época de las cruzadas: su biblioteca de 4.000 volúmenes.
"¡Cuatro mil tomos, escritos valiosísimos! ¡Mientras viva, su pérdida seguirá siendo una herida en mi corazón."
Temor de los animales ante el león muerto, desollado:
"En una ocasión vi cómo traían una cabeza de león a una de nuestras casas. Al verla, los gatos huyeron de la casa y se arrojaron desde el tejado, aunque jamás habían visto un león. Cuando matábamos un león, lo desollábamos y arrojábamos el cadáver desde lo alto de la fortaleza al pie del bastión. Pero ni los perros ni los pájaros se le acercaban. Al avistar su carne, los cuervos se lanzaban en picado sobre ella. Pero en cuanto se acercaban ¡alzaban de nuevo el vuelo, graznando!
Usama, Libro de la doctrina en ejemplos
"Ahora ella cuenta a sus muertos casi cada noche. Siempre se equivoca. Algunos se le olvidan: hay algunos más muertos que otros."
Jules Renard, Journal
De nada sirve decirse la verdad, siempre la verdad. La verdad que no se transforma en nada es horror y devastación.
El tono de los egipcios es más tuyo que ningún otro. Animales tan sagrados como la escritura. Juicio y balanza. El muerto desmembrado que regresa a la vida. El lamento fúnebre.
El lamento fúnebre que no le reprocha nada al muerto.
Recuperar lo que el muerto amó de uno. Renunciar a lo que odió, por él. Purificarse para el muerto. El muerto como instancia. Nada se le oculta.
Aprovechar el pasado como tiempo del muerto.
Alteza de los que alaban. Primero cierta temerosa inseguridad: ¿eres tú? Luego palmaditas en el hombro, elogio displicente, despedida en ciernes. Como si te hubieran recogido del suelo, y contigo, a ellos mismos.
Le reprochan recomponer sus recuerdos. Pero si deben titubear, opinan, diluirse, nada debe reconocerse, todo lo que fue merecería haberse dispersado.
Cervantes y su retórica vivida. El es su propio caballero. Se mofa de sí mismo.
Su tozudez: la del esclavo que se aplica en su liberación.
Lo estable, lo inamovible de los personajes, tanto Don Quijote como Sancho Panza, y, sin embargo, su riqueza dentro de los límites más estrictos. ¡Cuán imprecisas y poco comprometidas, cuán blandas nos resultan, comparadas con ésta, las novelas posteriores!
Retórica en grado sumo, pero dentro de los límites de los personajes. Retórica caballeresca contra retórica refranera.
El pacífico glotón no siempre carece de razón.
Los discursos del hidalgo emocionan por su alternancia con los discursos del glotón.
Se le perdonan muchas cosas a causa de la mística palabra metamorfosis.
Tantas palabras rebosantes de significado —¡y tú te acobardas! ¿Acaso no basta con que las palabras se transmitan?
Un apunte debe ser lo bastante breve, si no, no es tal.
"Esos golpes de energía suben en forma de corrientes de magma ardiente desde el núcleo solar y, al hacerlo, liberan (de acuerdo con los cálculos) un bramido como de olas que se rompen de un volumen inimaginable."
Nada me resulta tan insoportable como la mecánica del pensar. Por ello quiebro su avance a cada frase.
Prodigiosa y voluntaria reserva: Goethe.
Donde quiera que lo hojees te dice algo. ¿Cómo es posible? Pero sin duda sólo es posible cuando no se pretende elaborar con ello una doctrina.
Lo inalcanzable en los animales: cómo te ven ellos.
La aparente ecuanimidad con que se contempla la propia vida.
Para alcanzar la auténtica ecuanimidad habría que poder ser mucho más viejo, unos 300 ó 500 años.
Un centenario que desea eliminar al "superviviente de la faz de la tierra.
En Jacob Burckhardt resulta admirable que nunca piense por encima de sus posibilidades. Pero, ¡qué posibilidades!
Narrar en cataratas.
El rencor le vuelve más confiado.
Un poderoso que sueña cautelosamente con la impotencia.
El consecuente que está a favor de cada nación, incluso de las que sólo cuentan con dos portavoces.
Entra en otros como un hálito. Y ellos le dejan estar.
Pensador preposicional.
Es verdad que a uno se le olvidan muchas cosas. Pero ¡cuántas han crecido luego hasta llenar los "huecos"! Eso es lo interesante de una biografía.
De nuevo Pascal.
El que nunca irrita ni decepciona. Nada en él es prestado. Su contundencia deja siempre una puerta abierta. Aun cuando no se estuviera de acuerdo con ninguna de sus palabras, uno desea verlas y meditarlas una y otra vez. Ningún descubrimiento se interpone en su camino. En él, pensamiento y fe tienen la misma altura.
En sus Pensées le favorece que siempre se interrumpe. Cada cual es libre de ordenar los textos de otro modo. Lo mejor es dejarlos sin componer.
El punto de partida es su esencia, y la pureza de Pascal se expresa en cada arranque.
"La multiplicidad que no se funde en una unidad es confusión, la unidad que no depende de la multiplicidad es tiranía."
Imágenes no, no sólo imágenes. Aquí y allá una imagen. Pero tú has descuidado las imágenes. Seducido por las promesas, no has dedicado tiempo a las imágenes.
¿Se habrán extinguido, dormido, anulado?
IX
Puede añorar a ciertas personas casi como si hubieran muerto.
No del todo.
Lo malo no es ser algo, sino pasar por ello siempre.
¡Qué maravilla que todos resuciten! Pero, ¿es necesario juzgarlos de inmediato...?
Leonardo, a quien emocionaban los animales y la infamia del hombre que los oprime.
Ese continuo pensar, que no le vuelve malo.
"De los asnos que azotamos. ¡Oh!, naturaleza indiferente.. . y ellos se pasan toda la vida sirviendo a sus sojuzgadores.
De ovejas, vacas, cabras y similares. A miles de ellos les arrebatamos sus crías y los descuartizamos de la forma más bárbara."
Ha llegado el día en que tus palabras se atropellan.
¡Suelta las riendas! ¡Corre con ellas!
Ese interpreta la muerte.
Se dice: "Cuando una persona recuerda de pronto su anterior nacimiento y lo dice, morirá irremediablemente."
¿Y si lo calla?
Somadeva
Aprender de la historia que nada se puede aprender de ella.
La fuerza de los sueños, opina, está ligada al polimorfismo de los animales. Con su desaparición nos enfrentaríamos a la extinción de los sueños.
Me repugna la idea de que otros vayan a hurgar en mi vida. Bajo sus manos se convertirá en otra vida. Y yo quiero que sea como realmente fue.
Encontrar el medio de ocultar la propia vida y que sólo sea visible para quienes sean lo suficientemente inteligentes como para no deformarla.
Gilgamesh no es una lectura menos obligada que la Biblia. Y tiene una ventaja sobre ésta: una diosa hostil a la que él se enfrenta abiertamente. Lo femenino, bajo la forma que fuere, está allí En la Biblia aparece reducido, como Eva.
En un único delirio de grandeza, si ha permanecido en barbecho el tiempo suficiente, caben millones.
Coleccionaba todas las opiniones para demostrar cuan pocas son.
Buscan en mí sus ruinas. Pero yo soy la mía.
La compasión ha de ser sobrecogedora, o no es tal. Por eso necesitamos la palabra piedad.
Insondable lo que algunos autores pueden hacer con otros. No se trata sólo de repeticiones, de adornos florales, de arabescos sobre arabescos, de pasiones prestadas: se trata ante todo de malentendidos tan insolubles que se tornan fructíferos. Y así acaban surgiendo criaturas absolutamente singulares y enigmáticas, autores que son más grandes que sus modelos.
No es sólo la franqueza en Stendhal, es la franqueza de toda mascarada.
Cuando se trata de los muertos, de lo que les ocurre, siento una rabia inmisericorde.
Pero han de ser mis muertos. Cuando son otros me limito a observar compasivo o asustado.
Filósofos que conocen los entresijos.
Es posible que la brevedad le haya hecho perderse lo que merece la pena en las frases, sus crecidas y estiajes, sus altos y bajos, sus venturas y desventuras. Quizá no habría que comprimir las frases, tal vez no debieran ser destilación, sino plétora inagotable. Entonces, durante todos esos años de escritura, se ha privado de ese placer encomiando en vano la ascesis de la parquedad.
La historia más terrible la encontré hoy en las memorias de una mujer, Misia Sert. La llamo Suplicio de las moscas y la transcribo literalmente:
"Una de mis compañeras de habitación había llegado a dominar el arte de cazar moscas. Tras estudiar pacientemente a estos animales, descubrió el punto exacto en el que había que introducir la aguja para ensartarlas sin que murieran. De este modo confeccionaba collares de moscas vivas y se extasiaba con la celestial sensación que el roce de las desesperadas patitas y las temblorosas alas producía en su piel."
Afluye por doquier, ese plañir. Ni siquiera se refiere a ti. Se dirige a otros, a los que ves vivir. No soportas los dolores que padecen. Quisieras evitarles todo lo que entrañe sufrimiento. ¿Cómo es eso?
Se debe a que no eres capaz de admitir nada tal como es. Pero tampoco lo que fue y ya ha pasado. Para ti toda la historia es falsa. La lees con el corazón tembloroso. Quieres invalidarla. ¿Cómo se invalida la historia? ¿Mediante nuevos sufrimientos?
No debiéramos hacer de nuestra sensibilidad una virtud. Puede experimentarse, y conservarse tal como se ha experimentado. Pero no hay que adornarse con ella. El que se engalana con sus medallas termina por enviciarse. Necesita más y más sensaciones para mostrarlas, y, cuando no las encuentra, se las inventa, y así ocurre que lo que siente se vuelve selecto, quebradizo, mohoso.
Lo que sí puedes hacer es colocar las frases unas junto a otras, dejar que se vean e incluso, si les apetece, que se toquen. Más no.
Cuando dice infierno es como si ya hubiera expiado allí su culpa y le hubieran dejado marchar, para satisfacción de todos.
Hay quien sirve a la riqueza y quien sirve a la fama. Ninguno de los dos es inocente: esperan despojos.
En la expectación con que te colma cada nuevo conocido sigues siendo un niño. En la decepción que le sigue no tardas en convertirte en un viejo amargado.
Le falta apartarse de sí. Incluso cuando viaja permanece siempre próximo a su persona. Nunca olvida que está allí. Lo que se apropia le corresponde, puesto que él se lo ha apropiado. El mundo está ahí para él, los demás son meras ilustraciones.
A medida que crece, el saber cambia de forma. No hay uniformidad en el verdadero saber. Todos los auténticos saltos se realizan lateralmente, como los saltos del caballo en el ajedrez.
Lo que se desarrolla en línea recta y es predecible resulta irrelevante. Lo decisivo es el saber torcido y, sobre todo, el lateral.
Allí la gente lee el periódico dos veces al año, vomita y luego sana.
Allí los países no tienen capital. Sólo se pueblan las fronteras. El país permanece vacío.
La capital es toda la frontera.
Allí los muertos sueñan y suenan como un eco.
Allí todos se saludan con un grito de desesperación y se despiden jubilosos.
Allí las casas están vacías y se barren cada hora: para las futuras generaciones.
Allí, el ofendido cierra los ojos para siempre y los abre en secreto cuando se queda solo.
Allí se muerde de repente y a escondidas, y se dice: yo no.
Allí se dice "tú eres" queriendo decir "yo sería".
Allí se reconoce a los antepasados, no hay ojos para los coetáneos.
Quédate, dice uno, y llama al verdugo.
Uno que, para no envejecer, viaja sin cesar.
Otro que, con el mismo propósito, permanece absolutamente inmóvil.
Con la edad los prejuicios se vuelven peligrosos. Uno se siente orgulloso de ellos. Les está agradecido, como si fuesen ellos los que le han permitido continuar con vida. Y así, suelen activarse muy tarde del modo más curioso. Podría hablarse incluso de un florecimiento tardío de los prejuicios. Ya no se combaten, no se les opone resistencia. Uno los va sacando a la luz por separado y los contempla detenidamente, cual productos de una vida riquísima, auténticas joyas, restos inagotables. Cuando alguien nos los echa en cara: ¡pero si son prejuicios!, asentimos encantados. ¡Ojalá tuviéramos más! ¡Ojalá no hubiéramos perdido algunos en el camino! Quien posee prejuicios tiene cierto peso y lo sabe. Los jóvenes que apenas tienen son para él paja en el viento. El que posee prejuicios está decidido a no renunciar a nada suyo que irrite a los demás.
Todos los rostros que no he olvidado. Hace años que no se les suma ninguno. Quien entre hoy en mi vida tendrá que buscarse un rostro en ese montón. Yo le ayudaré. Y no será él, será uno más del montón.
Qué ridículo querer ser amado y conocerse.
Las hormigas están ociosas la mayor parte de su vida. La revolución imaginada por las hormigas.
Ningún sueño es tan descabellado como su interpretación.
Del inconmensurable legado de la Antigüedad, lo más vivo son las metamorfosis.
Sus efectos siguen siendo inagotables. Jamás se agotarán.
El que haya sabido pronto de ellas no estará jamás —ni siquiera hoy— perdido. De todos los milagros, éste es el único que sigue siendo creíble.
El viento liberador de Büchner, en cada una de sus frases. Ese viento sólo lo conozco en él. No es aliento, es viento, o viento en lugar de aliento. No pensamos en él, sopla y nos arrebata toda debilidad y toda altivez.
Hay un viento comparable en la Biblia, pero más pesado, del que uno no se libra sin esfuerzo, que pone trabas a la libertad. El viento de Büchner es libertad… para todos.
Habla mucho de los animales quien se avergüenza de los hombres.
Clasifica los instantes, hasta que se apagan.
S. empieza por dar rienda suelta al terror, y acto seguido amenaza con lo más terrible que atribuye a los demás. Hitler empezó ocultándolo para luego revelarlo poco a poco. Siempre se reservó la gradación.
Una de las principales armas de S. es el respeto por la vida de los americanos (e ingleses). A ello contrapone su ligereza en el trato con las vidas de los de su bando. 53.000 víctimas costó reconquistar Fao, según dicen, muchos más muertos que los que dejaron los americanos en Vietnam tras diez años de guerra.
Nunca antes se habló con tanta crudeza de montañas de cadáveres como factores de cálculo. S. es asirio, tampoco ha olvidado cómo se hicieron los mogoles con Bagdad. La historia no se detiene nunca. Y alcanza su mayor eficacia en los poderosos que encuentran en ella un modelo y un acicate.
El mundo se mueve hoy a una velocidad vertiginosa. Semejante aceleración nos resulta familiar por las guerras y revoluciones. Pero ahora constituye un movimiento en sí, antes de las guerras o sin ellas; incluso las revoluciones son ahora polivalentes.
Son movimientos de masas que responden a una nueva dinámica que nadie ha podido escrutar todavía; por ello resultan difícilmente comprensibles y sus síntomas mudables.
Uno los da por buenos porque disuelven rigideces, muy reseco tendría que estar para no aprobar su advenimiento. Pero nadie sabe adonde nos llevarán. Hay un hecho incontestable: la historia no sigue un curso predecible. Permanece siempre abierta. Nadie actúa según su sentido, ya que nadie lo conoce. Lo más probable es que no lo tenga. Eso significaría que, al estar abierta, siempre es influenciable, y, por decirlo de algún modo, está en nuestras manos. Tal vez estas manos sean demasiado débiles para hacer algo con ella. Pero como tampoco estamos seguros de eso, debemos intentarlo.
En un espíritu repleto de contenidos los prejuicios tienen otra función: son diques de la espera.
Y ahora todos se levantan y, en lugar de culparle, le miran asombrados.
Miradme, soy yo. Reconocedme, para que os reconozca. Decidme dónde estuvisteis. ¡Cuánto tiempo habéis dormido! Yo os he velado, nadie os ha tocado un solo cabello. Estáis aquí. Estáis aquí. Estáis aquí.
Habéis venido por caminos dispares. Yo os aguardaba, cada noche me dormía para esperar vuestra llegada, y renqueaba decepcionado de noche en noche.
Al fin os veo, y espero una palabra. Será lo más bello, la palabra más bella de todas las lenguas, y cuando me la entreguéis, una nueva lengua brotará de ella.
Podría llamarse nostalgia, esta espera tan prolongada. No, es más. Porque esta espera os ha preservado de todo cambio.
Lo último que perdió fueron los nombres. Se disolvieron en el suyo sin que él se diera cuenta. Dejó de percibir sus límites, y, al escucharlos, ya no los reconocía como tales. Ya no advertía cuánto le odiaban. Olvidó lo que era el rencor. Nadie tenía hambre. Saciados en todas las calles. Invitaba a transeúntes a su casa, y ellos preferían perderse. Las sombras y las personas caminaban separadas.
Necesita personas más ilustres para jactarse con ellas.
Cuando dejó marchar al último rehén, se hundió y entregó su espíritu —dominar el mundo con rehenes.
Claro que es verdad que pertenezco a ellos, a los más polémicos. Pero sólo por ese motivo.
Por lo demás, pertenezco a todos los que tienen un rostro.
Lo dice una y otra vez, lo repite cien mil veces: aunque esta vida fuese aún más humillante, tampoco renunciaría a ella.
Es confusa y sigue siendo insondable.
Si esa inteligencia que el hombre posee tiene algún significado, es sin duda que impugna todo cuanto asume.
En lugar de atenerse a los animales, se atiene a sus formas. Esas no serán asesinadas.
¿Qué escritor no le ha hablado a su mosca?
¿A quién no reconozco en su mosca?
¿Quién no tiene una mosca trapaleando para él?
Siendo ya muy mayor, volvió a florecer y se puso a contar una mentira tras otra. Perseguía a todo el que quisiera escucharle. Lo acosaban hasta en sueños, y él seguía hablando. Mientras hablase, no moriría. Se volvió tan viejo como el hombre más viejo, e incluso más. Un auténtico torrente de mentiras manaba de él, casi todas nuevas, y el que le veía así no desesperaba y contaba confiado con doscientos o trescientos años más.
Todo le altera: una carta, una conversación. Todo lo que viene de fuera le desasosiega. Pero lo que más le intranquiliza es que le hagan hablar. Entonces estalla y percibe las fuerzas que, desaprovechadas, habitan en él. La vida que lleva es errónea. Debería incrementar su actividad al máximo y permitirse la progresión a la que todo le incita. Pero dice no, no a diestro y siniestro, se enorgullece de su continencia y grazna dignidad.
Que uno deba existir a pesar de que existan otros totalmente distintos, que deba uno saberlo y no pueda ser como los que son totalmente distintos, que haya que hacerles justicia, aunque sigan siendo distintos... ¡qué difícil, que indeciblemente difícil!
Cuando la curiosidad remite, él relee algún griego. Y es que quiere enterarse de todo de nuevo.
Es posible que no supiera nada. Pero sabía una cosa: lo que significa dejar de estar.
La grandeza de Pascal radica en su autolimitación. Nunca ha habido otra más elocuente. Una y otra vez interrumpe su discurso. Y, así, éste se lee como si, nada más enunciarlo, él mismo lo interrumpiese. Todas las frases, las cortas y las largas, todos los fragmentos de sus frases son como de hoy.
¿Acaso debiera ser un precepto del decoro revisar frase por frase lo —supuestamente— mejor que uno ha escrito, y refutarlo? No, porque entonces seríamos como esos que se pasan media vida luchando enconadamente por algo, y la otra media defendiendo enconadamente lo contrario.
No hay que refutarse. Lo único decoroso es callar.
¿Realmente has podido pensar que una guerra que dura ocho años no deja secuelas?
S. es esa secuela.
Si algún día llego a alcanzar aquello que fue grande, tan grande que se ha preservado, si llego a vivir el día en que esté permitido llamarlo así, no quedará nada de mí y sabré, con la conciencia tranquila, que he vivido para acercarme a eso.
Y entonces tampoco me avergonzaré de la palabra "grande", porque durante toda mi vida he combatido lo que tiene de prohibido.
Los países con sus lenguas-bandera y cómo se aplauden unas a otras.
Uno que nunca ha estado solo se encuentra con uno que siempre estuvo solo.
Todos los perdidos que tienen dinero. Compran, compran, y compran, hasta que se asfixian.
Todos los afortunados que pueden desear lo que no puede comprarse.
Los diarios de Babel del año 1920. Se colige de ellos que Babel no pasaba por judío entre los judíos que conoció en el regimiento de caballería de Budjonny,
Los diarios, que luego dieron pie a sus relatos, contienen muchas cosas; la vida que llevó entre los cosacos durante la guerra fue una vida salvaje y plena. Los relatos parecen más ricos y espontáneos. Sólo el recuerdo confiere auténtica espontaneidad a la experiencia.
Babel fue apresado en 1939 y fusilado ya en 1940 en la Lubianka.
Lo leí por primera vez hace más de sesenta años. Y mi admiración por él no se ha visto mermada por nada de lo que he leído después.
De todos los autores rusos modernos es el que siento más próximo. Ahora veo que no me equivocaba al recordar su profundo respeto por Gogol y su veneración por Maupassant. Pero de Dostoievski y Tolstoi apenas me habló.
Lo visto en Babel es su mundo, tal y como surge.
Lo oído en él son los judíos. Lo específico de sus narraciones es el modo en que lo visto se mezcla con lo oído.
La forma en que se esconde de los judíos, a los que no pertenece menos que a Gorki, un ruso, o al francés Maupassant. Al fin y al cabo, les ofrece una madre judía, vínculo que lo hace totalmente incomprensible para ellos.
No hay nada más ajeno a Babel que la guerra. Precisamente por eso habrá de exponerse a ella. Lo que para los cosacos es alegría salvaje, para él es tortura. Pero ha de verla en todos sus detalles, a sus ojos la tortura no es una nimiedad.
En el diario, lo visto se reproduce a veces con excesiva fidelidad, en los relatos, nunca.
La manía persecutoria de Babel comienza pronto debido a los pogromos. Trata de escabullirse participando en la revolución. Se involucra en la guerra y precisamente por ello se acerca a los pogromos. El contenido de sus relatos le granjea la enemistad de importantes personalidades de esa guerra. Y allí comienza su ruina a manos de los esbirros de la revolución. Desde que publica Caballería roja hasta su fin, no deja de luchar por su vida. Se gana la confianza de los responsables de la persecución, frecuenta a su jefe. Sabe lo que le espera. Sabe, también, que es por escribir. Su escritura se ve paralizada por ello, y trata de ocultarlo tras una prosa evasiva y artificial. Inconcebible el terror bajo el que debió vivir. Lo ve todo claramente. Incluso en prisión se preocupa por sus manuscritos. Constituyen el texto del peligro. De no haber escrito, probablemente habría conservado la vida.
No has previsto nada. Te sentiste dichoso al ver virar el terrible peligro que se cernía sobre la Tierra. Y por no perder esa felicidad, no analizaste las consecuencias de ese viraje.
Pero, ¿hay alguien que haya previsto algo? ¿No es cierto que cualquier previsión se ha vuelto imposible, y que ya sólo planificamos como los ciegos?
Es como si nada de lo que te pasa por la cabeza fuese ya apremiante. Te ocurre, como quien dice, sólo a ti.
Antes, tus pensamientos tenían un extremo abierto que, de un modo natural, buscaba otros. Allí residía, podría decirse, la esperanza del pensamiento. Cuanto más decididamente lo interrumpía, más esperanza conservaba. Con cada roce se ampliaba misteriosamente. Debería describirse cómo crecen los pensamientos entre las personas.
Hoy, el pensamiento se interrumpe en vano. Ha perdido el placer de ver surgir otros, de aventurarse en otros. Seguramente es esto lo que sienten de continuo los pensadores sistemáticos. Lo que yo experimento como una desgana producida por los años lo utilizan ellos para legitimar su pensamiento.
Se ha aliado con la palabra tortura y la busca en chino.
Los devastadores de palabras, ¿qué tengo yo que ver con ellos?
¿Qué queda de los mitos bajo sus cuchillos?
Alabanza, ofensiva por todo aquello que deja de lado.
La burda concepción que tiene Tolstoi de viejo del sexo: su fuerza. Es capaz de arremeter contra sí mismo sin convertirse en un charlatán.
Una persona que se combate ha de tener algo que combatir. La maldad de Tolstoi es su voracidad, de la que su mujer se venga castigándole. Ambos quieren castigarse: ella por la violación a la que cede, él por la voracidad que le aboca a ella.
El más religioso es el que no se deja disuadir de la muerte.
El ridículo atleta entre los templos milenarios. Quiere llevárselo todo de recuerdo. El retrato de la pirámide: su mausoleo.
Queda muy poco de lo que soñamos de jóvenes. ¡Pero el peso de ese poco!
Esa última confrontación, el correr de los días —ya sólo quedan diez— ha destruido la felicidad del último año. Empiezo a avergonzarme de esa felicidad como de una ilusión infantil.
A mis ojos, la luna se ha roto en tres pedazos.
La muerte como instrumento del poder no puede cesar repentinamente. Pero cabe imaginar un proceso en tal sentido. Hace un año aún podía pensarse que se había iniciado esa andadura. Pero este año, este espléndido año ha concluido, y volvemos a estar donde empezamos.
Todos esos sentimientos inútiles, como los de los animales antes de ser sacrificados.
El poderoso dispone a su antojo de sus enemigos, a veces de un modo, a veces de otro. Quizá sea cierto que S. terminará por marcharse. ¿Qué se llevará? ¿Dónde pasará el resto de sus días? Uno le ve ante sí, centenario, acariciando cabezas de adolescentes.
Su ejemplar vida familiar. El hombre que soporta millones de muertos sobre sus espaldas porque ha apuntalado su vida con gasificaciones.
Este deseo de permanecer, una especie de contabilidad.
¿No sería más correcto que no quedase nada de una vida, absolutamente nada? ¿Que la muerte significase extinguirse de pronto en todos los que retengan alguna imagen de uno? ¿No sería más cortés frente a los que vendrán? Pues tal vez todo lo que queda de nosotros constituye una exigencia que les abruma. Quizá por eso no es libre el hombre, porque queda demasiado de los muertos en él, y ese mucho se resiste a extinguirse.
La sed de olvido —¿insaciable?
Hay ciertos muertos en los que nunca pensamos con nostalgia. Y algunos muy valiosos entre ellos.
Se esfuerza en persuadir a los demás hasta que se aprovechan de él. Entonces ya puede despreciarles.
Posee más dignidad de la que tolera. Cuando se la quita, repta.
Quiere que le busquen para esconderse mejor.
Su pasión más salvaje: el agradecimiento. Es de admirar que al contacto con ella no se haya roto en pedazos como el que sucumbe a la pasión por el juego.
Ensalza a nuevas celebridades mediante otras, más antiguas. Reconoce a antiguas celebridades a través de las nuevas. Sus operaciones de cambio.
No conoce imagen alguna. Ha vivido sin imágenes. Nunca supo de su existencia.
La primera imagen.
En el mito es donde primero me reconozco. Llamo mito a todo lo que entra en mí de un modo natural, como el aliento. En las épocas en que se cierra, lo llamo de otro modo. Entonces lo dejo a un lado, a la espera de que retorne su simplicidad. El mito jamás es confusión, ni siquiera el más pavoroso; en cuanto mito ha de tener rumbo y fuerza, y, finalmente, sentido, siempre que no salte a la vista.
Encontrar el camino hacia otro pasado, con personas de las que jamás te acordaste.
El pasado de esos tres libros te paraliza. Es demasiado cierto.
¡Cuánto me han irritado los que abandonan dignamente la vida, cómo me he esforzado por rebatirles y denegarles lo que sin duda experimentaron!
Hoy pienso en ellos con ternura, aún podrían estar con nosotros, —¿trataría de convencerles ahora?
Que alguno regrese a mí, uno solo, y renunciaré.
Pero mientras no regrese ninguno, me quedo.
Salieron de la Biblia y se abalanzaron sobre él.
La auténtica vida del espíritu consiste en re-leer.
De muchos destinos de los que tenemos noticia se va formando un destino propio que hemos perdido.
Hemos empleado mucho tiempo en echarle una mano a la vida, por decirlo de algún modo. Tal vez fuese tiempo perdido. Pero no puede ser de otro modo. La ligereza es, sin duda, felicidad.
Me inclino ante la pesadumbre.
Ya sólo se compone de las pocas palabras que ha repetido en demasía.
¿Limitarse a aquello que realmente nos concierne?
Precisamente ahí radica la miseria y la gloria del hombre, que ha de preguntar por aquello que no le concierne en absoluto.
Cuando dice que sólo cree en la metamorfosis quiere decir que se ejercita en la evasiva, sabiendo a ciencia cierta que él aún no escapará a la muerte, aunque otros, tal vez, algún día otros...


Sobre "La invención de Morel" Adolfo Bioy Casares

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Marienbad


-Usted sostiene que "La invención de Morel" es una de las novelas "más cautivantes de este siglo" y señala la influencia que tuvo sobre escritores franceses como Georges Perec y Robbe-Grillet. ¿Podría ampliar un poco más al respecto?

-Me interesaría que el público francés se dejara cautivar por el conjunto de la obra de Bioy, pero es cierto que "La invención.." es una máquina que sigue produciendo sus efectos. "Cautivar" es la palabra justa, porque la máquina inventada por Morel cautiva a los veraneantes como Faustine cautiva al fugitivo y él finalmente se cautiva a sí mismo. Esto quiere decir que, con un extraordinario rigor y una extraordinaria eficacia, esta novela desarrolla una temática que imita su propio funcionamiento ; es una novela que dice lo que hace y que hace lo que dice. Se tradujo al francés en 1952, cuando empezaban el Nouveau Roman y la Nouvelle Critique. Perec, que era miembro del OULIPO, le dedica algunas páginas de "La Disparition", en las que la reescribe, si no me equivoco. Y Robbe-Grillet saca tal vez de ella alguna inspiración para el guión de "L'Année dernière à Marienbad", que escribe a principios de los sesenta para el cineasta Alain Resnais. Lo divertido es que Robbe-Grillet no reconoció, por lo menos al principio, la influencia de esta novela, dijo que no la había leído. Pero ocurre que la última palabra del primer capítulo de "La invención" es la palabra "Marienbad", lo que podría producir infinitas perplejidades. La realidad es menos novelesca, ya que Robbe-Grillet escribió una nota crítica sobre "La invención" en 1953, en la revista "Critique", lo que parece ser una prueba suficiente de que la había leído ; es una nota bastante divertida, además, porque su punto de vista es increíblemente "clásico" y "naturalista" ; Robbe-Grillet parece reprocharle a Bioy su exceso de geometría y su falta de humanismo... ¿Quién lo habría pensado?~

(De una entrevista, inédita, a Michel Lafon: especialista en la obra de Adolfo Bioy Casares, autor de "Borges o la reescritura", traductor de César Aira al francés, docente universitario, escritor.)
http://eduardoberti.blogspot.com/

¿Quién fue Jean Paul Sartre?

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Fue un filósofo, dramaturgo, novelista y periodista político francés, uno de los principales representantes del existencialismo. Sartre nació en París el 21 de junio de 1905 y falleció el 15 de abril de 1980.

Su padre fue militar naval y falleció a los pocos meses de su nacimiento, Jean Paul Sartre fue criado por su madre, Anne Marie Schweitzer, hermana de Albert Schweitzer y su abuelo.

En 1915 ingresó en el liceo Henri IV de París y al año siguiente, debido al segundo matrimonio de su madre, se trasladó a La Rochelle, donde continuó sus estudios. En 1920, Jean Paul Sartre regresó a París e ingreso en la "École Normale Supérieure", donde conoció en 1929 a Simone de Beauvoir, su compañera de toda la vida.

Se graduó en 1929 con un doctorado en filosofía y sirvió como conscripto en el Ejército Francés durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), durante la cual fue prisionero de los alemanes entre 1940 y 1941. Tras recuperar la libertad, Jean Paul Sartre volvió a Francia y comenzó a trabajar como profesor de filosofía en el liceo Condorcet y colaboró con Albert Camus en "Combat", el periódico de la Resistencia.

En 1945 abandonó la enseñanza y fundó junto a Simone de Beauvoir la revista política y literaria "Les temps modernes", de la que fue editor jefe. Unos años después comienza a relacionarse activamente con el socialismo, siendo un severo crítico durante la Guerra Fría (1947-1991).

Jean Paul Sartre tuvo una relación fluctuante con el comunismo, acercándose y alejándose de él. Se opuso a la Guerra de Vietnam, y junto a Bertrand Russell y otros organizó un tribunal con el propósito de exhibir los crímenes de guerra de los Estados Unidos.

En 1964 rechazó el Premio Nobel de Literatura, alegando que su aceptación implicaría perder su identidad de filósofo.

Jean Paul Sartre fue una persona sencilla, sin apegarse mucho a las cosas materiales y con un gran compromiso social, siendo el paradigma del intelectual comprometido del siglo XX.


Sus obras más destacadas son:

El ser y la nada (1943)
El existencialismo es un humanismo (1945)
La transcendencia del ego (1936)
La náusea (1938)
El muro (1939)
Esbozo de una teoría de las emociones (1939)

Algunas de sus mejores frases:

"El mundo podría existir muy bien sin la literatura, e incluso mejor, sin el hombre"

"Felicidad no es hacer lo que uno quiere sino querer lo que uno hace"

"Lo importante no es lo que han hecho de nosotros, sino lo que hacemos con lo que han hecho de nosotros"

"Una batalla perdida es una batalla que uno cree que ha perdido"

"Quien es auténtico, asume la responsabilidad por ser lo que es y se reconoce libre de ser lo que ser"

"Al querer la libertad descubrimos que ella depende enteramente de la libertad de los demás"

"Aquello que cada uno de nosotros es, en cada momento de su vida, es la suma de sus elecciones previas. El hombre es lo que decide ser"

"Como todos los soñadores, confundí el desencanto con la verdad"

"Cuando los ricos se hacen la guerra, son los pobres los que mueren"

"El hombre está condenado a ser libre"

"El hombre nace libre, responsable y sin excusas"

"En el amor, uno y uno son uno"

"Habremos de ser lo que hagamos, con aquello que hicieron de nosotros"

"Incluso el pasado puede modificarse"

"Lo importante no es lo que han hecho de nosotros, sino lo que hacemos con lo que han hecho de nosotros"

"Lo más desagradable del mal es que a uno lo acostumbra"

"Los hombres son como los dados, se lanzan en la partida de la vida"

"No perdamos nada de nuestro tiempo; quizás los hubo más bellos, pero este es el nuestro"

"No se es escritor por haber elegido decir ciertas cosas, sino por la forma en que se digan"

"No somos libres de dejar de ser libres"

"Quien es auténtico, asume la responsabilidad por ser lo que es y se reconoce libre de ser lo que es"

"Ser libre no es querer hacer lo que se quiere, sino querer hacer lo que se puede"

"Temblad ante el esclavo cuando rompe sus cadenas, no tembléis ante el hombre libre"

"Todo ha sido descubierto salvo cómo vivir"

"Todo lo que existe nace sin razón, se prolonga por debilidad y muere por casualidad"

"Todos los medios son buenos cuando son eficaces"

"Trata de amar al prójimo. Ya me dirás el resultado"







Jean Paul Sartre
             (Francia, 1905-1980)           
  Filósofo francés, dramaturgo, novelista y periodista político, es uno de los principales representantes del existencialismo. Sartre nació en París el 21 de junio de 1905; estudió en la École Normale Supérieure de esa ciudad, en la Universidad de Friburgo, Suiza y en el Instituto Francés de Berlín. Enseñó filosofía en varios liceos desde 1929 hasta el comienzo de la II Guerra Mundial, momento en que se incorporó al ejército. Desde 1940 hasta 1941 fue prisionero de los alemanes; después de su puesta en libertad, dio clases en Neuilly (Francia) y más tarde en París, y participó en la Resistencia francesa. Las autoridades alemanas, desconocedoras de sus actividades secretas, permitieron la representación de su obra de teatro antiautoritaria Las moscas (1943) y la publicación de su trabajo filosófico más célebre El ser y la nada (1943). Sartre dejó la enseñanza en 1945 y fundó, con Simone de Beauvoir entre otros, la revista política y literaria Les temps modernes, de la que fue editor jefe. Se le consideró un socialista independiente activo después de 1947, crítico tanto con la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) como con los Estados Unidos en los años de la guerra fría. En la mayoría de sus escritos de la década de 1950 están presentes cuestiones políticas incluidas sus denuncias sobre la actitud represora y violenta del ejército francés en Argelia. Rechazó el Premio Nobel de Literatura de 1964 y explicó que si lo aceptaba comprometería su integridad como escritor. Las obras filosóficas de Sartre conjugan la fenomenología del filósofo alemán Edmund Husserl, la metafísica de los filósofos alemanes Georg Wilhelm Friedrich Hegel y Martin Heidegger, y la teoría social de Karl Marx en una visión única llamada existencialismo. Este enfoque, que relaciona la teoría filosófica con la vida, la literatura, la psicología y la acción política suscitó un amplio interés popular que hizo del existencialismo un movimiento mundial.

En su primera obra filosófica, El ser y la nada (1943) Sartre concebía a los humanos como seres que crean su propio mundo al rebelarse contra la autoridad y aceptar la responsabilidad personal de sus acciones, sin el respaldo ni el auxilio de la sociedad, la moral tradicional o la fe religiosa. Al distinguir entre la existencia humana y el mundo no humano, mantenía que la existencia de los hombres se caracteriza por la nada, es decir, por la capacidad para negar y rebelarse. Su teoría del psicoanálisis existencial afirmaba la ineludible responsabilidad de todos los individuos al adoptar sus propias decisiones y hacía del reconocimiento de una absoluta libertad de elección la condición necesaria de la auténtica existencia humana. Las obras de teatro y novelas de Sartre expresan su creencia de que la libertad y la aceptación de la responsabilidad personal son los valores principales de la vida y que los individuos deben confiar en sus poderes creativos más que en la autoridad social o religiosa. En su última obra filosófica Crítica de la razón dialéctica (1960), Sartre trasladó el énfasis puesto en la libertad existencialista y la subjetividad por el determinismo social marxista. Sartre afirma que la influencia de la sociedad moderna sobre el individuo es tan grande que produce la serialización, lo que él interpreta como pérdida de identidad y que es equiparable a la enajenación marxista. El poder individual y la libertad sólo pueden recobrarse a través de la acción revolucionaria colectiva. A pesar de su llamamiento a la actividad política desde ópticas marxistas, Sartre no se afilió al Partido Comunista Francés, y así conservó la libertad para criticar abiertamente las intervenciones militares soviéticas en Hungría (1956) y en Checoslovaquia (1968). Otros textos de Sartre son las novelas La Náusea (1938) y la serie narrativa inacabada Los caminos de la libertad, que comprenden La edad de la razón (1945), El aplazamiento (1945) y La muerte en el alma (1949); una biografía del controvertido escritor francés Jean Genet, San Genet, comediante y mártir (1952); las obras teatrales A puerta cerrada (1944), La puta respetuosa (1946) y Los secuestradores de Altona (1959); su autobiografía, Las palabras (1964) y una biografía del autor francés Gustave Flaubert El idiota de la familia (3 volúmenes, 1971-1972) entre otros muchos títulos. Murió en París el 5 de abril de 1980.  © eMe

Muere el 15 de abril de 1980 en el hospital Broussais. Es enterrado el 20 de abril, rodeado de una inmensa multitud. Varias decenas de miles de personas le acompañan hasta el cementerio de Montparnasse.

Yesterday - The Beatles La canción mas famosa del Siglo XX (VIDEO)

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«Yesterday» (en español: «Ayer») es una canción compuesta por Paul McCartney, grabada en 1965 para el álbum Help!. Según el Libro Guinness de los récords,«Yesterday» es la canción con más transmisiones en la radio en todo el mundo, con más de seis millones de emisiones en los Estados Unidos. «Yesterday» es además la canción más versionada en la historia de la música popular con unas de 1600 interpretaciones diferentes. La Broadcast Music Incorporated (BMI) afirma que en el siglo XX, la canción fue interpretada cerca de 7 millones de veces.

Origen

De acuerdo con los biógrafos de McCartney y The Beatles, McCartney compuso la melodía completa en un sueño que tuvo en la casa de su novia Jane Asher y su familia en Londres, en la calle Wimpole. Al despertarse, fue rápidamente al piano, puso en funcionamiento una grabadora de cintas y la tocó, para no olvidarla junto con su sueño. Inicialmente McCartney temió haber plagiadouna composición existente, comentando al respecto:
"Durante cerca de un mes fui a ver gente del negocio de la música, preguntándoles si conocían esa melodía. Fue como si hubiera encontrado algo que debía entregar a la policía. Pensé que si en unas semanas nadie la reclamaba entonces sería mía."
Después de convencerse de que no había tomado la melodía de otra composición, McCartney empezó a hacerse cargo de la letra que la acompañaría. Originalmente, la canción tenía el título de "Scrambled Eggs" (en español: "Huevos revueltos"), mientras encontraba la letra y un título más adecuado. En su biografía, Many Years From Now, McCartney dijo:
"Lo primero que hice con la melodía fue verificar si no tenía dueño, y la gente me dijo: 'No, es encantadora, y estoy seguro de que es toda tuya'. Me tomó un poco de tiempo asegurarme que no pertenecía a alguien, pero como un buen buscador, finalmente la reclamé como mía; al principio no sabía qué letra adaptarle. Solía llamarla "Huevos revueltos".
http://es.wikipedia.org/wiki/Yesterday

Bajo el volcán, Malcom Lowry (1947) Una de las mayores obras del siglo XX (Bajar Libro y Película)

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Bajo el volcán es una novela, en parte autobiográfica, escrita por el escritor inglés Malcolm Lowry en el año 1947 La primera traducción al español la realizó Raúl Ortiz y Ortiz en el año 1964 para Ediciones Era. Lowry empezó a escribir la obra cuando tenía 26 años y tardó diez años en finalizarla. Es considerada como su obra maestra y como una de las mayores obras de la literatura de todos los tiempos. En el año 1999 la editorial Modern Library incluyó a la novela en el puesto undécimo de su lista de las 100 mejores novelas en habla inglesa del siglo XX.
La acción de la novela transcurre en el año 1938, en el Día de Muertos y narra lo que acontece a Geoffrey Firmin, un excónsulbritánico alcoholizado, en la ciudad mexicana de Cuernavaca. Ese día le acompañan su exmujer Yvonne y su hermanastro Hugh.

                                                                   Malcom Lowry
Bajo el volcán
Una de las novelas fundamentales del siglo XX, Bajo el Volcán es una crónica de la autodestrucción humana. Casi una autobiografía en que su autor, Malcolm Lowry retrata tanto su época y tensiones, los años ´30 y ´40 del siglo XX, como sus crisis con sus propios demonios.
El autor habla:

"Puede considerarse [Bajo el volcán] como una especie de sinfonía, o, en otro sentido, como una especie de ópera, y hasta como una película de vaqueros. Es música hot, un poema, una canción, una tragedia, una comedia, una farsa, etcétera. Es superficial, profunda, entretenida y aburrida, según el gusto del lector. Es una profecía, una advertencia política, un criptograma, una película cómica, unas palabras escritas en un muro. Puede considerarse también como una especie de máquina... En el caso de que usted piense que he hecho cualquier cosa menos una novela, es mejor que le diga que en el fondo mi intención era la de escribir, aunque sea yo quien tenga que decirlo, una novela profundamente seria. Pero también es, y lo sostengo, una obra de arte, en cierto modo distinta a lo que usted creía, y también mejor lograda, siempre de acuerdo con sus propias leyes".


Descárgalo del siguiente enlace:


Bajo el volcán (1984)




Bajo el volcán 

Film John Huston
Novela  Malcolm Lowry


Bajo el volcán: Lowry, Huston, México.
Cuernavaca es una provincia cotidiana para el paseante de la Ciudad de México, pero aparece para el espectador extranjero, en particular para la cinematografía de Estados Unidos, como un entorno de aventura. El 1 de noviembre de 1984, las calles de esa localidad, población situada no demasiado lejos del volcán Popocatépetl, se encuentran llenas de vida y color. Pero el espacio en el que reina mayor vitalidad son los panteones, pues al día siguiente se celebra el Día de Muertos, uno de las festejos más sentidos por los habitantes de todo el país. La película Bajo el volcán del director John Huston, montó sus escenarios allí. La cámara sigue a un hombre de mediana edad que contrasta con la multitud de mexicanos que festejan “Todos santos”. Lleva un traje negro formal, y sus ojos se ocultan tras unas gafas oscuras. Es un caballero respetable, pero su postura recta y erguida no basta para ocultar un paso levemente tambaleante. Estos gestos, simples pero extraños, sólo pueden significar lo siguiente: el ex cónsul británico Geoffrey Firmin (Albert Finney) es alcohólico. Durante las 24 horas siguientes se emborrachará sin parar, de hecho, beberá hasta su muerte.
Gabriel Figueroa había fotografiado para John Huston La noche de la iguana, adaptación de Tennessee Williams también rodada en México, y volvió a trabajar con el realizador en esta traslación de la (se decía) infilmable novela de Lowry. La crisis existencial de un diplomático británico en México, que deriva en el alcoholismo y la búsqueda de la muerte, interpretado con talento por Albert Finney. Pero es precisamente Figueroa quien ayuda a la creación de una atmósfera; construyendo un tono, que en cine es tarea difícil de lograr.
Huston decidió trasladarse a México (país que apreciaba desde hace muchos años). Aquí había descubierto o reafirmado muchas cosas que le fascinaban y marcaron para parte de su obra; ciertas formas del folklore nacional: las peleas de gallos, el mezcal, el tequila (14). Huston nuevamente instalaba sus sets en México para rodar una cinta donde el atormentado personaje principal buscaba la redención y la esperanza de su propio ser, al encontrarse con su ex esposa (a quien había dejado desde hace un año) después de que ésta había tenido una aventura con su hermanastro Hugh. En el transcurso de los desesperados excesos de la noche, Geoffrey visita un altar de la Virgen María. Yvonne, su mujer está dispuesta a darle otra oportunidad. Aunque su ebriedad y sus celos le han resultado insoportables, ama a Geoffrey, todavía, y no a Hugh. La pareja reconciliada acaba en la cama; pero Geoffrey se muestra impotente, incapaz de perdonarle a ella su infidelidad. Ansiaba el regreso de su mujer pero ahora no puede tolerar su presencia.
Hugh que luchó en la Guerra Civil Española en el bando republicano (el perdedor), ha estado buscando a Geoffrey desde la marcha de Yvonne. Los tres juntos toman el autobús a Tomalin para asistir a la festividad mexicana. Por el camino, se encuentran con un indígena moribundo a orillas de la carretera. Sin previo aviso, un grupo uniformado los obliga a volver a subir al camión; son miembros del ejército. Los tres observan indignados cómo uno de los pasajeros limpia con un pañuelo la sangre de las monedas que le ha robado al moribundo.
Más tarde, asisten a una corrida de toros. En la plaza reina un ambiente alegre y bullicioso, y Geoffrey e Yvonne se acercan mutuamente de nuevo. Parece que aún les queda un futuro por delante como pareja, y Geoffrey empieza a hacer planes: una casita en el mar, en algún lugar de Canadá, aunque Geoffrey sabe de antemano que son esperanzas vanas. En una violenta discusión impregnada de odio, abre el corazón a su verdad. Con las palabras “he escogido el infierno, el infierno es mi hábitat natural”, vuelve a huir de Yvonne y acaba en el peor antro del lugar, una taberna llamada “El farolito”.
Cuando Yvonne y Hugh lo alcanzan, lo encuentran in fraganti con una prostituta. Poco después un grupo de hombres empieza a hacerle preguntas en la cantina. Afuera, Geoffrey ve un caballo; recuerda que pertenecía al indígena muerto y comprende que los hombres que lo interrogan agresivamente son sus asesinos. Cuando los increpa a gritos y en la cara, firma su sentencia de muerte. Lo asesinan. Espantado por los disparos, el caballo se desata, arrolla a Yvonne y la mata. En los últimos fotogramas de la película vemos el majestuoso volcán cubierto de nubes, antes de que la cámara descienda y recorra la barranca, una de las grietas profundas que plagan las llanuras de los cercanías del Popocatépetl; allí yace el cadáver de Geoffrey, como si hubiera quedado atrapado en las entrañas del infierno.
La novela de Malcolm Lowry, publicada en 1947 (6), despliega una compleja red de alusiones simbólicas (la barranca, el volcán, el Farolito, el caballo, Día de Muertos, la imposibilidad de la salvación espiritual). La adaptación de John Huston logra extraer los elementos narrativos esenciales del libro y expresarlos con un lenguaje audio-visual intenso y sensitivo. La cámara subjetiva de Gabriel Figueroa le ofrece al espectador primeros planos que construyen la experiencia del protagonista, el tono logrado por la fotografía es la de una juerga y una cruda moral a la vez, si esto es posible. Y la lograda interpretación de Albert Finney dota a la película de una tensión dinámica que va mucho más allá del simple interés argumental. Es sobre todo gracias a su presencia física, vocal y gesticular que la película combina de forma tan convincente en la figura del bebedor solitario, su catástrofe política y su tragedia personal. Aquí, el cine narrativo y puro de John Huston ofrece mucho más que un examen conmovedor de la vida de un alcohólico. La fuerza expresiva de la película le revela al público un mundo en que la locura aparente es un vehículo para el credo de un gran moralista y escéptico, como lo fue Lowry.
Leyendo la imagen, la fotografía de Gabriel Figueroa (en este su último trabajo) (23) llega hasta el fondo del espíritu corroído de un borracho y arroja luz sobre el devenir de un alma en pena (el propio Lowry) y los empeños de su personaje en la tumultuosa situación social de México y el mundo en 1938 (6). En Bajo el volcán, Figueroa demostrará que también era virtuoso en el uso del color, su estrategia cromática hará sentir que la luz y el color que son vida, a veces también hieren.
Huston en Cuernavaca ocupó la misma casa en que el escritor Malcolm Lowry vivió. Allí, el director de cine tuvo una de las locaciones de Bajo el volcán. En un camino aledaño, franqueado por una barranca verde, Albert Finney iba y venía memorizando sus parlamentos; en otro lugar de la estancia, al aire libre por el calor sofocante, protegida por una sombrilla y vestida informalmente, estaba Jacqueline Bisset conversando con Emilio Fernández.
Emilio "el Indio" Fernández es punto y aparte para dar luz de la presencia de John Huston en México (9). Ellos se conocieron en 1925, cuando Huston visitó México por primera vez, y a donde acabó volviendo siempre. Incluso se decía, sin prueba alguna, que Huston había pertenecido por un tiempo a las tropas revolucionarias de Pancho Villa; o que con “el Indio” se había alistado, sin ninguna veracidad, en el cuerpo de la caballería mexicana, y que fueron desmovilizados en 1927. Así, “el Indio” lo introdujo en las corridas de toros, el arte precolombino, las apuestas más descabelladas, la atracción por practicar una variante local del juego de la "ruleta rusa" (arrojar una pistola cargada al aire); además de compartir el gusto mutuo por los caballos, las mujeres, y la cultura mexicana. Lo que sí es cierto es que estos dos realizadores-actores mantuvieron una larga amistad. (14)
La periodista Lillian Ross, redactora del New Yorker, menciona en su libro “Rodando con Huston”, lo siguiente: “se puede apreciar que John Huston cuidó todos los detalles, en especial la ambientación y la dirección escénica, la composición visual, para sumergir de cierta manera al espectador en una gran intimidad que más que de conductas es de sentimientos. A pesar de su delicadeza, la obra no se aleja en lo más mínimo del historial de Huston, un director siempre obsesionado por lo que son los humanos en lo más profundo de su ser, de su esencia misma”. (24).
Huston conoció a Lowry en Cuernavaca antes que terminara la novela que reescribió varias veces. Lowry demoró más de diez años en terminarla, e hizo unas tres o cuatro versiones, hasta llegar a la definitiva (6). Lograr un guión de esta obra no era fácil, y se habían hecho otros intentos reconociendo la fuerza narrativa del libro; de hecho, Huston recibió cerca de cincuenta guiones antes de aceptar el de Guy Gallo. Huston y Gallo lo trabajaron juntos, durante meses, en Las Caletas, Puerto Vallarta, donde estableció su tercera y última residencia. Para Huston realizar este filme significaba concretar una antigua intención desde que leyó la novela.
Su película número 35 no era de alto presupuesto. Huston decía que la hizo rodeado de amigos. El productor, Michael Fitzgerald, le resaltó a Huston el guión de Guy Gallo. A la viuda de Lowry, Margarie Bonner, le pagaron 350 mil dólares, el gobierno de México, por medio de CONACINE, aportó un millón y medio de dólares, y la Fox y la Universal completaron cuatro millones, que para Hollywood era una cifra modesta.
Fragmento de:  Raúl Miranda, El cine de John Huston descifra las claves del territorio mexicano.


Lowry, Malcolm. Bajo el volcán 



Under the Volcano / John Huston


Año: 1984 
Duración: 109 min. 
País: USA 
Director: John Huston 
Guión: Guy Gallo (Novela: Malcolm Lowry) 
Música: Alex North 
Fotografía: Gabriel Figueroa 
Reparto: Albert Finney, Jacqueline Bisset, Anthony Andrews, Ignacio López Tarso, Katy Jurado, James Villiers 
Productora: Universal Pictures 
Premios 1984: 2 nominaciones al Oscar: Mejor actor (Albert Finney), banda sonora original
Género: Drama | Alcoholismo. Años 30 
Sinopsis: México, 1938. Celebración del día de los muertos. Con su país al borde de la guerra en Europa, el cónsul británico en México, Geoffrey Firmin (Albert Finney), corta todo contacto con sus familiares y se sumerge en un proceso de autodestrucción a través del alcohol y marcado por los recuerdos. Filmaffinity
Crítica: Filmaffinity

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Nazis : Si esto es un hombre, Primo Levi - Documento subtitulado en español

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Si esto es un hombre (en italiano original, Se questo è un uomo) es un relato escrito por Primo Levi entre diciembre de 1945 y enero de 1947, en el que se cuenta la experiencia cotidiana propia del autor, de ascendencia judía, durante su cautiverio en el campo de exterminio nazi de Auschwitz, durante la Segunda Guerra Mundial.


Si esto es un hombre
Los que vivís seguros
En vuestras casas caldeadas
Los que os encontráis, al volver por la tarde,
La comida caliente y los rostros amigos:
Considerad si es un hombre
Quien trabaja en el fango
Quien no conoce la paz
Quien lucha por la mitad de un panecillo
Quien muere por un sí o por un no.
Considerad si es una mujer
Quien no tiene cabellos ni nombre
Ni fuerzas para recordarlo
Vacía la mirada y frío el regazo
Como una rana invernal.
Pensad que esto ha sucedido:
Os encomiendo estas palabras.
Grabadlas en vuestros corazones
Al estar en casa, al ir por la calle,
Al acostaros, al levantaros;
Repetídselas a vuestros hijos.
O que vuestra casa se derrumbe,
La enfermedad os imposibilite,
Vuestros descendientes os vuelvan el rostro.


(Primo Levi, Si esto es un hombre, 1947)







Primo Levi es una de las voces más singulares de la literatura italiana, estudió ciencias y se doctoró como químico en 1941, profesión que compaginó con su actividad literaria. Deportado a Alemania durante la II Guerra Mundial, Levi nunca olvidaría su condición de superviviente de los campos de extermino nazis, una experiencia que marcó profundamente su personalidad y su obra. Al ser liberado regresó a Italia y trabajó como químico industrial de 1946 a 1974, año en que se jubiló. Sin embargo, la pesadilla vivida no dejó de acecharlo; acaso para conjurar tantas cicatrices y poder seguir viviendo, optó por escribir simultáneamente a su desempeño científico, novelas, ensayos, cuentos, artículos y poemas. En 1947 publicó Si esto es un hombre, que junto a La tregua (1963) y Los hundidos y los salvados (1986) acabarían formando la trilogía de Auschwitz. Entre su extensa producción literaria destacan títulos como Historias naturales (1966), Defecto de forma ( 1971); El sistema periódico (1975); La llave estrella (1978) y Si ahora no, ¿cuándo? (1982). Acaso el tormento de la memoria fue más fuerte que todos sus esfuerzos y el 11 de abril de 1987 se quitó la vida arrojándose por el hueco de una escalera.







Breviario de podredumbre, de Emile Cioran

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La obsesión con el suicidio es característica del hombre que no puede ni vivir ni morir y quien nunca aparta su atención de esta doble imposibilidad." Emile Cioran


Breviario de podredumbre es un libro escrito en 1949 por Émile Michel Cioran; su título original es Précis de décomposition.
Se trata de un libro difícil de clasificar y de sintetizar. Está escrito en forma de aforismos y dividido en seis partes:
  • Breviario de podredumbre
  • El pensador de ocasión
  • Rostros de la decadencia
  • La santidad y las muecas de lo absoluto
  • El decorado del saber
  • Abdicaciones
Fernando Savater, traductor del libro, escribe en el prólogo:
Lo que Cioran dice es lo que todo hombre piensa en un momento de su vida, al menos en uno, cuando reflexiona sobre las Grandes Voces que sustentan y posibilitan su existencia. Este no es un libro como el que está al lado, ni como el de más allá. No se trata de una golosina cultural; es una tormenta de lucidez haciendo volar los viejos pergaminos que sirven de biombo a la podredumbre: he aquí un discurso sin castrar, un lenguaje que no cede a la fascinación del lenguaje.
En esta obra Cioran reflexiona sobre temas como el vacío, la existenciaDios, el tiempo, la desesperación... Según José Ferrater Mora, "expresa actitudes nihilistas y ha desarrollado la idea de la «descomposición»".
Como ejemplo de su temática, se puede citar el siguiente fragmento contenido en Los ángeles reaccionarios:
En este mundo, nada está en su sitio, empezando por el mundo mismo. No hay que asombrarse entonces del espectáculo de la injusticia humana. Es igualmente vano rechazar o aceptar el orden social: nos es forzoso sufrir sus cambios a mejor o a peor con un conformismo desesperado, como sufrimos el nacimiento,el amor, el clima y la muerte. La descomposición preside las leyes de la vida: más cercanos a nuestro polvo que lo están al suyo los objetos inanimados, sucumbimos ante ellos y corremos hacia nuestro destino bajo la mirada de las estrellas aparentemente indestructibles. Pero incluso ellas estallarán en un universo que sólo nuestro corazón toma en serio para expiar después con desgarramiento su falta de ironía.

 http://es.wikipedia.org/wiki/Breviario_de_podredumbre

“El hecho de que la vida no tenga ningún sentido, es una razón para vivir. La única en realidad”.
E. Cioran

Baudelaire. Un poeta en el esplendor del capitalismo Walter Benjamin

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El París del segundo Imperio en Baudelaire: La bohemia -- El "flaneur" -- Lo moderno -- Sobre algunos temas en Baudelaire -- París, capital del siglo XIX: Fourier o los pasajes -- Daguerre o los panoramas -- Grandville o las exposiciones universales -- Luis Felipe o el interior -- Bauldelaire o las calles de París -- Hausmann o las barricadas.



BenjaminWalter - Iluminaciones II Baudelaire Un Poeta en El ...

es.scribd.com/.../Benjamin-Walter-Iluminaciones-II-Baudelaire-Un-Poeta...



Gustav Klimt gran pintor simbolista austríaco

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Gustav Klimt (Baumgarten14 de julio de 1862 – Alsergrund6 de febrero de 1918) fue un pintor simbolista austríaco, y uno de los más conspicuos representantes del movimiento modernista de la secesión vienesa. Klimt pintó lienzos y murales con un estilo personal muy ornamentado, que también manifestó a través de objetos de artesanía, como los que se encuentran reunidos en la Galería de la Secesión vienesa. Intelectualmente afín a cierto ideario romántico, Klimt encontró en el desnudo femenino una de sus más recurrentes fuentes de inspiración. Sus obras están dotadas de una intensa energía sensual, reflejada con especial claridad en sus numerosos apuntes y esbozos a lápiz, en cierto modo herederos de la tradición de dibujos eróticos de Rodin e Ingres. Klimt se convirtió en un personaje muy notable en la alta sociedad vienesa, y estuvo relacionado de un modo u otro con los más notables círculos intelectuales del momento, en una época en la que Viena estaba dejando de ser la capital mundial del arte.http://es.wikipedia.org/wiki/Gustav_Klimt

File:Gustav Klimt 014.jpg
Title      Deutsch: Der Beethovenfries, Wandgemälde im Sezessionshaus in Wien, heute Österreiche Galerie, Detalle 1912

Gustav Klimt en 5 grandes obras (+Imágenes)

Gustav Klimt fue un pintor simbolista austríaco, y uno de los más notables representantes del movimiento modernista de la secesión vienesa. Klimt pintó lienzos y murales con un estilo personal muy ornamentado, que también manifestó a través de objetos de artesanía, como los que se encuentran reunidos en la Galería de la Secesión vienesa.

Intelectualmente afín a cierto ideario romántico, Klimt encontró en el desnudo femenino una de sus más recurrentes fuentes de inspiración. Sus obras están dotadas de una intensa energía sensual, reflejada con especial claridad en sus numerosos apuntes y esbozos a lápiz, en cierto modo herederos de la tradición de dibujos eróticos de Rodin e Ingres.

Klimt se convirtió en un personaje muy notable en la alta sociedad vienesa, y estuvo relacionado de un modo u otro con los más notables círculos intelectuales del momento, en una época en la que Viena estaba dejando de ser la capital mundial del arte.
Klimt nació un 14 de julio, 1862 y falleció el 6 de febrero, 1918. Para recordarlo te traemos 5 de sus grandes obras.

Título: Adele Bloch-Bauer I
Año: 1907
Descripción: Óleo y oro sobre lienzo. 138 x 138 cm.
Ubicación: Österreichische Galerie. Viena
Título: El beso
Año: 1908
Descripción: Óleo y oro sobre lienzo. 180 x 180 cm.
Ubicación: Österreichische Galerie. Viena
Título: Las tres edades de la mujer
Año: 1908
Descripción: Óleo sobre lienzo. 180 x 180 cm.
Ubicación: Galería Nacional de Arte Moderno. Roma
Título: Pallas Athene
Año: 1898
Descripción: Óleo sobre lienzo. 84 x 42 cm.
Ubicación: Kunsthistorisches Museum. Viena
Título: El Árbol de la Vida
Año: 1905-09
Descripción: 195 x 102 cm.
Ubicación: Österreischisches Museum für Angewandte Kunst

El declive de las jerarquías tradicionales en un mundo en red

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Probablemente no resulte sorprendente que en los países tecnológicamente más avanzados, donde existe un elevado nivel de expresión individual, la antigua conciencia teológica —con su énfasis en los estrictos códigos externos, los vínculos comunales y los mecanismos de control y mando jerárquicamente organizados— sea cada vez menos influyente. Las jerarquías cada vez tienen menos sentido en un mundo conectado en red.
Las encuestas mundiales realizadas en el transcurso de los últimos treinta años muestran un sorprendente declive en la afiliación religiosa tradicional en la mayor parte de los países industrializados y tecnológicamente avanzados. Si el 44% de la opinión pública acude a los servicios religiosos al menos una vez por semana en las sociedades agrarias, menos de una cuarta lo hace en los países industrializados, y tan sólo una quinta parte lo hace en las naciones postindustriales.
Igualmente, más de la mitad de la población reza con asiduidad en las sociedades agrícolas tradicionales, pero sólo un tercio lo hace en los países industriales y únicamente una cuarta parte en las naciones postindustriales.Además, dos tercios de los habitantes de los países más pobres afirman que la religión es «muy importante», frente únicamente a un tercio en los países industrializados, y tan sólo una quinta parte de la población en los países postindustriales.
Extracto de La Civilización Empática de Jeremy Rifkin, p. 446 – 447.

Las 10 multinacionales más peligrosas del mundo

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Una lista de apenas 10 multinacionales puede sonar desde el principio incompleta para  la gran cantidad de corporaciones que hoy en día controlan la  mayoría de recursos naturales y humanos, como parte del gran complejo conceptual llamado “globalización”. Como hemos revisado en varias publicaciones en el pasado de EDT, la globalización es realmente una estrategia de marketing vendida como un fenómeno histórico reciente, por el cual los seres humanos hemos permitido que multinacionales como las que lideran la siguiente lista, hayan sometido nuestro planeta y nuestra especie a múltiples amenazas físicas y psicológicas que requieren de nuestro despertar.
Como menciona el blog del cual obtenemos este listado… “la única salida, es informarse para poder elegir con conciencia antes de comprar. Comenzar a cultivar y a fabricar tus alimentos, reducir el consumo de petroleo y sus derivados, reforestar, comprar lo necesario, escuchar tu voz interior en vez de la voz de la publicidad…son pequeños paso para escapar de grandes monstruos. Y recordar siempre que el poder de elección esta en uno, no les demos el placer de caer en sus zarpas.”

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1. Chevron

Varias de las grandes compañías petroleras estarian en esta lista, pero Chevron merece un lugar especial. Entre 1972 y 1993, Chevron (en ese entonces Texaco) vertió 18 mil millones de galones de agua tóxica en los bosques tropicales del Ecuador sin ningún tipo de reparación, destruyendo los medios de subsistencia de los agricultores locales y enfermando a las poblaciones indígenas. Chevron también ha contaminado en los EE.UU, en 1998, Richmond(California), demandaron a Chevron por  vertido ilegal sin pasar por tratamientos de aguas residuales, contaminando  los suministros locales de agua, ídem en New Hampshire en 2003.
Chevron fue el responsable de la muerte de varios nigerianos que protestaron en contra de la empresa por su presencia y explotación del delta nigeriano. Chevron pagó a la milicia local,conocida por sus abusos contra los derechos humanos, para aplastar las protestas, e incluso les proporcionó helicópteros y barcos. Los militares abrieron fuego contra los manifestantes, luego quemaron sus aldeas hasta el suelo.

2. De Beers

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Esta empresa no escatima en gastos, y financia, apoya y crea autenticas guerrillas y dictaduras del terror para poder seguir obteniendo mediante explotación de niños y adultos, la preciada piedra. En Botswana, a DeBeers se le ha culpado por la “limpieza” de la tierra donde se extraen los diamantes, incluyendo el traslado forzoso de los pueblos indígenas que habían vivido allí durante miles de años. El gobierno supuestamente cortó el suministro de agua, los amenazó, los torturó y  ahorcó públicamente a los resistentes.
No dejemos de lado su nula responsabilidad ambiental, sus nulos derechos laborales, las vidas humanas, y sus campañas rancias y machistas.

3. Phillip Morris

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Phillip Morris es el mayor fabricante de cigarrillos de Estados Unidos y del mundo.
Se sabe que causan cáncer en los fumadores, así como defectos de nacimiento en los niños por nacer si la madre fuma durante el embarazo. El humo del cigarrillo contiene 43 carcinógenos conocidos y más de 4.000 sustancias químicas, incluyendo monóxido de carbono, formaldehído, cianuro de hidrógeno amoníaco, la nicotina, y el arsénico. La nicotina, la sustancia química principal psicoactivo en el tabaco, ha demostrado ser una adicción psicológica. Fumar aumenta la presión arterial, afecta el sistema nervioso central y constricción de los vasos sanguíneos. Las colillas de cigarrillos son uno de los principales contaminantes que los fumadores arrojan rutinariamente; lento para degradar. Muchos de estos filtros se abren camino en el suelo o en el agua, donde sus productos químicos se comportan como verdaderas sanguijuelas.
El tabaco no sólo contamina la tierra durante sus extensas hectáreas de monocultivo, las cuales son rociadas a diario de agro tóxicos, su producción industrial contamina (se utilizan enormes cantidades de papel, algodón, cartón, metal, combustibles…), su consumo contamina la atmósfera, daña a su comprador y a los que le rodean. Su colilla tarda años en degradarse proporcionándole al suelo y al agua una cantidad enorme de tóxicos.

4. Coca-Cola

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La bebida favorita del mundo o “la leche del capitalismo”, acumula demandas y sanciones en diversos países derivados de graves hechos de contaminación, malas prácticas laborales y uso de aguas no autorizados.
En la fase de producción, la compañía utiliza casi tres litros de agua por cada litro de producto terminado. Las aguas desechadas constituyen contaminantes, que la multinacional deposita en lugares protegidos, como ocurrió en Colombia, situación por la cual, fue multada en Agosto pasado, por la Secretaría Distrital del Ambiente, de la Alcaldía Mayoy de Bogotá, al demostrarse que habáin descargado sus desechos en el humedal de Capellania, en la zona de Fontibón.El hecho es considerado atentatorio contra un área de especial importancia y protección ecológica. El proceso por contaminación del Humedal Capellanía tiene su origen en la caducidad del permiso de vertimientos otorgado a la multinacinal por cinco años y la no autorización de la Secretaría de Ambiente para renovar este permiso. Posteriormente, mediante visitas técnicas fue verificado el estado de la red de alcantarillado de Coca Cola y la realización de descargas industriales, evidentemente no autorizadas.
Una situación muy similar ocurrió en la India en el 2005, donde alrededor de mil manifestantes marcharon para pedir que cerrara la planta cercana a Varanasi, ellos tenían la certeza de que todas las comunidades cercanas a plantas embotelladoras de Coca Cola padecen la falta y contaminación de sus suelos y napas freáticas. Análisis toxicológicos registran la presencia de altos porcentajes de pesticidas prohibidos como el DDT y como “buenos vecinos” distribuyeron sus desechos industriales a los campesinos de Mehdigani con el argumento de que servían para “abono” El resultado es que hoy los suelos son estériles.
Y como si fuera poco, la bebida en cuestión, junto con consumir agua en exceso   no aporta ningún elemento nutritivo, al contrario, al contener altas concentraciones de azúcar, es uno de los principales contribuyentes de la obesidad que afecta cada vez en mayor medida a nuestras poblaciones del tercer mundo, generando por otra parte, problemas dentales. Y el efecto de ” quitar la sed”, lo logra mediante el uso de ácido fosfórico.
¿Sabías que …
  • España es el país europeo que más Coca-Cola consume?
  • Otros productos suyos son Fanta, Sprite, Aquarius, Nestea, Minute Maid, Tab, Sonfil, Finley, Nordic Mist o Fruitopia (hay 324 distintos)?
  • Una lata de 33 cl. contiene unos 35 gr. de azúcar?
  • En 1931 Coca-Cola cambió el traje verde de Papá Noel a rojo para una campaña publicitaria, haciendo juego con su color corporativo?
  • Otras universidades en Atlanta, Toronto, California, Irlanda o Berlín ya han expulsado a Coca-Cola de sus Campus?
  • Las botellas de plástico de Coca-Cola en España no son de material reciclado, sino de plástico virgen.
  • ¿Casualidad que el ex-presidente mexicano Fox sea ex-representante de Coca-Cola? ¿y Adolfo Calero, ex-gerente de Coca-Cola, agente de la CIA y cara pública de la contra nicaragüense? ¿y el embajador de EEUU en la India ? ¿y el magnate golpista Cisneros, en Venezuela ? ¿y el ministro Jorge Presno, de Uruguay?
  • Cuenta con delegaciones en más de 200 países, incluyendo paraísos fiscales como Bahrein o las islas Caimán, para evadir impuestos por sus beneficios…
  • En el año 2003 obtuvieron unos beneficios de 21.044 millones de dólares (La mitad de los gastos previstos por la ONU para garantizar la educación básica a todos los niños del mundo).
  • Impulsa potentes grupos de presión: se opuso al tratado de Kyoto a través de sus lobbys US Council for International Business y la Business Round Table, cambió regulaciones en la UE a través del American Chamber of Comerce , fue fundadora del International Life Science Institute, muy influyente en la FAO y la OMS , etc.
  • Contiene productos transgénicos.
La próxima vez que vayas por una bebida, recuerda la contaminación de los humedales, el uso no autorizado de aguas subterráneas, la violencia, que un litro equivale a tres en realidad… tal vez sea mejor una limonada.

5. Pfizer

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Como si el uso masivo de Pfizer en la experimentación animal no era lo suficientemente desgarrador, Pfizer decidió utilizar a los niños nigerianos como conejillos de indias. En 1996, Pfizer viajó a Kano, Nigeria; a probar un antibiótico experimental en el tercer mundo para combatir enfermedades como el sarampión, el cólera y la meningitis bacteriana. Dieron trovafloxacina a aproximadamente 200 niños. Decenas de ellos murieron en el experimento, mientras que muchos otros desarrollaron deformidades físicas y mentales.  Pfizer también puede orgullosamente afirmar que se encuentra entre las diez primeras compañías en los Estados Unidos que provocan la contaminación de la atmósfera.
Y no dejemos de lado los millonarios “incentivos” que le dan a los médicos, y a los gobiernos para que receten sus “medicamentos”.

6. Mc Donalds

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Cada año, miles de niños consumen la comida rápida de una empresa que forma parte activa en la deforestación de selvas, la explotación laboral y la muerte de millones de animales: McDonald’s. Estrategias de mercadotecnia hábilmente diseñadas han expandido la empresa McDonald’s a más de 40 países, donde la empática imagen de Ronald McDonald y su “Cajita feliz”, vende en los niños el gusto por la comida rápida, asociándola con un ideal de alegría. Esta publicidad ha tenido un gran éxito en diferentes partes del mundo, contribuyendo a altas tasas de obesidad infantil. (ver articulo completo)
La alimentación que entrega esta empresa es totalmente carente de nutrientes. Es más, esta comida se conoce mundialmente como ‘comida chatarra’, y no es por nada que recibe este nombre.
Las hamburguesas y “nuggets” que McDonald’s ofrece, provienen de animales que durante toda su vida fueron mantenidos en condiciones artificiales: Privados de aire libre y luz solar, permanecen hacinados al punto de no poder estirar sus miembros o alas (en el caso de los pollos), atiborrados de hormonas para acelerar su crecimiento, y de antibióticos para contrarrestar las múltiples infecciones a que están expuestos, por las condiciones de insalubridad y amontonamiento. Los pollos son engordados al grado en que sus patas no resisten su peso.
Para establecer sus franquicias, McDonald’s adquiere terrenos a bajo precio en lo que antes fueron selvas tropicales deforestadas para la explotación ganadera. Ofrece sueldos mínimos a sus empleados, aprovechándose de las minorías étnicas y contratando menores de edad.
Los productos de McDonald’s, con su alto contenido en grasas, azúcar y sal, estimulan en los niños el desarrollo de sobrepeso, la resistencia a la insulina y su consecuente Diabetes Tipo 2.
Ah, ¿les comenté que fué una de las financiadoras de la campaña de George W Bush ?

7. Nestlé

nestle Las 10 multinacionales mas peligrosas del mundo
Nestlé y su enorme manto de crímenes contra el hombre y la naturaleza, como son la deforestación masiva en Borneo – el hábitat de los orangutanes en peligro crítico – para cultivar aceite de palma, y la compra de la leche de las granjas confiscadas ilegalmente por un déspota en Zimbabwe. Nestlé  comenzó a provocar a los  ambientalistas por sus ridículas afirmaciones de que el agua embotellada es “ecológica” , desde ahí en adelante se han ido destapando su red siniestra de control y destrucción.
Nestlé realizó esfuerzos mundiales para instar a las madres de países del tercer mundo a utilizar su sustituto de leche para lactantes en lugar de la lactancia materna, sin advertirles de los posibles efectos negativos. Supuestamente, Nestlé contrató a mujeres vestidas de enfermeras para entregar la fórmula infantil gratuita, que se mezclan con frecuencia con agua contaminada, los medios no mencionaron a los niños que murieron de hambre cuando la fórmula se agotó y sus madres no podían pagar más.

8. British Petroleum

bp Las 10 multinacionales mas peligrosas del mundo
¿Quién puede olvidar la explosión de 2010 de una plataforma petrolera en la costa del Golfo, que dejó 11 muertos y miles de aves, tortugas marinas, delfines y otros animales, destruyendo la pesca y la industria del turismo en la región? Este no fue el primer crimen de BP contra la naturaleza. De hecho, entre enero de 1997 y marzo de 1998, BP fue responsable de una friolera de 104 derrames de petróleo. Trece trabajadores del equipo de perforación murieron en 1965 durante una explosión, 15 en una explosión de 2005. También en 2005, un ferry que transportaba a trabajadores del petróleo de BP se estrelló, matando a 16. En 1991, la EPA cita a BP como la empresa más contaminante en los EE.UU.. En 1999, BP fue acusada de ilegal de tóxicos en Alaska, luego en 2010 por filtrar venenos muy peligrosos en el aire en Texas. En julio de 2006, los agricultores colombianos ganaron un acuerdo con  BP después de que se acusó a la compañía de beneficiarse de un régimen de terror llevada a cabo por los paramilitares del gobierno colombiano que protegen el oleoducto Ocensa. Claramente, no hay manera de que BP haga lo correcto.

9.Monsanto

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Monsanto, creadores y fomentadores de los alimentos genéticamente modificados, hormonas de crecimiento bovino y el envenenamiento por agrotoxicos. La lista de Monsanto incluye la creación de la semilla “exterminadora” , que crea plantas que nunca dan semillas para que los agricultores deban comprar cada año, el lobby para que etiqueten “libres de hormonas”  la leche y sustitutos de la leche para lactantes (se encuentra presente si el bovino ha ingerido hormonas de crecimiento, un comprobado agente cancerigeno), así como una amplia gama de violaciones ambientales y de salud humana asociados con el uso de venenos de Monsanto – “. Agente Naranja”, sobre todo. Entre 1965 y 1972, Monsanto viertes ilegalmente miles de toneladas de residuos altamente tóxicos en los vertederos del Reino Unido. Según la Agencia de Medio Ambiente los productos químicos estaban contaminando las aguas subterráneas y el aire 30 años después de que fueran vertidos!!.
Monsanto es célebre por agredir a los propios agricultores que pretende “ayudar”, como cuando demandó a un agricultor y lo encarceló por guardar las semilla de la cosecha de una temporada para plantar en la siguiente.

10. Vale

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La minera Vale, transnacional brasileña presente en 38 países, es la mayor empresa de exploración de minerales diversificados en Latinoamérica y la segunda a nivel mundial.Entre los méritos se destaca la participación de la empresa en el desarrollo de la hidroeléctrica Belo Monte, ubicada en Altamira –Brasil-, dado que el proyecto afecta al río Xingú, principal fuente de vida para la región. Como resultado de la intervención de la empresa, hoy el paisaje amazónico está siendo modificado severamente, como también la vida de miles de pueblos a orillas de uno de los principales ríos de Brasil.
A su vez, en Carajás, en Pará – Brasil-, numerosas familias fueron desalojadas, perdieron sus casas y poseen parientes que murieron como resultado de la construcción de línea férrea construida por la empresa, también denunciada por las pésimas remuneraciones y condiciones de trabajo que sufren sus empleadas.
Los impactos sobre el accionar de la minera no se reducen a las denuncias dentro de Brasil. En la región de Tete, en Mozambique, un pueblo fue desalojado de sus tierras para que la empresa pudiese llevar a cabo su explotación de carbón. A cambio la empresa construyó un re asentamiento en el barrio Cateme, donde las casas y servicios públicos no cumplen las condiciones básicas para el desarrollo de la población.
Existen lamentablemente muchas otras corporaciones que deberían estar presente en esta lista, algunas como Samsung, Tepco, Barklays, Microsoft, Intel, Sony…etc . Como el articulo sería enormemente extenso y triste, me comprometo a entregarles proximamente la lista de las 10 multinacionales más responsables y comprometidas ¿existirán?, ¿será cierto?, pronto lo sabremos. 

Michel Foucault. Lacan, el "liberador" del psicoanálisis

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Esta mini-entrevista de Michel Foucault (1926-1984) fue publicada en un diario italiano el 11 de septiembre de 1981, a dos días de la muerte de Lacan.


-J. Nobécourt -Suele decirse que Lacan ha sido el protagonista  de "una revolución del psicoanálisis". ¿Piensa que es exacta y aceptable esta definición de "revolucionario"?

M. F.-Yo creo que Lacan habría rechazado ese término de "revolucionario" y la idea misma de una revolución en psicoanálisis. Él quería simplemente ser "psicoanalista". Lo que a sus ojos suponía una violenta ruptura con todo lo que tendiera a hacer que el psicoanálisis dependiera de la psiquiatría, o a hacerlo un capítulo algo sofístico de la psicología. Él quería sustraer al psicoanálisis de la proximidad, que consideraba peligrosa, de la medicina y las instituciones médicas. Buscaba en él no un proceso de normalización de los comportamientos, sino una teoría del sujeto. Es porque, pese a la apariencia de un discurso extremadamente especulativo, su pensamiento no era ajeno a los esfuerzos que se habían hecho para cuestionar las prácticas de la medicina mental.

-Si Lacan, como usted dice, no ha sido un revolucionario, es totalmente cierto que sus obras han tenido una influencia muy grande en la cultura en las últimas décadas. ¿Qué es lo que ha cambiado después de Lacan en los modos de ser de la cultura?

M. F.- ¿Qué ha cambiado? Si me remonto a los años cincuenta, la época donde el estudiante que yo era leía las obras de Lévi-Strauss y los primeros textos de Lacan, me parece que la novedad era la siguiente: descubríamos que la filosofía y las ciencias humanas vivían sobre una concepción muy tradicional del sujeto, y que no era suficiente decir, con algunos, que el sujeto era radicalmente libre, y con otros, que estaba determinado por condiciones sociales. Nosotros descubrimos que había que buscar liberar todo lo que se esconde detrás del empleo aparentemente simple del pronombre "yo" [je]. El sujeto, una cosa compleja, frágil, de la que es tan difícil hablar, y sin la cual no podemos hablar.

-Lacan tuvo muchos adversarios. Fue acusado de hermetismo y de "terrorismo intelectual". ¿Qué piensa de esas acusaciones?

M. F.- Pienso que el hermetismo de Lacan se debía al hecho de que él quería que la lectura de sus textos no fuera simplemente una "toma de conciencia" de sus ideas. Él quería que el lector se descubriera él mismo [lui-même] como sujeto del deseo a través de esta lectura. Lacan quería que la obscuridad de sus Escritos fuera la complejidad misma del sujeto, y que el trabajo necesario para comprenderlo fuera un trabajo a realizar sobre sí mismo [soi-même]. En cuanto al "terrorismo", solamente subrayaré una cosa: Lacan no ejercía ningún poder institucional. Los que lo escuchaban querían escucharlo, precisamente. Solo aterrorizaba a los que tenían miedo. La influencia que uno ejerce nunca puede ser un poder que se impone.

Trad. Gabriel Meraz.


Lacan, le "libérateur" de la psychanalyse, de Dits et écrits (IV) , Gallimard, Paris, 1994, pp. 204-205.

El nudo borromeo de Calvino a Lacan

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                                                                             En 1901, una vuelta al mundo duraría 33 días.
                                                                                                                                Julio Verne

En Colección de Arena, delicioso libro a caballo entre la crónica y el diario de viaje (donde se mezcla la reseña de obras, exposiciones insólitas con el inventario de cosas extraordinarias vistas y oídas por aquí y por allá), el escritor italiano Italo Calvino ofrece el breve texto "Dígalo con nudos", reseña de la exposición "Nudos y ataduras" que tuvo lugar en Paris en 1983. De los mensajes de paz y de guerra cifrados en los árboles de la Nueva Caledonia a los nudos dibujados en el aire por los monjes budistas, pasando por los quipus incas y una trenza llamada "Origen-del-verbo" (sin dejar de lado el arte contemporáneo), el escritor nos recuerda que desde tiempos casi inmemoriales los nudos han constituido una expresión humana en la que lenguaje y escritura se hermanan del modo más primordial; pues los nudos -dice- eran un instrumento que permitía fijar textos por escrito incluso antes de que advinieran otras formas de escritura. Pero cito en extenso el párrafo final de "Dígalo con nudos":

En el catálogo de la exposición, organizada por Gilberto Lascault, se presenta también un ensayo-relato de un matemático, Pierre Rosenstiehl. Porque los nudos, como configuraciones lineales de tres dimensiones, son el objeto de una teoría matemática. Entre los problemas que plantean están los del «nudo borromeo» (tres anillas enlazadas de las cuales sólo la tercera sujeta las otras dos). El «nudo borromeo» ha sido muy importante también para Jacques Lacan: véase, en el Seminario XX, el capítulo «Anillas de cuerda».
Nunca me atrevería a tratar de definir con mis palabras la relación del nudo borromeo con el inconsciente según Lacan; pero me aventuraré a formular la idea geométrico-espacial que de él he conseguido hacerme: el espacio tridimensional tiene en realidad seis dimensiones porque todo cambia según que una dimensión pase por encima o por debajo de la otra, o a izquierda o a derecha de la otra, como en un nudo.
Esto se debe a que en los nudos la intersección de dos curvas no es nunca un punto abstracto, sino aquel en el cual se desliza o gira o se enlaza la punta de una soga, cuerda, cable, hilo, cordel o cordón, por encima, por debajo o en torno a sí mismo o a otro elemento similar, como resultado de los gestos bien precisos de un gran número de oficios, del marinero al cirujano, del remendón al acróbata, del alpinista a la costurera [...] , del pescador al embalador, del carnicero al cestero, del fabricante de alfombras al afinador de pianos, del acampador al que hace asientos de paja, del leñador a la encajera, del encuadernador de libros al fabricante de raquetas, del verdugo al ensartador de collares... El arte de hacer nudos, culminación de la abstracción mental y de la manualidad a un tiempo, podría ser considerado la característica humana por excelencia, tanto como el lenguaje o más aún...

No sería errado añadir a la lista de oficios de Calvino el oficio de analista, al menos el del analista lacaniano. Es que por más que diga no aventurarse en las elaboraciones de Lacan, parte de lo dicho por el escritor resuena cerca de algunos planteamientos que aquél hiciera en la primera lección del seminario Les non dupes-errent; es decir, apenas unas semanas después de presentar el borromeo en la penúltima lección del llamado seminario XX (Encore). El 13 de noviembre de 1973, después de asociar por primera vez en su enseñanza los tres célebres redondeles al ternario RSI -las tres dimensiones (escritas dit-mansion=residencia del dicho) que "si el inconsciente existe" habita el ser hablante-, Lacan insiste en que el espacio que impone la estructura nodal debe ser pensado de un modo no cartesiano, pues "se trata de un espacio cuyos puntos se determinan muy de otra manera". Y entonces habla del calce del nudo, calce que vendría a determinar un punto, dice Lacan: "El calce se escribe algo así como que si ustedes tiran en alguna parte de uno cualquiera de esos redondeles de hilo, verán que hay un punto, un punto que está en alguna parte allí donde los tres se calzan (...) hacen falta tres para determinar un punto". Y, como decía Calvino, no se trata de un punto abstracto. Podemos escribirlo así:



La lúcida intuición del escritor también da en un clavo que usó el psicoanalista para colgar el borromeo en el frontispicio de su enseñanza: la orientación. En la misma lección del seminario Les non dupes... Lacan observa que no existe una única manera de hacer el nudo, y señala la diferencia existente entre el nudo levógiro (orientado a la izquierda) y el nudo dextrógiro (orientado a la derecha), así como las diferentes series de ordenamiento a las que dan lugar. Si asignamos una letra a cada redondel (R, S, I), siguiendo la ley factorial (1 x 2 x 3) obtendríamos seis órdenes posibles:

ISR
RIS
SRI
RSI
SIR
IRS

seis series que corresponden a las dos orientaciones del nudo. Lacan no las escribe en esa ocasión, pero coloreando los redondeles se obtienen escrituras así:



Ese día, Lacan dice que -en la medida que el discurso analítico "realiza el simbólico del imaginario"- el nudo del psicoanálisis es levógiro: RSI.
Entonces, para que el nudo esté bien realizado son necesarias tres condiciones:

1) Que el Imaginario pase por encima del Real en dos puntos. I>R
2) Que el Simbólico pase por encima del Imaginario en dos puntos. S>I
3) Que el Real pase por encima del Simbólico en dos puntos. R>S

Si se considera que con la hechura del nudo para Lacan se trata del análisis como tal, un error (él les llamó lapsus) en cualquiera de los cruces no sería sin consecuencia para la clínica analítica. En seminarios posteriores (RSI, El Sinthome, El momento de concluir), Lacan abordaría -y padecería, todo hay que decirlo- los problemas doctrinarios y efectos que a su enseñanza tardía arrojarían cuestiones como la orientación y el coloreado del nudo (además de la odisea borromeana en la que lo embarcará añadir un cuarto redondel). Pero de eso no hablaremos ahora. Sigamos con el seminario Les non dupes errent... Unas semanas más tarde, el 18 de diciembre, aparece en el seminario una trenza borromea: "¿Qué es una trenza?", pregunta Lacan, y acto seguido dice que es algo que sin duda mantiene relaciones con el tres. Luego indica el procedimiento para formar la trenza borromea de tres cuerdas:


Si en el primer cruce la cuerda 2 pasa por debajo de la 1, el nuevo ordenamiento quedaría: 2, 1, 3. Para que el trenzado sea correcto los cruces deben seguir esta regla: si en el primer cruce se hace pasar una cuerda por debajo de otra (2 debajo de 1), en el siguiente cruce esa misma cuerda tendrá que pasar por encima de aquella con la que se cruzará inmediatamente después (2 por encima de 3). Como cuando se trenza -Lacan no se priva de esta analogía- el cabello de una mujer. Después de tres cruces tendríamos un orden inverso al del inicio: 3,2,1. Si en este momento de la construcción de la trenza unimos las cuerdas por sus extremos, ¿obtendríamos un nudo borromeo? La respuesta es no. Si se hace correctamente, después de tres maniobras con la trenza lo que obtenemos es una cadena olímpica; es decir,  tres aros encadenados de una manera no borromeana.


Para obtener el nudo borromeo a partir de la trenza es preciso realizar al menos seis maniobras o cruzamientos (o 12, pero ir de 6 en 6), con lo cual volveríamos al ordenamiento inicial: 1,2,3. Si tomamos en cuenta las categorías del ternario, la trenza borromeana quedaría escrita así:

A decir de Lacan (seminario L'insu...), la trenza está en el principio del nudo borromeo. Nótese que los cruces cumplen las condiciones citadas arriba sobre la realización del nudo. Lacan no deja de observar que, en tanto vuelve al punto de inicio, el trayecto que sigue la construcción de la trenza tiene algo de moebiano. Pero lo importante es que -por razones de estructura- el recorrido implica al menos seis maniobras, seis "gestos bien precisos" (que diría Calvino) a la hora de tejerla. Lacan se habría referido a algo así al decír que, para no errar, el analista tiene que pegarse a la estructura. "Sean incautos de la estructura" -decía- "no errarán". Es por eso que -como indicaba el título del seminario- los no incautos yerran (Les non dupes errent).
Más tarde vendrá la odisea del cuarto lazo, así como el despliegue de la relación del ternario con el nudo en el seminario RSI; donde Lacan anunciaba hacia el final que el siguiente curso llevaría por título 4,5,6...  Sin embargo, eso no ocurrió porque -como se recordará- Lacan se cruzó con la obra de James Joyce y -como podrá imaginarse- su nave viró arrastrada por la caudalosa corriente del río joyceano (Riverrun....) hacia las playas (en ese entonces algo despobladas y bastante rocosas) del Sinthome.
Hay quien dice que el psicoanalista no salió de esa aventura sin un naufragio de por medio, después del cual su ternario quedaría irreparablemente partido en la región del simbólico.
Pero esas ya son otras historias...

Lacan pedalea el nudo borromeo de 4 consistencias


Roberto Bolaño uno de los grandes autores hispanoamericanos del siglo XX

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Roberto Bolaño Ávalos (Santiago de Chile, 28 de abril de 1953-Barcelona, 15 de julio de 2003)1 fue un escritor y poeta chileno, autor de más de una veintena de libros, entre los cuales destacan sus novelas Los detectives salvajes, ganadora del Premio Herralde en 1998 y el Premio Rómulo Gallegos en 1999, y la póstuma 2666.
Luego de su muerte se ha convertido en uno de los escritores más influyentes en lengua española, como lo demuestran las numerosas publicaciones consagradas a su obra y el hecho de que tres novelas —además de las ya citadas Los detectives salvajes y 2666, la breve Estrella distante— figuren en los 15 primeros lugares de la lista confeccionada en 2007 por 81 escritores y críticos latinoamericanos y españoles, con los mejores 100 libros en lengua castellana de los últimos 25 años.

Su obra ha sido traducida a numerosos idiomas, entre ellos inglés, francés, alemán, italiano4 y holandés, teniendo al momento de su muerte 37 contratos de publicación en diez países, y póstumamente extendiéndose a otros más, entre ellos Estados Unidos, ascendiendo a 50 contratos y 49 traducciones en doce países, todos ellos previos a la publicación de 2666, su novela más ambiciosa. Además el autor goza de excelentes críticas tanto de escritores como de críticos literarios contemporáneos, siendo considerado uno de los grandes autores hispanoamericanos del siglo XX, junto con otros escritores de la talla de Jorge Luis Borges y Julio Cortázar, con quien suele ser comparado.

Obra

La obra de Roberto Bolaño incluye poesía, novelas, cuentos, ensayos y discursos literarios, publicados en su mayoría en Barcelona, España. Varias de estas obras han sido publicadas póstumamente. La totalidad de sus libros de cuentos, y casi todas sus novelas —salvo Consejos de un discípulo..., reeditada por la Editorial Acantilado— han sido publicadas por Anagrama, a través de su amigo y principal editor Jorge Herralde, donde publicó entre 1996 y 2003 al menos un libro por año. La primera edición de La pista de hielo fue publicada inicialmente por la Editorial Planeta, La literatura nazi en América por Seix Barral, y Una novelita lumpen por la editorial Mondadori. Sus primeros trabajos narrativos fueron además publicados inicialmente en pequeñas ediciones mediante la obtención de premios españoles de provincia.


Poesía

1976 - Reinventar el amor
1992 - Fragmentos de la Universidad Desconocida (Colección Melibea, Talavera de la Reina)
1993 - Los perros románticos
1995 - El último salvaje (Al Este del Paraíso, México, D. F.)83
2000 - Tres
Ediciones póstumas
2007 - La Universidad Desconocida
En antologías
1976 - Pájaro de calor, ocho poetas infrarrealistas (Asunción Sanchís, México-Lora del Río)
1978 - Algunos poetas en Barcelona (La Cloaca, Barcelona)
1978 - La novísima poesía Latinoamericana (México, D. F.)
1979 - Muchachos desnudos bajo el arcoiris de fuego (Extemporáneos, México)
1983 - Entre la lluvia y el arcoiris: algunos jóvenes poetas chilenos (Rotterdam: Instituto para el Nuevo Chile; compilado por Soledad Bianchi)86
1992 - Viajes de ida y vuelta: Poetas chilenos en Europa (Documentas, Santiago de Chile)



En revistas literarias

1976 - Punto de partida, n.º 47-48 (México, D. F., marzo)88
1976 - Punto de partida, n.º 49-50 (México, D. F., noviembre)89
1977 - Plural, n.º 64 (México, D. F., enero)29
1977 - Correspondencia infra, revista menstrual del movimiento infrarrealista, n.º 1, octubre/noviembre.29
1981 - Le Prosa, n.º 3 (México, D. F., febrero)
1982 - Trilce, n.º 18 (Madrid, julio)
1983 - Regreso a la Antártida (Gerona)
1983 - Berthe Trépat, n.º 2 (Gerona, noviembre)
1991 - Cambio 7, n.º 91 (México, D. F.)
1994 - El Bosque, n.º 9 (Zaragoza, septiembre-diciembre)
1995 - Berthe Trépat, n.º 3 (Gerona, febrero)
1998 - Trilce, n.º 2 (Concepción)
1999 - Renacimiento, n.º 23-24 (Sevilla)
2000 - Hablar falar de poesía, n.º 3 (Lisboa)
2000 - Hora Zero, n.º 39 (Los Teques)
2000 - Ateneo, n.º 13 (Los Teques)
sin fecha - Fosa Común
2005 - Cartelera Turia, n.º 75 (Teruel, julio-octubre)



Novelas
1984 - Consejos de un discípulo de Morrison a un fanático de Joyce (con A. G. Porta; reeditada en 2006 junto al cuento Diario de bar)
1984 - La senda de los elefantes (reeditada en 1999 como Monsieur Pain)
1993 - La pista de hielo
1996 - La literatura nazi en América
1996 - Estrella distante
1998 - Los detectives salvajes
1999 - Amuleto
2000 - Nocturno de Chile
2002 - Amberes
2002 - Una novelita lumpen
Ediciones póstumas
2005 - 2666
2010 - El Tercer Reich
2011 - Los sinsabores del verdadero policía

Cuentos

1997 - Llamadas telefónicas
2001 - Putas asesinas
Ediciones póstumas
2003 - El gaucho insufrible
2006 - Diario de bar (con A. G. Porta; adjunto a reedición de Consejos de un discípulo de Morrison a un fanático de Joyce)
2007 - El secreto del mal

Ensayos, artículos, discursos y entrevistas

1977 - «La nueva poesía latinoamericana. ¿Crisis o renacimiento?». Plural, n.º 68, pp. 42-43 (México, D. F., mayo, con Jorge Alejandro Boccanera)90
2004 - Entre paréntesis
2011 - Bolaño por sí mismo
2012 - «Autobiografía» y «Manifiesto infrarrealista: La fracturas de la realidad». Revista Granta, n.º 13, México.
http://es.wikipedia.org/wiki/Roberto_Bola%C3%B1o












Roberto Bolaño, el último perro romántico (I)


Por poner las cartas sobre la mesa desde el principio: Roberto Bolaño hubiera ganado el Nobel de Literatura de no haber sido por su temprana muerte en la cumbre de su talento literario. Podría tatuarme sus frases más lapidarias en el cuerpo, como Guy Pearce en Memento. Una de ellas, sacada de su magistral conferenciaLiteratura + enfermedad = enfermedad me define con la suficiente precisión como para que la use en todas partes: Los libros son finitos, los encuentros sexuales son finitos, pero el deseo de leer y de follar es infinito, sobrepasa nuestra propia muerte, nuestros miedos, nuestras esperanzas de paz”.
Así que si algo no será este artículo en dos partes (que se prevé largo e intenso al estilo Jot Down, ¡abróchense los cinturones!) es imparcial.
Tras este aviso para navegantes podría empezar el reportaje con un zoom a los orígenes de Bolaño y su infancia feliz en Los Ángeles (no los de California sino los de Bíobio, en Chile) y repasar el improbable camino que le llevó de poeta marginal en México a superviviente arruinado en Barcelona y narrador samurai en Blanes, pero prefiero un trayecto más propio de los detectives literarios que pueblan sus páginas: ir descubriendo a Bolaño a través de lo que deja ver de sí mismo en sus magníficas novelas, más o menos en el orden en que fueron cayendo en mis garras.
2666: en la sala de lecturas del infierno
Un oasis de horror en un desierto de aburrimiento” Charles Baudelaire
Leí por primera vez 2666 tras una recomendación entusiasta del gran Rafa Valdemar: nunca le estaré lo suficientemente agradecido. Durante la primavera de 2007 permanecí un mes en Munich por motivos laborales, y casi todos mis ratos libres los pasé leyendo 2666 bajo un árbol del Englischer Garten o dando vueltas sin rumbo en los tranvías. Hablando de las novelas terribles de Osvaldo Lamborghini —de una brutalidad tal que haría palidecer al Chuck Palahniuk más bestia—, Bolaño dejó escrito que hay libros que dan miedo, no por ser de terror a lo Stephen King sino porque “más que libros parecen bombas de relojería o animales falsamente disecados dispuestos a saltarte al cuello en cuanto te descuides”. Así me sentí yo respecto a 2666, y más de una vez sentí un escalofrío al pasar sus páginas que me obligó a cerrar el tomo y dejarlo sobre el césped muniqués como quien se aleja de un bloque de uranio de Fukushima.
2666 tiene como telón de fondo los crímenes reales de Ciudad Juárez(convertida en Santa Teresa en la novela): centenares de violaciones y asesinatos de mujeres que se llevan produciendo desde los primeros noventa sin que se hayan encontrado culpables. En esa ciudad de frontera con inesperados portales al infierno se entrecruzan los caminos de los mil personajes de la novela, que deambulan de un modo u otro tras la pista del esquivo escritor Benno von Archimboldi.
No es el suspense argumental lo que vuelve tan absorbente este libro: si los crímenes de Ciudad Juárez son irresolubles, los de Santa Teresa también. Lo que mantiene la atención del lector hasta el punto de obligarlo a leer más de mil páginas casi del tirón es el ritmo narrativo febril, torrencial, vagamente alucinado, melancólico y apresurado como una confesión, punteado por sueños difíciles de interpretar. Una “bestialidad furiosa” según la poeta Carmen Boullosa, “un monstruo o una quimera o un delirio”, dijo Jorge Volpi… La última obra de un narrador moribundo, que volcó en la escritura toda su energía teñida por la nostalgia ante la vida que se acaba.
En efecto, Bolaño estaba gravemente enfermo mientras escribía2666: un cáncer hepático que acabaría llevándole a la tumba con 50 años. Hay quien sospecha, acertadamente o no, que su deseo de acabar 2666 fue uno de los factores que retrasó el necesario trasplante (“le debemos un hígado a Bolaño”, escribió Nicanor Parra). Yo no llegaría a tanto, pero sí suscribo lo que dice Rodrigo Fresán sobre el libro: “una escritura nocturna y lanzada al abismo, Bolaño jugando una carrera contra todo, noche tras noche, por alcanzar la última página de su novela antes del último amanecer de su vida”.
Bolaño quería vivir pero era consciente de la posibilidad de no llegar a ver publicada su novela: para garantizar el futuro económico de su familia (su mujer Carolina López y sus hijos Lautaro y Alexandra, a los que está dedicado el libro), dejó instrucciones de publicar por separado las cinco partes de 2666 como novelas independientes. Sin embargo, tras la muerte de Roberto el crítico Ignacio Echevarría, buen amigo y albacea literario, de común acuerdo con el editor de Anagrama Jorge Herralde y la familia de Bolaño, decidieron respetar la integridad artística de la obra y publicar un solo tomazo “contundente e inapelable”.
2666 incluye decenas de historias paralelas o perpendiculares, “suculentas disgresiones”, como las llama Echevarría, que muestran desde un retrato del “poeta loco de Mondragón” (obvio espejo de Leopoldo María Panero) hasta un sermón en que el fundador de los Panteras Negras enumera recetas para las costillas de cerdo. En Breve entrevista virtual con Bolaño el propio Roberto asignó al menos tres funciones a estas maravillosas sub-historias: “son un regalo para el lector, el abismo de la historia principal y representan el espejo moral, a la manera de Voltaire, del personaje protagonista”. Estos incontables relatos que se solapan y se interrumpen entre sí (de modo similar a El jardín de los siete crepúsculos de Miquel de Palol) impulsan sin cesar la novela hacia delante, página tras página…
Podría resumir las cinco partes de la novela con sólo cinco palabras (respectivamente amor, locura, destino, muerte y literatura), pero intentaré dar una visión un poco menos condensada.
La parte de los críticos adopta la forma de un “vodevil académico”, un extraño triángulo/cuarteto amoroso entre críticos de literatura (un francés, una inglesa, un italiano y un español, y no es un chiste) que orbitan en torno al misterioso escritor Archimboldi y se ven atraídos por el agujero negro de Santa Teresa, donde acabará redefiniéndose su relación —una alegre frase para recordar: “supo que ella era la mujer ideal, la que siempre había buscado, y empezó a sufrir”—. Mil historias entrecruzadas, metáforas literarias y sueños surrealistas con un centro oculto que les da sentido: el pintor que se cortó una mano y la expuso en una galería de arte.
La parte de Amalfitano es un descenso literario a la locura o, como acertadamente dijo Fresán, “una historia de fantasmas donde todos los vivos parecen muertos”. Está protagonizada por un profesor universitario chileno cuya cordura naufraga poco a poco en el ambiente ominoso de Santa Teresa. Marcel Duchamp inventó como regalo de bodas para su hermana un ready-made homenajeado en esta mini-novela: un libro de geometría colgado de un hilo en el patio para que el viento y la intemperie “le enseñen un par de cosas sobre la vida real”. El momento en que Amalfitano reproduce este gesto en su tendedero se convierte en símbolo y declaración de intenciones, en admisión de la derrota de la racionalidad ante el horror.
La parte de Fate sigue a un periodista afroamericano llamado Oscar Fate, que es enviado a Santa Teresa a cubrir un combate de boxeo y se ve arrastrado a interesarse por los asesinatos. Fate intenta sin éxito publicar un reportaje sobre los crímenes (“un retrato del mundo industrial en el Tercer Mundo, unaide-mémoire de la situación actual en México, una panorámica de la frontera, un relato policiaco de primera magnitud”). Lo que sigue es una mirada ajena (aunque finalmente involucrada) sobre el horror de Santa Teresa. Como bien hace notar Martín Cristal, en esta parte el estilo de Bolaño cambia sutilmente hasta parecerse “a la traducción al castellano de un autor estadounidense”, incluso con un leve deje paródico.
En La parte de los crímenes los centenares de asesinatos de mujeres de Santa Teresa dejan de ser el telón de fondo para pasar al primer plano. Esta es la parte más sobrecogedora de 2666: un inventario forense clínico y minucioso de cada uno de los asesinatos. A la manera fría y desapasionada de Capote o Mailer, Bolaño detalla las consecuencias de los crímenes devolviendo nombre y apellidos a cada una de las víctimas y sacándolas así del anonimato de la muerte en masa.
Al reseñar la excelente autobiografía de James Ellroy Mis rincones oscuros, Bolaño alabó que Ellroy no sólo se asomase al abismo al estilo nietzscheano, sino que bailase la conga mientras el abismo le devolvía la mirada. En2666 Bolaño también se atreve a mirar de frente al abismo, pero no baila sino reza: eleva una plegaria atea, un responso fúnebre no sólo por las muertas de Ciudad Juárez sino por nosotros mismos, por la futilidad del mal y la irreversibilidad del mal y la inevitabilidad del mal.
Uno de los mayores estudiosos del femicidio de Ciudad Juárez es el periodista mexicano Sergio González Rodríguez, especializado en crimen organizado, narcotráfico y corrupción policial. No es difícil imaginar que esa elección de temas le ha costado amenazas, intentos de asesinato y pinchazos telefónicos, convirtiéndole en un Roberto Saviano de frontera que sigue vivo de milagro.
Bolaño se carteó con González en busca de información sobre los crímenes de Ciudad Juárez, y terminó trabando amistad con él e invitándolo a comer a su casa en Blanes. González escribió un magnífico ensayo-reportaje llamado Huesos en el desierto y mandó un ejemplar a Bolaño, Juan Villoro y Jorge Herralde, que no tardó en publicarlo en Crónicas. Leer Huesos en el desierto tras haber devorado 2666 produce una sensación extraña: se hace evidente que el libro le sirvió de esqueleto a Bolaño para armar sobre su estructura La parte de los crímenes, y como base de un juego de reflejos que convierte al sospechoso real Omar Latif Sharif en Klaus Haas, al experto yanqui Robert K. Ressler en Albert Kessler… Y también permite apreciar la inquietante presencia en2666 de un espectral Sergio González, periodista que paga con su vida la investigación de los asesinatos. DeHuesos en el desierto dijo Bolaño: “es un libro no en la tradición aventurera sino en la apocalíptica”: Ciudad Juárez es una ciudad de frontera, pero no sólo entre México y Estados Unidos sino entre la vida y el infierno.
Por último, La parte de Archimboldi sigue la biografía del soldado alemán Hans Reiter y su transformación en el esquivo escritor Archimboldi durante la Segunda Guerra Mundial, en una especie de resumen histórico-literario del siglo XX. El nexo con Santa Teresa llega con Klaus Haas, el principal sospechoso de los asesinatos, que resulta ser sobrino de Archimboldi y el último reto al que deberá enfrentarse el escritor: un encuentro que se proyecta hacia el futuro y tal vez se produzca en la espectral página 2666 de la novela.
En uno de los últimos capítulos de la obra maestra de Alan Moore, la impresionante novela gráfica From Hell, vemos a Jack el Destripador (el cirujano William Gull según la teoría de Moore) plenamente satisfecho tras su último asesinato, diciendo: “Para bien o para mal, el siglo XX… lo he hecho nacer yo”. Y así es. El crimen es el símbolo del pasado siglo XX: el asesinato, la muerte industrial de las guerras y los campos de concentración, el reinado del asesino en serie en el imaginario colectivo. El siglo XX es el siglo de HitlerPol Pot y Pinochet, el siglo de Manson y Dahmer y Chikatilo, el siglo del Somme y Verdún y Stalingrado… El siglo de los crímenes de Ciudad Juárez.
Si el símbolo del siglo XX es el crimen, ¿cuál será el del XXI? Probablemente el terror, lo que no representa exactamente una mejora.

Cinco horas con Bolaño
Me hubiera gustado ser detective de homicidios, mucho más que ser escritor. Un tira de homicidios, alguien que puede volver solo, de noche, a la escena del crimen, y no asustarse de los fantasmas. Tal vez entonces sí que me hubiera vuelto loco, pero eso, siendo policía, se soluciona con un tiro en la boca.” Roberto Bolaño
Cuando me enteré de que durante el festival Grec de Barcelona iba a estrenarse una obra de teatro basada en2666 mi primera reacción fue de estupor. ¿Cómo diablos podía adaptarse a escena un mamotreto de más de mil páginas sin ningún argumento lineal? Eso había que verlo. Y así aterricé en la sala Fabià Puigservé del Teatre Lliure, el 28 de junio de 2007, preparado para pasar con Bolaño las siguientes cinco horas, con dos o tres misericordiosas pausas para estirar las piernas y fumar un Ducados.
Adaptar 2666 había costado casi un año de trabajo entre escritura y reescritura, casting (once actores y actrices se repartieron cuarenta personajes) e innumerables ensayos. La adaptación vino firmada por Álex Rigola yPablo Ley, que tras obtener el beneplácito de la familia de Bolaño pasaron meses podando y reescribiendo el texto original. La inmersión de Rigola en 2666 fue absoluta: en las primeras fases del proyecto viajó en persona a Ciudad Juárez y fotografió las maquilas, los opresivos barrios bajos, las icónicas cruces rosas levantadas en memoria de las asesinadas. Esas imágenes se expusieron en la entrada del Lliure: durante las pausas se organizaban espontáneos corrillos de espectadores que charlaban, cohibidos, bajo las ominosas cruces.
Igual que la novela, la obra de teatro constaba de cinco partes más o menos independientes, cada una con su propio estilo y personalidad: esa tarde no vi una sola obra sino cinco diferentes.
La parte de los críticos se presenta como una clase magistral en un decorado minimalista: mesa de conferencias, pizarra, sobrio fondo negro y cuatro actores dirigiéndose al público. Hasta donde recuerdo, todo lo que dicen está sacado literalmente de la novela, lo que tiene una parte buena y una mala: lo positivo es que la obra se beneficia de la fluida escritura de Bolaño y su hipnótico ritmo; lo negativo es que al tener que recitar larguísimos párrafos de la torrencial escritura bolañiana, en ocasiones los actores parecen algo atropellados.
La parte de Amalfitano es la más tradicionalmente teatral, adaptando diálogos y situaciones de la novela a estilo directo. Lo que menos me convenció fue la decisión de comprimir las varias apariciones de la voz que oye Amalfitano en una sola, lo que le acerca más a Macbeth viendo a su fantasma que a la víctima de un progresivo, lento y angustioso descenso a la locura, como ocurre en el libro. Hecha esta salvedad, lo cierto es que los actores están magníficos y la adaptación es más que buena (¡se respeta la aparición espectral de Borís Yeltsin!).
La adaptación de La parte de Fate es la más arriesgada escénicamente: la acción transcurre en un diminuto cubo verde en que se apelotonan todos los personajes, convirtiéndose alguna escena multitudinaria en una versión mexicana del camarote de losHermanos Marx. En particular Julio Manrique borda el papel de Oscar Fate a pesar de llevar la cara cutremente embetunada (digo yo que en una suerte de guiño a los blackface). 
La parte de los crímenes era a priori la más difícil de adaptar: a medida que avanzaba la obra me iba preguntando cómo diablos iban a respetar el espíritu engañosamente frío y calculadamente repetitivo de esa parte de la novela. La solución escénica es muy adecuada: tras el escenario de un cementerio mexicano se proyectan los nombres reales de los centenares de mujeres asesinadas en Ciudad Juárez, mientras la última víctima grita moribunda ante la indiferencia policial. Una escena horrenda y turbadora (“nada te turbe, nada te espante”, escribía precisamente Santa Teresa), de las que llegan incluso al espectador más curtido.
Y La parte de Archimboldi termina la obra con una escenografía sencilla y efectiva: una pantalla sobre la que se proyectan diferentes escenas, un lateral en que permanece una narradora, y una cinta corredera sobre la que Hans Reiter (que se convertirá en Archimboldi) camina por su biografía hacia adelante, siempre hacia adelante. Monólogos muy potentes, grandes interpretaciones y toques de danza contemporánea  (no, no hablo de un baile sobre la cinta al estilo OK Go) ponen el punto final a una maratón que se me hizo incluso corta.
No fui el único en pensar así: durante los cuatro días de su estreno el Teatre Lliure se llenó hasta la bandera, y la acogida crítica fue también excelente. Después la obra viajó por Las Palmas, Granada, Madrid, París, Santiago de Chile… Y si por algún raro milagro volviera a ser representada en mi ciudad, podéis estar seguros de que estaría ahí de nuevo a pasar otras cinco horas con Bolaño.
A estas alturas, y como podréis imaginar, mi curiosidad por leer más libros de este buen hombre era inmensa,así que no tardé en agenciarme su otra gran obra maestra, Los detectives salvajes. Para comentar esta maravilla de novela voy a hacer algo de trampa y a introduciros previamente una parte especialmente apasionante de los años de juventud de Bolaño…

El agitador y las fiestas
El proletariado no tiene fiesta, sólo funerales con ritmo”. Manifiesto Infrarrealista, Roberto Bolaño
El entretenidísimo ensayo El agitador y las fiestas, de la poetisa mexicana Carmen Boullosa, nos permite asomarnos a la vida de Bolaño en el agitado México de los años setenta, un lugar y una época en que podía uno encontrarse por las calles del D.F. a RulfoMonterrosoElizondoGarcía Márquez o Álvaro Mutis.
En aquellos años los poetas mexicanos se hallaban muy españolamente divididos en dos bandos irreconciliables. Por un lado estaban los admiradores de Efraín Huerta, poeta fresco, humorístico y popular; por el otro los fans de Octavio Paz, futuro Premio Nobel, intelectual y cosmopolita. Es decir: comunistas callejeros versus conservadores exquisitos, al menos en la superficie; Boullosa puntualiza que tenían más puntos en común de lo que querían admitir.
Algunos efrainitas belicosos y tocapelotas se convirtieron en el terror del mundillo cultural mexicano, acudiendo a eventos literarios de las vacas sagradas del momento para “sabotear, abuchear, juzgar, pelear y desorganizar”. Se llamaban a sí mismos infrarrealistas y estaban dirigidos por un jovencísimo Roberto Bolaño, que escribió el pelín alucinado Manifiesto Infrarrealistaen 1976 como “una versión mexicana del Dadá”. Jorge Volpi los describe como “una pandilla o mafia o turba o banda de jóvenes iracundos, de pelo muy largo e ideas muyraras, macerados en alcohol y las infaltables drogas psicodélicas de los setenta”.
Bolaño y sus infrarrealistas no perdían ocasión de manifestar su odio a Octavio Paz, básicamente por “sus nefastos crímenes al servicio del fascismo internacional, sus pésimos montículos de palabras que ridículamente llama poemas”. Era una batalla, sin embargo, básicamente incruenta, y la sangre no solía llegar al río. Para empezar, Paz hacía honor a su apellido y tenía un temple envidiable: en cierta ocasión un infrarrealista derramó una copa de cava encima de su blazer nuevo, y Paz apenas reaccionó sacudiéndose la corbata y continuando, sonriente, la conversación. Por otra parte, muchos poetas se mantenían en terreno neutral, y por ejemploVerónica Volkow, la bisnieta de Trotsky, era amiga a un tiempo de octavianos y efrainitas (como curiosidad: Bolaño era filotrotsko y Efraín estalinista).
El mejor de los poetas del grupo (y el más cercano a Bolaño) se llamaba Mario Santiago Papasquiaro: un joven excéntrico hasta para los lisérgicos estándares infrarrealistas y un lector ávido con fama de no dejar de leer ni siquiera bajo la ducha (y no es exageración sino anécdota literal). Fueron años de creatividad desbocada de los que ha quedado muy poco rastro, al preocuparse los infrarrealistas más de vivir intensamente que de dejar un legado.
En 1977 Bolaño dejó repentinamente México para poner rumbo a Europa, a pesar de que empezaba a ganarse la vida escribiendo en diversas revistas. Los motivos no están claros: Boullosa aventura que Bolaño quiso alejarse de una cierta sobredosis de literatura y vivir según su propio Manifiesto Infrarrealista, que terminaba sentenciando en rotundas mayúsculas: “DÉJENLO TODO, NUEVAMENTE / LÁNCENSE A LOS CAMINOS”. La dibujante estadounidense Carla Rippey (que aparecerá en Los detectives salvajes como Catalina O’Hara) aventura una explicación más prosaica y a la vez más novelesca: “su salida de Mexico estuvo relacionada con un hostigamiento injusto de parte de las autoridades, porque un ex novio de su hermana fue acusado de asalto a un restaurante de comida rápida”.
En cualquier caso, Bolaño queda deslumbrado por la Barcelona del 77: “una verdadera belleza, una ciudad en movimiento con una atmósfera de júbilo y de que todo era posible. Se confundía la política con la fiesta, con una gran liberación sexual, un deseo de hacer cosas constantemente, que probablemente era artificial, pero, artificial o verdadero, era tremendamente seductor. Para mí fue un descubrimiento, y me enamoré de la ciudad”.
Allí vivirá durante años más pobre que una rata, trabajando de camarero, lavaplatos, vigilante nocturno de un camping (el Estrella de Mar, luego hablaremos de él), basurero, vendimiador, descargador de barcos y quién sabe qué más, antes de empezar a ganarse la vida por la literatura. Pero antes de llegar a eso, veamos cómo Bolaño utilizó muy inteligentemente la crónica de sus años como “poeta perdido en México” como base para el juego de espejos de Los detectives salvajes.
Belano y Lima, detectives salvajes
Algo inevitable / como enamorarse 100 veces / de la misma muchacha” Roberto Bolaño

En la introducción a la edición de Círculo de Lectores deLas aventuras de Huckleberry Finn, de Mark Twain, Bolaño escribió que todo novelista se ve en algún momento enfrentado a “dos caminos, dos estructuras y, sobre todo, dos argumentos”. El primer camino es el delMoby Dick de Melville: “la llave de esos territorios que por convención o por comodidad llamaremos los territorios del mal, allí donde el hombre se debate consigo mismo y con lo desconocido y generalmente acaba derrotado” (es decir, ni más ni menos que el triunfo del mal en 2666). El segundo camino es el deHuckleberry Finn: “la llave de la aventura o de la felicidad, un territorio menos acotado, humilde e innumerable”.
Y eso es Los detectives salvajes: una versión poética de Las aventuras de Huckleberry Finn que cambia el Mississipi por Sudamérica, Israel, España o Liberia, países por los que deambulan y se pierden los dobles literarios de Roberto Bolaño y Mario Santiago: Arturo Belano y Ulises Lima. Los infrarrealistas de la juventud de Bolaño se convierten en la novela en realvisceralistas, corriente poética marginal de vanguardia que reivindica a una poetisa de principios de siglo llamada Cesárea Tinajero, desaparecida en algún lugar de Sonora (de nuevo el escritor oculto y esquivo como eje de la narración). Belano y Lima se adentran en el desierto en su búsqueda…
2666 fue escrita a contrarreloj: no es una novela pulida y corregida, sino un carromato avanzando a toda velocidad por un camino pedregoso. En cambio Los detectives salvajes es un mecanismo de relojería bien ajustado, con una estructura de puzzle que ensambla mil voces y testimonios diferentes, cada uno con su voz y estilo propios. Esos fragmentos trazan un retrato preciso no sólo de Belano y Lima (y la influencia, más vital que literaria, que dejaron a su paso), sino de toda una generación perdida de jóvenes latinoamericanos entusiastas que acabarían muertos, exiliados o simplemente desubicados, a la búsqueda de su propio lugar en la literatura o la vida o la industria cultural.
(Nota lateral: ¿qué diferencias hay entre Arturo Belano y Roberto Bolaño? Una familia: Carolina, Lautaro y Alexandra. Por supuesto, un destino. Fresán llegó al fondo del asunto con una frase grouchiana: “Belano sería igual a Bolaño si Bolaño hubiera optado por ser Belano y no por ser el Bolaño que acabó escribiendo a Belano”).
Los detectives salvajes está invadido por poetas, como comenta Alan Pauls en La solución Bolaño: “el que no es poeta es padre, madre o hermano de poeta, novia o novio de poeta, amigo, amante oficial o secreto de poeta, heredero de poeta, lector de poeta (…) ¿Cómo voy a sobrevivir a esta proliferación, esta explosión demográfica, esta metástasis de poetas?”. La paradoja, por supuesto, es que Los detectives salvajes es la novela definitiva sobre poetas, la que dice todo lo que hay que saber sobre qué es y qué implica ser poeta, pero en ella no aparece ni un solo verso más allá de un mini-poema visual.
Una duda me asalta a este respecto, y me la arrancaré de la garganta para despedir esta primera parte del artículo. ¿Dónde se meten los poetas españoles? O, siendo más humilde, ¿dónde se reúnen los poetas barceloneses? ¿Dónde podrían ir los infrarrealistas del siglo XXI a lanzar bebidas a la cara de un paciente poeta laureado? ¿Quién va a refutar a Jorge Volpi cuando dice que los poetas jóvenes de hoy son “tan desencantados y torpes como los infrarrealistas, pero con menos huevos”? A ver, poetas, dejaos de excusas y de balbucear que corren malos tiempos para la lírica: ¿dónde coño os escondéis?

En una de esas extrañas muestras de sincronía que a veces tiene la vida, un amable lector de Jot Down me avisó a través de Twitter de que el día siguiente a la publicación de la primera parte de este artículo se iba a presentar en la Casa América de Barcelona un documental del mexicano Ricardo House sobre Roberto Bolaño. Así que ahí me presenté, en una sala de proyecciones llena a rebosar, y pude ver la segunda parte de la trilogía documental La batalla futura, un ambicioso proyecto que pretende recoger los años mexicanos de Bolaño en la primera película, la etapa catalana en la segunda y los años chilenos (básicamente su infancia) en la tercera.
El documental recoge cálidos testimonios de sus amigos y vecinos en Blanes y de Carmen Pérez de Vega, cuya triste descripción de los últimos días de Roberto resulta desoladora. En la charla posterior, el crítico literario y amigo personal de Bolaño Ignacio Echevarría hizo notar que faltaban muchas voces en el documental, comoA.G.PortaVila-Matas, la viuda Carolina López y sus hijos Lautaro Alexandra (testimonios que recoge otro documental complementario y muy tierno, Bolaño cercano de Eric Haasnoot)Tal vez por la escasa iluminación, House tenía un aire al David Carradine de Kill Bill, pero en lugar de desenvainar una katana para destripar a Ignacio le dio la razón, lamentando la imposibilidad de reunir a todos los cercanos a Bolaño en un mismo proyecto debido a ciertas desavenencias que el lector avispado podrá adivinar. Sólo el ubicuo Rodrigo Fresánrepite en ambos documentales.
En cualquier caso, la imagen que ofrecen de Bolaño los entrevistados (en un tono espectralmente similar al de los narradores de Los detectives salvajes al hablar de Belano) muestra a una persona tan encantadora que sólo puedo pensar que si existiera la máquina del tiempo viajaría al 2003 para darle un trozo de mi hígado. Pero mientras se inventa la tecnología adecuada, tendré que conformarme con reemprender el artículo desplazándome mentalmente a 1977, cuando un joven Roberto desembarcó en Barcelona…
Vida de perro (romántico)
Tener el valor, sabiendo previamente que vas a ser derrotado, y salir a pelear: eso es la literatura”. Roberto Bolaño
Los primeros tiempos de Bolaño en Barcelona fueron durísimos: en su piso de la calle Tallers vivía en la pobreza y encadenando mil trabajos eventuales. Su preferido fue el de vigilante nocturno en el camping Estrella de Mar, de Castelldefels, que pasó a ocupar un lugar central en el mito bolañiano: “nunca nadie robó mientras yo estuve allí. Impedí algunas peleas que hubieran podido terminar muy mal. Evité un linchamiento (aunque de buena gana, después, hubiera linchado o estrangulado yo mismo al tipo en cuestión)”. Tal vez allí empezó su costumbre de escribir de madrugada (“era muy lechuzo”, recuerda Echevarría), casi siempre poemas garabateados con hambre y frío.
(Abro un paréntesis para comentar un hecho poco conocido: Bolaño escribió obras teatrales en su juventud mexicana, antes incluso que poemas. El infrarrealista Bruno Montané, Felipe Müller en Los detectives salvajes, recuerda cómo Roberto quemó quinientas páginas con dos o tres obras de teatro juzgadas pésimas por su autor y que desgraciadamente nunca leeremos).
Bolaño recuerda cómo conoció a su amigoA.G. Porta (alias “Kithoue”) en 1978: “en las oficinas de una editorial marginal de Barcelona, que sólo publicaba poesía y que, resignadamente, se llamaba La Cloaca. No era un buen principio, pero para nosotros, que entonces escribíamos poesía y éramos los campeones de los futbolines del distrito quinto de Barcelona, era un principio al menos prometedor”.
Cuando mi hermano Juan Nicho (que sería Mycroft si yo fuera Sherlock Holmes) se enteró de que estaba escribiendo sobre Bolaño, me hizo venir a su casa para prestarme una joya de su biblioteca: el librito de la editorial Cloaca asépticamente titulado Algunos poetas en Barcelona, prologado por Carlos Edmundo de Ory, y que recoge poemas de Bruno Montané, A.G. Porta… Y Roberto Bolaño. Cuatro poemas bolañianos de los que mi favorito es el llamadoUntergehen (“Se dirá de mí vagabundo, poeta aficionado? / ¿Consumido por el amor / a una mexicana loca?”).
En realidad la poesía de Bolaño es tan narrativa que no hay una separación clara en su obra (ni temática ni, en el fondo, estilística) entre su poesía y su prosa. Esto ha llevado más de una vez a confusiones: Amberes (escrito en 1980, publicado en 2002) es un libro de poesía o como mucho de prosa poética confusa y agitada, pero al presentarse como novela recogió pésimas críticas probablemente injustas. Dijo Bolaño: “la única novela de la que no me avergüenzo es Amberes, tal vez porque sigue siendo ininteligible. Las malas críticas que ha recibido son mis medallas ganadas en combate, no en escaramuzas con fuego simulado”
No soy un gran lector de poesía, pero siempre me han fascinado los versos de Bolaño, especialmente los sueños metaliterarios de Tres (“soñé que leía a Stendhal en la Estación Nuclear de Civitavecchia”) y los poemas que años más tarde se recogerían en el libro Los perros románticos, especialmente el apocalíptico y significativo Entre las moscas:
Poetas troyanos Ya nada de lo que podía ser vuestro Existe
Ni templos ni jardines Ni poesía
Sois libres Admirables poetas troyanos.
Yogures y cigarrillos
Nunca olvidaré que en épocas en que yo no tenía ni un duro mi amigo [Porta] aparecía por mi casa de la calle Tallers con yogures y cigarrillos, regalos razonables y prácticos”. Roberto Bolaño
Bolaño se estrenó en la narrativa escribiendo a cuatro manos con Porta la novela Consejos de un discípulo de Morrison a un fanático de Joyce, título basado en un poema de Mario Santiago llamado Consejos de un discípulo de Marx a un fanático de Heidegger. Angel Ros, el narrador protagonista, es un atracador atípico, que durante el asalto a la mansión de una poetisa puede detenerse a evaluar los libros de su biblioteca. En un momento de la novela, Ros medita: “pronto cumpliré treinta años pero eso no es ser viejo, podría aún, si me esfuerzo, empezar algo, un auténtico intento de escritura”.
En 1980 Bolaño se traslada a Girona, ofreciéndose a cuidar el piso (y la perra) de su hermana, que volvió a Mexico. Allí la situación económica de Roberto no mejora: una amiga de esa época le recuerda compartiendo el pienso con la perra.
A Bolaño siempre le fascinó la descripción de Blanes escrita por Juan Marsé en Últimas tardes con Teresa, así que decidió al cabo de un tiempo mudarse allí, abriendo sin excesivo éxito una tienda de abalorios para turistas. Años más tarde, ya escritor consagrado, Bolaño escribirá el pregón de la fiesta mayor de Blanes recordando así sus primeros meses en el pueblo: “Los primeros amigos que tuve en Blanes eran casi todos drogadictos. (…) Hoy la mayoría están muertos. Algunos murieron de sobredosis, otros de SIDA. No fueron buenos estudiantes, ninguno fue a la universidad, pero vivieron sus vidas que resultaron tan cortas como si formaran parte de una vasta tragedia griega”. Más tarde Bolaño trabó amistad con sus vecinos y con amables botiguers “salidos directamente de El Lazarillo de Tormes”.
Bolaño tuvo pronto un importante acicate para ganar dinero con la literatura: en 1982 se casó con Carolina y poco después nació su primer hijo, Lautaro.
El cazador de búfalos
Resistid, queridos libros, atravesad los días como caballeros medievales, y cuidad a mi hijo en los años venideros”.Roberto Bolaño
En el recopilatorio Llamadas telefónicas puede encontrarse el mejor cuento de Bolaño y uno de mis favoritos de cualquier autor: una joya de apariencia sencilla llamada Sensini que contiene la quintaesencia de Bolaño, especialmente su respetuosa y empática ternura por la gente que lo ha pasado mal. El protagonista del cuento, un trasunto de Bolaño, traba contacto con el escritor Sensini (espejo de Antonio di Benedetto), que le introduce en el arte de ganarse la vida presentándose a decenas de concursos literarios de provincias. Los cuentos de Sensinia menudo los mismos disfrazados con títulos distintos, salen a pelear como boxeadores a sueldo por Ayuntamientos y centros cívicos, pagando uno la factura del gas, otro la de la luz, otro un billete de avión…
Sensini retrata perfectamente los años en que Roberto sobrevivió gracias a los más oscuros premios literarios, a los que llamaba “búfalos que un piel roja tenía que salir a cazar pues en ello le iba la vida”. Tras el éxito de sus últimos años, Roberto recordaba esa época de forma ambivalente: “nunca como entonces me sentí más orgulloso y más desdichado de ser escritor”. Dos novelas cortas destacan de entre las que le permitieron sobrevivir en esa época: una era un texto críptico y alucinado que usaba como centro la lenta agonía del poeta César Vallejo en París. Se llamó en principio La senda de los elefantes (y algún otro título cortesía de las tretas a loSensini) y acabaría siendo reeditada por Anagrama años más tarde como Monsieur Pain. La segunda era La pista de hielo, una novela negra ambientada en Blanes cuya narración a tres voces me ha parecido siempre un ensayo o un concierto en miniatura de la orquesta sinfónica que sería Los detectives salvajes.
Bolaño dio un salto cualitativo con La literatura nazi en América, que más que novela era un conjunto de cuentos, biografías imaginarias y profundamente cínicas de escritores ultraderechistas, un poco en la línea borgiana deHistoria universal de la infamia. Editado por Seix Barral en 1996, fue un éxito rotundo de crítica pero vendió poquísimos ejemplares, así que la mayor parte de la edición fue guillotinada. El lógico malestar de Bolaño terminó echándole en brazos de Jorge Herralde, editor de Anagrama, con quien publicaría hasta el día de su muerte, abandonando la caza del bisonte para dedicarse a perseguir un tipo muy diferente de bestia.
Última transmisión desde el planeta de los monstruos
Un poeta lo puede soportar todo. (…) Con esta convicción crecimos. El enunciado es cierto, pero conduce a la ruina, a la locura, a la muerte”. Roberto Bolaño
Bolaño decidió convertir el último capítulo de La literatura nazi en América en una historia independiente llamadaEstrella distante: mi novela corta preferida de Bolaño. En ella se sigue el rastro del poeta y piloto ultraderechista Carlos Wieder, que combina asesinatos y torturas en la era de Pinochet con sublimes actos poéticos de vanguardia.
Wieder escribe en el cielo ominosos versos con el humo negro de su avión, en un acto poético que es el reflejo tenebroso del que en la vida real realizó Raúl Zurita en 1982 con cinco aviones y humo blanco, escribiendo sus versos sobre ocho kilómetros de los cielos de Nueva York. El rastro de Wieder atraviesa películas snuff, excéntricas revistas de tercera y talleres de poesía, siempre a través de una poética del mal que recuerda alSegundo Manifiesto Surrealista: “El más simple acto surrealista consiste en precipitarse calle abajo, pistola en mano, y disparar a ciegas sobre la multitud tan rápido como se pueda apretar el gatillo”.
 Al leer Estrella distante me asaltó una sensación de dejà vu en el capítulo en que los protagonistas siguen el rastro del poeta guerrillero Juan Stein… Y al cabo de un rato caí en la cuenta de que tanto el estilo como la temática y el tono general del libro (entre melancólico y combativo) me recordaban a Soldados de Salamina, de Javier Cercas, en donde aparece como personaje un escritor llamado Roberto Bolaño que ayuda al personaje Cercas a localizar al miliciano Miralles. Un juego de espejos en el que puede verse un homenaje y algunos (no yo) han intuido el inicio de un plagio. Obviamente Cercas está en deuda con Bolaño, pero en cierto modo todo escritor en castellano que publique tras él lo está.
Incluir a Bolaño como personaje-guía en Soldados de Salamina es un gesto de honestidad intelectual por parte de Cercas, y así debió entenderlo Roberto a juzgar por las palabras amables que le dedicó en muchas ocasionescolocándoloen el “reducido grupo de cabeza de la narrativa española”. Ambos ganaron el premio Salambó, otorgado por un jurado de quince escritores: Cercas en 2001 por Soldados de Salamina, Bolaño en 2004, póstumamente, por 2666.
No es el de Cercas el único homenaje que se ha rendido a Estrella Distante: hace pocos días leí una variante de la lapidaria frase inicial del capítulo nueve (“esta es mi última transmisión desde el planeta de los monstruos”) apareciendo inopinadamente en un guiño bolañiano hacia el final de El fondo del cielo, de Fresán… Que por cierto también incluyó un divertidísimo cameo de Bolaño (“¿se llamaba Arturo o Roberto?”) en Mantra.

Diez mil poetas rumbo al matadero
Auxilio es como la testigo amnésica de un crimen que intenta recobrar la memoria, así que en ese sentido actúa también como una metáfora: los latinoamericanos hemos presenciado crímenes que luego hemos olvidado”. Roberto Bolaño
Una de las mil voces retratadas en Los detectives salvajes es la de Auxilio Lacouture, personaje cuya historia Roberto decide ampliar en Amuleto, publicada en 1999. El libro es un monólogo interior alucinado y onírico, casi teatral, narrado con saltos temporales inconexos que por momentos recuerdan al tiempo fracturado de Kurt Vonnegut en Matadero 5.
En un artículo publicado en el diario uruguayo BrechaIgnacio Bajter da detalles sobre la mujer que sirvió de armazón para el personaje de Auxilio. Se llamaba Alcira Soust Scaffo, y era una maestra y poeta uruguaya, “vagabunda y bellamente desolada”, que viajó a Mexico y conoció a Bolaño y su troupe de infrarrealistas en los setenta. Al ser casi treinta años mayor que ellos, se convirtió en cierto modo en su protectora: de ahí que Bolaño convierta a Auxilio en “la madre de la poesía mexicana”. Carmen Boullosa la recuerda medio loca (“se le había zafado la chaveta“) desde la ocupación militar de la Facultad de Filosofía en 1968, cuando recibió al ejército recitando poemas de León Felipe por megafonía y luego se escondió durante más de diez días en los lavabos… Punto focal y pivote del monólogo de Auxilio en Amuleto.
En la novela aparece una prefiguración de 2666, o al menos de su título y su aire apocalíptico. Auxilio describe así la Avenida Guerrero de México DF de madrugada: “se parece sobre todas las cosas a un cementerio, pero no a un cementerio de 1974, ni a un cementerio de 1968, ni a un cementerio de 1975, sino a un cementerio de 2666, un cementerio olvidado bajo un párpado muerto o nonato, las acuosidades desapasionadas de un ojo que por querer olvidar algo ha terminado por olvidarlo todo”.
Lo que Auxilio no olvida es el sacrificio de una generación entera de jóvenes idealistas que acabaron en el matadero a manos de las dictaduras latinoamericanas o víctimas de sus propios demonios, una “inacabable legión que camina cantando hacia el abismo” en la visión que cierra la novela. Jóvenes bautizados con diferentes nombres que Fresán recopila en uno de sus ensayos: “los sudacas voladores”, “los niños más lindos de Latinoamérica”, “los jóvenes envejecidos”, “los perros románticos”, “los monstruos”, “los detectives”, “los detectives helados”, “los detectives perdidos” y, por fin, el definitivo “los detectives salvajes”.
En el discurso de aceptación del Premio Rómulo Gallegos por Los detectives salvajes, Bolaño los recuerda así: “luchamos a brazo partido, pero tuvimos jefes corruptos, líderes cobardes, un aparato de propaganda peor que una leprosería, luchamos por partidos que de haber vencido nos habrían enviado de inmediato a un campo de trabajos forzados (…) fuimos estúpidos y generosos, como son los jóvenes, que todo lo entregan y no piden nada a cambio, y ahora de esos jóvenes ya no queda nada, los que no murieron en Bolivia, murieron en Argentina o en Perú, y los que sobrevivieron se fueron a morir a Chile o a México, y a los que no mataron allí los mataron después en Nicaragua, en Colombia, en El Salvador”.

Tormentas de mierda
Y yo puedo ser el payaso de mis lectores, si me da la real gana, pero nunca de los poderosos. Suena un poco melodramático. Suena a declaración de puta honrada. Pero, en fin, así es.” Roberto Bolaño

Un jovencísimo Bolaño volvió a Chile en el 73, poco antes del golpe de Pinochet, y apenas unos días tras el fatídico 11 de septiembre fue arrestado, presentado como un “peligroso revolucionario mexicano” por un funcionario ansioso de inflar su captura, y pasó ocho días en prisión. Salió de allí gracias a dos policías que habían sido compañeros de clase, un suceso que dramatizaría años más tarde en el cuento Detectives y en un largo poema inédito que conserva Bruno Montané. Bolaño detestaba que se exagerara sobre este episodio de su vida: “es el típico tango latinoamericano. En el primer libro que me editan en Alemania me ponen un mes de prisión; en el segundo, en vistas de que el primero no ha vendido tanto, me suben a tres meses; en el tercer libro, a cuatro meses y, como siga, todavía voy a estar preso”.
En cualquier caso, está claro que Roberto tenía una espina chilena clavada, que pudo sacarse finalmente con el tormentoso retorno a su país natal en 1998 (donde no dejó títere con cabeza, lo que aún no le ha perdonado el establishment chileno) y la escritura posterior de la soberbiaNocturno de Chile, un monólogo febril publicado en 2000 por Anagrama y escrito en el mismo estilo teatral de Amuleto. La novela es una mirada retrospectiva a la vida del jesuita Sebastián Urrutia Lacroix, crítico literario chileno y uno de los personajes más contradictorios de Bolaño. Hay escenas inolvidables en el libro: las clases de marxismo que recibe el mismísimo Pinochet; los talleres literarios en casa de la intelectual de izquierdas cuyo esposo, miembro de la DINA, tortura estudiantes en el sótano; el viaje por Europa durante el que Urrutia ve a los sacerdotes entrenando halcones para matar a las palomas que ensucian las iglesias (y aquí hay que comentar que “los Halcones” fueron el grupo paramilitar que participó en la masacre de Tlateloco en el 68, durante los disturbios que enloquecieron a Alcira / Auxilio Lacouture).
En uno de sus arrebatos de samurai kamikaze, Bolaño quiso llamar a esta novela Tormentas de mierda, y sólo un ímprobo esfuerzo de Juan Villoro y Jorge Herralde consiguió evitarlo… Tal vez por desgracia.
El arte del incordio
Hay momentos para recitar poesías y hay momentos para boxear”. Roberto Bolaño en Los detectives salvajes
Los amigos de Bolaño le recuerdan como alguien sencillo, divertido y cultísimo sin caer en la pedantería. Se podía charlar con él durante horas de cualquier tema (“asesinos seriales, estrellas porno, trovadores merovingios”, enumera Villoro). Fresán le recuerda cantando con grandes gestos de loco canciones absurdas de rock mexicano, Vila-Matas rememora irónicamente sus paseos junto a Lautaro… En lo que todos están de acuerdo es en su vocación de polemista: le encantaba discutir e intercambiar opiniones como única forma de abordar todos los ángulos de un problema; “dominaba el arte del incordio”, como recuerda Carolina sonriendo. En su última entrevista contestó la pregunta “¿por qué te gusta llevar siempre la contraria?” con la veloz respuesta: “yo nunca llevo la contraria”.
El entretenidísimo libro Entre paréntesis, compilado póstumamente por Echevarría a partir de conferencias, artículos y ensayos, permite una mirada única a las filias y fobias bolañesas, especialmente como lector atento y atinado (“la verdad es que no les concedo mucha importancia a mis libros, estoy mucho más interesado en los libros de los demás)”.
Sus críticas negativas eran demoledoras, pero no iban acompañadas de la rabia de críticos como los de La Fiera Literaria de García Viñó. Simplemente exponía su opinión sin aspavientos ni amarga bilis, sino con la naturalidad irónica de quien emite un juicio obvio.
Es famosa su manía por la obra de Isabel Allende: “llamarla escritora es darle cancha: es una escribidora”. O “La literatura de Allende es mala, pero está viva. (…) Y siempre cabe la posibilidad de un milagro. No sé, el fantasma de Juana Inés de la Cruz se le puede aparecer un día y le puede dar una lista de lecturas”. Allende contraatacó en una entrevista en El País: “No me dolió porque él hablaba mal de todo el mundo. Es una persona que nunca dijo nada bueno de nadie. El hecho de que esté muerto no lo hace a mi juicio mejor persona: era un señor bien desagradable”.
Como bien observa Herralde, “Bolaño la ataca como escritora mientras que Allende ataca a la persona, faltando objetivamente a la verdad”. Y es que un breve repaso a Entre paréntesis nos permite leer palabras amables y elogiosas dirigidas tanto a autores consagrados (BorgesCortázar) como a jóvenes contemporáneos como Cercas o Fresán. He descubierto gracias a los entusiasmos de Bolaño a escritores que ahora me encantan:Rodolfo WilcockRodrigo Rey RosaEnrique Lihn, Nicanor Parra… Con los autores del boom latinamericano (que en su mayor parte lo ningunearon hasta que fue demasiado tarde) su relación fue de admiración, crítica y reto: Vargas Llosa comenta en una lúcida entrevista que Bolaño era muy parricida y criticaba mucho a las generaciones anteriores… Lo que es siempre sano, la única forma de alcanzar personalidad propia.
Hacer ganar a Napoleón en Waterloo
Póstumo suena a nombre de gladiador romano. Un gladiador invicto. O al menos eso quiere creer el pobre Póstumo para darse valor.” Roberto Bolaño
El 30 de junio de 2003 Bolaño ingresa en la Vall d’Hebrón y poco después cae en coma.
EL 8 de julio, a las 2:45 de la mañana, se incendia el camping Estrella de Mar. Al día siguiente, una portavoz declara que no ha habido víctimas, pero lamenta la muerte de un perro y la desaparición de otro.
El 14 de julio, Roberto Bolaño muere.
Poco antes de su muerte dejó a Herralde el manuscrito del brillante libro de cuentos El gaucho insufrible y cinco disquetes con las cinco partes de 2666. En 2004, bajo la supervisión de Ignacio Echevarría (designado por Bolaño como la persona a quien deberían consultarse asuntos literarios) se publicó el ya comentado Entre paréntesis… Y a partir de aquí, ya con el gladiador Póstumo en la arena, empieza la eterna polémica sobre qué debería publicarse y qué no de entre los papeles dejados atrás por Roberto: autores como Jorge Volpi se hubieran detenido ahí, poniendo en duda que Bolaño quisiera ver publicadas “sus listas de lavandería”.
Bolaño nunca tuvo un agente, tal vez por la buena amistad que mantenía con Herralde (“una persona inteligente y a menudo encantadora. Tal vez a mí me convendría más que no fuera tan encantador”). La viuda de Roberto, Carolina López, acudió a la poderosa agente Carmen Balcells, que gestionó su legado durante cinco años en los que se publicaron el recopilatorio de cuentos fragmentarios El secreto del mal y el libro de poemas y borradoresLa Universidad Desconocida, ambos libros notables aunque forzosamente incompletos.
Durante esos años se fue produciendo un cierto distanciamiento entre Carolina y parte del entorno de Roberto… Y en 2008, la viuda entregó los derechos de Bolaño a Andrew WylieEl Chacal, dueño de una de las mayores agencias literarias del mundo y agente de los herederos de BorgesRoth,Burroughs o Tabucchi, entre otros. Wylie se estrenó anunciando en la Feria del Libro de Frankfurt la próxima publicación de El Tercer Reich, una novela inédita de Bolaño “mecanografiada y meticulosamente corregida a mano”.
 Confieso que mi primera reacción fue de escepticismo, y pronto empecé a fantasear con una historia metaliteraria a lo Vila-Matas en que un escritor sigue el rastro del “negro” de Bolaño a través de sutiles pistas dejadas en sus presuntos libros póstumos. Sin embargo, este artículo menciona una carta de Bolaño enviada a Bruno Montané en 1986, en la que se habla de una novela llamada Estrategia mediterránea (un elemento de la trama de El Tercer Reich) demasiado larga para concursos literarios. Más adelante comentó que lo consideraba un proyecto fallido, pero añadió: “el día en que no pueda escribir por mi enfermedad, iré sacando todo este material que tengo”… Y en el documental Bolaño cercano, su viuda Carolina enseña los cuadernos de Roberto, llenos de correcciones añadidas a mano con la caligrafía apresurada de sus últimos meses.
Tras leer El Tercer Reich no pude estar de acuerdo con Bolaño: no me pareció una novela fallida sino un libro apasionante que prefigura muchas de sus obsesionesAdemás, aparece por primera vez en la narrativa de Bolaño una de sus pasiones más curiosas: era adicto a los juegos de estrategia o wargames, y pasaba largas horas reproduciendo minuciosamente batallas de la Segunda Guerra Mundial o haciendo ganar a Napoleón en Waterloo.
No me convenció tanto Los sinsabores del verdadero policía, prefiguración de 2666 aparecida en 2010 y que salvo un par de capítulos realmente notables no deja buen sabor de boca. O sinsabor.
Bolaño, icono pop
“Es muy molesta toda esa glotonería alrededor de la figura de Roberto. Casi da miedo. Lo que hay que hacer es leerle”.Carmen Pérez de Vega
Y con esta cita lapidaria deberíamos clausurar el artículo, pero me permito contraatacar y disculparme con una frase de Fresán: “leer a Bolaño hace entrar ganas de escribir”… Y antes de terminar me gustaría responder a las objeciones que suelen ponerse a Bolaño por haber sido mitificado tras su muerte. Una vida dramática y radicalmente libre, una última novela escrita febrilmente en plena enfermedad, un espejo en el que puede reflejarse una generación entera: ¿cómo no se va a forjar un mito con estos ingredientes? Sin embargo, quien admira a Bolaño lo admira por lo que escribió, como en mi caso: antes de saber nada del mito, ya me había deslumbrado con las epifanías de 2666 y Los detectives salvajes.
Por supuesto que alrededor de Bolaño hay promociones y campañas de marketing, como alrededor de cualquier escritor importante, pero la mayoría nacen de un auténtico amor por el autor y su obra (la calle con su nombre inaugurada en Girona;el recital de su fan Patti Smith, tan poetisa como cantante). La mejor actitud ante sus libros, especialmente los póstumos, es el mismo saludable escepticismo que debería adoptarse ante cualquier lanzamiento editorial, sometido por definición a leyes de mercado. Sin embargo, el fantasma del gafapastismo acecha tras las esquinas: “se leía mejor a Bolaño cuando no era nadie”, leo a un comentarista en un blog carne de Cultureta Watch: el estúpido prejuicio propio de los happy few de que cuanto más conocido es algo menos calidad alcanza. ¿No es más lógico alegrarse de que el mito Bolaño permita a más gente acceder a su escritura?
Carlos Franz da un aviso más inteligente en Una tristeza insoportable, al advertir del riesgo de que los jóvenes escritores se dejen atrapar demasiado por su ídolo (“el estilo de B., peculiarmente rítmico, pegajoso, hipnótico, parece especialmente diseñado para ser imitado sin que el copión lo note”) en lugar de hacer lo que Bolaño hizo con sus propios ídolos: leerlos para después asaltarlos, desmenuzarlos, buscar caminos propios.
Echevarría avisa de otro peligro: que la carga romántica alrededor de Bolaño diluya su compromiso político y su utopía revolucionaria (hoy en día política y romanticismo están enfrentadas, mientras que para la generación Bolaño la política era romántica). Roberto se hubiera horrorizado con la lectura conservadora que algunos han hecho en Estados Unidos de sus libros, presentando al autor de Los detectives salvajes como un exyonqui redimido que ha sentado cabeza y se arrepiente de sus pecadillos de juventud… Pero Bolaño nunca se arrepintió de nada, y siempre tuvo claro que la “respetabilidad” era peligrosa para un escritor. Mientras que Mario Santiago / Ulises Lima optó por vivir “sin timón y en el delirio”, como reza uno de sus mejores versos, Bolaño/Belano llegó a compromisos con la industria editorial para asegurar un futuro a su familia, pero siempre le importó bien poco el reconocimiento público.
Como analizan Andrea Cobas y Verónica Garibotto en Un epitafio en el desierto, un escritor contemporáneo tiene tres posibilidades: rendirse a las reglas del mercado (los autores “inteligibles y folletinescos” a lo Pérez-Reverte atacados por Bolaño en Los mitos de Cthulhu), escribir de forma subterránea e inédita (como el protagonista del cuento Enrique Martín) o entrar en la industria editorial pero “sin aceptar del todo sus reglas, coqueteando con ella, quebrando alguno de sus códigos” (el Arturo Belano de Los detectives salvajes que se burla de la Feria del Libro o reta a duelo al crítico literario Echavarne / Echevarría).
Bolaño siempre sintió cierta ternura por los autores jóvenes: en un congreso sevillano de 2003 le preguntaron qué consejo podría dar a un escritor primerizo, y el Bolaño a quien quedaban pocas semanas de vida contestó: “les recomiendo que vivan, que vivan y sean felices”. Años antes, en una divertida entrevista, afinó más el consejo: “vivir mucho, leer mucho y follar mucho”. En un papel escrito a mano por Bolaño y encontrado por Echevarría, se podía leer, bajo el epígrafe “para el final de 2666″ esta frase con la que, ahora sí, cerraré el artículo: “Y esto es todo, amigos. Todo lo he hecho, todo lo he vivido. Si tuviera fuerzas me pondría a llorar. Se despide de ustedes, Arturo Belano”.

Entrevista de Seamus Heaney y Richard Kearney a Jorge Luis Borges (1981)

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Richard Kearney: Su prosa pone de manifiesto una continua obsesión con el mundo de la ficción y de los sueños, un universo de laberintos inconscientes. En ocasiones es algo tan onírico que se vuelve imposible distinguir entre el autor (usted), los personajes de la ficción y el lector (nosotros).

Seamus Heaney: Esta interacción entre la ficción y la realidad parece ocupar un lugar central en su obra. ¿Cómo afecta su obra el mundo de los sueños? ¿Usa conscientemente material onírico?

Borges: Cada mañana, cuando despierto, recuerdo sueños y los grabo o los escribo. A veces me pregunto si estoy dormido o si estoy soñando. ¿Estoy soñando ahora? ¿Quién puede saberlo? Nos soñamos unos a otros todo el tiempo. Berkeley afirmaba que Dios era quien nos soñaba. Tal vez tenía razón... ¡pero cuán tedioso para el pobre Dios! Tener que soñar cada grieta y cada mota de polvo en cada taza de té y cada letra en cada alfabeto y cada pensamiento en cada cabeza. ¡Debe estar exhausto!

Heaney: ¿Su mundo onírico alimenta de manera directa su forma de escribir? ¿Toma prestado y traspone el contenido de sus sueños a la literatura? ¿O se trata acaso de una habilidad narrativa que le da a las imágenes su contorno y su forma?

Borges: El relato ficticio da un orden al desorden del material onírico. Pero no puedo decir si el orden está impuesto o si ya está latente dentro del desorden y tan sólo espera quedar realzado a través de su repetición en la ficción. ¿Inventa el escritor de ficción un orden completamente nuevo ex nihilo? Supongo que si pudiera contestar semejantes preguntas ¡no escribiría ficción en absoluto!

Heaney: ¿Podría darnos algunos ejemplos reales de lo que quiere decir?

Borges: Sí. Le contaré un sueño recurrente que me interesó mucho. Un pequeño sobrino mío, quien solía quedarse conmigo con cierta frecuencia y me contaba sus sueños cada mañana, soñó el siguiente tema recurrente. Estaba perdido en un sueño y luego llegaba a un claro en donde me veía salir de una casa blanca de madera. En ese punto, solía interrumpir su resumen del sueño y preguntarme, "Tío, ¿qué hacías en esa casa?". "Estaba buscando un libro", le contestaba. Y se quedaba muy contento con esa respuesta. Como niño, todavía era capaz de deslizarse de la lógica de su sueño a la lógica de mi explicación. Tal vez así funcionen mis propias ficciones...

Heaney:¿Es entonces el modo más que el material de los sueños lo que principalmente influye e inspira su obra?

Borges: Yo diría que son las dos cosas. He tenido varios sueños recurrentes a lo largo de los años que han dejado su huella en mi ficción de una u otra forma. Los símbolos difieren con frecuencia, pero los patrones y las estructuras siguen siendo los mismos. Por ejemplo, con frecuencia he soñado que estoy atrapado en un cuarto. Trato de salir, pero vuelvo a entrar a un cuarto. ¿Se trata del mismo cuarto?, me pregunto. ¿O acaso escapo a un cuarto exterior? ¿Estoy en Buenos Aires o en Montevideo? ¿En la ciudad o en el campo? Toco la pared para intentar descubrir la verdad sobre mi paradero, para encontrar una respuesta a estas preguntas. Pero ¡la pared es parte del sueño! De modo que la pregunta, al igual que el que la hace, regresa eternamente a ese cuarto. Este sueño me dio el tema del laberinto que aparece con tanta frecuencia en mis ficciones. También estoy obsesionado con un sueño en donde me veo en un espejo con varias máscaras o rostros que se superponen unos sobre otros; los desprendo de manera sucesiva y me dirijo al rostro que está frente a mí en el espejo; pero no me contesta, no puede oírme o no me escucha, es imposible saberlo.

Heaney:¿Qué clase de verdad cree que Carl Jung intentaba explorar en su análisis sobre los símbolos y los mitos? ¿Cree que los arquetipos jungianos son explicaciones válidas de lo que experimentamos en el mundo inconsciente de la ficción y de los sueños?

Borges: He leído a Jung con gran interés, pero sin convicción. En el mejor de los casos, fue un escritor imaginativo e inquisitivo. Es más de lo que uno puede decir acerca de Freud... ¡Qué basura!

Kearney: La sugerencia que usted hace aquí de que el psicoanálisis tiene valor como un estimulante imaginativo más que como un método científico me hace recordar la afirmación que usted hace en el sentido de que todo el pensamiento filosófico es "una rama de la literatura fantástica".

Borges: Sí, creo que la metafísica es un producto de la imaginación al mismo nivel que la poesía. Después de todo, la idea ontológica de Dios es el invento más espléndido de la imaginación.

Kearney: Pero ¿inventamos nosotros a Dios o es Dios quien nos inventa a nosotros? ¿Es divina o humana la imaginación creativa primaria?

Borges: Ah, ésa es la pregunta. Puede ser ambas.

Heaney:¿Acaso su experiencia infantil de la religión católica alimentó su sensibilidad de alguna forma duradera? Me refiero más a sus ritos y misterios que a sus preceptos teológicos. ¿Existe algo llamado imaginación católica, que podría expresarse en obras literarias como, por ejemplo, en el caso de Dante?

Borges: Para el argentino, ser católico es más una cuestión social que espiritual. Significa que uno se alínea con la clase, el partido o el grupo social correcto. Nunca me interesó este aspecto de la religión. Sólo las mujeres parecían tomar la religión en serio. Cuando era niño, cuando mi madre me llevaba a misa, yo rara vez veía a un hombre en la iglesia. Mi madre tenía una gran fe. Creía en el paraíso; y quizá su creencia significa que ahora ella está allí. Aunque ahora ya no soy un católico practicante y no puedo compartir su fe, sigo entrando en su habitación todos los días a las cuatro de la mañana, la hora en que murió hace cuatro años (¡tenía 99 años y le aterraba cumplir cien años!) para rociar agua bendita y rezar el Padre Nuestro como ella lo pidió. ¿Por qué no? La inmortalidad no es más extraña ni increíble que la muerte. Como mi padre agnóstico solía decir: "Dado que la realidad es lo que es, el producto de nuestra percepción, todo es posible, incluso la Trinidad". Creo en la ética, que las cosas en nuestro universo son buenas o malas. Pero no puedo creer en un Dios personal. Como lo dice Shaw en Major Barbara: "He dejado atrás a la Desposada del Cielo". Me siguen fascinando los conceptos metafísicos y alquímicos de lo sagrado. Pero esta fascinación es más estética que teológica.

Kearney: En “Tlön, Uqbar y Orbis Tertius”, usted dijo que la eterna repetición del caos gradualmente hace surgir o revela un patrón o un orden metafísico. ¿Qué tenía usted en mente?

Borges: Me divertí mucho escribiendo eso. Nunca dejé de reírme, de principio a fin. Todo era una enorme broma metafísica. La idea del eterno regreso es, claro está, una vieja idea de los estoicos. San Agustín condenó esta idea en Civitas Dei, cuando compara la creencia pagana en un orden cíclico del tiempo, la Ciudad de Babilonia, con el concepto lineal, profético y mesiánico del tiempo que se encuentra en la Ciudad de Dios, Jerusalén. Este último concepto ha prevalecido en nuestra cultura occidental desde San Agustín. Sin embargo, creo que puede haber algo de verdad en la vieja idea de que, detrás del aparente desorden del universo y de las palabras que usamos para hablar de nuestro universo, podría surgir un orden oculto... un orden de repetición o coincidencia.

Kearney: Usted escribió alguna vez que, a pesar de que este orden cíclico no puede demostrarse, sigue siendo para usted "una elegante esperanza".

Borges: ¿Eso escribí? Eso es bueno, sí, muy bueno. Supongo que en 82 años tengo derecho a haber escrito unas cuantas líneas memorables... El resto puede "echarse a perder", como solía decir mi abuela.

Heaney: Usted habló de reír mientras escribe. Sus libros están llenos de diversión y picardía. ¿Escribir siempre ha sido para usted una tarea placentera o ha sido alguna vez una experiencia difícil o dolorosa?

Borges: Sabe, cuando todavía podía ver, me encantaba escribir, cada momento, cada frase. Las palabras eran como juguetes mágicos con los que yo jugaba y movía de toda clase de formas. Desde que perdí la vista a los cincuenta años, no he podido regocijarme con la escritura con esta naturalidad. He tenido que dictarlo todo, volverme un dictador más que un jugador de palabras. Es difícil divertirse con juguetes cuando uno está ciego.

Heaney: Supongo que la ausencia física de la pluma y el estar encorvado sobre el escritorio hace una gran diferencia...

Borges: Sí, así es. Pero extraño poder leer más que poder escribir. A veces me regalo a mí mismo un pequeño engaño, me rodeo de todo tipo de libros, sobre todo diccionarios, en inglés, español, alemán, italiano, islandés. Se convierten en seres vivos para mí, me susurran cosas en la oscuridad.

Heaney:¡Sólo un Borges podría practicar semejante acto de ficción! Sus sueños siempre han sido, de una manera bastante evidente, importantes para usted. ¿Diría usted que su capacidad o necesidad de habitar el mundo de la ficción y de los sueños aumentó de alguna manera por haber perdido la vista?

Borges: Desde que me volví ciego lo único que me queda es la alegría de soñar, de imaginar que puedo ver. A veces mis sueños se extienden más allá del sueño y se adentran en mi mundo de vigilia. Con frecuencia, antes de dormir o al despertar, me descubro soñando, balbuciendo frases oscuras e inescrutables. Esta experiencia simplemente confirma mi convicción de que la mente creativa siempre está activa, siempre está más o menos soñando tenuemente. Dormir es como soñar la muerte. De la misma manera en que despertar es como soñar la vida. A veces ya no puedo distinguir cuál es cuál.

...

Como argentino, me siento alejado de la corriente española. Me crié en Argentina teniendo la misma familiaridad con la cultura inglesa y francesa que con la española. Así que supongo que soy doblemente extranjero... pues incluso el español, la lengua en la que escribo precisamente como un extraño, se encuentra al margen de la principal tradición literaria de Europa.

Seamus Heaney: ¿Cree usted que existe algo semejante a una tradición hispanoamericana... aceptando el hecho de que todas las tradiciones deben ser imaginadas antes de aparecer?

Borges: Es cierto que la idea de la tradición implica un acto de fe. Nuestras imaginaciones alteran y reinventan el pasado todo el tiempo. Sin embargo, debo confesar que a mí nunca me convenció mucho la idea de una tradición hispanoamericana. Por ejemplo, cuando viajé a México, me encantó su rica cultura y literatura nativa. Pero sentí que no tenía nada en común con ella. No pude identificarme con su culto al pasado de los indios. Argentina y Uruguay difieren de la mayor parte de los demás países latinoamericanos en el sentido de que poseen una mezcla de las culturas española, italiana y portuguesa que ha dado lugar a un ambiente más europeo. Por ejemplo, la mayor parte de nuestras palabras coloquiales en el español argentino son de origen italiano. Yo mismo desciendo de ancestros portugueses, españoles, judíos e ingleses. Y los ingleses, como nos lo recuerda Lord Tennyson, son una mezcla de muchas razas: "sajones y celtas y daneses somos". No existe tal cosa como la pureza racial o nacional. Y, aunque así fuera, la imaginación trascendería tal cosa dado que no existe una cultura específicamente argentina que pudiera llamarse "latinoamericana" o "hispanoamericana". Los únicos verdaderos americanos son los indios. Los demás son europeos. Por lo tanto, me gusta pensar que soy un escritor europeo en el exilio. Ni hispánico ni americano ni hispanoamericano, sino un europeo expatriado.

Heaney: T. S. Eliot habló de "toda la mente de Europa". ¿Cree haber heredado parte de esta mente a través del tamiz español?

Borges: En el argentino no existe ninguna alianza exclusiva a una sola cultura europea. Como dije, podemos tomar cosas de varias lenguas y literaturas europeas distintas... tal vez adoptar "toda la mente de Europa", si es que existe algo semejante. Pero precisamente debido a nuestra distancia de Europa también tenemos la libertad cultural o imaginativa para mirar, más allá de Europa, hacia Asia y otras culturas.

Richard Kearney: Como lo hace usted en su propia ficción al invocar con frecuencia las doctrinas místicas del budismo y del Extremo Oriente.

Borges: El hecho de no pertenecer a una cultura "nacional" homogénea tal vez no sea una pobreza sino una riqueza. En este sentido, soy un escritor "internacional" que reside en Buenos Aires. Mis ancestros provinieron de muchas naciones y razas distintas, como lo he mencionado, y pasé gran parte de mi juventud viajando por Europa, en particular por Ginebra, Madrid y Londres, en donde aprendí varias lenguas nuevas, alemán, inglés antiguo y latín. Este aprendizaje multinacional me permite jugar con las palabras como hermosos juguetes, entrar, como lo dijo Browning, en "el gran juego del lenguaje".

Heaney: Me parece muy interesante que su inmersión en varias lenguas durante su infancia, y sobre todo en el español y el inglés, le haya dado ese sentimiento del lenguaje como un juguete. Sé que mi propia fascinación con las palabras estuvo estrechamente relacionada con el hecho de que aprendiera latín cuando era niño. Y la fatigué. También aprendí mucho de él.

Kearney: ¿Y qué opina de Beckett, tal vez el discípulo literario irlándes más cercano a Joyce? Él parece compartir con usted una obsesión con la ficción como un laberinto autoescrutador de la mente, como una parodia eternamente recurrente de sí misma...

Borges: Samuel Beckett es muy aburrido. Vi su obra Esperando a Godot y eso me bastó. Me pareció que era una obra muy pobre. ¿Para qué tomarse la molestia de esperar a Godot si él nunca llega? Qué cosa tan tediosa. Después de eso, ya no tuve deseos de leer sus novelas.

 Traducción de Katia Rheault

Diálogo entre Jean Paul Sartre y Daniel Cohn-Bendit Le Nouvel Observateur, 20/06/1968.

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La expansión del campo de lo posible

Diálogo entre Jean Paul Sartre y Daniel Cohn-Bendit


JEAN PAUL SARTRE: En pocos días, sin que ninguna orden de huelga general fuera lanzada, Francia se encontró paralizada por los paros y las ocupaciones de fábricas. Todo a consecuencia de que los estudiantes se hicieron dueños de la calle en el Barrio Latino. ¿Qué impresión tienen ustedes del movimiento que han desencadenado? ¿Hasta dónde puede llegar?

DANIEL COHN-BENDIT: Ha alcanzado una extensión que nosotros no podíamos prever al comienzo. En este momento, el objetivo es derribar al régimen. Pero no depende de nosotros que este objetivo llegue o no a lograrse. Si fuera realmente el del partido comunista, el de la C.G.T., y de las otras centrales sindicales, no habría problema: el régimen caería en quince días, pues no hay modo de oponerse a una manifestación de fuerza que comprometa a todo el movimiento obrero.

JPS: Por ahora hay una evidente desproporción entre el carácter masivo del movimiento de huelga, que permite, en efecto, un enfrentamiento directo al régimen, y las reivindicaciones, con todo limitadas (salarios, organización del trabajo, jubilaciones, etc.) presentadas por los sindicatos.

DCB: Hubo siempre un desnivel, en las luchas obreras, entre el vigor de la acción y las reivindicaciones iniciales. Pero puede suceder que el éxito de la acción, el dinamismo del movimiento, llegue a modificar en la marcha la naturaleza de las reivindicaciones. Una huelga desencadenada para lograr conquistas parciales puede transformarse en un movimiento insurreccional.

Sentado esto, algunas reivindicaciones presentadas en estos momentos por los trabajadores, van muy lejos: la semana de 40 horas reales, por ejemplo, y, en la fábrica Renault, el salario mínimo de 1.000 francos por mes. El poder "degaullista" no puede aceptarlas sin quedar en una posición totalmente desairada, y si se mantiene firme va al enfrentamiento. Supongamos que los obreros también se mantengan firmes y que el régimen caiga. ¿Qué sucede? La izquierda toma el poder. Todo dependerá entonces de lo que haga. Si realmente cambia el sistema -confieso que lo dudo- tendrá aceptación y todo marchará bien. Pero si tenemos -con los comunistas o sin ellos- un gobierno tipo Wilson, que proponga sólo reformas y reajustes menores, la extrema izquierda se verá forzada y habrá que continuar presentando los verdaderos problemas de organización de la sociedad, de poder obrero, etc. Pero no estamos todavía en eso, ni siquiera es seguro que el régimen caiga.

JPS: Hay casos, cuando la situación es revolucionaria, en que un movimiento como el vuestro no se detiene, pero también suele suceder que el impulso declina. En este caso, es preciso tratar de ir lo más lejos posible antes de la detención. ¿Cuál es en su opinión la parte irreversible en el movimiento actual, suponiendo que acabe enseguida?

DCB: Los obreros lograrán el cumplimiento de cierto número de reivindicaciones materiales, al mismo tiempo que importantes reformas tendrán lugar en la Universidad por obra de las tendencias moderadas del movimiento estudiantil y de los profesores. No serán las reformas radicales a las que aspiramos, pero de todos modos tendremos cierto peso: presentaremos propuestas precisas, y sin duda algunas serán aceptadas porque no se atreverán a negarnos todo. De seguro será un progreso, pero nada fundamental habrá cambiado, por lo que continuaremos cuestionando el sistema en su conjunto. De todas maneras, no creo que la revolución sea posible de un día para otro. Creo que sólo será posible obtener mejoras sucesivas, más o menos importantes, pero estas mejoras no podrán ser impuestas sino por acciones revolucionarias. Por esta razón, el movimiento estudiantil, que habrá alcanzado, pese a todo, una reforma importante en la Universidad, aunque transitoriamente pierda energía, toma un valor de ejemplo para muchos jóvenes trabajadores. Utilizando los medios de acción tradicionales del movimiento obrero -la huelga, la ocupación de la calle y de los lugares de trabajo-, hemos derribado el primer obstáculo: el mito por el cual "nada puede hacerse contra el régimen". Hemos probado que eso no era verdad. Y los obreros se han lanzado por la brecha. Puede ser que esta vez no sigan hasta el final. Pero habrá otras explosiones más tarde. Lo importante es que se ha demostrado la eficacia de los métodos revolucionarios.

La unión de los estudiantes y obreros sólo puede hacerse en la dinámica de la acción si el movimiento de los estudiantes y el de los obreros conservan cada uno su impulso y convergen hacia un mismo objetivo. Por el momento existe una desconfianza natural y comprensible de los obreros.

JPS: Esta desconfianza no es natural sino adquirida. No existía a comienzos del siglo XIX y sólo apareció después de las masacres de junio de 1848. Antes, los republicanos -que eran intelectuales y pequeños burgueses- y los obreros marchaban juntos. Después, no hubo ya perspectivas de unión, ni siquiera en el partido comunista, que siempre ha separado cuidadosamente a los obreros de los intelectuales.

DCB: De todos modos algo ha sucedido en el transcurso de esta crisis. En Billancourt, los obreros no han dejado entrar en la fábrica a los estudiantes. Pero el hecho mismo de que los estudiantes hayan ido a Billancourt constituye algo nuevo e importante. Ha habido, en realidad, tres etapas. Primero la desconfianza franca, no sólo de la prensa obrera sino del medio obrero. Decían: "¿Qué quieren esos nenes de papá que vienen a fastidiarnos?" Y más tarde, después de los combates en la calle, después de la lucha de los estudiantes contra los policías, ese sentimiento ha desaparecido y la solidaridad se vuelve efectiva.

En este momento estamos en un tercer estadio: los obreros y los campesinos han entrado a su vez en la lucha pero nos dicen: "Esperen un poco, queremos manejar nosotros mismos nuestro combate". Es normal. La unión sólo podrá realizarse más tarde si los dos movimientos, el de los estudiantes y el de los obreros, conservan su impulso. Después de cincuenta años de desconfianza, no creo que lo que se denomina "diálogo" sea posible. No se trata solamente de hablar. Es natural que los obreros no nos reciban con los brazos abiertos. El contacto sólo se establecerá si combatimos juntos. Se puede, por ejemplo, crear grupos conjuntos de acción revolucionaria, en que los obreros y estudiantes planteen juntos los problemas y actúen juntos. Habrá lugares en los que eso funcione y otros en los que no funcione.

JPS: El problema sigue siendo el mismo: mejoras o revolución. Como usted dice, todo lo que ustedes hacen a través de la violencia es recuperado por los reformistas de una manera positiva. La Universidad, gracias a lo que ustedes han hecho, se verá mejorada, pero siempre dentro del marco de la sociedad burguesa.

DCB: Es evidente; pero creo que no hay otro modo de avanzar. Tomemos el ejemplo de los exámenes. No se discute que se seguirá con ellos. Pero seguramente no se desarrollarán como antes. Se encontrará una fórmula nueva. Y si una sola vez se efectúan de un modo desacostumbrado, un proceso de reforma se pondrá en marcha de modo irreversible. No sé hasta que punto llegará, lo que sé es que se hará lentamente; pero es la única estrategia posible.

Para mí, no se trata de hacer metafísica, ni de indagar cómo habrá que realizar la revolución. Ya he dicho que creo que vamos más bien hacia un cambio perpetuo de la sociedad, provocado, en cada etapa, por acciones revolucionarias. El cambio radical de las estructuras de nuestra sociedad sólo sería posible si se produjera de golpe la coincidencia de una crisis económica grave, con la acción de un potente movimiento obrero y de un fuerte movimiento estudiantil. Hoy estas condiciones no están reunidas. Como máximo puede pretenderse la caída del gobierno. Pero no puede soñarse con hacer estallar la sociedad burguesa. Lo que no quiere decir que no haya que hacer nada; todo lo contrario, es necesario luchar paso a paso a partir de un cuestionamiento global.

La cuestión de saber si puede haber todavía revoluciones en sociedades capitalistas evolucionadas y de lo que hay que hacer para provocarlas realmente no me interesa.
Cada cual con su teoría; unos dicen: las revoluciones del tercer mundo son las que provocarán el derrumbe del mundo capitalista. Otros: sólo gracias a la revolución en el mundo capitalista podrá haber desarrollo del tercer mundo. Todos los análisis están más o menos fundados, pero en mi opinión, eso no tiene mayor importancia.

Observemos lo que acaba de pasar. Desde hace mucho tiempo hay gente que busca el mejor modo de provocar una explosión en el medio estudiantil. Nadie lo ha encontrado y finalmente ha sido una situación objetiva la que ha provocado la explosión. Influyó sin duda el manotón del poder -la ocupación de la Sorbona por la policía-, pero es evidente que esta "gaffe" monumental no es el único origen del movimiento. La policía ya había entrado en Nanterre, algunos meses atrás, y eso no había despertado ninguna reacción en cadena. Esta vez se despertó una que no fue posible detener, lo que permite examinar el papel que puede desempeñar una minoría activa.

Lo que ha sucedido desde hace dos semanas constituye, a mi entender, una refutación de la famosa teoría de "las vanguardias revolucionarias" consideradas como las fuerzas dirigentes de un movimiento popular. En Nanterre y París ha habido simplemente una situación objetiva, derivada de lo que se llama de un modo vago "el malestar estudiantil" y de la voluntad de acción de una parte de la juventud, decepcionada por la inacción de las clases que ejercen el poder. La minoría activa pudo, por el hecho de ser teóricamente más conciente y estar mejor preparada, encender el detonador y penetrar por la brecha. Pero eso es todo. Los otros podían seguir o no seguir. Sucede que han seguido. Pero después, ninguna vanguardia, sea la U.E.C., la J.C.R. o los "marxistas-leninistas", ha podido tomar la dirección del movimiento. Sus militantes pudieron participar en las acciones de un modo decidido pero desaparecieron absorvidos por el movimiento. Se los encuentra en los comités de coordinación, donde su papel es importante, pero en ningún momento hubo oportunidad de que estas vanguardias desempeñaran un papel directivo.

Es el punto esencial. Sirve para destacar que es necesario abandonar la teoría de "la vanguardia dirigente" para adoptar aquella -más simple y más honrada- de "la minoría activa" que desempeña el papel de un fermento permanente, impulsando a la acción sin pretender la dirección. En efecto, aunque nadie quiera admitirlo, el partido bolchevique no dirigió la revolución rusa. Fue empujado por las masas. Pudo elaborar su teoría en la marcha, dar ciertos impulsos hacia un lado o hacia otro, pero no desencadenó, solo, un movimiento que fue en su mayor parte espontáneo. En determinadas situaciones objetivas -con la ayuda de una minoría activa- la espontaneidad retoma su lugar en el movimiento social. Es ella la que promueve su avance, y no las órdenes de un grupo dirigente.

JPS: Lo que mucha gente no comprende, es que ustedes no buscan elaborar un programa, ni dar una estructura al movimiento. Les reprochan querer "destruirlo todo" sin saber -en todo caso sin decir- lo que ustedes quieren colocar en lugar de lo que derrumban.

DCB: ¡Claro! Todo el mundo se tranquilizaría -Pompidou en primer lugar- si fundáramos un partido anunciando: "Toda esta gente está con nosotros. Aquí están nuestros objetivos y el modo como pensamos lograrlos..." Se sabría a que atenerse y por lo tanto la forma de anularnos. Ya no se estaría frente a "la anarquía", el "desorden", la "efervescencia incontrolable".

La fuerza de nuestro movimiento reside precisamente en que se apoya en una espontaneidad "incontrolable", que da el impulso sin pretender canalizar o sacar provecho de la acción que ha desencadenado. Para nosotros existen hoy dos soluciones evidentes. La primera consiste en reunir cinco personas de buena formación política y pedirles que redacten un programa, que formulen reivindicaciones inmediatas de aspecto sólido y digan: "Esta es la posición del movimiento estudiantil, hagan según eso lo que quieran." Es la mala solución. La segunda consiste en tratar de hacer comprender la situación, no a la totalidad de los estudiantes, ni siquiera a la totalidad de los manifestantes, pero a un gran número de entre ellos. Para eso, es preciso evitar la creación inmediata de una organización o definir un programa que serían inevitablemente paralizantes. La única oportunidad del movimiento es justamente ese desorden que permite a las gentes hablar libremente y que puede desembocar, por fin, en cierta forma de autoorganización. Por ejemplo, es necesario ahora renunciar a las reuniones de gran espectáculo y llegar a formar grupos de trabajo y de acción. Fue lo que tratamos de hacer en Nanterre.

Ante la repentina libertad de palabra en París, se hace preciso que en primer término la gente se exprese. Dicen cosas confusas, vagas, a menudo sin interés, porque se las han dicho cien veces, pero eso les permite, después de haber dicho todo eso, plantearse la siguiente pregunta: "¿Y ahora?" Eso es lo más importante, y lo que gran parte de los estudiantes se pregunta: "¿Y ahora?" Sólo después podrá hablarse de programa o de estructuración. Si nos planteáramos desde el comienzo el tema: "¿Qué harán con los exámenes?" significaría asfixiar las posibilidades, sabotear el movimiento, interrumpir la dinámica. Los exámenes tendrán lugar y nosotros presentaremos propuestas, pero que nos den tiempo. Primero hay que hablar, reflexionar, buscar fórmulas nuevas. Las encontraremos. Pero no hoy.

JPS: El movimiento estudiantil como usted ha dicho, está ahora en la cresta de la ola. Pero están por llegar las vacaciones, una pausa, seguramente un retroceso. El gobierno aprovechará para realizar reformas. Invitará a estudiantes a participar en ellas, y muchos aceptarán diciendo: "Nosotros sólo pretendemos reformas", o si no: "Son sólo reformas, pero es mejor que nada y las hemos obtenido por la fuerza". Tendrán una Universidad transformada, pero los cambios pueden muy bien ser sólo superficiales, limitarse al progreso de los equipos materiales, de los locales, de los restaurantes universitarios. Todo eso no cambiará la esencia del sistema. Son reivindicaciones que el poder puede satisfacer sin que sea cuestionado el régimen. ¿Creen ustedes poder obtener "mejoras" que introduzcan realmente elementos revolucionarios en la Universidad burguesa; que hagan, por ejemplo, que la enseñanza impartida en la Universidad esté en contradicción con la función principal de la Universidad en el régimen actual: formar cuadros bien integrados en el sistema?

DCB: En primer término, las reivindicaciones puramente materiales pueden tener un contenido revolucionario. Con respecto a los restaurantes universitarios tenemos una reivindicación de fondo. Pedimos su supresión en cuanto a su carácter de restaurantes "universitarios". Es necesario que se transformen en restaurantes "de la juventud", en los que todos los jóvenes, estudiantes o no, puedan comer por 1,40 francos. Y nadie puede estar en contra: si los trabajadores jóvenes trabajan todo el día, no se justifica el que de noche no puedan comer por 1,40 F. Igual cosa en lo que respecta a las ciudades universitarias: pedimos que se conviertan en ciudades para la juventud. Hay muchos obreros jóvenes, muchos aprendices que desean independizarse de sus padres pero que no pueden arrendar un cuarto porque cuesta 30.000 francos viejos por mes; queremos que se los acoja en las ciudades donde el alquiler es de 9.000 o 10.000 francos viejos. Los hijos de familias acomodadas que estudian derecho o ciencias políticas pueden ir a otra parte.

En el fondo, no pienso que las reformas que podrá hacer el gobierno sean las suficientes para desmovilizar a los estudiantes. Las vacaciones señalarán indudablemente un retroceso, pero no quebrarán el movimiento. Algunos dirán: "Nuestro golpe ha fracasado", sin tratar de explicarse lo que sucedió. Otros dirán: "La situación no estaba madura". Pero no muchos militantes comprenderán que hay que capitalizar lo que acaba de pasar, analizarlo teóricamente y prepararse para una nueva acción en la reapertura. Porque la reapertura de cursos será catastrófica, sean las que fueren las reformas gubernamentales. Y la experiencia de la acción desordenada, imprevista, provocada por el poder, que acabamos de conducir, nos permitirá volver más eficaz la acción que podría desencadenarse en otoño. Las vacaciones permitirán a los estudiantes esclarecer su propio desconcierto, que se manifestó en estos quince días de crisis, y a reflexionar sobre lo que quieren y pueden hacer.

En cuanto a la posibilidad de lograr que la enseñanza impartida en la Universidad se vuelva "contra-enseñanza" que forme, no cuadros bien integrados sino cuadros revolucionarios, es una esperanza que me parece un poco idealista. La enseñanza burguesa, aún reformada, producirá cuadros burgueses. La gente será aprisionada en el engranaje del sistema. En el mejor de los casos, se volverán miembros de una izquierda benévola pero seguirán siendo, objetivamente, engranajes que aseguren el funcionamiento de la sociedad.

Nuestro objetivo es lograr poner en marcha una "enseñanza paralela" tanto técnica como ideológica. Se trata de que nosotros mismos volvamos a poner en marcha la Universidad sobre bases completamente nuevas, aunque esto no dure más que unas pocas semanas. Acudiremos a los profesores de izquierda y de extrema izquierda que estén dispuestos a trabajar con nosotros en los seminarios y a apoyarnos con sus conocimientos -renunciando a su condición de profesores- en la experiencia que emprenderíamos.

Podríamos inaugurar seminarios en todas las facultades -por supuesto nada de clases magistrales- sobre los problemas del movimiento obrero, sobre la utilización de la técnica al servicio del hombre, sobre las posibilidades que ofrece la automación. Y todo esto no simplemente desde un punto de vista teórico (no hay un solo libro de sociologia que comience hoy por la frase: "Hay que poner la técnica al servicio del hombre") sino planteando problemas concretos. Esta enseñanza tendría una orientación obviamente contraria a la del sistema en uso, por lo que la experiencia no podría durar mucho tiempo: el sistema reaccionaría inmediatamente y el movimiento sucumbiría. Pero lo importante no es elaborar una reforma del sistema capitalista sino lanzar una experiencia de ruptura completa con esta sociedad; una experiencia que no dure pero que deje entrever una posibilidad: se percibe algo, fugitivamente, que luego se extingue. Pero basta para probar que ese algo puede existir.

No esperamos construir una universidad de tipo socialista en nuestra sociedad, porque sabemos que la función de la Universidad seguirá siendo la misma en tanto que no cambie la totalidad del sistema. Pero creemos que puede haber momentos de ruptura en la cohesión del sistema y que se puede aprovecharlos para abrir brechas.

JPS: Eso supone la existencia permanente de un movimiento "anti-institucional" que impida a las fuerzas estudiantiles estancarse. Lo que ustedes pueden reprochar a la U.N.E.F., en efecto, es de ser un sindicato, es decir una institución forzosamente esclerosada.

DCB: Le reprochamos ser, sobre todo en sus formas de organización, incapaz de lanzar una reivindicación. La defensa de los intereses de los estudiantes resulta, de todos modos, una cosa problemática. ¿Cuáles son esos intereses? Los estudiantes no constituyen una clase. Los trabajadores, los campesinos, forman una clase social y tienen intereses objetivos. Sus reivindicaciones son claras y van dirigidas a los patrones, a los representantes de la burguesía. ¿Pero los estudiantes? ¿Quienes son sus opresores, salvo todo el sistema?

JPS: En efecto, los estudiantes no constituyen una clase. Ellos se definen por la edad y por una relación con el conocimiento. El estudiante es alguien que, por definición, un día dejará de ser estudiante, en no importa cuál sociedad, incluso en aquella en la que soñamos.

DCB: Eso es justamente lo que hay que cambiar. En el sistema actual se dice: existen los que trabajan y los que estudian. Y todo queda en una división, aunque sensata, del trabajo social. Pero es posible imaginar otro sistema en el cual todo el mundo toma parte en las tareas de producción -reducidas al máximo gracias a los progresos de la técnica- y en el cual todos tengan la posibilidad de proseguir paralelamente estudios continuos. Es el sistema del trabajo productivo y del estudio concomitante.

Evidentemente habrá casos especiales: no se puede dedicarse a las matemáticas avanzadas, o a la medicina y ejercer otra actividad al mismo tiempo. No se trata de instituir reglas uniformes. Pero es el principio de base el que ha de ser cambiado. Es preciso rechazar, desde un comienzo, la distinción entre estudiante y trabajador.

Por supuesto, nada de esto tendrá lugar mañana mismo, pero algo hay que se ha puesto en marcha y que proseguirá ineludiblemente.

JPS: Lo interesante de la acción que ustedes desarrollan es que lleva la imaginación al poder. Ustedes poseen una imaginación limitada como todo el mundo, pero tienen muchas más ideas que sus mayores. Nosotros estamos formados de un modo tal que tenemos ideas precisas sobre lo que es posible y lo que no lo es. Un profesor dirá: "¿Suprimir los exámenes? Jamás. Se puede perfeccionarlos, pero jamás suprimirlos". ¿Por qué esto? Porque ha pasado por los exámenes durante la mitad de su vida.

La clase obrera ha imaginado a menudo nuevos métodos de lucha, pero siempre en función de la situación precisa en la que se encontraba. En 1936 inventó la ocupación de las fábricas, porque era la única arma que tenía para consolidar y sacar provecho de una victoria electoral. Ustedes tienen una imaginación mucho más rica y las frases que se leen en los muros de la Sorbona lo prueban. Hay algo que ha surgido de ustedes que asombra, que trastorna, que reniega de todo lo que ha hecho de nuestra sociedad lo que ella es. Se trata de lo que yo llamaría la expansión del campo de lo posible. No renuncien a eso.



Publicado por Le Nouvel Observateur, 20 de mayo de 1968. 




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